Restricción para los cuerpos, libertad para las finanzas

Restricción para los cuerpos, libertad para las finanzas
31 julio, 2019 por Redacción La tinta

Por Agustín Carrara para La tinta

Por un lado, hay restricción para los cuerpos. Se desfinancian políticas públicas esenciales para gran parte de la población. Se reprimen salvajemente las protestas y manifestaciones sociales. Se colocan rejas alrededor de edificios para frenar a los/as trabajadores/as y someterlos/as a una lista de nombres que define quién pasará a ser desempleado/a. Se sigue negando el acceso a un aborto legal, seguro y gratuito. Incluso, a través de “tachos inteligentes”, se prohíbe que revuelvan la basura quienes necesitan encontrar algo que les permita subsistir unas horas más.

Por otro lado, hay libertad para las finanzas. Se implementa sin demora un proceso de desregulación cambiaria desde el Banco Central. Se eliminan los controles a los flujos de capital (se llega incluso a presentar un proyecto de ley para que la fuga de capitales deje de ser delito). Se garantiza que los movimientos de dinero en el sistema de inteligencia permanezcan en la oscuridad, derogando una de las pocas normas que intentó echar luz sobre el asunto. Se evita declarar la existencia de conflictos de intereses para que las finanzas puedan mover a sus soldados/as del sector privado al público sin mayores problemas.

Puede que esos hechos (y muchos otros) sean aislados o, al menos, estemos forzando estas conexiones. Tal vez, nos obstinamos en separar el mundo en dos porque, de ese modo, se vuelve un poco más fácil de entender. Pero, incluso si esto fuera cierto, también lo es que, el año pasado, 26 personas poseían la misma riqueza que otras 3.800 millones, según datos de OXFAM. El mundo parece estar separándose a un ritmo cada vez más acelerado, al margen de nuestras interpretaciones.


Por eso es que no resulta descabellado insertar estos hechos en una lógica dual que nos atraviesa brutalmente: restricción para los cuerpos, libertad para las finanzas. Una lógica que el Gobierno actual comparte y aplica, pero que lo antecede. Una lógica impulsada por la razón neoliberal.


La idea no me pertenece, desde luego. En la actualidad, son los feminismos quienes construyen los espacios en los que se discuten con mayor profundidad y potencia los vínculos entre el capital y las violencias. En este sentido, la línea desarrollada por Rita Segato -entre otras- se vuelve indispensable para estudiar no solo la configuración actual del capitalismo, sino también fenómenos específicos como la corrupción y la criminalidad económica. Eso último es lo que pretendemos desde el Equipo de Investigaciones Feministas sobre el Poder Económico del CIPCE (Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica).

ctep-piquete-paritaria-argentina2
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

***

En ciertos casos, los cuerpos (algunos) son sacrificados para proteger al capital. ¿Qué son los/as testaferros/as sino personas que se arriesgan al castigo con tal de blindar al capital? La idea de que es preferible tener mil culpables libres antes que un inocente preso ha mutado: ahora, parece que es preferible tener mil cuerpos castigados antes que un activo incautado.

Esto llega, incluso, a adquirir niveles de profesionalización. En el libro Panamá Papers, los periodistas Frederik Obermaier y Bastian Obermayer cuentan que, en 2012, Mossack Fonseca hacía figurar a Leticia Montoya como directora de 3.143 empresas pantalla (y luego dicen que el multitasking no existe). Una “reina no coronada de las empresas pantalla”, según los autores, que ponía su firma, su nombre y su cuerpo frente a los Estados con tal de proteger al dinero que esas sociedades escondían.

Se trata de un verdadero ejército de “titulares fiduciarios/as” o cualquier otro eufemismo que se elija, siempre con el fin de otorgar un fino manto de legalidad a estas maniobras. Un ejército en el cual todos los cuerpos se sacrifican al servicio del capital, pero no todos valen lo mismo. Cuando una empresa abre una cuenta bancaria, el banco tiene la obligación de identificar quiénes son los “beneficiarios finales”; es decir, quiénes son las personas físicas que están detrás de esa sociedad. Para los casos en que esas personas desean esconderse aún más, Mossack Fonseca les ofrecía un servicio especial y más costoso: otra persona que actuara como “natural person nominee”. Es decir, alguien que figurara como el verdadero dueño, para ocultar al verdadero dueño. La abstracción del capital financiero trasladada convenientemente a los cuerpos.

A tal punto es importante proteger al capital que, de las 14.086 empresas que Mossack Fonseca constituyó en las islas Seychelles, solo en 204 casos el estudio de abogados/as conocía a quién pertenecía realmente la empresa. Hasta quienes administran el dinero se tapan los ojos para no ver directamente a esa Medusa financiera.

CTEP-Mujeres-trabajadoras-San-Cayetan-vela-marcha-Colectivo-Manifiesto
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

***

Situar la mirada en esos cuerpos que custodian al capital nos lleva a pensar, por lo menos, en dos problemas.

Por un lado, es sabido que la riqueza se concentra fundamentalmente en manos de hombres (varones cis, heterosexuales y blancos). Veamos, por ejemplo, los datos arrojados por la Comisión Especial Investigadora de la Cámara de Diputados sobre la fuga de divisas de la Argentina durante el año 2001. Dejando de lado a las empresas, de las 50 personas físicas que transfirieron la mayor cantidad de activos al exterior (las principales caras de la fuga), 42 eran hombres y 8 mujeres. Si lo reducimos a las primeras 10 personas de esa lista, sola una de ellas era mujer.

A su vez, también se conoce que los vínculos de testaferrato, muchas veces, se estructuran sobre vínculos existentes de pareja o familiares. En ese sentido, no es ilógico pensar que posiblemente las mujeres (esposas, novias, hijas) resulten expuestas de manera especial en estas maniobras criminales. Hace falta un estudio profundo sobre este punto para saber en cuántos casos la firma es femenina, pero los bolsillos son masculinos.

Por otra parte, no debemos caer en miradas reduccionistas. No pongamos a todos/as los/as testaferros/as en la misma bolsa, ya que las situaciones pueden ser muy distintas. No nos perdamos en el análisis de testaferros/as buenos/as y testaferros/as malos/as. Tampoco pensemos que, por ser cuerpos sacrificados para proteger al capital, entonces, se trata necesariamente de “víctimas”, al menos en el sentido que la justicia penal le asigna a esta idea. Por ejemplo, Leticia Montoya, quien dijimos que, en 2012, figuró como directora de 3.143 empresas pantalla de Mossack Fonseca, ese año, ganó medio millón de dólares por sus servicios. El punto es que no caigamos en miradas reduccionistas porque, en el fondo, no estamos hablando de tal o cual caso, sino de una determinada lógica de hacer y pensar las cosas.

ctep-grabois-precarizados-macrismo
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

***

En marzo de 2017, 150 chicos/as esperaban la cena en el comedor comunitario Los Cartoneritos de Villa Caraza, Lanús. La policía municipal, en el marco de la persecución a un joven acusado de homicidio, ingresó en el comedor tirando gas pimienta y balas de goma. Una de las cocineras del lugar, Laura Zaracho, les avisó a los policías que estaba embarazada. Igualmente, la tiraron al suelo y la golpearon. Días después, el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) confirmaría que Laura había perdido su embarazo a causa de los golpes de la policía.

En Morgan Papers, Ignacio Chausis y Leandro Renou cuentan que, nueve años antes de ese episodio, en 2008, agentes de la policía federal y secretarios de un juzgado federal estaban parados frente a la Torre Catalinas Plaza en Puerto Madero. Tenían una orden judicial para ingresar a allanar la sede del JP Morgan. Se trataba de una de las investigaciones por lavado de dinero más relevantes de la historia argentina. Además, el JP Morgan es uno de los bancos más importantes del mundo; de hecho, ha sido señalado como el sexto actor económico con mayor capacidad de control sobre la red de corporaciones transnacionales a nivel mundial (en The network of global corporate control, de Stefania Vitali, James B. Glattfelder y Stefano Battiston).

Al ser recibidos por el portero, los agentes y los secretarios le explicaron la situación. Frente a la demanda de los funcionarios públicos, el portero respondió desde el sentido común neoliberal: “Pero… ¿ustedes saben que esto es el JP Morgan?”.

CTEP-jornada-lucha-cortes-de-puentes
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

***

Mientras escribo estas líneas, leo que un hombre murió a bordo de un avión que iba de México a Tokio, por haber ingerido cocaína para transportarla. La causa de muerte fue un edema cerebral causado por una sobredosis. En su estómago e intestinos, se encontraban 246 paquetes de plástico llenos de cocaína, de 1 por 2,5 centímetros cada uno.

El mismo caso toma un color muy distinto cuando nos alejamos de los cuerpos y nos acercamos al capital. La narcocriminalidad se conecta con el mundo elitista de las finanzas, donde las reglas parecen ser diferentes. Como señala Rita Segato en La guerra contra las mujeres: “Prestigiosos bancos del Norte lavan el dinero que produce y acumula la segunda economía y no es posible investigarlos y procesarlos con todo el rigor de la ley, allá, en el mismo Norte, ya que, como afirmó en 2013 el propio fiscal general de Estados Unidos, Eric Holder, los actos de corrupción y fraude cometidos por los ejecutivos de los bancos norteamericanos no pueden ser judicializados debido al tamaño de esas instituciones y su incidencia en las economías nacional (de Estados Unidos) y global”.

Bajo la misma óptica, puede analizarse el caso de Vanessa Gómez Cueva, que volvió a tomar estado público en los últimos días gracias al trabajo de diversas organizaciones. ¿Alguien puede sostener seriamente que este incremento de expulsiones de migrantes es la forma de generar una política de persecución penal inteligente del narcotráfico?

ctep-san-cayetano-marcha5
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

***

Venimos hablando de libertad para las finanzas o para el capital, antes que de libertad para los/as capitalistas. No se trata de que los/as capitalistas no gocen de un ámbito de libertad mayor que el resto de las personas, por supuesto. Pero la elección de palabras se ha debido a que queremos resaltar al neoliberalismo como un “modo distintivo de razón” y de “producción de sujetos”, como señala Wendy Brown en El pueblo sin atributos. Una razón neoliberal que ha transformado al ser humano en “capital humano financiarizado” que ha visto economizadas todas las esferas de su vida y que busca fortalecer su posicionamiento competitivo permanentemente.


Nos vemos inmersos/as en un modelo de conducta económica que no se reserva a los bancos de inversión y a las corporaciones, sino que nos atraviesa a todos/as. “Todos los actores del mercado se consideran pequeños capitales (más que como dueños, trabajadores y consumidores) y compiten entre sí, en vez de intercambiar los unos con los otros. La meta constante y ubicua del capital humano, ya sea que estudie, lleve a cabo su servicio social, planee su jubilación o se reinvente en una nueva vida, es empresarializar sus esfuerzos, apreciar su valor e incrementar su calificación y clasificación”, señala Brown. ¿Cuántas veces fuiste a una cena, no para disfrutar la comida y la charla, sino para “hacer contactos”?


En épocas de cuerpos con mochilas de colores que pedalean cuando una aplicación se los indica, Brown advierte que “cuando todo es capital, la fuerza laboral desaparece como categoría, de igual modo que desaparece su forma colectiva, la clase, y, al desaparecer, se lleva consigo la base analítica para la enajenación, la explotación y la asociación entre trabajadores […] cada sujeto se considera empresarial, sin importar cuán pequeño, pobre o sin recursos sea”. Esto, a su vez, va de la mano de un fenómeno de solidaridad negativa, como señalan Nick Srnicek y Alex Williams en Inventar el futuro, “consiste en fomentar un sentimiento agresivamente iracundo de injusticia, comprometido con la idea de que, como yo debo soportar condiciones de trabajo cada vez más austeras (congelamiento salarial, pérdida de beneficios, pensiones cada vez más bajas), los demás también deben hacerlo”.

Ollas-populares-ctep-ccc-barrios-2
(Imagen: Colectivo Manifiesto)

***

Son las 10 hs de un martes soleado en la Ciudad de Buenos Aires. Por Av. Callao, a unas cuadras del Congreso, pasa un camión con altoparlantes. El camión avanza lento, prácticamente, bloqueando ese carril y repite una grabación que dice que la crisis la paguen los/as capitalistas. Da unas vueltas a la manzana y se va.

Veo esto y pienso en lo que explican Srnicek y Williams: la victoria del neoliberalismo no fue una improvisación. “En sus orígenes, el neoliberalismo era una teoría marginal. A sus seguidores les resultaba difícil encontrar empleo, a menudo, no tenían plaza y eran blanco de burlas por parte de la corriente predominante del keynesianismo […] fue, desde el principio, un proyecto político que terminó teniendo un enorme éxito. Y éste lo consiguió construyendo con habilidad una ideología y una infraestructura para respaldarla y operando de manera opuesta a la política folk”. Para estos autores, la política folk contemporánea es reactiva, no construye objetivos estratégicos a largo plazo, opta por prácticas fugaces, elige lo que ya conoce del pasado rechazando lo que desconoce del futuro, prefiere lo voluntarista y espontáneo por sobre lo institucional, privilegia lo local como la sede de la autenticidad y, por lo general, elige lo pequeño por sobre lo grande. En definitiva, no construye una amplia contrahegemonía, sino que valora el retiro o la salida. Desde el camión con altoparlantes por Av. Callao hasta el llamado al voto en blanco porque “los/as demás son todos/as lo mismo”, los modos de pensar y hacer de las izquierdas argentinas contemporáneas encajan bastante bien en las definiciones de Srnicek y Williams.

Un punto particular de esta preocupación se vincula a los casos de corrupción y criminalidad económica. Si no logramos identificar, por ejemplo, cuáles son las políticas que, desde las izquierdas, deseamos generar contra el lavado de dinero, nos limitaremos a copiar y pegar la agenda de la derecha en estos temas. Ésa es la agenda que, desde hace años, impulsa a nivel internacional el tratamiento conjunto del lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, cuando, en verdad, son dos problemas profundamente distintos (sumado a los problemas propios de definir qué entendemos por “terrorismo” y la fascinación de la derecha por expandir permanentemente ese concepto). Es también la agenda que nos lleva a poner el foco en el lavado de dinero proveniente del narcotráfico o de la corrupción de funcionarios/as públicos/as, relegando -casualmente- al dinero proveniente de la evasión de impuestos de las principales corporaciones y los/as empresarios/as más poderosos/as.

Si la construcción del neoliberalismo como proyecto hegemónico no fue improvisada, nuestra victoria tampoco puede serlo. Discutamos. Planifiquemos. Organicemos. En definitiva, tenemos que generar las condiciones para que los cuerpos sean libres y las finanzas no nos controlen. Y en la actualidad, pareciera que los feminismos son los únicos movimientos con capacidad real de movilizar esa transformación individual y colectiva.

(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Agustín Carrara para La tinta.

*Director Ejecutivo del CIPCE (Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica).

Palabras claves: capitalismo, corrupción, panamá papers

Compartir: