Tierra, sabores y huellas, fundamentos del porvenir: escucharnos es encontrarnos

Tierra, sabores y huellas, fundamentos del porvenir: escucharnos es encontrarnos
9 abril, 2019 por Soledad Sgarella

La Biblioteca Popular La Urdimbre de Villa Los Aromos, presentó -en el marco del Festival de la Palabra- un corto donde se recuperan las voces de vecinos y vecinas de la zona del Vivero, el barrio más antiguo de la comuna. A través de sus relatos orales, se andan y desandan las memorias en un proyecto con el que se intenta recuperar saberes y afianzar la integración comunitaria.

Por Soledad Sgarella para La tinta

“A los de ayer, a los de hoy, a los que vendrán a dejar sus huellas a estas tierras serpenteadas por aguas serranas. A quienes nos acompañan con el oficio de la memoria de aquellos saberes que entre mate y charla nos hablan de los sabores y sentires de esta porción de las serranías cordobesas”. Con esa dedicatoria cierra el corto, que son 15 minutos de pura emoción, donde los brillos en los ojos de quienes lo protagonizan crecen a la par de sus relatos, llenos de esa calidez que la oralidad regala.

Arranca Doña Dominga, y se ve su casa. Sus plantas, las higueras repletas de frutos y Rayo Veloz  – el caballo bautizado así por “la Sofía”- son las imágenes que, intercaladas con vistas de esta partecita del Valle de Paravachasca desde un drone, enmarcan sus palabras.

Tierra, sabores y huellas: fundamentos del porvenir” habla justamente de poder recuperar, a través del relato oral, de la transmisión oral, los saberes populares de la gente del lugar… específicamente de Villa Los Aromos y del Barrio El Vivero, que es el más antiguo de la Villa y es donde viven los habitantes que hace más tiempo que están aquí, y por eso lo elegimos. El objetivo era poder recopilar los saberes y las memorias de nuestro barrio, de nuestro pueblo, escuchando las voces y los discursos de estos habitantes, indagando sobre los procesos que permitieron la construcción de la identidad local” nos cuenta Claudia Aranda.

Claudia es parte de la Biblioteca Popular La Urdimbre (organización autora del proyecto) y es a quien vemos sentada y tomando unos mates junto al músico José Luis Aguirre (también integrante de la biblioteca) y los y las vecinas protagonistas de este audiovisual. “Cuando nosotros comenzamos a trabajar con La Urdimbre, uno de los principales objetivos -o desafíos- era, bueno, cómo empezamos a habitar esta construcción colectiva que empezamos a hacer desde la biblio, cómo empezamos a habitar e instalarnos en nuestro barrio. Era el principal desafío y empezamos a gestar actividades, pero en las actividades era difícil convocar a la gente del lugar en estas propuestas generadas desde nosotros, que somos “los otros” que venimos a habitar aquí. Entonces el desafío era cómo poder, o cómo posibilitar ese encuentro con la gente que hace más tiempo que está acá y sin invadir, sin proponer cuestiones forzadas y que sea una construcción, y siempre pensábamos qué proyectos podrían amalgamarnos, digamos. Uno de los que surgió fue éste, y tuvo que que ver con poder decir que hay gente que hace mucho tiempo que está y que tiene muchos saberes, que tienen mucho para transmitir y que no siempre se han dado las condiciones y los marcos para que se pueda hacer esa transmisión”, agrega Claudia.

Doña Dominga saca sus álbumes de fotos 10×15. Se ve a Don Tapia, a la Sofía chiquita, se ven los geranios y los lazos de amor colgados de latas. De fondo las sierras con un atardecer brillantísimo, auspician un buen día de enero en Los Aromos. Las tunas y los duraznillos también aparecen, y Doña Dominga va contando cómo se usan y para qué sirven. “Aparte que acá, la tierra es linda”, aclara con orgullo.

Don Jololo dice que los niños que él corría del corral, ahora son hombres. Los cielos de Paravachasca son frescos como la picardía con la que Jololo habla. Vivían de la leña -y de su oficio de albañil- pero también de alquilar los caballos, hasta que las autoridades de Los Aromos les prohibieron hacer excursiones y recorridos.

Claudia nos sigue contando que “el proyecto se centra en ejes que, creemos, son aspectos fundamentales en la cultura de un pueblo: la comida, la medicina natural, el paisaje. Empezamos a pensarlo y fuimos haciendo distintas estrategias en la Biblio para convocar, y en el marco del Festival de la Palabra surgió específicamente Tierra, sabores y huellas, para generar material audiovisual donde estos vecinos y vecinas pudieran narrar a través de la conversación libre lo que saben: desde cómo se habitó la tierra, cómo se instalaron aquí en este lugar, los sabores pensando en esto de las costumbres, de las comidas, de cómo se cultivaba y cómo se producían el alimento con eso que se cultivaba; con saberes muy ancestrales que tienen que ver con las hierbas medicinales, y con cómo esas cosas a veces era fuente de ingresos. Hablamos de “huellas” pensando en esto, en los caminos que se fueron trazando para habitar la zona. Además, las huellas de los caballos y el rol que cumplían y siguen cumpliendo para la gente y cómo ahora se convive entre los que están hace mucho tiempo y nosotros, la gente devenida en vecino acá después. Pensar en esto de las huellas, es pensar en cómo convivimos y cómo habitamos esta zona que antes era campo y zona rural y ahora se va transformando, y cómo se puede ir articulando, andando y desandando esa memoria y esa historia para convivir armoniosamente en nuestra comunidad”.

Algarrobos, espinillos y chañares enmarcan a Doña Nely. Cuenta sobre aquellos tiempos cuando se vino a vivir acá y cómo sembraban a mano con su cuñada, mientras el suegro araba la tierra para cultivar de todo. Mira entre los pastizales y habla de la doradilla para la tos, de la bira bira y se lamenta de que ya no quede casi peperina, que con las bordeadoras no dejan nada.

La Biblioteca presentó el proyecto en la Legislatura Provincial para el Festival de la Palabra del CILE 2019, representando al Departamento Santa María junto a la de la Biblioteca Sarmiento de Alta Gracia. Al preguntarle a Claudia sobre esto, dice: “buscando la forma de seguir articulando -y cómo hacerlo- surgió participar en el marco del CILE, del Festival de la Palabra. Hubo muchas discusiones internas con respecto si era oportuno o no participar… políticamente inclusive no estábamos muy de acuerdo en algunas cuestiones pero decidimos que era la oportunidad para poder materializar este proyecto que hacía tiempo que veníamos gestando, conciente e inconcientemente, pero pensamos que era el momento de poder hacerlo y habitar estos espacios así, desde este lugar.

Es así como empezamos a planificar el proyecto, a escribirlo, a convocar gente que se fue sumando porque realmente no teníamos los recursos para hacerlo, ni saberes en algunas cuestiones. Con gente de adentro de La Urdimbre y de afuera, que voluntaria y desinteresadamente se fueron sumando y con muchos conocimientos y recorridos en este tipo de trabajo, de documentar. Así se suma Diego Seppi, que vive acá en La Bolsa, que fue el director y realizador y quien marcó la estructura del proyecto, quien filmó y quien guió en cómo teníamos que hacer el trabajo, con Santiago Vivaqua para las imágenes del dron. A la edición se sumó Santiago Seminara, son personas con mucho recorrido y brindando generosamente las herramientas para poder llevar a cabo. Es muy lindo ver cómo ellos pudieron captar el espíritu y la intención del proyecto, que más allá de presentarlo en el Festival, tenía que ver con instalarnos en las raíces más íntimas del barrio para poder recuperar esas voces. Después se sumaron también, en el sonido, Leandro Creado y Juan Miguel Catullo, que también habitan la zona y que entendieron el espíritu y se sumaron a colaborar.

Otra de las ideas que fueron surgiendo fue poder articular estos saberes populares con la música y la poesía de un cantautor que hoy vive acá en Los Aromos y que participa en la biblio, José Luis Aguirre, con una zamba que escribió hace un tiempo y que habla de los personajes y el paisaje de nuestro barrio. De los habitantes entrevistados, algunos habían escuchado que se había realizado una zamba pero nunca la habían escuchado en vivo, entonces la idea era articular también el arte así”.

Para terminar y con el orgullo a flor de piel, ese orgullo satinado de quienes hacemos lo que nos gusta genuinamente, nos dice: “realmente fue un placer poder plasmar esto que veníamos pensando y trabajando ya hace algún tiempo y esta búsqueda de estrategias y de intenciones de poder habitar desde la biblio el lugar que elegimos para vivir.


Es un placer vivenciar cómo respetuosamente podemos ir siendo parte de este paisaje, de este lugar, de estas tierras, cuidando mucho y respetando mucho a los que están desde hace más tiempo y con saberes ancestrales, esos saberes que el proyecto posibilitó volver a poner y recuperar -a través de la oralidad- esta memoria, esta historia que entendemos que están vivas y van de la mano, y que no son estáticas, que están en constante movimiento.


La lengua oral posibilita eso, el dinamismo de poder construir el pasado y el presente a través de esto, de la espontaneidad del diálogo, del mate compartido, de un tiempo dedicado a estos vecinos y a esta gente que tiene tanto para enseñarnos”.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Biblioteca Popular La Urdimbre.

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