“Martes a la siesta”: el poder de elegir qué contar

“Martes a la siesta”: el poder de elegir qué contar
8 agosto, 2019 por Soledad Sgarella

El libro que recoge los trabajos realizados en el taller de lectura y escritura creativa del Establecimiento Penitenciario Nº 4 Colonia Abierta de Monte Cristo, se presenta este viernes 9 en el Museo de Antropología. Extensión universitaria, arte y el encuentro a través del ejercicio literario.

Por Soledad Sgarella para La tinta 

Animarse a escribir creativamente, a contar, a soltar relatos al viento para que los escuche otre no es fácil. En las primeras experiencias, hay que tomar envión y atreverse a un viaje del cual -muchas veces- no conocemos el itinerario.

Este plan decidieron emprender quienes -desde principios de año- se sumaron al taller que Nahuel Blázquez y Fabio Martínez coordinaron junto a Milena Ezenga y Lucía Scoles, con el acompañamiento del equipo del Programa Universidad, Sociedad y Cárcel de Extensión de la UNC.

“En un lugar donde el sentido común reclama castigo y los tanques de la industria cultural reflejan un miserabilismo lastimoso, nos interesó que sean las propias personas las que hablen de sí mismas, de sus encierros y trayectorias. Quisimos generar un espacio de encuentro que permita comprender y asir lo que sucede en estos lugares sin ahuyentar a nadie, sin romantizar o estereotipar el crimen, ni quedar empantanados en intenciones políticamente correctas”, dicen les talleristas en el prólogo del libro.

La tinta habló con Blázquez para conocer más del proyecto y del enfoque de una propuesta que invita a corrernos de los sentidos comunes y a re-problematizar nuestras ideas en torno a los contextos de la producción artística.

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—Primero que todo, contanos un poco cómo surge el taller… básicamente, para qué, para quiénes y quiénes lo coordinaron.

El proyecto surge a partir de recibir una plata que viene de una SPU (Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de Nación). Diseñamos el proyecto y, como contamos en el prólogo, llamamos a Fabio Martínez. Luego, llegaron las otras dos estudiantes: Milena Ezenga y Lulú Scoles. Fabio y yo fuimos los coordinadores.

Queríamos trabajar en Monte Cristo porque ahí tenemos una «buena relación» con las y los funcionarios del Servicio Penitenciario. Además, podemos trabajar con hombres y mujeres al mismo tiempo, y podemos hacer cosas grosas como estas: trasladar a personas detenidas a que ocupen un Museo. Gente que en su vida frecuentó estos lugares hoy presenta sus trabajos.

Queríamos pensar los efectos del encierro y buscar formas de hablar de la cárcel evitando las representaciones de siempre: el miserabilismo y los lugares comunes como el asistencialismo y las categorías con las cuales se piensa la marginalidad.


«Algo es claro y difícil a la vez: todo lo que se diga de la gente en condiciones de vulnerabilidad puede ser usado en su contra. Esto implica cuidados y responsabilidad».


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—¿Tenían pensada la publicación de un libro? ¿Qué habilita publicar los textos?

Sí, teníamos pensado publicar un libro. Teníamos dinero para hacerlo. El dinero de la SPU incluía ese gasto. Pero claro, no podíamos garantizar hacerlo. Podía salir como no podía salir. Antes de entrar a la cárcel, sólo era un deseo.

Como decimos en el prólogo, la literatura es “ese universo de lo particular” donde nos permitimos saborear ciertos recuerdos para convertirnos en autores de nuestras vidas… y lo que nos habilitó a publicar el libro fue la invitación del equipo de coordinación y las ganas y aceptación de las personas que lo escribieron. Fue todo un trabajo la edición. Algunos optaron por el anonimato y otros querían su autoría a toda costa. Hay cosas que, a mi gusto, deberían haber salido de otra forma; por ejemplo, que una persona firme como «el interno Daniel Adrián Piñero«. Discutí con esta persona este punto y no hubo chances de cambiar posiciones. Argumenté que nominarse así era una forma que utiliza el servicio penitenciario, que deshumaniza, que esto y que aquello, y que nada de eso se relaciona con lo trabajado en el taller de lectura y escritura creativa. No hubo caso y la edición salió así.

siesta-carcel-literatura-escritura-6—En el prólogo, hablan de los niveles de participación… ¿nos quieren contar un poco más de esto? ¿Cómo es integrar esas diferentes formas de ser parte, tomar parte y estar en un taller?

Tres partes componen el libro: «Las aventuras de la inocencia» (niñez), «Aquellos Maravillosos años» (adolescencia) y «Me voy a trabajar» (adultez). Cada persona escribía sobre estos ejes a partir de las consignas que el equipo de coordinación planificaba para cada encuentro. 

Cada encuentro tenía momentos fríos y calientes. Momentos de entrada y salida. Hacíamos ejercicio para mover el cuerpo, cosa que podamos encontrar las palabras, porque, en la cárcel, lo que no se puede decir, se muestra. Luego, leíamos de diferentes maneras, en grupos o todos juntos. Nos tirábamos al piso y alguien leía los tonos de los textos y, luego, escribíamos lo que se nos daba la gana. Para finalizar, hacíamos una ronda con una caja en el medio donde cada persona ponía sus escritos y cualquier persona tomaba prestado a estos y daba su voz al compartirlos.

Te puedo contar más sobre la lectura, la escritura o la edición misma. Cada etapa tuvo su complejidad y sus maneras de trabajar… no todas las personas sabían/querían escribir, por lo que tuvimos que trabajar la oralidad y las formas de convertirse en autor de lo narrado. De manera oral, escrita o pidiendo prestado la mano amiga de otra persona, las historias fueron saliendo…

—¿Tienen proyectada una continuidad del proyecto?

Queremos que, con la venta del libro, se financien los honorarios de un equipo de profesionales o gente preparada para trabajar en la cárcel y asegurar la continuidad de una propuesta socio-educativa en contextos de encierro.

Martes a la siesta. La presentación del libro -con el acompañamiento de la orquesta de tango Berretinto- será el viernes 9 a las 15 hs en el Museo de Antropología (Av. Hipólito Yrigoyen 174).

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

 

Palabras claves: literatura, Martes a la siesta, Nahuel Blázquez, sistema penitenciario

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