Afganistán: un desfiladero cada vez más angosto

Afganistán: un desfiladero cada vez más angosto
21 agosto, 2019 por Tercer Mundo

La nación centro asiática camina por una cornisa donde las opciones oscilan entre unas improbables negociaciones de paz y la guerra abierta.

Por Guadi Calvo para Línea Internacional

Las conversaciones de Doha (Qatar) entre los Estados Unidos y el Talibán parecen estar llegando a su fin tras lograr destrabar el intrincado camino a un acuerdo de paz, quizás una idea demasiado optimista para un conflicto que lleva más de 18 años y en el que los costos entre muertos, heridos y mutilados podrían anotarse entre los más aberrantes de la historia moderna: solo en 2018 se produjeron casi 4.000 muertes.

Para los más optimistas, en las próximas semanas, o incluso antes, se podría arribar a un acuerdo provisorio, aunque para terminar con los 40 años de guerra que sufre el país no alcanza con la retirada de los 14.000 efectivos norteamericanos y los varios miles pertenecientes a países de la OTAN que todavía están destinados a Afganistán. De no conseguir el acuerdo, el presidente Donald Trump ha ordenado que antes de las presidenciales del 2020 un número sustancial de efectivos norteamericanos debe abandonar el país asiático.

También está pendiente una solución entre el Talibán y las autoridades políticas afganas, hoy en cabeza del presidente Ashraf Ghani, o de alguno de los 16 candidatos que pudiera emerger tras las elecciones del próximo del 28 de septiembre, cuya realización, en el marco de la realidad afgana, es improbable.

El Talibán pretende que una vez terminados los acuerdos se produzca de manera inmediata el abandono del país de las fuerzas occidentales, aunque esto ya se ha discutido en Doha y los representantes norteamericanos han explicado que es logísticamente imposible cerrar las bases, embalar y enviar de retorno todos los equipos de comunicación, armamento y logística que Estados Unidos tiene en Afganistán en, por lo menos, dos años.

El Pentágono tendrá que cumplir obligatoriamente con el retiro de la gigantesca parafernalia instalada, en prevención de que no caiga en manos del Talibán o de alguna otra de las organizaciones terroristas que operan en el país.

Afganistan tropas norteamericanas la-tinta

Los funcionarios norteamericanos aseguran que el Talibán ya no apoyará a ningún grupo extremista, como Daesh-Khorasan, u organizaciones cercanas a Al Qaeda en Afganistán o en países vecinos (Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán), evitando que la nación centro asiática vuelva a convertirse en un santuario para terroristas internacionales.

Desde el momento en que comience la retirada efectiva de Estados Unidos, se cree que se podrá detener el espiral de violencia en las regiones más complejas del país, y alcanzar un alto el fuego formal y duradero.


Las conversaciones entre el gobierno afgano y el Talibán se llevarán a cabo posiblemente en Oslo (Noruega) y sus preparativos están en pleno proceso. Kabul anunció una lista de los 15 negociadores, entre los que se incluyen funcionarios gubernamentales, delegados de los partidos políticos y grupos sociales. Estas conversaciones serán críticas no solo por la discusión sobre la presencia residual de Estados Unidos, sino también por la liberación de los más de 10 mil prisioneros talibanes que Kabul conserva en sus cárceles, entre ellos muchos altos jefes, que podrían tener opiniones contradictoras acerca de los acuerdos alcanzados.


Las discusiones de Oslo enfrentarán dos vectores bien diferenciados de la sociedad afgana. Por un lado, los aspirantes a burócratas, que pretenden la construcción de una democracia a la manera occidental, sin arraigo práctico, ni cultural en el país. Por el otro lado, la dirigencia del Talibán, una organización cargada de mística, que ha logrado salir indigne ante la larga agresión de la mayor potencia del mundo. El Talibán, dirigido por el Mullah Hibatullah Akhundzada desde mayo de 2016, ha logrado revertir la suerte de la organización pasando de una agónica resistencia a una ofensiva tan virulenta como exitosa. Por lo que estas negociaciones llevarían años, dejando al país en un desfiladero por el que podría precipitarse a una guerra todavía más brutal de la que se vive todavía.

Una muestra de esto es el gran atentado que se produjo en una fiesta de casamiento en un salón de la ciudad de Dubái, al oeste de Kabul, hogar de la minoría chiita Hazara, blanco frecuente del Daesh. El último sábado, en pleno festejo, uno de sus muyahidines de origen paquistaní se detonó en el salón donde había más de 1.200 invitados, dejando cerca de 70 muertos y unos 180 heridos, lo que lo convierte en el ataque más letal en lo que va del año.

Afganistan atentado boda la-tinta

El último atentado producido en Kabul ocurrió el 7 de este mes, con el estallido de un coche bomba dirigido contra un convoy de las fuerzas de seguridad, matando a 14 personas e hiriendo a 145. El ataque que fue asumido por el Talibán.

El mando militar estadounidense en Afganistán define al Daesh-Khorasan como la organización capaz de heredar la potencialidad del Talibán, incorporando militantes extranjeros y muchos talibanes rebeldes a sus mandos. Ésta es la razón por la que varios generales norteamericanos insisten ante Trump en mantener varios miles de hombres de las fuerzas de Operaciones Especiales en el país asiático.


El Daesh, presente en Afganistán desde 2015 con una dotación cercana a 3.000 hombres, cuenta con un experimentado reclutador de origen tayiko, Sayvaly Shafiev, conocido como Mauaviya, que lidera un grupo de unos 200 combatientes que opera en la provincia de Nangarhar, al este de Afganistán, en la frontera con Pakistán, y que se ha convertido en una figura fundamental para el Daesh-Khorasan, Shafiev e ha reclutado jóvenes tayikos y conseguido atraer financiamiento. Según informaciones de la inteligencia norteamericana, también Mauaviya está entrenando hombres en Afganistán para convertirlos en agentes “durmientes” en Tayikistán.


Tayikistán, al norte de Afganistán, ha sido una fuente de reclutamiento para el Daesh desde su aparición en 2014. Grupos locales como Jamaat Ansarullah unieron al Califa Abu Bakr Al Bagdadi en 2017. En 2018, Naciones Unidas advirtió que unos 1.000 muyahidines viajaron a Afganistán para abrir un nuevo frente tras el derrumbe del Califato en Medio Oriente.

Por su parte, más allá de las conversaciones de Doha, y desafiando a Estados Unidos, el Talibán sigue preparado combatientes, en lo que se conoce como “fuerzas especiales”. El 10 de agosto, en su sitio oficial la organización fundamentalista colgó un video donde se veía un grupo de talibanes entrenar junto a miembros de Al Qaeda. Los combatientes lucen uniformes, botas, chalecos, mochilas y armamento nuevo o en perfecta condiciones de uso, mientras participan en movimientos y prácticas militares.

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A finales de 2014, el Talibán dio a conocer que posee más de 20 campos de entrenamiento, como el de Khalid Bin Walid con unos 300 entrenadores y capacidad para preparar unos 2.000 reclutas a la vez, que son distribuidos en provincias como Helmand, Kandahar, Ghazni y Ghor.

En 2015, Estados Unidos descubrió un campo de entrenamiento de Al Qaeda en el distrito de Bermal, en Paktika, y otros dos en el distrito de Shorabak, en la provincia de Kandahar. Este último, según el comandante saliente de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, el general John Campbell, era el más grande de los descubiertos en el país desde la invasión en 2001. Al Qaeda también ha operado en campamentos en Kunar y Nuristán.

Harakat-ul-Mujahideen, un grupo integrista paquistaní aliado de Al Qaeda, también controló campos de entrenamiento en el este afgano, al igual que el Partido Islámico de Turquestán, la Unión de la Yihad Islámica y el Imam Bukhari Jamaat, un grupo uzbeko que llegó a combatir en Siria, y controla varios campos de entrenamiento en Afganistán.

Estos centro de reclutamiento y entrenamiento, en algunos casos desactivados, en otros simplemente mudados o en perfectas condiciones operativas, manejados por terroristas locales y extranjeros, hacen que el desfiladero afgano sea cada vez más angosto.

*Por Guadi Calvo para Línea Internacional

Palabras claves: Afganistán, Estados Unidos, Taliban

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