Femicidio de Marta Elsa Sosa: “Se empiezan a derribar algunos mitos y la Justicia tiene que hacerse cargo”

Femicidio de Marta Elsa Sosa: “Se empiezan a derribar algunos mitos y la Justicia tiene que hacerse cargo”
22 febrero, 2019 por Redacción La tinta

Este viernes, llega a su fin el juicio que se desarrolló esta semana en Tribunales II de Córdoba por el asesinato de Marta Elsa Sosa, en mayo de 2017. En diálogo con La tinta y a horas del fallo, su hijo, Javier Fagetti, compartió las expectativas y destacó la importancia de que el caso sea caratulado como femicidio “para dar la batalla frente a la terrible situación que están viviendo las mujeres”. Marta fue testigo y querellante en un juicio de lesa humanidad en Mendoza por la desaparición de su marido.

Por Lucía Maina para La tinta

Un mes después del asesinato de Marta Elsa Sosa, ocurrido en Córdoba en mayo de 2017, en la provincia de Mendoza, se dio a conocer la sentencia por la desaparición de su marido Aldo Fagetti, causa en la que ella había sido testigo y querellante. Se trató del juicio de lesa humanidad que mayor cantidad de imputados y condenas a perpetua en la provincia de Cuyo, pero Marta no pudo presenciarlo. Este viernes, llega el momento de la sentencia por su asesinato, donde se espera la condena a perpetua del asesino acompañado del reclamo de que su caso sea caratulado bajo la figura de femicidio, para que la Justicia dé un paso más frente a la grave problemática que las mujeres están sufriendo en la provincia y el país.

Javier Fagetti, hijo de Marta y Aldo, e integrante de la organización H.I.J.O.S., cuenta, en esta entrevista, la situación que terminó con el asesinato de su madre y las características del juicio que comenzó el pasado lunes 18 de febrero en la Cámara 2 de Tribunales II de Córdoba y que, hoy, llega a su fin.

—¿Cómo fue el caso del femicidio de Marta y la situación que terminó con su asesinato?

—Ocurrió el 19 de mayo de 2017. Ella estaba construyendo en su casa y uno de los obreros de la construcción la asesinó. Ella era querellante de causas de derechos humanos, estaba pronta a ser la sentencia de mi viejo en San Rafael, y era una persona muy solidaria, militante, medica oftalmóloga que trabajó en el norte de Córdoba, en Traslasierras, y ahora estaba en el Hospital Pediátrico. Tenía un trato muy ameno y bueno con los albañiles, era muy solidaria con ellos, les ofrecía algo para comer, les preparaba mates, les dejaba la llave de la casa para que fueran al baño. Y uno de los albañiles suponemos que se habrá enamorado de ella, habrá querido besarla o lo que sea, ella se defiende de eso y él la viola y la asesina.

Por eso, se reclama que la figura de la causa sea femicidio.


—Claro. La causa fue caratulada, en un principio, como “criminis causae”, basado en que él la mata para tapar el hecho de la violación. La prueba es muy contundente porque hay ADN, hay testigos, el vecino vio cuando él se va de la casa, entonces vamos a lograr la máxima pena, que es perpetua. Pero nuestro interés es enmarcarlo en femicidio para dar una señal a la Justicia de que este tipo de hecho se tiene que entender así desde un principio y dejar de lado conceptos como los de crímenes pasionales, que la figura de femicidio se incluya y sea contundente en la pena. Pero si llegamos a un contexto en que es perjudicial ese pedido, quedará como criminis causae, con la misma pena. Lo otro es más simbólico, pero no menos importante para dar la batalla frente a la terrible situación que están viviendo las mujeres.


—¿Cómo están viviendo el juicio que se realiza esta semana?

—El juicio empezó el lunes y ya testimoniamos casi todos. Ayer testimonió el imputado y aceptó muchas cosas, porque hay muchas pruebas contundentes, como manchas de sangre en la ropa de mi vieja, pero dice que fue en distintos días. Él dice que fue, estuvo en la casa, se besaron, tuvieron sexo y otro día va a visitarla y la encuentra asesinada. Y él la abraza y ahí se mancha sangre. Pero la prueba es muy contundente, entonces, el testimonio no es válido.

—También hubo un jurado…

—Es un juicio por jurado, que es importante porque, más allá de que no hemos tenido tanta cobertura mediática, que hubiera sido bueno que tenga otra relevancia, el hecho de que esté el jurado impacta. También logramos que el juicio no fuera cerrado y que no solo los familiares pudiéramos entrar, sino que se abran las puertas y muchos compañeros pudieran participar.

—Este viernes, se espera la sentencia. ¿Qué expectativas tienen?

—Lo que habrá que ver es si se caratula como femicidio. Con nuestros abogados querellantes, hicimos el pedido de que se considere femicidio, que sería importante porque se empiezan a derribar algunos mitos y la Justicia tiene que hacerse cargo.

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—¿Qué implicancias tiene este juicio en el marco de la gran cantidad de femicidios que se están viviendo en Córdoba y el país?

—Es una triste realidad que tenemos los argentinos y que están sufriendo las mujeres, pero, más allá de la cuestión de género, como sociedad, como organismos de derechos humanos, tenemos que buscarle la vuelta y las instituciones deben salir a intentar revertir esto desde lo cultural. Si la Justicia caratula como femicidio este tipo de causas, que implica prisión perpetua y que no tiene muchos beneficios, es importante porque es empezar a tomar las riendas del problema. Hubiera estado bueno que los movimientos feministas hubieran acompañado, creo que es una cuestión pendiente acompañar estos procesos judiciales porque las familias se lo merecen. Es terrible cómo están matando a las mujeres y cómo quedan familias destruidas por esto.

—¿Cómo fue el Juicio de lesa humanidad en el que participó Marta a partir de la desaparición de tu padre?

—La causa de mi viejo fue en San Rafael. El 25 de febrero de 1976, un mes antes del golpe, él queda detenido y, luego, desaparece por decretos que firmó Isabelita para la “eliminación de la subversión”. Esos decretos fueron fundamentales para desaparecer a mucha gente, pero, al final, no estuvieron presentes en el juicio, estuvieron solo en una primera instancia. Pero gracias a esa desaparición, fue el juicio donde más imputados y con más perpetuas tuvimos en Mendoza. Mi vieja participó mucho a pesar de que vivía en Córdoba y la sentencia fue un mes después de su muerte: fue el momento que nos quedó pendiente con mi vieja, que esperó ese momento durante 40 años y no pudo estar.

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*Por Lucía Maina para La tinta.

Palabras claves: cordoba, Femicidio, Juicios de lesa humanidad, Marta Sosa, Mendoza

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