Ocho perro negro
A veces, las historias nos llegan, se nos presentan en lo más cotidiano de nuestro curso, el estar atento o tener la mirada sensible a aquello que se nos presenta es parte del oficio de contar. Involucrarse y ponerle el cuerpo a esa historia es lo que hace del oficio algo más que lo técnico. Eso fue lo que hizo el fotógrafo Tato Cícero cuando, en uno de sus deambulares citadinos, se encontró con estos Ocho perro negro, así elige nombrarlos, sin la ese, para saborear adentrarse mejor en este relato de nuestra ciudad.
Por Tato Cícero
jauría negra de zona roja
rastro de lo salvaje urbano
libre + en madrugada
negros completos andan
siempre casi en número par
yo les digo ocho perro negro
pero sin mérito empírico
ocho perro negro,
así todo sin s
se saborea mejor
historia estética
o paisaje documentable
no estoy seguro
para qué habría de estarlo?
empezó de golpe, una noche,
venía yo aterrizando por sarmiento
caminando por el cordón cuneta
y de pronto, de uno en uno
un desfile negro recto, ordenado
prolijito como de soldados,
me pasaron ocho perro negro por al
lado
después del tercero que vi
decidí rápida y afortunadamente
contarlos.
Conté ocho perro negro,
dije esas palabras en silencio, y comencé este,
mi propio camino de perro.
cosas varias que aprendí
cuidado!
ya dije salvaje, libre y
madrugada.
Quiere decir
de noche y solari warnin.
Que no te traicione la historia
el safari familiar, y la foto a circular
de día
en las plazas que ya sabes
allí donde retozan
estiran sus cuellos negros
y rascan el suelo con sus hocicos
de perros pobres
sus pocos dientes
y sus puntiagudas orejas de perros buscemi.
Sigo, aprendí
que mandan,
la jauría manda
ellos mandaban y yo corría
esta mal ya lo se,
no hay que correr
dicen los expertos
todos conocedores
pero yuta si habré corrido
tiempos de competición
en alpargatas de yute
La curiosidad mitigo el miedo
y la estrategia ayudó a seguir.
La idea:
patitas de cerdo
treinta pe el kilo
primero se reparte después
se posa.
en sus madrugadas de cuatro plazas
“el ángulo que quieras
pero saca bien dale”
bueno listo
a veces sentía que al poner el ojo
en el visor
zaas, me traicionaban y me morfaban
después vino el incidente del río
bajo el puente que no nombrare
y el río que tampoco.
la madriguera
hallazgo fundamental al espíritu de es este proyecto
cachetada de suerte
ahí estaba la otra parte que faltaba
allí estaban el otro resto del tiempo
que no se me aparecían por las cuatro pla
ya los había visto desfilar por el cauce
subirse a una avenida
esperar un semáforo
y cruzar juntos, mudos y ligeros
tantos ojos que vi ignorando aquello
y allí ellos entre medio
haciendo cine no filmado
viviendo en escenas anónimas.
ya había visto todo aquello
y un día al fin , la madriguera
me emocione
y como un boludo que soy
pase de un salto al río
y me acerque airoso
a encuadrar de cerca
con un 40 milímetros
que me quedaba tan corto
tan corto y tan riesgoso
una mirada, dos miradas, la tercera
ya miro persiguiendo
arrastrando a tres perris más,
de a cuatro perseguían siempre.
Media vuelta y a correr
again
correr
los nervios, el miedo, la cámara que rebota
derecho al suelo de frente
y ahí sí juro pensé
muere joven fotógrafo devorado por
el tema de su documental
en ese milésima de segundo el titular
me pareció rentable
así que me di media vuelta entregado
a enfrentar mi destino y los
cuatro perros que me pisaban los
talones antes de caer,
detenidos a un metro
se jactaban de verme
mirarme con
mis palmas detrás de la espalda
mi cara de cagaso y la cámara desparramada
“esta te la dejamos pasar”
dijo uno
no perdonamos dos veces agregó
otro se adelantó y me hizo pis
yo creí ver un ocho en el dibujo urinal.
por concreto respeto guarde ese día
mi cámara
y jamás les volví a apuntar.
*Por Tato Cícero