Hacer cine, habitar el espacio
Dirigido por Andrés Grabois y producido por Colectivo Ceromilímetro, se estrena este jueves “Alberdi, el barrio que habito ya no existe”, un documental que (financiado colectivamente) es un poema audiovisual cordobés.
Por Redacción La tinta
En una semana donde el final de la serie Game of Thrones ocupa varias páginas en la agenda de eventos audiovisuales, podemos afirmar sin titubear: si se hubiera filmado en Córdoba, barrio Alberdi sería uno de los reinos más importantes.
Algo se cierne sobre sus casas y calles: una tensión se establece entre lo histórico y el desembarco de las empresas desarrollistas. El cine cumple una de sus funciones fundamentales y registra el proceso dándole voz a la comunidad. Mediante una fina selección de planos y una sobria banda sonora que muestra la dedicación y el amor con que se recorrió el barrio durante varios años, el Colectivo Ceromilimetro nos lleva a visitar espacios que -veremos- están en disputa.
El ejercicio puede resultar nostálgico, es verdad, pero es sabido que el cine siempre nos muestra algo que ya pasó y ver qué hacemos con esas emociones es nuestra responsabilidad como espectadorxs.
Hacia el final del documental, se revela algo trascendental: ante la indiferencia del avance depredador de las constructoras, habitar las calles es la que nos queda. La tinta habló con el equipo de trabajo del documental sobre el proceso de producción colectiva, los cambios en el barrio durante los cinco años de hacer el film y la emoción de estrenar en La Piojera.
—¿Cómo surge el interés de filmar un barrio?
—Andrés Grabois: El interés de filmar un barrio cordobés surge por habitar el espacio. Es como la primera raíz, la más grande. Yo vivía en Alto Alberdi y empezaron a construir unas torres en frente de mi casa y a mi ventana no le entraba el sol. Un edificio de mediana estatura de cuatro a cinco pisos que me tapaba el sol. Y empecé a ver que mucha gente que había nacido, de mis vecinos en el barrio se estaban empezando a ir. Entonces sentí cómo el espacio estaba cambiando y todo un barrio que yo no conocía y que no había conocido, y que nunca iba a conocer, se estaba perdiendo. Entonces, en ese año 2012, hago un corto sobre un peluquero con un amigo fotógrafo que después se va a vivir a Venezuela y me quedo solo con un proyecto, con una idea, con un interés, pero sin equipo. Entonces, salgo a buscar gente que fue también alimentando y dándole su impronta, y que tuvo también sus razones por el cual filmar un barrio cordobés, ¿no?
Pero creo que lo más importante por lo cual surge la peli es por habitar el espacio y por sentir que se nos estaba escapando algo. Era como un espacio en fuga.
—¿Cómo fue el proceso de hacer Alberdi?
—AG: Fue un proceso de mucho aprendizaje. Fue como recursar la universidad y volver a hacer cine desde la misma práctica. Desde gestionar una cantidad de dinero hasta pensar bien en cómo se iba a gastar, y después en un montón de cosas que fuimos aprendiendo que te obliga o te hace hacer una peli, ¿no? Creo que es un proceso porque todavía, hasta el jueves 16, no se acaba el proceso de aprendizaje de animarse a probar, a hacer, a investigar por todos lados, desde lo humano grupal, desde aprender yo como director y productor a trabajar con un montón de energías e intereses ajenos al mío.
Aprender a escuchar, que para mí es algo súper difícil, hasta lo más primitivo y egoísta que es seguir tu propio interés aunque estés en la incertidumbre de no saber bien qué es lo que estás haciendo. Porque, en un punto, hasta que no está la peli montada, la peli no existe. Fue un proceso de mucha formación para todes porque las personas que fuimos transitando a lo largo de estos cinco años aprendimos a hacer pelis desde la autogestión. No recibimos ningún apoyo de ninguna institución. En algún momento, los buscamos y, en un momento, decidimos no buscar más y poner toda la energía en la preproducción, que creo que fue un acierto porque, si no, nunca hubiéramos podido hacer una peli de la manera en que se hizo, con el tiempo que se hizo y lograr captar un montón de escenas y secuencias por no tener como cierta exigencia con el tiempo de entrega del material, o con tener que rendirle facturas a alguien. Esta peli se financió con un financiamiento colectivo y con el apoyo de muchísimas personas y algunas empresas, como fue el comedor peruano Fuster que nos puso la comida durante buena parte del rodaje o instituciones como Defendamos Alberdi, el Club Atlético Belgrano y muchas, muchas personas.
—¿Qué cambios notaron en el barrio desde la preproducción del film hasta el momento de su estreno?
—AG: Creo que los cambios más grandes son los cambios que no se ven y que tienen que ver con lo social y que tiene que ver con la economía, así como también la arquitectura y el urbanismo que han expulsado a muchísima gente del barrio. Es un barrio que, por cómo avanza el centro de la ciudad y por cómo tenemos un Estado que está a merced del dinero y no de las preocupaciones de la gente o de las necesidades de la gente, hace que pasen este tipo de cosas. Que haya gente que se quede sin casa y quede en la calle por la especulación inmobiliaria como pasa a diario con tanta gente que van desalojando en Barrio Alberdi y alrededores.
—Emanuel Gutiérrez: Los cambios que noto yo, desde que iniciamos la peli, que fue en el 2014, hasta su estreno, que es ahora en 2019, si hablamos de espacios públicos, hay cosas hermosas como la restauración del Pasaje Aguaducho que se está pudiendo re utilizar, la reapertura de La Piojera, que son espacios que se han ganado con la lucha y que se sigue disputando y se sigue construyendo en esos mismos espacios, y está re bueno. También hubo cambios en las torres de la cervecería, todo lo que pasó con la empresa en quiebra y todas esas cuestiones oscuras, de malos manejos… ¿es muy cruel, no? Digo… que siga pasando esto con la cervecería. No se tendría que haber cerrado nunca. Siguen pasando muchas cosas. Alberdi es un barrio que está en constante tensión, en constante lucha y cambio. Lo digo en un sentido positivo. Es un barrio que es muy activo y que cambia y ha cambiado muchísimo en cinco años.
—Uno de los espacios de estreno es La piojera. ¿Qué significa para ustedes estrenar ahí?
—EG: Estrenar en La Piojera es como un sueño, una fantasía hecha realidad, así. No teníamos idea. A fin del año pasado, no sabíamos que íbamos a estrenar ahí. La Piojera estaba cerrada cuando comenzamos la peli, es un espacio que estaba en lucha, que tenía posibilidades de apertura, pero todo era muy lejano, no se sabía nada y, de repente, se abrió y es genial que se estrene una película del barrio Alberdi donde se ve el espacio y la gente del barrio. Donde se ve un momento de la historia de Alberdi y que se vea en Alberdi. Tiene un peso mucho más significativo, ¿no?
Hay una conexión, una película que se filma y se ve en el mismo lugar. Todos los entrevistados nos contaban esa cosa de ir de niñes a ver una peli, a pasar el rato en ese espacio abierto con actividades culturales, como está siendo ahora que está nuevamente trabajando, que se está dando lugar a la cultura y hay que seguir empujando para que sigan pasando estas cosas. Que veamos «Alberdi, el barrio que habito ya no existe» en ese espacio es lo mejor del mundo.
Ficha técnica
Dirección: Andrés Grabois
Producción: Emanuel Gutiérrez, Guadalupe García Pablo y Milo Ruíz
Foto: Franco Larrine y Suyaj Gómez
Sonido: Matias Magnano, Mariela Díaz, Exequiel Lucarelli y Pablo Carnicero
Montaje: Andrés Grabois y Emanuel Gutiérrez
70 min – Año 2019
►Alberdi, el barrio que habito ya no existe. Jueves 16, viernes 17 y sábado 18 de mayo a las 20 hs. en La Piojera Centro Cultural. Entrada a la gorra. Lunes 20, martes 21 y miércoles 22 a las 21 hs. en el Centro Cultural Córdoba (Av. Poeta Lugones 401) con entrada general a $70 y $35 para estudiantes y jubilados.
*Por Redacción La tinta.