Venezuela es mucho más que una gigantesca reserva de oro negro

Venezuela es mucho más que una gigantesca reserva de oro negro
15 marzo, 2019 por Tercer Mundo

El gobierno de Nicolás Maduro enfrenta una campaña internacional que intenta derrocarlo, donde los recursos naturales son los objetivos de Estados Unidos.

Por Carlos Mariano Poó para La tinta

Hace un par de semanas, se montó en Cúcuta una inmensa farsa. El imperialismo norteamericano convocó a juglares y bufones para armar la distracción mientras los halcones intentaban lograr su ansiado objetivo: hacer ingresar por la fuerza el Caballo de Troya de la “ayuda humanitaria” en la República Bolivariana de Venezuela. Al diputado en desacato, autoproclamado presidente del gobierno imaginario, Juan Guaidó, le tocó bailar una vez más al ritmo y compás de los dictados de Washington. Como el mono atado al organito, una cuerda ciñe de su estrecho margen de maniobra. Igualmente, Guaidó hace lo posible por enardecer los ánimos, mantener viva la llama del golpismo y juntar algunas monedas en el jarro para beneficio del organillero Donald Trump.

Pero el intento de hacer pasar gato por liebre quedó a ojos vista del mundo entero. “Venezuela Aid Live” será recordado como lo que fue: una gigantesca maniobra de propaganda imperialista, orquestada por los halcones de la Casa Blanca y ejecutada por una runfla de pusilánimes que intentó desestabilizar al gobierno legítimo que encabeza Nicolás Maduro sembrando caos y desconcierto. Su resultado: un fracaso absoluto.

¿Por qué Estados Unidos insiste con su prepotencia injerencista en desestabilizar al legítimo gobierno de Maduro y poner en su lugar al títere Guaidó?

Podemos decir que por varias razones, de las cuales, me interesa resaltar tres: petróleo, gas y demás recursos; la disputa geopolítica y distraer a la opinión pública norteamericana.

Venezuela Aid Live la-tinta

En primer lugar, Venezuela posee diferentes y valiosos recursos naturales. En particular, los hidrocarburos (petróleo liviano, mediano, pesado, bitumen y gas natural) con sus derivados. Pero, además, en las últimas décadas, ha diversificado las exportaciones de minerales de oro, hierro, carbón, cemento, bauxita y productos no convencionales, como materias petroquímicas, manufacturas metálicas de acero, aluminio, productos agrícolas y pesqueros.


También el turismo ha ido tomando una enorme importancia, ya que Venezuela cuenta con una sólida infraestructura de servicios (aeropuertos con recepción de vuelos internacionales; red vial adecuada; una gran plaza hotelera, etc.), facilitando el acceso y permanencia de los turistas que la visitan.


Como podemos apreciar, a diferencia de lo que nos repiten los medios hegemónicos, Venezuela no es una nación que necesite de la insultante “ayuda humanitaria” que esgrime el imperialismo junto a los golpistas, ya que se trata de un país que cuenta con recursos suficientes como para salir adelante.

Sin embargo, el injerencismo norteamericano ha ocasionado al pueblo y gobierno venezolano enormes trastornos a su economía, al promover un gigantesco boicot (cuando no el saqueo y la rapiña directas, como el caso de las reservas de oro) que ocasionó pérdidas enormes. Los cálculos y resultados de una investigación del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag) son lapidarios: “Desde el arribo de Nicolás Maduro a la presidencia y el fallecimiento de Hugo Chávez en 2013, prácticamente, desapareció el financiamiento disponible para Venezuela, que dejó de contar con aproximadamente 22 mil millones de dólares por año. Fue el único país en la región que sufrió esta discriminación. La economía venezolana, altamente especializada en el sector petrolero, es el país más abierto de la región, pero, como contrapartida, depende de la disponibilidad de importaciones. Sin disponibilidad de divisas e importaciones, no puede activar su aparato productivo. En términos gráficos, la reversión del financiamiento es equivalente a haber lanzado bombas a la infraestructura productiva del país, incluyendo la petrolera”.

En segundo lugar, la disputa geopolítica de Estados Unidos con Rusia y China. No cabe la menor duda que la hegemonía y supremacía norteamericana que surgiera triunfante a fines del siglo XX, luego del desplome de la Unión Soviética, ha sido fuertemente interpelada desde comienzos del siglo XXI.

Venezuela Maduro Putin la-tinta

Por una parte, países que hasta ayer eran aliados en la lucha contra el socialismo, hoy son implacables competidores que llevan adelante una lucha feroz por sobrevivir en tiempos de una despiadada globalización capitalista. La Unión Europea (UE) es un claro ejemplo de ello. Por otra parte, países que no hace mucho tiempo abrazaban el socialismo, se abrieron a las reformas de mercado impulsadas por Occidente, con Estados Unidos como abanderado. La gigantesca Rusia y la pobladísima China, junto a otros grandes países emergentes, han puesto la proa con un rumbo seguro: transformarse, en la medida de sus posibilidades, en potencias económicas y militares capaces de ejercer un sólido liderazgo político, no solamente en sus regiones de influencia, sino en todas partes del mundo.


No es ninguna novedad el avance que, en los últimos años, han tenido las inversiones y los intercambios producidos entre China y Latinoamérica. Tampoco lo son esos lazos que Rusia ha tejido con varios países de nuestra región. Y todo ello va en detrimento de los intereses que los Estados Unidos tienen sobre América latina. Rusia representa un hueso duro de roer, ya que su poder militar pone en aprietos a los Estados Unidos en su rol de gendarme del mundo. Lo muestra impotente, sin saber mucho qué hacer. Mientras que China se levanta como un descomunal coloso de la economía mundial, que ha desatado la ira de los Estados Unidos al punto de llevarle a declarar una virtual guerra comercial con el gigante asiático en la que, hasta el momento, Estados Unidos solamente parece comprar un poco de tiempo, pero no mucho más que eso.


La rudeza que los halcones de la Casa Blanca vienen demostrando en el caso de Venezuela tiene mucho que ver con esto. El gobierno de Maduro tiene a su favor el apoyo de los gobiernos ruso y chino. El ajedrez global pone de manifiesto lo que se podría presuponer: si Estados Unidos no logra imponer por medio de un golpe de Estado un gobierno títere y cliente de Washington, como el que les proporcionaría Guaidó, en el futuro, los lazos entre Venezuela y ambas potencias podrían profundizarse, algo que representaría un duro golpe a la hegemonía norteamericana en la región y en el resto del mundo.

En ese caso, a Estados Unidos solamente le queda la carta de la supremacía militar, que puede jugar en cualquier momento -directa o indirectamente-, pero el costo de dicha jugada puede ser impredecible para los campeones de una desvencijada democracia liberal y burguesa que también se encuentra en aprietos fronteras hacia adentro.

Estados Unidos Trump reunion la-tinta

En tercer lugar, distraer la opinión pública norteamericana de los graves problemas que afligen a Estados Unidos. Trump y los nostálgicos halcones que lo rodean en la Casa Blanca intentan sacar el máximo provecho a esta especie de resurgir de un desangelado escenario de neo Guerra Fría, en el cual pretenden desangrar a Venezuela si fuera necesario. Y es que el fin siempre justifica los medios para el imperialismo. Pues el tigre no es de papel y además puede encontrarse acorralado, lo que lo vuelve más peligroso aún.

Con un gobierno cuestionado interiormente por las observaciones que la oposición demócrata (e, incluso, algunos republicanos) vienen realizando ante los torpes movimientos de Trump para obtener el financiamiento de su no menos mostrenco muro antimigrantes y que bordean el pedido de juicio político; con una alicaída legitimidad a nivel internacional que se ve reflejada en las sucesivas derrotas que los trogloditas de la Casa Blanca vienen sufriendo en Naciones Unidas e, incluso, en la Organización de Estados Americanos, a manos de la inteligente y valiente diplomacia venezolana; el resultado no puede ser otro, sino el que dejaría un elefante moviéndose adentro de un bazar.

A modo de conclusión, dejo a los lectores una cita de Marcelo Colussi que ilustra muy bien la situación actual: “El poder de Estados Unidos viene sustentándose, cada vez más, en su condición de ‘grandote del barrio’. La discrecionalidad con que fijó su moneda, el dólar, como patrón económico dominante a escala planetaria, y unas faraónicas fuerzas armadas que representan, en sí mismas, la mitad de todos los gastos militares globales, constituyen el soporte en que se apoya. Pero este, en sí mismo, no es sostenible en forma genuina. La principal potencia capitalista del mundo tiene pies de barro”.

*Por Carlos Mariano Poó para La tinta

Palabras claves: Estados Unidos, Nicolás Maduro, Venezuela

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