Una Rosa para la primavera por venir #5: Las semillas de Rosa en la revolución feminista

Una Rosa para la primavera por venir #5: Las semillas de Rosa en la revolución feminista
4 junio, 2019 por Redacción La tinta

“No hay insulto más grosero o calumnia más infame contra la clase obrera que la afirmación de que las controversias teóricas son sólo una cuestión para ‘ácadémicos´’. (…) Únicamente cuando las amplias masas trabajadoras empuñen el arma afilada y eficaz del socialismo científico habrán naufragado todas las inclinaciones pequeñoburguesas. (…) Entonces será cuando el movimiento se asiente sobre bases firmes”.
Reforma o revolución, 1900, Rosa Luxemburgo.

“Una Rosa para la primavera por venir” es nuestro pequeño aporte para que el canto de Rosa Luxemburgo no se deje de escuchar e incomode a quienes queremos pensar y construir mundos nuevos hoy, como ella lo hubiera querido. Este canto está plasmado en su tumba con la firma de un “Zwi-zwi”, haciendo referencia al sonido de un pájaro que anuncia la primavera por venir.

Rosa Luxemburgo (1871-1919) fue una mujer que combinó pensamiento y militancia de una manera admirable, fue marxista, feminista, ecologista, internacionalista y una llama que encendía (y enciende) grandes debates en todos los movimientos revolucionarios, sociales y sindicatos a los que concurría o con quienes establecía una relación.

En el aniversario número 100 de su femicidio, desde La tinta, agradecemos a quienes nos brindaron sus conocimientos en los temas que decidimos desarrollar en este dossier. En el mismo, debatiremos sobre su importancia para la historia del socialismo; formación política y pedagógica; debates para las luchas actuales en Argentina; los aportes a los feminismos; la crítica de la economía política para entender el desenvolvimiento del capitalismo; y las formas organizativas de la clase trabajadora.

Con esto, no esperamos más que promover una serie de debates necesarios que ayuden a recolocar a Rosa y su legado en el lugar que siempre le ha correspondido: al lado de las inagotables y variadas luchas de los oprimidos y oprimidas del mundo para la primavera por venir.


Una Rosa para la primavera por venir #5: Las semillas de Rosa en la revolución feminista

Por Claudia Korol para La tinta

La Rosa Roja ha sembrado semillas de revolución en los corazones de los pueblos que, cruzando fronteras y mares, siguen brotando, encuentran tierra fértil en quienes soñamos el socialismo y el feminismo desde Abya Yala, y nos empeñamos en hacer de cada sueño realidades nuevas.

Rosa nos habla al oído a las feministas que buscamos terminar con todos los sistemas de dominación. El capitalismo, el patriarcado, el colonialismo, constituyen modos de opresión violentos que se refuerzan recíprocamente unos a los otros. La emancipación de los pueblos, las mujeres, las disidencias sexuales, las comunidades negras, indígenas, migrantes, son parte de una revolución que no puede ser por etapas y que requiere de los aprendizajes de todos los esfuerzos revolucionarios que nos precedieron. Así como el grupo formado por Rosa Luxemburgo reivindicaba la lucha antiesclavista de Espartaco, para las feministas es un nombre entrañable el de la misma Rosa, protagonista de muchas revoluciones colectivas y personales que abrieron caminos que seguimos transitando.

Volvemos la mirada con amor a Rosa, después de vivir un siglo desde su feminicidio en enero de 1919. Rosa fue asesinada por ser revolucionaria y fue maltratada, desprestigiada y estigmatizada por haberse atrevido, como mujer, a desafiar los mandatos patriarcales de su tiempo, tanto los que atravesaban a la cultura hegemónica como los que prevalecían en las organizaciones de las que fue parte. Cuando los esbirros la arrastraban a la muerte, el odio encendido en los seguidores de esa socialdemocracia descompuesta política y éticamente generaba un griterío a su alrededor: “Puta, loca, sanguinaria, violenta”.


La Rosa Roja -en un país en el que crecía la contrarrevolución-, la Rosa judía -en un país en el que se incubaba junto al racismo y el nacionalismo “el huevo de la serpiente”, el nazismo-, la Rosa polaca –creciendo en una Polonia invadida por Alemania y Rusia alternativamente-, la Rosa desobediente -que convocó a la juventud alemana para que no fuera carne de cañón en la guerra imperialista-, la Rosa autónoma -con parejas a las que se unió y de las que se separó en libertad-, fue ferozmente maltratada, como tantas mujeres que rompieron los códigos y mandatos sociales, y desafiaron al poder de un capitalismo patriarcal y de un socialismo machista y misógino.


Esas Rosas nos hablan al oído. En nuestras experiencias, partimos de una valoración del hacer más que del puro decir. Por eso, lo primero que nos interpela es su ejemplo de mujer íntegra, revolucionaria, entregada a la aventura de revolucionar al mundo y a quienes quieren “hacer revoluciones”.

Después del culatazo que le rompió el cráneo, su cuerpo fue arrojado a las aguas del Landwehrkanal en Berlín. La violencia del crimen estuvo seguida de la necesidad de desaparecerla, como a tantas compañeras y tantos compañeros que hicieron de su vida un ejemplo para su generación y para las que continuaron. Sin embargo, Rosa Luxemburgo volvió de todas las desapariciones. De la que pretendieron sus asesinos y de la que, posteriormente, realizó el estalinismo, condenando su obra teórica al ostracismo.

Rosa no sólo escapó de las aguas, regresando a la superficie y a las orillas del mundo. Poco a poco, fueron llegando también sus ideas, sus reflexiones sagaces sobre la revolución, el socialismo, la libertad, sus bellas cartas a las amigas, su intensa correspondencia con sus amores -cruzando, muchas veces, los muros de las muchas prisiones que sufrió-. Por eso, no sólo su vida, sino también su muerte, se inscriben en una memoria colectiva junto a la de aquellas mujeres que lograron romper las barreras del olvido y de la desmemoria.


Para las feministas socialistas, revolucionarias, Rosa es una ancestra. Es una hermana mayor que nos invita a trascender las fronteras impuestas por el capitalismo, por el patriarcado, por el colonialismo. La Rosa tercamente internacionalista, dispuesta a enfrentar el nacionalismo polaco de su país de origen y el nacionalismo alemán donde eligió su militancia, se ganó muchos disgustos por asumir esta opción política. Nuestra revolución feminista toma de Rosa ese aporte internacionalista y éste se materializa en experiencias como el Paro Internacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans. También tomamos de Rosa la confianza en el movimiento, en las formas de lucha que combinan organización y acción autónoma de las masas, rompiendo los límites burocráticos de quienes buscan clausurar los proyectos políticos en instituciones atrofiadas por las lógicas de secta.


Rosa confiaba en que las revoluciones las hacen los pueblos y creía en la necesidad de que las mujeres lucharan por su emancipación, a partir de la experiencia colectiva de las mujeres trabajadoras. Así, retomamos su legado quienes buscamos crear feminismos populares, de trabajadoras, de indígenas, de campesinas, de migrantes, de villeras, de mujeres del pueblo. Feminismos plurinacionales, que amplían los límites de sus propuestas no desde un sentido biologicista, sino desde las realidades territoriales en las que se despliega concretamente la lucha antipatriarcal. Criticamos con Rosa los límites de las feministas burguesas, que buscan la adaptación al sistema y se conforman con algunos cambios que las incluyen. Crecemos como parte de los movimientos populares y revolucionarios que aspiran a derribar un sistema basado en múltiples modos de explotar, saquear, oprimir, enfermar y matar. Somos como Rosa profundamente antimilitaristas y guerreras por la paz. Rechazamos las propuestas de integrarnos en fuerzas militares de represión a los pueblos y de guerras imperialistas.

Rosa cultivó con dedicación la amistad política entre mujeres. Las feministas populares del Abya Yala asumimos este legado. Cuando decimos “si tocan a una respondemos todas”, “lo personal es político”, estamos hablando de politizar los afectos entre mujeres y también de la necesidad de pensar la vida revolucionaria en colectivo. Lejos de las historias oficiales que describen a los protagonistas de las revoluciones como héroes individuales, la perspectiva feminista enfatiza los lazos sociales que forjaron grupos y colectivos con gran creatividad. Es el caso de las amigas de Rosa, entre ellas: Mathilde Jacob, Luise Kautsky, Sonia Liebknecht, Mathilde Wurm, Clara Zetkin. Es Rosa, en amistad e intimidad con las mujeres de su tiempo, acompañándolas y siendo acuerpada por ellas, como podemos entenderla y, con ella, a todas.

Entre ese grupo de mujeres, es especialmente fértil el vínculo entre Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin, quien, días antes del crimen, le escribía: “¡Mi amada, mi única Rosa, sé que morirás orgullosa y feliz. Sé que nunca has deseado una muerte mejor que luchando por la revolución. Pero ¿y nosotros? ¿Podemos nosotros prescindir de ti?”.
Clara Zetkin compartió con Rosa las críticas a la dirección reformista y chauvinista del partido socialdemócrata en momentos clave como la votación en el Parlamento de los créditos de guerra, en la defensa de la Revolución Rusa, en la lucha contra el militarismo, en la creación del grupo Espartaco y luego del Partido Comunista Alemán. Rosa apoyó a Clara en las luchas por la organización de las mujeres socialistas a nivel internacional. Colaboró activamente en el periódico que dirigía Clara, “Die Gleichheit (La Igualdad)”.

En 1907, Clara y Rosa participaron de la Iª Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas reunida en Stuttgart, donde asistieron 59 mujeres de 15 países, que designó a Clara como Secretaria Internacional. Juntas participaron también de la IIº Conferencia, reunida en 1910 en Copenhague, un espacio decisivo para la organización del primer Día Internacional de las Mujeres, celebrado en Europa en marzo de 1911. En ambas conferencias, se planteó como reivindicación el voto femenino y la equiparación de derechos laborales y políticos entre hombres y mujeres. Rosa nos habla al oído animándonos a exigir todos los derechos, desde un feminismo con rostro y manos de mujeres trabajadoras.

En marzo de 1911, se concretó la primera celebración del Día Internacional de la Mujer, que Clara Zetkin había propuesto a la Segunda Internacional. Rosa insistió en que las proletarias no podían ser furgón de cola de las feministas burguesas. Afirmaba en un discurso en 1912: “El actual enérgico movimiento de millones de mujeres proletarias que consideran su falta de derechos políticos como una flagrante injusticia, es señal infalible, señal de que las bases sociales del sistema imperante están podridas y que sus días están contados… Luchando por el sufragio femenino, también apresuraremos la hora en que la actual sociedad caiga en ruinas bajo los martillazos del proletariado revolucionario”. Con Rosa y Clara, seguimos convocando a las mujeres del mundo a revoluciones contra el capitalismo patriarcal, cada 8 de marzo, y todos los días.

En 1912, escribía Rosa en un artículo publicado en el periódico alemán Leipziger Volkszeitung: “Con la emancipación política de las mujeres, un fresco y poderoso viento habrá de entrar en la vida política y espiritual (de la socialdemocracia) disipando la atmósfera sofocante de la actual vida familiar filistea que tan inconfundiblemente pesa también sobre los miembros de nuestro partido, tanto en los obreros como en los dirigentes”.

Rosa nos dice al oído que nuestra emancipación, que nuestras revoluciones, trastocarán no solo la sociedad, sino también la vida cotidiana y las organizaciones de las que somos parte. Con ella, sentimos ese viento fresco en nuestro habitar calles, plazas y casas.

“Socialismo o barbarie”, nos susurra al oído. Y, al mirar al mundo que habitamos y sus dolores, sabemos de qué nos está hablando. Con ella, seguimos pensando, sintiendo y actuando las revoluciones que nos faltan.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Claudia Korol para La tinta.


Compiladores del Dossier

Pablo Díaz Almada. Docente FCE UNC. Integrante Colectivo de Pensamiento Crítico en Economía (CoPenCE).

Gonzalo Ávila. Estudiante de Lic. En Economía, integrante del Encuentro de Organizaciones (EO) y del Colectivo de Pensamiento Crítico en Economía (CoPenCE).

Palabras claves: Claudia Korol, Dossier Rosa Luxemburgo, Rosa Luxemburgo

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