Nuestra Historia en Presente: Hoy Manifiesto de «Rivolta Femminile»

Nuestra Historia en Presente: Hoy Manifiesto de «Rivolta Femminile»
10 abril, 2019 por Redacción La tinta

Sabemos que nuestra historia como mujeres y disidencias construyendo otros mundos es compleja y profunda. Lo sabemos, porque nuestres compañeres nos lo han contado. O lo leímos por ahí en un texto que apareció, como por arte de magia, en la biblioteca de algune. Es muy difícil encontrar que la historia oficial reconozca a las mujeres e identidades disidentes en los acontecimientos más importantes de nuestras sociedades, y que incluso se nutra de lo que elles escribieron. Su circulación fue vetada, incompleta, arrancado su sentido último, idiotizada o silenciada.

La ola feminista actual trae algunas consignas que otres ya levantaron, aunque en un contexto muy distinto, y se nos hace difícil el camino cuando no tenemos presente aquellos pasos de les que nos precedieron, sus dificultades y sus estrategias. Inconscientemente lo sentimos en algunas de las libertades que hemos ganado y que tienen nombre de mujeres e identidades disidentes. Pero cuesta encontrar aquellos documentos que nos cuenten cómo fueron esas luchas. A veces, también, nos cuesta identificarlas y traerlas. Somos, no menos, hijes de este paradigma occidental, androcéntrico, clasista y heteropatriarcal que se ubica a sí mismo en el centro de la historia.


La sección “Nuestra Historia en Presente” que hoy comienza, busca recuperar aquellas luchas para aportar a (re)pensar las nuestras actuales. El patriarcado busca ocultarnos, pero acá estamos, poniendo voz a les invisibilizades y reconociendo que somos parte de algo más grande, que nos excede y que se vuelve continuidad en nuestro presente.


El grupo Rivolta Femminile surgió en Italia a fines de los años 60, fundado por Carla Lonzi (autora del libro Escupamos sobre Hegel). Este grupo entendía que el “feminismo comienza cuando la mujer busca la resonancia de sí en la autenticidad de otra mujer, porque comprende que el único modo de afirmarse a sí misma reside en su propia especie”. Nos invitaron, además, a considerar “incompleta una historia que se ha construido sobre huellas no perecederas”. Somos nosotres les que debemos redescubrir, para este grupo, esa presencia nuestra en la historia para saber la verdad. Cumpliendo con esa tarea, compartimos algunos fragmentos de su escrito.

«¿Las mujeres siempre estarán divididas entre ellas? ¿Lograrán alguna vez formar un único cuerpo?» (Olympe de Gouges,1971).

La mujer no se halla definida por su relación con el hombre. La conciencia de este hecho es fundamental tanto para nuestra lucha como para nuestra libertad.

El hombre no es el modelo al que la mujer debe adecuar el proceso de descubrirse a sí misma.

Para la mujer liberarse no quiere decir aceptar idéntica vida a la del hombre, que es invivible, sino expresar su sentido de la existencia.

La mujer en cuanto sujeto no rechaza al hombre como sujeto, sino que lo rechaza como rol absoluto. En la vida social lo rechaza en tanto que rol autoritario.

La transmisión de la vida, el respeto a la vida, el sentido de la vida son intensas experiencias de la mujer, valores que la mujer reivindica.

El primer elemento del rencor de la mujer hacia la sociedad es verse obligada a afrontar la maternidad como disyuntiva excluyente.

Denunciamos la desnaturalización de una maternidad pagada al precio de la exclusión.

La negación del libre aborto debe ser considerada como parte del veto global que se ejercita sobre la autonomía de la mujer.

No queremos continuar pensando toda la vida en la maternidad y continuar siendo instrumentos inconscientes del poder patriarcal.

La mujer está harta de criar a un hijo que se convertirá en pésimo amante.

En una libertad que es difícil de afrontar, la mujer libera incluso al hijo, y el hijo es la humanidad.

En toda forma de convivencia, alimentar, limpiar, y atender a todos los momentos de la vida cotidiana, deben ser gestos recíprocos.

El feminismo ha sido el primer momento político de crítica histórica a la familia y a la sociedad.

Nosotras identificamos en el trabajo doméstico no retribuido la prestación que permite subsistir al capitalismo privado y estatal.

(Imagen: Eloisa Molina para La tinta)

¿Volveremos a permitir lo que se ha repetido continuamente al término de toda revolución popular, cuando la mujer, que ha combatido junto a todos los demás, se ve postergada con todos sus problemas?

Detestamos los mecanismos de la competitividad y el chantaje ejercitado en el mundo por la hegemonía de la eficiencia. Queremos poner nuestra capacidad de trabajo al servicio de una sociedad inmune a estos males.

La paridad retributiva es uno de nuestros derechos, pero nuestra opresión es otra cosa. ¿Nos basta la paridad salarial cuando ya cargamos sobre las espaldas con las horas del trabajo doméstico?

Consideramos incompleta una historia que se ha construido sobre huellas no perecederas.

Sobre la presencia de la mujer no se nos ha dicho nada, o lo que se ha dicho se ha dicho mal: nosotras debemos redescubrir dicha presencia para saber la verdad.

La civilización nos ha definido como inferiores, la Iglesia nos ha llamado sexo, el psicoanálisis nos ha traicionado, el marxismo nos ha vendido a una revolución hipotética.

Pedimos referencias de los milenios de pensamiento filosófico durante los cuales se ha teorizado sobre la inferioridad de la mujer.

La dialéctica amo-esclavo es un arreglo de cuentas entre colectividades de hombres: no preveía la liberación de la mujer, la gran oprimida de la civilización patriarcal.

La lucha de clases, como teoría revolucionaria desarrollada a partir de la dialéctica amo-esclavo, excluye igualmente a la mujer .

Nosotras volvemos a poner en tela de juicio el socialismo y la dictadura del proletariado.

La fuerza del hombre reside en su identificación con la cultura, la nuestra en su refutación.

Tras este acto de conciencia el hombre será diferente de la mujer y deberá escuchar de ella todo lo que le concierna.

El mundo no se acabará aunque el hombre pierda el equilibrio psicológico que se halla basado en nuestra sumisión.

En la realidad ardiente de un universo que nunca ha revelado sus secretos, nosotras quitamos mucho del crédito dado a los empeños de la cultura. Queremos estar a la altura de un universo sin respuestas.

Nosotras buscamos la autenticidad del gesto de rebelión y no la sacrificaremos ni a la organización ni al proselitismo.

Roma, julio de 1970

Podés leerlo completo aquí

Imagen de portada: Eloisa Molina para La tinta

Palabras claves: feminismo, Nuestra Historia en Presente, Rivolta Femminile

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