Los alimentos ultra-procesados: enfermedades comestibles

Los alimentos ultra-procesados: enfermedades comestibles
12 julio, 2019 por Redacción La tinta

Por Periódico Virginia Bolten

Los alimentos procesados son parte de la historia de la humanidad y de su desarrollo. La preparación de alimentos crudos para el consumo humano cumplió –y cumple– un rol importante para asegurar una alimentación adecuada y, por ende, una buena salud. Más allá de esto, también permite que los alimentos sean preservados para tiempos de escasez. Estos procesos utilizan agua, fuego, secado, la fermentación y el salado, sin embargo, nada tienen que ver con los procesos de ultra procesamiento de la industria alimentaria.

Los alimentos ultra-procesados pasan por procesos técnicos sofisticados. Están constituidos por formulaciones industriales que tienen cinco o más ingredientes. Entre ellos, habitualmente, se incluyen ingredientes que se utilizan en los alimentos procesados, como el azúcar, los aceites, las grasas, la sal, los antioxidantes, los estabilizantes y los conservantes. Sin embargo, la gran diferencia es que, en muchos de estos comestibles, se encuentran más materiales refinados y procesados que alimentos –en su forma natural– propiamente dichos.

Estos comestibles, de bajo nivel nutricional y muchos de ellos tóxicos, no serían per se un problema. A la industria del tabaco se le es permitido seguir con su negocio, aunque su producto sea reconocidamente dañino a la salud. El punto es que la industria alimentaria, los grandes fabricantes de ultra-procesados, bebidas azucaradas y redes de restaurantes fast food cuentan con una poderosa arma que les permite llegar al consumidor de forma directa e insidiosa: el marketing.


Las campañas de marketing de los comestibles ultra-procesados son responsables del sobrepeso, obesidad y el incremento en las enfermedades crónicas no transmisibles.


Hoy, más de 700 millones de personas sufren obesidad, 108 de ellas son niñes. Desde 1980, se duplicó el número de muertes por obesidad en 73 países. A pesar de los hechos concretos y los números abrumadores, las empresas siguen con sus campañas de marketing, que, además de llevar al consumo masivo de sus productos, también tratan de crear un vínculo simbólico con las personas.

Coca-Cola patrocina los Juegos Olímpicos hace más de 90 años, la asociación de la marca con salud y bienestar es la principal estrategia de marketing de la empresa. En muchos países, la bebida es más barata y de más fácil acceso que el agua que la propia empresa quitó a las comunidades para producir sus refrescos.

En el año 2013, la cadena de fast food McDonald´s cerró un acuerdo con la Iglesia Católica para ser el restaurante oficial de la Jornada Mundial de la Juventud en la ocasión de la visita del Primer Ministro del Vaticano, Jorge Bergoglio, a Brasil. El año anterior, la empresa había inaugurado el mayor restaurante de la cadena para recibir a los turistas en los Juegos Olímpicos de Londres.

Así, las gigantes de la industria alimentaria construyen un vínculo psicológico fuerte con el consumidor, que les permite influenciar en la forma, contenido y distribución de los alimentos en los lugares donde se instalan, llegando a determinar políticas públicas y los espacios de toma de decisión.

A  pesar de la presión que estas empresas ejercen sobre los Estados, las resistencias por parte de la sociedad civil también se hacen ver. En Argentina, una campaña llamada “No queremos comer mentiras”, de iniciativa de la periodista y escritora argentina Soledad Barruti –quien investiga temas vinculados a la alimentación y a la industria alimentaria–, busca interpelar al Secretario de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein. La campaña tiene por objetivo plantear que el gobierno establezca un sistema de sellos negros en los envases y embalajes de los productos procesados y ultra-procesados de formas que estos indiquen cuando el producto contenga cantidades excesivas de azúcares, calorías, sodio, grasas y agregados de edulcorantes.

El título de la campaña también trae una reflexión sobre hasta dónde va el apetito de las grandes empresas y por qué el Estado es cómplice de prácticas que enferman y matan al pueblo. Lo que nos preguntamos desde Virginia Bolten es: ¿Cuántas armas tiene el sistema?

Enlace para firmar la petición “No queremos comer mentiras”: https://www.change.org/p/no-queremos-comer-mentiras-sellos-negros-en-los-productos-procesados-y-ultraprocesados-rubinsteinok

*Por Periódico Virginia Bolten.

**Fuentes: Monteiro, Carlos y Cannon, Geoffrey: El gran tema en nutrición y salud pública es el ultra-procesamiento de alimentos

Palabras claves: Alimentación, marketing, Soledad Barruti

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