Peregrinar la memoria

Peregrinar la memoria
17 mayo, 2019 por Redacción La tinta

Días atrás se realizó la beatificación y declaración de mártires del obispo Enrique Angelelli, los sacerdotes Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville y el campesino cooperativista Wenceslao Pedernera en una ceremonia realizada al pie del Cerro Velasco, en la ciudad de La Rioja. Diversas organizaciones y colectivos se hicieron presentes para recordar y actualizar las luchas de quienes fueron asesinados en la última dictadura cívico militar eclesiástica.

Por Graciela Ortiz para La tinta

“No se construye una nueva sociedad con la tortura, la delación, la calumnia y con el infundir miedo”, decía Angelelli en septiembre de 1971, mientras denunciaba detenciones de sacerdotes en una de sus homilías en Chamical. La intimidación y el silenciamiento que se buscaba imponer a la parte más combativa de la iglesia católica, empezaban a ser moneda corriente para aquellxs que tenían un oído puesto en el pueblo y otro en el evangelio.

Las palabras del obispo asesinado en la última dictadura cívico militar eclesial, volvieron a brotar y se hicieron eco entre aquellas que nos encontramos a celebrar su beatificación, la de Murias, Longueville y Pedernera el 27 de abril en la ciudad de La Rioja capital y posteriormente en la pequeña localidad de Sañogasta, cerca de Chilecito. Cada encuentro se convirtió en un abrazo, una anécdota de militancia, un recordar haciendo memoria de aquellas que ya no están y que vuelven cada vez que gritamos «Ni olvido ni perdón».

Aquel sábado de sol riojano, en la ceremonia de estos cuatro mártires, se cruzaron Madres con pañuelos blancos, comunidades religiosas, pastorales, grupos juveniles, laicos, organizaciones campesinas, cooperativas populares, organizaciones políticas y sociales e integrantes de comunidades que recordaron y reclamaron justicia.


Peregrinos de la memoria que confluyeron desde distintos puntos del país y los países vecinos, demostrando que sus presencias allí iban mucho más allá del rito de la beatificación. Una gran pancarta rezaba: “Se puede silenciar al profeta pero no a la profecía”.


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La amenaza comunista

Ninguno de los cuatro mártires era oriundo de La Rioja: Angelelli y Murias eran cordobeses, Longueville un misionero francés radicado en Argentina desde 1970 y Pedernera había nacido en San Luis. Confluyeron en territorio riojano y no pasaron desapercibidos.

Angelelli fue acusado de comunista y de pretender hacer pensar a los más humildes en defensa de sus derechos. Fue un sacerdote de gran compromiso social y con un proyecto de iglesia centrado en la justicia y dignidad de las personas, por una opción preferencial con los pobres y desposeídos: “Con un oído en el evangelio y otro en el pueblo, en el camino esperanzado de justicia y paz”. A partir de la cruda realidad que se vivía en la provincia producto de una sociedad semifeudal, Angelelli dispuso la creación del Movimiento Rural con la participación del campesinado. Allí, el peón rural Wenceslao Pedernera asumió el compromiso con los trabajadores del campo en la organización del Movimiento de Cooperativas del Movimiento Rural en Sañogasta.


Desde esa fe y compromiso con la comunidad que comparte el pan, Angelelli se involucró en la creación de sindicatos de mineros y de trabajadoras domésticas y en la organización de cooperativas de trabajo de producción de telares, fábricas de ladrillos, panaderías y labores agrícolas, con el fin de promover el desarrollo de comunidades de La Rioja.


Llevar adelante los postulados del Concilio Vaticano II y Medellín (documentos de la iglesia que reconocían la realidad social de los sectores más desprotegidos y el compromiso con los procesos de liberación en América Latina, respectivamente ) le costó hostigamientos a la comunidad religiosa y laica.

El franciscano Carlos Murias, decía en una carta poco antes de su asesinato “Al Obispo lo persiguen, a los curas nos cuestionan, en cualquier momento nos van a matar”. Este anuncio, era un anticipo de lo que efectivamente ocurriría con sus vidas. Él junto a Gabriel Longueville, eran sacerdotes en la parroquia de Chamical. Fueron secuestrados y asesinados el 18 de julio de 1976. Pocos días después fue baleado Wenceslao Pedernera en la puerta de su casa en Sañogasta. Días después, el 4 de agosto, fue embestido el vehículo del obispo, quien luego de ser despedido por el vuelco, fue asesinado a golpes en la cabeza.

La memoria es del pueblo

Beato quiere decir feliz, dichoso, bienaventurado. De allí que la beatificación de los mártires no fue sólo la reivindicación de la fe y el evangelio cristiano, sino y sobre todo, la bienaventuranza de la memoria, la verdad y la justicia para estas víctimas del terrorismo del estado.


La ceremonia encabezada por el enviado del papa Francisco, Angelo Becciu pronunció las palabras que hace años se esperaban de parte de la iglesia católica: la afirmación de que los cuatro fueron asesinados por la dictadura y el reconocimiento del compromiso de su servicio pastoral por el que lucharon en favor de los más pobres y explotados.


Asimismo enmarcó las muertes por llevar adelante los postulados del Concilio Ecumémenico Vaticano II.

En la primera fila se encontraba la vicepresidenta Gabriela Michetti, que fue duramente cuestionada por gran parte de la comunidad allí reunida. Un grupo de curas en la opción por los pobres levantaron una pancarta a modo de protesta por su presencia. La misma decía “Michetti, el gobierno nacional insulta la memoria de nuestros mártires”.

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La ceremonia fue un mensaje al interior de una institución que debiera revisar el rol del clero en la dictadura militar, el silencio de años respecto a estos asesinatos, la soledad en que quedan los sacerdotes que llevan adelante el proyecto cristiano. Y fue también, para muchas de quienes allí estábamos, un momento esperanzador y de exigencia de nuevos gestos de parte de la iglesia, que no sólo recuerde sus crímenes y sus silencios, sino que también se comprometa con la realidad de hoy, con la angustia de los sectores que el reparto de bienes deja afuera, donde los poderosos se apropian sin ninguna culpa de los bienes que son del pueblo.

*Por Graciela Ortiz para La tinta. Imagen de portada: Télam.

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, Iglesia Católica, Obispo Enrique Angelelli, Papa Francisco

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