Un volantazo a favor de las mujeres

Un volantazo a favor de las mujeres
12 febrero, 2019 por Redacción La tinta

En el año 2014, dos mujeres separadas por miles de kilómetros y sin saberlo, se encontraban en una lucha similar. Una en Salta y la otra en Capital Federal, fueron a buscar trabajo de aquello que amaban hacer, conducir un colectivo. Ambas obtuvieron la misma respuesta: no. Finalmente, el poder judicial falló a favor de ellas, estableciendo un cupo del 30% para la planta de las empresas de transporte urbano de pasajeres. Otro ámbito laboral recuperado para las mujeres.

Por Redacción La tinta

Como mito urbano, se erige la idea de que sólo hombres pueden manejar un colectivo. Cualquier medio de transporte que sea más grande que un auto estándar ya queda fuera del lugar “propio” para una mujer. Nadie sabe muy bien por qué. “Las mujeres no se postulan para el puesto” es la respuesta más habitual de algunas empresas. “Las mujeres cuestan más que los hombres”, aquella que resuena por lo bajo.

Con una sociedad ciega a la discriminación que se oculta en el “sentido común” que nos dice que las mujeres no pueden o no quieren manejar colectivos, dos de ellas se pararon frente a las empresas para exigirles ser consideradas para el puesto. El mercado laboral machista ha sufrido otro cimbronazo.

Erika y Mirtha

En 2014, Erika Borda se cansó de dar vueltas durante tantos años con su currículum por las empresas de transporte de Buenos Aires. Había sido despedida, luego de trabajar como chofera durante muchos años en una empresa que se había “arriesgado” a contratar a un puñado de mujeres. Fue rechazada innumerables veces. Incluso, la mayoría de los lugares ni siquiera le recibían el currículum. Aunque en todas había puestos vacantes, nunca le explicaron por qué no la tomaban. Decidió hacer un reclamo en la Defensoría de la Nación para que se garanticen sus derechos laborales. Se sentía discriminada.


Con el patrocinio de la Defensoría General de la Nación, presentaron un amparo individual y colectivo contra empresas de transporte urbano de corta distancia del área metropolitana para requerir que adopten una política de selección y contratación del personal no discriminatoria que fije el cupo laboral, equiparando a mujeres y varones. También, demandaron al Ministerio de Trabajo de la Nación, en su calidad de autoridad de aplicación en materia laboral, para que adopte las medidas necesarias que hagan hacer cesar las prácticas discriminatorias que afectan a las mujeres en el acceso al trabajo en el sector. Por último, cuestionaron el Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) N° 460/1973, que rige la actividad del personal de autotransporte colectivo de pasajeres, por ser violatorio del principio de igualdad, ya que sólo contempla a hombres para los puestos de chofer de colectivos urbanos.


Ese mismo año en Salta, Mirtha Sisnero, apoyada por la Fundación Entre Mujeres y la Defensoría General, recibía la resolución favorable de otro amparo individual y colectivo presentado contra las empresas de transporte de esa provincia ante la falta de mujeres en la conducción de los colectivos. Mirtha cumplía con todos los requisitos exigidos, salvo el principal: ser varón.

Ambas demandas lograron fallos favorables, aunque demorados, que sientan precedentes importantes. Se ordenó a las empresas a aplicar “buenas prácticas” que contemplen la cuestión de género a la hora de seleccionar a su personal. Además, se instó al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social a garantizar el cumplimiento de las normas que establecen el derecho a la igualdad en el acceso al empleo. Exigieron, también, la revisión del convenio colectivo de trabajo, que posee lenguaje sexista y sólo incluye a varones. Por último, los fallos establecieron que debe incluirse un cupo del 30% de mujeres conductoras.

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Derribando mitos

“Las mujeres manejan mal”. “Las mujeres cuestan al empleador más que los varones”. “Las mujeres no están interesadas y no se presentan para los puestos de chofer”. “No es trabajo para mujeres”. “Siempre fue así”. Éstas son algunas de las frases que suelen usarse para justificar las discriminaciones a las mujeres en ciertos ámbitos laborales. Sorprendentemente, algunas de ellas son las que utilizaron las empresas para justificar su postura frente a los reclamos. Nuestro “sentido común” es una construcción social basada en el machismo. Por eso, es necesario derribar los mitos con datos.

Los “costos de las mujeres”: según el informe “Mujeres en el mercado de trabajo argentino” del año 2018 del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, la participación en el trabajo doméstico no remunerado es altamente desigual entre varones y mujeres. El tiempo promedio por día de un varón es de 3 horas, mientras que el de una mujer es de 6 horas y media. El 90% de las mujeres realiza este trabajo en sus casas, mientras que sólo la mitad de los hombres lo hace. Cuando nace un hije, cuando éste se enferma, o algún otro familiar, son las mujeres las que relegan su trabajo “formal” por las tareas de cuidado y reproducción de la vida. Los mandatos están claros y el mercado laboral colabora con ellos. Las mujeres “cuestan” porque la carga del cuidado no está repartida con los padres varones.

Sin embargo, cuando vemos los números más finamente, las mujeres le costamos, en realidad, muy poco al mercado: tenemos salarios más bajos que los varones en puestos similares; somos las que habitamos los puestos más precarizados que se convierten en extensiones de las tareas de cuidado como la docencia, enfermería, trabajo de casas particulares, entre otros. Incluso, cuando agotamos las horas pagas del empleo, seguimos trabajando en casa. Entonces, así sí que costamos menos. Nuestra jornada de trabajo no se reduce a 8 horas, sino que tiene aquellas 6 horas y media de trabajo no pago en nuestras casas. Trabajamos 15 horas por día, incluidos los fines de semana, y cobramos menos que un hombre que trabaja 8 horas. Les salimos baratas.

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“Las mujeres no están interesadas en trabajos como el de chofer”: esta afirmación se desmiente sola cuando vemos los dos fallos que muestran que sí existen mujeres interesadas en ser choferas. Si no se reciben currículums de mujeres en cantidad, es porque nacimos con el mandato de “manejar mal”, incluso cuando nos encanta hacerlo, tanto como para que sea nuestro trabajo cotidiano. Porque nos cansamos de golpear puertas que nunca se abren, de recibir comentarios discriminatorios y sexistas. Porque hay que ser muy valiente para meterse en un mundo “de hombres”. Porque, incluso, hay hombres que, cuando ven que maneja una mujer, eligen no subirse (al colectivo, al barco, al avión). En este contexto, ¿cómo pueden esperar que una horda de mujeres se agolpen en sus puertas para un puesto de chofer? Ni siquiera tienen baños de mujeres, incluso teniendo algunas pocas mujeres en sus plantas de trabajo (administrativas y de limpieza, claro).

“Siempre fue así”: ¡Justificación conservadora si las hay! Sabemos que siempre fue así, créannos, lo sabemos. Lo saben nuestros cuerpos. Por eso, este fallo reciente es tan importante. No por aquello “legal” que logra derribar, sino porque logra poner en evidencia el machismo imperante en un empleo tan importante como es el de transporte de pasajeros. El sindicato de transporte es uno de los más grandes del país, enteramente integrado por varones, y el que lleva la batuta de las demandas sindicales del resto. Luego, nos preguntamos por qué tenemos convenios de trabajo tan machistas, que no contemplan las demandas de las mujeres y la disidencias. En Córdoba, lo vivimos muy cerca con el despido de las trolebuseras. Las conductoras de los trolebuses, el único medio de transporte público de gran porte en donde se “permiten” mujeres, sufrieron el recorte de manera brutal. Todavía esperan respuestas, precarizadas por las empresas y abandonadas por el sindicato.

No hay trabajos específicos para mujeres o varones. De a poco, estos mitos van cayendo gracias a las luchas de las mujeres. Todavía falta mucho, las compañeras transexuales y travestis son las que la tienen más difícil. Todavía su presencia en los trabajos formales no es bienvenida. Por esto, nos preparamos para el 8M más unidas que nunca. Ya dimos un volantazo a favor de las mujeres en uno de los rubros más machistas. El 8, lo vamos a dar vuelta todo, por todes.

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*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Paro Internacional de Mujeres, trabajadoras, transporte

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