Cobalto: ¿Oportunidad o tragedia?

Cobalto: ¿Oportunidad o tragedia?
8 febrero, 2019 por Tercer Mundo

El avance tecnológico no se detiene, aunque sus consecuencias casi nunca son visibilizadas, como en el caso actual de África.

Por Lucas Gatica, desde España, para La tinta

Hace unos meses las rutas de Europa superaron la marca del millón de autos eléctricos que circulan por ellas. Por su parte, China ha sobrepasado igualmente esa marca simbólica, y Estados Unidos está cerca de alcanzar el millón de automóviles eléctricos en circulación. Así, Europa y los dos gigantes internacionales van haciendo carne el transporte sin emisiones contaminantes.

Hace ya unos años que la venta de estos autos viene mostrando aumentos significativos, sobre todo en los países nórdicos. Por ejemplo, en Noruega la cuota del mercado es del 37 por ciento, y crece año tras año. Estas ventas le han dado un dolor de cabeza al principal fabricante de coches eléctricos, Tesla, que tiene que enfrentar un servicio posventa cuya demanda aumenta por encima de las propias ventas.

En el centro de Europa hay un auge de estos tipos de automóviles. En Alemania se ve un notable aumento en la adopción de vehículos eléctricos. El país de origen de BMW, Audi y Mercedes Benz destronará en poco tiempo a Noruega, según algunos cálculos, como líder en el parque eléctrico automotriz, teniendo en cuenta que la población teutona es dieciséis veces mayor a la noruega.

Noruega autos electricos la-tinta


En Noruega se combinan una serie de factores que contribuyen a la expansión de este tipo de autos. Por un lado, hay que mencionar la política fiscal que incentiva la compra de estos vehículos; por otro, la existencia de una red de recarga desarrollada y el bajo precio de la electricidad, gracias a la importante producción de energía hidroeléctrica. Con ese panorama, casi un 40 por ciento de todos los automóviles vendidos allí en el primer semestre de 2018 fueron eléctricos. Ahora bien, si se considera únicamente a los vehículos de pasajeros, ese mismo porcentaje trepa al 46,5 por ciento.


Asimismo, distintos gobiernos y administraciones de la Unión Europea (UE) alientan y promueven el uso y la compra de vehículos de este tipo. Por ejemplo, en España se prohibirá la matriculación de coches diésel, a gasolina e híbridos a partir del 2040, con el objetivo de que en el 2050 no circule ningún automóvil traccionado por combustibles fósiles. Más allá de estas políticas, el panorama de la sustitución de los autos de combustible por los eléctricos es lento, pero se prevé que a mediados de siglo buena parte de Europa se mueva gracias a esa tecnología. Algo recomendable para la salud del planeta y la lucha contra el calentamiento global, pero que también tiene su otra cara en el continente africano.

Cobalto: el oro azul

Disfrutamos de las bondades de las tecnologías, aunque rara vez nos preguntamos cómo se fabrican y de dónde vienen los materiales de estos dispositivos. De África se extrae la mitad del cobalto a nivel mundial -algunos datos hablan de un 70 por ciento-. Este material es clave para las baterías de distintos dispositivos electrónicos de nuestra vida cotidiana y también es fundamental para la fabricación de las baterías de los denominados “automóviles del futuro”. Hoy, sin darnos cuenta, estamos rodeados de un pedazo de este material.

Como las baterías de los automóviles eléctricos necesitan una gran cantidad de cobalto -entre cuatro y once kilos por vehículo-, la demanda se ha disparado. El precio también: si del 2013 al 2016 la tonelada se situaba en torno a los 25.000 dólares, actualmente ya supera los 86.000. En definitiva, es un metal clave en las economías de los países desarrollados.

Africa extraccion de cobalto la-tinta

Toda esta revolución de los autos eléctricos y los millares de vehículos que ya circulan por distintos países, tiene sus repercusiones en suelo africano, continente saqueado y humillado más de una vez por los europeos, que parece encaminarse a otro latrocinio socioeconómico.


El epicentro de esta revolución está en África y más específicamente en la República Democrática del Congo, en donde Amnistía Internacional (AI) ha denunciado el trabajo infantil y la violación de los derechos humanos de los trabajadores en más de una de sus decenas de minas.


Según algunas crónicas, esta fiebre por el oro azul ha modificado el perfil de algunas poblaciones congoleñas. Por ejemplo, en algunas ciudades cientos de vecinos han hecho pozos en sus jardines y suelos en busca de cobalto. Esta fiebre o, mejor dicho, desesperación, lleva a que las personas prefieran destruir sus casas con tal de encontrar un poco de cobalto.

Tampoco para las empresas el cobalto es un mineral más. Es fundamental para evitar el sobrecalentamiento de las baterías de litio, acelerar su carga y alargar la vida útil de los aparatos. Por ello, el cobalto es imprescindible para acabar con la dependencia a los combustibles fósiles de la industria del automóvil y reducir el impacto negativo en el cambio climático.

Africa niño en mina de cobalto la-tinta

Como muestra de la importancia que el cobalto ha cobrado, Estados Unidos lo incluyó en su lista de los 35 elementos estratégicos para el desarrollo de su economía. Cosa que no es poco decir. Así pues, muchos países de África se encuentran minados de multinacionales estadounidenses, chinas, suizas, rusas y canadienses, repartiéndose fortunas descomunales.

Las bondades del automóvil a batería, pieza importante para reducir los gases contaminantes y limpiar los cielos del mundo urbano, tiene en la infancia de Congo la parte más filosa del cuchillo. En ese sentido, según AI, se estimó que en el sector minero del cobalto trabajan 40.000 niños en el proceso de extracción y/o transporte, con jornadas de 12 horas diarias a cambio de ¡dos dólares!

Marcada por guerras, inestabilidad política y pobreza, la nación congoleña, como otras tantas del África negra, tiene un futuro oscuro, atravesado por la doble cara de la extracción del cobalto y su importancia en la economía mundial. Una oportunidad para el despegue económico, vestida de abuso y rapiña.

*Por Lucas Gatica para La tinta

Palabras claves: África, Europa, Mineria

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