Otro fútbol es posible
Antropólogos, militantes de base, periodistas e integrantes de clubes deportivos y sociales debatieron para transformar las prácticas discriminatorias dentro y fuera de la cancha en el Tercer Encuentro de «Fútbol y Antifascismo».
Por Marcos Bentancourt para ANCCOM
“Nos acostumbraron a un fútbol tan personalista y egoísta que no mirábamos al que teníamos al lado. Desde 2004 empezamos a hacer fútbol popular en la Villa 21-24 y la primera regla que pusimos fue que primero hay que desayunar porque muchos veníamos cagados de hambre desde la crisis del 2001. Pasó mucho tiempo hasta que las pibas pudieran sentirse incluidas en las canchas y pronto nos dimos cuenta que el fútbol no es solamente una pelota, unas líneas y dos arcos, sino que es también educación popular”, contó Fidel Ruiz, integrante de Fútbol Popular La Poderosa, el 1 de abril, en el Club Social y Deportivo La Cultura Del Barrio, ubicado en Villa Crespo. El Tercer Encuentro de Fútbol y Antifascismo, organizado por la Coordinadora de Hinchadas Antifascistas, tuvo como objetivo conversar sobre las diferentes problemáticas que atraviesan a la inclusión social en el deporte y más específicamente en el fútbol. Entre los expositores se encontraron Gabriela Minck, presidenta del Club La Cultura Del Barrio; Brenda Bracco, asistente técnica en el Fútbol Femenino del Club Atlético Atlanta; Daniela Lichinizer, periodista de Infobae; Miller Roa de Red Guards United, la hinchada antifascista del Club Independiente Santa Fe de Colombia; y Ezequiel, integrante de Nueva Chicago Popular.
Minck introdujo la labor de la Asociación Civil Club La Cultura Del Barrio, que se creó como un espacio de encuentro para las instituciones deportivas barriales, pero con una identidad y una construcción antifascista. Así se observa en las actividades que lleva adelante por el club, libres de prejuicios y discriminaciones ligadas a la homofobia, la xenofobia, el sexismo y el racismo. Sin embargo, Gabriela resalta que todavía queda mucho por hacer: “Un punto en común que poseen las jugadoras de distintas disciplinas, como el básquetbol, el fútbol y el boxeo, es la dificultad a la hora de conseguir espacios para entrenar, porque siempre la prioridad la tienen los equipos masculinos”.
Estos obstáculos son prejuicios que llegan a todos los ámbitos deportivos. Bracco plantea que se sigue subestimando a las mujeres y otros géneros: “Mi posición todavía me cuesta horrores porque tengo que estar todo el tiempo demostrando que soy capaz. He visto cómo muchas jugadoras se alejaron del fútbol porque no poseían una red de apoyo que las sostenga. Me acuerdo que cuando recién empezaba iba a ver los partidos del equipo femenino de Atlanta y me encontraba con que era la única. Cuando preguntaba dónde estaban las familias, me contestaban que no iban porque se piensa que las mujeres juegan mal o por otros prejuicios relacionados a la orientación sexual”, rememoraba. Algo similar describe Daniela Lichinizer, licenciada en Ciencias de la Comunicación de la UBA y periodista en Infobae: “Para mí el periodismo no es sólo contar un resultado de un partido, sino también mostrar las historias de lucha, superación y rebelión por parte del fútbol femenino. El periodismo deportivo, al igual que el fútbol, es un espacio que siempre estuvo ligado a lo masculino y las prácticas machistas. Es un terreno difícil donde se rinde examen todos los días, pero me parece fundamental que se incorporen más mujeres en el ámbito y que tengan, a su vez, perspectiva de género”, rescata.
Ezequiel, 22 años, trabaja en el mantenimiento de plazas para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y también es el fundador de la organización Nueva Chicago Popular. Su trabajo territorial comenzó a fines del año pasado cuando realizaron un torneo de fútbol mixto a beneficio de un merendero llamado Los Toritos en el barrio de Mataderos. Sus integrantes, hinchas del club que tienen un compromiso social y político, colaboran con otras organizaciones sociales para crear espacios alternativos que produzcan nuevas formas de ver el fútbol. “En la cancha es el todo vale. Llevamos las presiones que cargamos en la semana a un lugar donde nos desinhibimos y no sentimos las consecuencias por hacerlo. Porque seguramente si en la calle a un tipo lo puteas o lo amenazas vas a tener un problema porque te va responder o va a llamar a un policía. Sabemos que lo nuestro es un trabajo que cuesta muchísimo y nos llevará mucho tiempo, pero la idea es que esto se haga fuerte en las bases y que continúe más allá de los que estamos ahora”, reflexiona Ezequiel.
Nikolai López, 28 años, es periodista e integrante de la Coordinadora de Hinchadas Antifascistas. Nacido en Colombia, llegó a la provincia de Córdoba en 2011 para hacer la carrera de Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba. Se hizo amigo de los vecinos del barrio de Alberdi, donde se encuentra el Club Atlético Belgrano, por lo que pronto empezó a concurrir a los partidos, participar en el club y finalmente hacerse socio. Después se mudó a Buenos Aires, donde actualmente trabaja en Radio Rivadavia. Nikolai explica que la Coordinadora surgió luego de un encuentro realizado en el Club La Cultura del Barrio por los Piratas del Sur, fanáticos del FC St. Pauli, el club alemán que posee una historia ejemplar a nivel internacional en cuanto a la lucha antifascista. Después de ese encuentro, empezaron a aparecer colectivos antifascistas dentro de cada club argentino, de manera que decidieron organizarse con una Coordinadora que pudiera visualizar y potenciar el trabajo de cada uno al realizar difusiones y organizar eventos y charlas. Hoy las hinchadas antifascistas que poseen presencia y han desarrollado un trabajo de base se encuentran en los clubes de Ferro, Nueva Chicago, Racing, Independiente, San Lorenzo, River, Boca, Talleres de Córdoba, San Martín de Tucumán, Newell’s Old Boys, Rosario Central, Belgrano, Desamparados, Platense, Almagro, Argentinos Juniors y Gimnasia y Esgrima de La Plata.
Nikolai también forma parte de Santa Fe Antifascista, el primer colectivo de hinchas migrantes organizado en la Argentina que tiene su raíz en el Club Independiente Santa Fe de Colombia. “En la Villa 31 estamos dando cursos de radio, serigrafía, apoyo escolar y una escuela de fútbol. En esta última tratamos de erradicar los microfascismos socialmente aceptados, como por ejemplo, que la mujer no puede jugar con el hombre y que está mal perder. Educamos también sobre el entorno migrante con el que ellos se encuentran, porque sabemos que a las villas llegan muchos desde Bolivia, Perú, Colombia y Venezuela y muchas veces el Gobierno y los medios tratan de enfocar a ellos como si fueran un enemigo interno”, revela Nikolai.
En dialogó con ANCCOM Javier Bundio, antropólogo especialista en fútbol, violencias y territorio, describió el entramado de responsabilidades ante los hechos de violencia: “Los comunicadores suelen señalar como responsables a las barras bravas o a ciertos inadaptados o salvajes”. Sin embargo, Bundio piensa que se trata de una problemática más compleja en la que los comunicadores necesitan vender cierto dramatismo en los partidos de fútbol.
“En el fútbol hay muchas condiciones que posibilitan distintas prácticas de violencia y tenemos a distintos actores que con su accionar contribuyen a alimentarla. Por un lado, la policía efectúa malos operativos de seguridad, que incluyen también cacheos que rozan lo ofensivo y maltratos hacia los hinchas. Después, están los propios simpatizantes, tanto las barras bravas como el hincha común que también participa en sus acciones violentas. Por otra parte, están los discursos y los medios de comunicación que contribuyen a construir un contexto en el que la violencia está naturalizada y legitimada. Los cantos de cancha también aportan su parte porque cuando, por ejemplo, hay cantos que celebran la muerte real del otro en cierta manera se está celebrando esa violencia y eso contribuye a legitimarla”, manifiesta Bundio.
El cientista social, que es miembro del Seminario Permanente de Estudios Sociales del Deporte, también formula soluciones. Una es convocar tanto a los hinchas para discutir el Plan Nacional contra la Discriminación en el Fútbol. Bundio revela que este plan, implementado en 2016, no los incluyó porque prevalece una percepción represiva sobre ellos. “El hincha es una pieza fundamental que tiene la posibilidad de transformar sus propias prácticas. Las hinchadas antifascistas lograron hacer esto luego de una autorreflexión para después pasar al plano de la acción. Cuando hay un canto racista, el hincha puede llamarse al silencio o no concurrir más a los espectáculos deportivos. En cambio, las hinchadas antifascistas muestran que existe otro camino: concurrir, participar y transformar”, finaliza Bundio.
*Por Marcos Bentancourt para ANCCOM