CEDILIJ, la lectura como práctica política indispensable
Con más de 35 años de trayectoria, el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil continúa su trabajo por la democratización de la cultura. El 9 y 10 de agosto tendrá lugar la décima Jornada Anual para Mediadores de la Lectura, cuyo eje será «la persecución del misterio».
Por Julieta Pollo para La tinta
En pleno Paseo de las Artes hay un rincón repleto de historias fantásticas. Hace más de treinta y cinco años que el Centro de Difusión e Investigación de Literatura Infantil y Juvenil (CEDILIJ) cuida, nutre y esparce su riqueza cultural. Además de reparar y clasificar los libros que pueblan su enorme biblioteca, quienes trabajan en el Centro llevan adelante encuentros de lectura, jornadas de formación, proyectos de investigación e intervenciones socio-comunitarias.
Es sabido entre lxs niñxs de por aquí que los estantes de la biblio del CEDILIJ son como alfombras voladoras: sus libros viajan por ferias, plazas y escuelas de nuestra ciudad y de los valles serranos de Córdoba, porque el derecho a la cultura se cultiva convidándolo en esos espacios que el pueblo habita. Así lo piensa Susana Allori, quien además de presidir el CELIDIJ durante 16 años, es docente, licenciada en Letras y profesora universitaria de la cátedra «Literatura Infantil» de la Universidad Nacional de La Pampa.
Este viernes 9 y sábado 10 de agosto tendrá lugar la décima Jornada Anual para Mediadores de la Lectura, una de las actividades de formación que cada año organiza CEDILIJ. Se trata de una instancia de encuentro entre ilustradorxs, escritorxs e investigadorxs de la literatura infanto-juvenil, con docentes, familias, y promotores de lectura que cumplen el importante rol de acercar el arte literario a lxs más chicxs.
Susana contó a La tinta que las Jornadas persiguen un triple objetivo: ofrecer una jornada de capacitación y actualización en literatura infantil; reunir al gran equipo de colaboradores de CEDILIJ en la organización colectiva del evento; y el siempre desafiante desarrollo de recursos, ya que lo recaudado en esta jornada financia otros proyectos que se ofrecen libremente a la comunidad. Los invitados que participan del encuentro de este año son Cecilia Pacella, Eugenia Almeida, Florecia Gattari, Jorge Luján, Laura Escudero, Lilia Lardone, María Teresa Andruetto, Mariano Horenstein, Mónika Klibansky y Sergio Aguirre.
Un dato por demás interesante de estas jornadas es su particular enfoque: el abordaje del complejo campo de la LIJ se realiza a través de un eje que va cambiando cada año, para explorar las aristas y potencialidades de todos los elementos que contribuyen a que ocurra la magia: el arte de detenerse en las costuras. Algunos de los ejes que han vertebrado encuentros anteriores han sido la seducción del silencio, la provocación y el laberinto, la poesía como riesgo y abrazo, el ojo ilustrado, la ética de lectura, entre otros. Este año, el tema elegido es la persecución del misterio, no como género literario sino como recurso imprescindible y de delicada regulación, más aún en una disciplina artística en la cual el ritmo lo es todo.
Misterio… ese que hace que el mundo exterior se disuelva momentáneamente en las sabrosas páginas de un libro, ese que acaricia la expectativa y mantiene en vilo las ansias, ese que florece hacia adentro repoblando nuestras ideas y emociones.
—El eje de las jornadas este año es «Literatura o la persecución del misterio» ¿Qué rol cumple el misterio en la literatura infanto-juvenil?
—Cada edición tiene un tema distinto para focalizarnos mejor y hace algunos años empezamos a trabajar ejes conceptuales un poquito más subterráneos, como el silencio o el misterio, que es el de este año. Para que el arte funcione, y obviamente la literatura, hay cosas que tienen que mostrarse y ser evidentes, y otras que tienen que dejarse veladas. No te llega del mismo modo cuando te lo dicen todo y ahí radica el misterio. Y en relación a la infancia es muy habitual esa manía adulta de decir todo, como si de otro modo los chicos no entendieran y desconfiando de las condiciones simbólicas que tienen los pibes para entender la metáfora. En CEDILIJ siempre renegamos mucho de eso porque tiene que ver con una concepción de infancia desvalorizante.
Cuando hablamos de misterio no lo pensamos como género. El misterio viene un poco de la mano con lo que buscamos los humanos cuando leemos ficción. Hay algo del lenguaje escrito, de la forma, el color o la forma de sonar de las palabras, pero también hay algo relacionado a una búsqueda existencial: uno se encuentra a sí mismo cuando lee.
Hay una búsqueda de una misma, incluso con planteos existenciales y filosóficos que nos hacemos aún cuando no somos capaces de formularlos como tales, y la lectura te va dando indicios para que vayas descifrando. No nos parecemos en nada a Pulgarcito, sin embargo ese temor a ser abandonado por los padres, a perderse, a no poder defenderse, son miedos que tenemos todos y los seguimos teniendo cuando dejamos de ser niños. En la lectura encontramos eso, sabemos que lo que nos están contando no es la realidad, de hecho aceptamos cosas inaceptables en la realidad, pero hay pedazos de esa ficción que son mi propia realidad escondida, y cada lector los encuentra.
En los últimos años se ha visto una proliferación de reversiones de clásicos en todos los formatos: libros, cine, series. No hace más que corroborar que en esta época en la que todo es nuevísimo seguimos necesitando esas historias porque ahí había nudos. Nudos que nos vinculan con lo que nos hace humanos.
—¿Cómo se relaciona este diálogo con una misma a través de la literatura con el deseo de compartir la experiencia con otrxs?
—Para nosotros el quid de la cuestión es que la experiencia sea tan significativa que necesites convidarla. Lo que nos pasa es eso: como adultos, ¿cuándo convidamos algo? Cuando nos ha gustado mucho. Hay una fuerza que viene del descubrimiento, del apasionamiento propio que experimentás cuando te encontraste en un texto de ficción y te pasó eso que es indescriptible, el diálogo con uno mismo. Es una sensación entre placentera y de lucidez emocional, entonces eso se convierte en contagio. Corrés a contarle a las personas que querés que vayan a experimentar lo que vos, que es del orden de la existencia.
Está demostrado que no hay modo en que alguien convierta en lector a otro por ordenarle. Hay un escritor francés que dice que el verbo leer no acepta el imperativo, como el verbo amar, como el verbo disfrutar. Es imposible obligar a eso: podés mandar a alguien a leer pero no es lo mismo que realmente entregarte a eso porque estás contagiado. No es lo mismo «Leé este libro porque te lo voy a tomar» que «Leé este libro porque te va a volar la cabeza»: das una pista, instalás el misterio.
—¿Qué rol juega la literatura infantil en el proceso de descubrir otros mundos y de crecer en empatía y amor a la diversidad?
—Hace tiempo ya que observamos que la cultura se mueve y los productos culturales también, entonces es un enorme ejercicio poder entregarte a eso que te desafía como adulto lector. ¿Cuál es el asunto, por ejemplo, en una historia donde hay una niña que tiene sombra de niño? ¿Cómo te desafía eso? O el último libro de nuestra hermosa Tere Andruetto, que tiene como protagonista a una niña y a un hombre mayor, homosexual y con agorafobia ¿En qué momento la cultura estándar hubiera aceptado este argumento?
La literatura está ligada a un trabajo muy fuerte de deconstruir. Y esta es una palabra importante que hay que cuidar mucho para que no la gastemos. Pasó en un momento con un slogan que se popularizó en los 80, «el placer de leer», que cuando se convirtió en slogan se vació de sentido. Porque leer es placer en el sentido de que te involucra profundamente, es el placer de que te atraviese la angustia del personaje, es el placer de encontrarte a vos mismo, y eso no es livianito. Por eso, hay que cuidar la palabra deconstrucción para no convertirla en slogan, para hacer el trabajo que hace falta hacer que es enfrentarse con uno mismo.
—Hace años que CEDILIJ saca la biblioteca afuera, ofreciendo sus «bolsillos» de libros en espacios públicos ¿De qué modo se relaciona esta actividad con el acceso al derecho a la cultura de lxs más chicxs?
—Es hasta un absurdo decir que tenemos derecho a la cultura porque somos parte de la cultura, pero a veces parece que hay cosas de las que quedamos afuera, y no hablo solamente de saber escribir una solicitud de un reclamo, sino ese derecho a participar de los productos culturales que el hombre está produciendo porque los necesita. Si hay alguien que no accede a eso, es como no acceder al pan o a la vivienda. Lo producimos porque es vital hacerlo y, en este sentido, privar a las nuevas generaciones de ese mundo es de alguna manera limitar a ser parte de la cultura.
Entonces, ¿Cómo se accede a un derecho? Tampoco por imposición, hay que cultivarlo. El puesto de los libros tiene que ver con ir a un lugar donde la gente no va a buscar libros pero va a buscar alimentos, que es algo vital, y sobre todo va a buscar un alimento que es bueno y es barato. En el paseo hay gente de todo nivel sociocultural y es gente que a veces no va a las bibliotecas ni tiene una relación muy estrecha con la lectura. Nosotras con tener la biblioteca abierta no logramos que entren todos los lectores, a los lectores hay que conquistarlos.
—¿Qué aportes hace el arte a la educación infantil?
—La concepción de infancia es muy fuerte en las prácticas que llevamos adelante con ellos. Si vos pensás que el chico es propiedad, o es solo futuro, o que tenés que enseñarles solo tales o cuales cosas… va a delinear un modo de relacionamiento con él. El arte justamente es un aprendizaje elíptico de la vida, no es directo, requiere otros modos de acercarse y ahí es donde digo que el verbo leer no acepta el imperativo. El arte, justamente, pone en juego todo lo que atraviesa nuestra mirada del mundo, y cuando encontrás a otro que mira el mundo de otro modo y nos muestra ese modo de mirarlo… es contagioso.
El CEDILIJ late tras el enrejado verde del n° 56 de pasaje Revol, y desde allí teje con trabajo, paciencia y pasión la formación de niñxs y jóvenes lectorxs, con el objetivo de facilitar el derecho a la lectura y a la cultura en todas sus representaciones, como contribución a un ejercicio pleno de la ciudadanía en un contexto latinoamericano donde grandes sectores de la población permanecen en la pobreza, excluidos de oportunidades educativas y sin acceso igualitario a los diversos bienes culturales de nuestra tierra y de otras latitudes. Con un gran equipo de voluntarias y voluntarios, de profesionales vinculados al arte, la docencia y las infancias, CEDILIJ funciona como organización sin fines de lucro y con un fuerte perfil democrático tanto en su funcionamiento interno, como en sus modos de vinculación y trabajo en red con otras organizaciones sociales.
—Con más de 35 años de trayectoria ¿cuál dirías que es la esencia de CEDILIJ?
—La verdad es muy difícil sintetizar todo lo que significa y el trabajo que realiza este espacio… sí te puedo decir que empezó en octubre del 83. ¿Te das cuenta qué significa octubre del 83 en nuestro país? Esa es una marca del CEDILIJ: esto es una práctica política, es militancia por el derecho a la lectura. Eso ha sido y sigue siendo una marca muy fuerte, estar siempre muy atentos al contexto, y los jóvenes que se acercan al CEDILIJ tienen eso. ¿Quién se puede maravillar de llevar bolsillos de libros a las sierras donde no había? Alguien que se da cuenta de que es una práctica política indispensable.
► CEDILIJ. Su biblioteca está abierta al público todos los martes y jueves de 9 a 12 y de 14:30 a 17:30 hs. y podés encontrar su bolsillo de libros todos los sábados de 10 a 13:30 hs. en la feria de frutas y verduras de Pasaje Revol (Paseo de las Artes, Córdoba). Si sos socix, podés llevar a pasear los libros a tu casa y devolverlos la semana siguiente.
► X Jornada Anual para Mediadores de la Lectura. Viernes 9 y sábado 10 de agosto en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC. Inscripciones y programa.
*Por Julieta Pollo para La tinta.