Abrapalabra: la lucha traducida

Abrapalabra: la lucha traducida
2 mayo, 2019 por Soledad Sgarella

La cooperativa cordobesa de docentes, traductorxs, correctorxs y gestorxs es otro claro ejemplo de que la organización de los espacios laborales bajo una lógica colaborativa es posible, también, para lxs trabajadorxs de la cultura. Participación política, reivindicación de los derechos lingüísticos y trabajo cooperativo en un equipo de profesionales con mucho para decir.

Por Soledad Sgarella para La tinta

“Las palabras son buenas. Las palabras son malas. Las palabras ofenden. Las palabras piden disculpa. Las palabras queman. Las palabras acarician. Las palabras son dadas, cambiadas, ofrecidas, vendidas e inventadas. Las palabras están ausentes. Algunas palabras nos absorben, no nos dejan: son como garrapatas, vienen en los libros, los periódicos, en los mensajes publicitarios, en los rótulos de las películas, en las cartas y en los carteles. Las palabras aconsejan, sugieren, insinúan, conminan, imponen, segregan, eliminan. Son melifluas o ácidas. El mundo gira sobre palabras lubrificadas con aceite de paciencia».

Como bien dice Saramago, las palabras nunca son inocentes. Están cargadas de sentidos, de ideologías, de poder. La Cooperativa Abrapalabra lo sabe, lo planta como bandera, lo milita y lo comparte. “Parece que a las palabras no se las lleva el viento”, señalan en sus activas y cuidadas redes sociales.

Nacida en 2016, Abrapalabra es una red de trabajadores y trabajadoras de la lengua que buscaron organizarse como cooperativa en un ambiente en el que la atomización profesional y el trabajo individual priman sobre la organización colectiva.

Diana Basti, Josefina González, Tania Giacomelli, Eliana Nieto, Renata Farías, Ana Torres, Ana Bertola, Agostina Giannone y Luis Seia son Abrapalabra. Para ellxs, abrir las palabras es hacer de estas un camino a la justicia social, definición que se traduce en una potente militancia y en una dinámica participación en encuentros campesinos, foros de trabajadorxs de la economía popular y en campañas con luchas compartidas, como la Campaña por el Aborto legal, seguro y gratuito.

La tinta conversó con ellxs, de cooperativa a cooperativa, para conocerles un poco más.

—¿Cómo creen que su trabajo hace parte de la construcción de sentidos cada día?

—La traducción, en general, constituye un gran porcentaje de los textos de circulación cotidiana: desde textos técnicos y comerciales hasta publicaciones editoriales y científicas, y gran parte del material al que tenemos acceso pasa por manos de unx traductorx. En ese sentido, la influencia que tienen las traducciones en general en la conformación de sentidos es muy amplia.

En cuanto a nuestro trabajo en particular, la cooperativa también nos sirvió como plataforma para impulsar colaboraciones con organizaciones sociales, tanto voluntarias como pagas, a precios mucho más accesibles que los del mercado. Esto se debe a que la mayoría de las socias participó o participa de alguna organización social y esta práctica consiste, por lo tanto, en otra forma de militancia desde nuestras profesiones. Nuestro objetivo al traducir e interpretar para ellxs es el de contribuir a la internacionalización de sus luchas. Así fue que, por ejemplo, tradujimos los materiales de la Campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito a 11 lenguas, colaboramos en encuentros internacionales de cartonerxs junto a CTEP, trabajamos con organizaciones campesinas de toda Latinoamérica (en su articulación con otros tres continentes) y en la cumbre de los pueblos que organizó la confluencia Fuera OMC, entre otras experiencias.


«El objetivo de poner nuestro trabajo al servicio de las luchas sociales surge de reconocer la importancia de la articulación y solidaridad transnacional e, incluso, transcontinental en un mundo globalizado.»


También sabemos que los precios del mercado hacen inaccesibles los servicios de interpretación y traducción, lo que inhabilita la comunicación entre colectivos que comparten objetivos de lucha. Por estos motivos, entendemos que la traducción contribuye a la construcción de sentidos en un sentido amplio, a tejer redes de trabajo conjunto internacional y puede estar puesta al servicio de diversos intereses. A nosotrxs nos interesa que estos intereses sean acordes con nuestra visión política de justicia social.

—¿Creen que los servicios que ofrecen debieran ser derechos? ¿Cuál es el impacto político que tienen?

Para pensar los servicios lingüísticos en el marco de los derechos humanos, es necesario hacerse eco de los debates que tuvieron lugar en el “contracongreso” de la RAE, es decir, en el Primer Encuentro de Derechos Lingüísticos como Derechos Humanos. Actualmente en Argentina, existen alrededor de 14 lenguas, pero sólo el castellano está reconocida como lengua oficial a nivel nacional. Esto genera que muchas personas tengan dificultad para acceder, por ejemplo, a la información cuando atraviesan un proceso judicial. En estos casos, aunque la presencia de un traductor o traductora sea obligatoria por ley, pocas veces se respeta ese derecho de las personas no hispanoparlantes. Toda persona tiene derecho a saber por qué está siendo juzgada y a defenderse. No respetar sus derechos lingüísticos es vulnerar su derecho humano a la comunicación: muchas veces, ni siquiera saben por qué se lxs está procesando o reciben penas injustas o desmedidas, lo que da cuenta también de las lógicas racistas del sistema judicial. En este sentido, el derecho a la comunicación se vuelve una herramienta indispensable para el acceso a otros derechos fundamentales e, incluso, en aquellas provincias que reconocen las lenguas de pueblos originarios como oficiales, no se garantiza un acceso real a la educación, la salud, etc.

Del mismo modo, los derechos lingüísticos son un derecho de los pueblos en tanto hacen a su identidad, a su educación, a su patrimonio y a su vida digna en general. En nuestro país, la mayor parte de las comunidades originarias no puede desenvolverse en la cotidianidad utilizando sus propias lenguas, que siguen estando altamente estigmatizadas a causa del racismo creciente de nuestra sociedad. Leyes como la de Educación Intercultural Bilingüe no son debidamente implementadas en cuanto a los niveles de educación que alcanzan y a la formación y especialización del cuerpo docente, entre otras cuestiones. De la misma manera, cuando las lenguas originarias son enseñadas en las escuelas, muchas veces, se hace desde el castellano o borrando (de manera voluntaria) los componentes culturales y religiosos que toda lengua implica. Esta invisibilización de la interculturalidad y del interlingüismo de nuestro país solo contribuye al borramiento de identidades de comunidades que continúan siendo oprimidas, ignoradas e invisibilizadas.

—¿Por qué decidieron el camino del cooperativismo en esto, en el ámbito cultural?

Desde un comienzo, buscamos una forma de organizar nuestro trabajo que no respondiera a las formas tradicionales en las que trabajan lxs profesionales de la lengua. No queríamos un espacio laboral como las clásicas agencias de traducción que son empresas verticalistas, pero tampoco nos interesaba la modalidad de trabajo freelance. Por un lado, en términos de derechos laborales, esta forma de trabajo es muy inestable: a veces llega trabajo y a veces no, no nos permite ordenar nuestros horarios, sino que todo nuestro tiempo tiene que estar al servicio de los encargos que lleguen, así sea un fin de semana, un feriado o altas horas de la madrugada y a contrarreloj. Los honorarios dependen exclusivamente del tiempo de trabajo efectivo, no existen vacaciones pagas ni licencias de ningún tipo. Además, lxs traductorxs somos el último eslabón de la cadena y gran parte del valor de nuestro trabajo se pierde en los muchos intermediarios entre lx clientx y lx trabajadorx. Pero la apuesta por el sector cooperativo no responde solo a las condiciones laborales, sino también a las relaciones que podemos tejer entre profesionales, tanto entre las socias de la cooperativa como con otrxs colegas que se acercan al proyecto por diversos motivos. Esto nos permite problematizar y tensionar las lógicas individualizantes del mercado, que aíslan a lxs trabajadorxs detrás de una computadora, para generar nuevos lazos humanos desde el compañerismo y la colaboración. Esta atomización en el ámbito de la traducción dificulta la fundación de gremios o sindicatos; son pocos los espacios organizados que generan iniciativas colectivas (como es el caso del Grupo Ley de Traducción Autoral).

De esta manera, siendo las trabajadoras las mismas encargadas de gestionar nuestro trabajo, podemos organizarnos para mejorar nuestras condiciones laborales. En el ámbito de la docencia, también nos permite generar proyectos incorporando herramientas de la educación popular y la ludopedagogía.

*Por Soledad Sgarella para La tinta.

Palabras claves: Abrapalabra, cooperativa, lenguaje, traducción

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