La victoria de un fútbol en lucha

La victoria de un fútbol en lucha
12 julio, 2019 por Redacción La tinta

La Selección de Estados Unidos se consagró campeona del Mundial de Francia 2019. Los reclamos de las jugadoras se oyeron, incluso, en la entrega del trofeo ante el mismísimo presidente de la FIFA, Gianni Infantino. Megan Rapinoe, referente y capitana, dio un discurso en el recibimiento del plantel en su país. Los números siguen creciendo en medio de las desigualdades. Esta Copa Mundial dejó más que cifras. Este torneo le habló al mundo de las diferentes luchas por un fútbol más justo e inclusivo.

Por Redacción La tinta

La selección de Estados Unidos acaba de coronarse como campeona del mundo. Es más, se convirtió en el primer país en ganar este trofeo de forma consecutiva. Minutos antes de recibir el trofeo, se oye en el Estadio de Lyon: “¡Pago igualitario!”. El abucheo de la tribuna acompaña el grito de las jugadoras. Las miradas decantan en Gianni Infantino, presidente de FIFA. Minutos después, con el trofeo en sus manos y frente a Megan Rapinoe, el hombre de traje dice: “Nos debemos una conversación”. La capitana y símbolo de las campeonas responde: “Me encantaría”. Sabe que al debate público también lo están ganando: “Un poco de humillación pública nunca ha lastimado a nadie”, dijo más tarde la delantera.

El boom del fútbol femenino a nivel mundial ha instalado un debate dentro de este deporte: ¿Primero, hay que desarrollarlo dándole una estructura sólida y, luego, esperar su rentabilidad? ¿O, primero, hay que exigirle rentabilidad para, luego, poder desarrollarlo? Política deportiva versus meritocracia económica.

“Creo que ya estamos hartas de cuestionamientos como: ¿Lo valemos? ¿Deberíamos recibir el mismo pago? ¿El mercado es el mismo? Bla, bla, bla”, exclamó Rapinoe. Eclipsado por deportes como el básquet, el fútbol americano y el béisbol, el «soccer» creció entre las mujeres de Estados Unidos desde las universidades. Es tan importante la disciplina que, según FIFA, del total de 13.3 millones de niñas y mujeres que juegan al fútbol organizado en todo el mundo, 9.5 millones pertenecen a este país.


“Nosotras dimos el espectáculo más increíble que se pudiera pedir. No podemos hacer nada más para impresionar. Es momento de llevar esta conversación al siguiente nivel”, dijo Megan el miércoles por la tarde, en su discurso de recibimiento. Las imágenes se viralizaron en las redes.


Qué más se puede hacer para demostrar si todo quedó a la vista del mundo entero, como un guión hollywoodense. El mismo domingo 7 de julio, mientras el fútbol femenino gritaba campeón, el seleccionado masculino perdía la final de la Copa de Oro, en Chicago y ante México. La nueva estrella brilla junto a los otros tres títulos mundiales que posee el femenino, a lo que se le suman cuatro medallas doradas en Juegos Olímpicos. El masculino, en tanto, no clasificó al Mundial de Rusia 2018 y apenas logró un tercer puesto en 1930.

Sin embargo, para la propia USSF (United States Soccer Federation), «las realidades del mercado son tales que las mujeres no merecen ser pagadas por igual que los hombres». Así se puede leer en la demanda que firmaron y presentaron 28 jugadoras del seleccionado el pasado 8 de marzo ante una corte federal de Los Ángeles, en la que demandaron a la entidad por negarse a la paridad salarial. A diferencia de la noruega Ada Hegerberg, las norteamericanas concurrieron al Mundial, lo utilizaron para exhibir su juego y comunicar su lucha. La combinación de todo -sostenido desde el resultado deportivo- alzó una bandera que resquebraja los argumentos meritocráticos que los tecnócratas del fútbol les disparan.

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(Imagen: Getty Images/FIFA)

Más números

A comienzo del Mundial de Francia y durante la Copa, desde La tinta, mostramos algunos números que reflejan el crecimiento del fútbol femenino como práctica y como mercado. Desde la propia FIFA hasta consultoras privadas, afirman que cada día se juega más al fútbol femenino en el planeta, más allá del apoyo o no de las federaciones, y que el interés por consumir fútbol femenino también está en alza.

La última semana del torneo ofreció más de estas cifras que debilitan los argumentos de quienes sostienen que el fútbol femenino recibe lo que genera. El desarrollo de este deporte no es una cuestión económica, sino política.

EEUU: según la cadena Fox Sport, la audiencia norteamericana, durante la final ante Holanda, fue un 20% mayor que la final masculina de Rusia 2018. En todo el torneo, la cadena registró un crecimiento del 1% con respecto al Mundial 2015 -cuando se batió un récord mundial de audiencia de TV- y un 19% superior al Mundial de 2011.

Holanda: 5.481.000 personas vieron la final entre las «Oranje Leeuwinnen» y EEUU. Del total de audiencia, el 88% lo vio a través de la televisión pública de este país. El total de espectadoras representa el 34,5% de la población, la mayor cifra desde la semifinal masculina entre Argentina y Holanda en Brasil 2014.

Suecia: al enfrentar a Holanda en semifinales, se registró una audiencia de 2.483.000 espectadores, convirtiéndose en el evento deportivo más visto del año en este país. Es más, superó ampliamente todos los registros de la selección masculina en Rusia 2018.

Inglaterra: el otro país semifinalista en Francia alcanzó a reunir a 8.819.000 espectadores en el partido ante EEUU. Según la BBC, su señal de TV llegó a registrar picos de 11 millones durante el encuentro. La cifra rompió récord y se convirtió en el partido de fútbol femenino más visto en la historia del Reino Unido.


Sólo números

Los números sirven, como los resultados. En el libro «El legado de Bielsa», Marcelo Gallardo resuelve la dialéctica de «ganar o jugar bien» diciendo que siempre es mejor ganar, incluso jugando mal, no porque se desee jugar mal, sino porque, a veces, sucede y, si pasa, es mejor ganar, ya que te da aire para poder pelear y mejorar en medio de un mundo exitista que ya olvidó el valor del error. Hasta hoy, el fútbol jugado por mujeres y disidencias ha logrado crecimientos cuantitativos pese a las pocas o nulas políticas necesarias de accesibilidad y desarrollo competitivo. En un injusto contexto, hay resultados a la vista que llegan, incluso, a exponer más esas injusticias.


De este modo, debemos decir que el fútbol femenino no debe desarrollarse por su visibilidad mediática y por su crecimiento en números para el mercado. El fútbol femenino está creciendo en cifras, pero debe desarrollarse y ser apoyado por tratarse de un deporte, por su rol social y cultural, porque así lo expresa la Carta Olímpica: «La práctica del deporte es un derecho humano y toda persona debe tener la posibilidad de practicarlo sin discriminación».


Es decir, los números hoy forman parte del argumento que sirve para horadar el discurso que sostiene que todos deben «recibir lo que generan». Todos generamos según nuestro contexto y el contexto es político porque depende de decisiones, de una federación, de un país, de un pueblo. Los números hoy son victorias, pero no deben ser el verdadero motivo por el cual el fútbol u otro deporte deba desarrollarse.

Las Marta, las Ada, las Megan, han demostrado que, ante esa desigualdad, el verdadero valor está en la militancia, en la movilización, en la organización y en la ocupación de los espacios y los debates públicos. Así lo expresó Rapinoe:

«Sí, nosotras hacemos deporte. Jugamos fútbol. Somos mujeres atletas, pero somos mucho más que eso. Ustedes son más que aficionados que apoyan el deporte. Más que alguien que sintoniza el Mundial cada 4 años. Ustedes son personas que caminan las calles e interactúan con la comunidad. ¿Cómo hacen a su comunidad mejor, a sus familiares, a sus amigos mejor? Es la responsabilidad que cada uno tenemos (…) Esta es la petición que hago: Haz lo que tengas que hacer, no te encierres en ti mismo. Sé más, sé mejor, sé más grande de lo que has sido. Este equipo es un ejemplo de lo que puedes ser cuando haces eso».


*Por Redacción La tinta

Palabras claves: Fútbol Femenino, Mundial Francia 2019

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