Bolsonaro: Un Pierre Menard de Nerón

Bolsonaro: Un Pierre Menard de Nerón
26 agosto, 2019 por Gonzalo Fiore Viani

El presidente de Brasil niega sus responsabilidades en el masivo incendio que se devora el Amazonas, pese a las fuertes críticas internacionales que recibe su gobierno.

Por Gonzalo Fiore Viani par La tinta

Mientras el Amazonas se incendia desde hace más de un mes, Bolsonaro se burla de quienes lo acusan de ser “Nerón con la lira quemando Roma”. Otra comparación acertada sería con un Pierre Menard -aquel personaje de Jorge Luis Borges que pretendía escribir El Quijote punto por punto sin haberlo leído- de algún dictador caribeño de los sesenta.

El brasileño se ha convertido en una caricatura del líder autoritario, con declaraciones absolutamente repudiables -hace algunas semanas, le dijo al presidente del Colegio de Abogados de Brasil que “si quieres, podría decirte dónde está tu padre”, desaparecido por la dictadura militar- e injerencias en los asuntos internos de otros estados, como cuando llamó abiertamente a votar por el ya casi seguro presidente saliente Mauricio Macri, o se enfrentaría al candidato con más posibilidades de ganar, Alberto Fernández. A su vez, la semana pasada, se cumplieron 500 días de Lula da Silva como preso político. El actual mandatario brasileño también tiene todos los papeles para convertirse en un Pierre Menard de Nerón, como él mismo se comparó en tono jocoso.

La popularidad de Bolsonaro ha alcanzado pozos históricos que siguen mostrándolo como el presidente brasileño con peor imagen en su primer año de gobierno desde el retorno a la democracia en 1985. Voces internas suelen contradecirlo de manera cada vez más abierta. Entre ellos, el titular de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, quien salió a bajarle el tono a sus declaraciones contra Fernández, aduciendo que Brasil sostendría una relación comercial con Argentina sea cual sea el color político del gobierno de turno. Al mismo tiempo, el gobernador de San Pablo, el estado más rico del país, tomó los micrófonos para asegurar que el vínculo con Argentina es inamovible y vital para los paulistas. Otro dirigente que suele contradecir a Bolsonaro es, nada más y nada menos, que su vicepresidente, el general Hamilton Mourau, un hombre que considera demasiado extremista a su superior e intenta mostrarse como un moderado de cara tanto a la diplomacia extranjera como a los sectores internos de la política brasileña.

Brasil protesta contra Bolsonaro la-tinta

En otro gesto que tiene más que ver con los tiempos de las monarquías que con la democracia representativa, Bolsonaro continúa con las pretensiones de nombrar a su propio hijo Eduardo como embajador en Estados Unidos. Con la abierta anuencia de Donald Trump -quien también podría nombrar a su hijo-, el brasileño se muestra decidido a lograr los votos necesarios para hacer pasar su pliego en el Congreso. Eduardo, actualmente el diputado más votado de la historia brasileña, no tiene absolutamente ninguna credencial diplomática previa para el cargo. Ante esto, su padre declaró que “conoce muchos idiomas, ha viajado mucho y se lleva muy bien con los Trump”. Es cierto: Bolsonaro Jr. forma parte del entramado de The Movement, organización de extrema derecha dirigida por el ex asesor de Trump, Steve Bannon. Con sede en Bruselas, The Movement nuclea a todos los partidos extremistas europeos, entre ellos, a La Lega, de Matteo Salvini -otro admirador de Bolsonaro-, o el Frente Nacional de Marine Le Pene en Francia. En su filial latinoamericana, cuentan con Eduardo Bolsonaro como su hombre de mayor confianza, encargado de expandir “el movimiento” a otros países de la región, tarea que, por ahora, parece harto complicada.


Tras más de un mes de incendios en el mayor pulmón verde del mundo, el presidente se decidió a instruir a sus ministros a “tomar las medidas necesarias” para terminar con la catástrofe. Sin embargo, a nadie parece escaparle que hubo algo de intencionalidad con los incendios. El saldo de los incendios, se sabe hasta ahora, son cientos de miles de árboles que no podrían haber sido talados de otra manera, fauna muerta que, de haber mediado la mano del hombre, las organizaciones defensoras de los animales pondrían el grito en el cielo, y comunidades originarias desplazadas. En su momento, durante la campaña presidencial, las organizaciones de defensa del medio ambiente ya habían mostrado su preocupación respecto de que Bolsonaro le diera vía libre a los grandes capitales que pretendían deforestar una porción importante del Amazonas para sembrar distintos cultivos, especialmente soja. Algo que no podrían haber hecho de otra manera debido a la gran presión internacional.


Tampoco deja de ser curioso que ninguno de los grandes medios mundiales publicaron noticias sobre el incendio sin que hayan pasado, por lo menos, 20 días de su comienzo, cuando las redes sociales y los medios alternativos ya habían dado cuenta del desastre.

El presidente francés Emmanuel Macron, enemigo de la corriente ultraderechista representada por Salvini, Bolsonaro, Trump y Viktor Orbán, entre otros, ha asegurado que el incendio en el Amazonas se tratará como “crisis internacional” en la próxima cumbre del G7 en la ciudad francesa de Biarritz, a celebrarse esta semana. Macron publicó en su cuenta de Twitter: “Nuestra casa arde. Literalmente. El Amazonas, el pulmón de nuestro planeta que produce el 20 por ciento de nuestro oxígeno, está ardiendo”.

En línea con lo que dictan los postulados anti-europeístas de Salvini y compañía, el ministro de la Presidencia brasileño aseguró que es “una estrategia de la Unión Europea para imponer trabas arancelarias”, ya que “los europeos aprovechan el asunto del medioambiente para imponer barreras al crecimiento y al comercio brasileño de bienes y servicios”, restándole importancia al asunto ecológico. Bolsonaro habló de “una mentalidad colonial que no tiene lugar en el siglo XXI”, criticando a Macron por usar “en provecho político personal asuntos internos brasileños”. Lo cierto es que la cuestión ambiental es algo que preocupa al mundo entero y no pueden ser “asuntos internos” de ningún otro Estado. Además, es, cuanto menos, hipócrita que alguien como Jair Bolsonaro denuncie a otro presidente de inmiscuirse en asuntos internos de otros Estados, cuando lleva todo el año, y especialmente los últimos meses, interviniendo sin ningún tipo de autoridad en lo que suceda políticamente en Argentina.

*Por Gonzalo Fiore Viani para La tinta

Palabras claves: Amazonas, Brasil, Jair Bolsonaro

Compartir: