Melipal, una mirada desde el sur

Melipal, una mirada desde el sur
20 diciembre, 2018 por Redacción La tinta

Melipal, constelación del sur en mapudungun, es un emprendimiento personal -independiente y autogestivo- que tiene como propósito ser un espacio vivo para la recuperación, levantamiento e integración de nuestras memorias identitarias profundas como mapuches. Se nutre principalmente de la cerámica, la encuadernación y la producción de los lunarios “kuyen”.

Por Ana Cecilia Bruni para La tinta

La luna influye fuertemente en los movimientos del agua. Es conocido su efecto sobre el mar marcando ascensos y descensos que dan origen a las mareas. También sabemos que, durante los días en los que decrece la luna hasta su etapa de luna nueva, la savia de las plantas va hacia las raíces y que, durante el periodo de crecimiento lunar hasta su plenitud, la savia va hacia las ramas.

Dicen los científicos que las personas tenemos un 75% de agua al nacer y un 60% en estado adulto, con lo cual el ciclo lunar influye fuertemente en todos los seres vivientes y en sus ciclos manifestado, por ejemplo, en el ciclo menstrual de las mujeres. Surge, entonces, preguntarnos ¿cómo influye la luna en nuestra cotidianeidad? ¿cómo influye en los ciclos mensuales, estacionales y anuales? ¿cómo se conjuga con el sol para determinar los ciclos de vida de todos los ecosistemas? Y por otro lado: ¿cómo se traman los conocimientos científicos con los saberes que ancestralmente habitan el territorio que hoy se conoce como América?

El Calendario mapuche, en movimiento con los ciclos lunares

El calendario mapuche considera que el mes, kiñe kvyen un ciclo lunar, tiene veintiocho soles (días); mari kvula kuyen, trece lunas (meses) son kiñe tripantv/un año, es decir kvula pataka kayu mari meli antv, trescientos sesenta y cuatro días. Nuestro comienzo de año coincide con el solsticio de invierno, momento en que la noche más larga da paso a un nuevo crecimiento de la luz del día: We tripan antu lo llamaron. We “nueva” tripan “salir” y antu “sol”, es decir, “nueva salida del sol”.


La primera luna llena (kiñe apoy küyen) corresponde a la luna del mes de junio, dando comienzo al ciclo anual con pukem (invierno), momento de introspección y de renovación del compromiso de la tierra con las semillas por germinar en pewü (primavera). Siguiendo con el curso del ciclo, continúa walung (verano) que es tiempo de cosechas hasta la próxima estación otoñal Rümu/Chomungen que acompañará los despojos y desapegos necesarios para preparar la nueva tierra de siembra durante el invierno que le continuará.


Tal y como sabemos, los ciclos lunares influyen fuertemente en todos los seres vivientes. Pero no solo eso: Kuyen (luna) junto a Antu (sol) marcan los días y las noches, marcan las estaciones. Junto con las mareas, se mueven las aguas del mundo y el agua no va sola, mueve a los peces y las ballenas que transitan las corrientes marinas, es lluvia que riega los campos, es río que mueve el alimento y nutre la fertilidad de la tierra. El agua que ingresa a las raíces de un árbol se mueve hasta las nervaduras de sus hojas y va en su camino poblando y recolectando memorias, linajes y trascendencia. El agua es Vida.

Melipal-emprendimiento-mapuche-07Para nuestro pueblo mapuche, kuyentun significa “acción de la luna” y, además, literalmente, significa “menstruación”. Es decir que, en una palabra, habita una profunda conexión de “puertas abiertas” para entendernos como mapuzomo, mujeres de la tierra, miembras de la trama viviente y de sus movimientos.

Hoy día, las mujeres nos encontramos transitando grandes desafíos en nuestra recuperación colectiva de derechos, espacios de participación y, por sobre todo, en la recuperación de nuestro cuerpo-territorio-identidad. La tierra y su fertilidad simbolizan en muchas culturas a la nutrición y abundancia de la energía femenina, marcando una profunda correspondencia entre la naturaleza y las mujeres: la luna mueve las mareas, como mueve la sangre en nuestros ciclos. Las mujeres tenemos, en nuestro calendario, el territorio trazado por aguas ancestrales que portan la memoria de nuestra especie y, por ello, nos convertimos en las guardianas de la vida y de sus movimientos. Allí anida la importancia de recuperar nuestros verdaderos ciclos consonantes con la luna, sus movimientos y con la relación directa que tiene con los ciclos de la vida.

Recuperar el territorio de la Memoria

Al sur del continente americano, hoy día, convive una urdimbre de saberes y símbolos pertenecientes a numerosas naciones originarias que son pre-existentes a lo que hoy conocemos como estado argentino. Dichos saberes se encuentran alojados en prácticas cotidianas, en sentires colectivos, en palabras que recordamos de nuestra memoria familiar, en las recetas de la comida de la abuela y en las recetas caseras de cómo curarnos de las enfermedades. Así es como se manifiesta un presente poblado de memorias colectivas que trascienden el tiempo (y a nosotras) constelando la potencialidad de una semilla que brota en las grietas de la cultura dominante, que ha intentado homogeneizar-nos la mirada desde la llamada “conquista”.


Los libros de historia que nos enseñan en las escuelas muestran algo parecido a un collage de pequeñas narraciones puestas sobre una línea que se encuentra ajena a las dimensiones y profundidades de la memoria de la tierra que habitamos. Ellos dicen “los mapuches habitaban”, “vestían”, “vivían” y como bien dijera el poeta Elicura Chihuailaf en su libro Recado confidencial a los chilenos: “Pu mapuche mogeleyiñ, los mapuches estamos vivos, decimos ahora. Porque está vivo el Espíritu de la Tierra en que nacimos, Mogeley Mapu ñi Pvllu chew ñi llewmuyiñ”.


Inche ta mapuzomo, soy mujer mapuche y, ante el silenciamiento histórico de las memorias de nuestras familias y comunidades, nosotros decimos que somos choyvn, brotes de recuperación. Cuando hablamos de recuperaciones territoriales, además de hablar de nuestras tierras, hablamos de sanar nuestra historia y recuperar lo que habita en las memorias profundas de nuestro cuerpo-identidad, tejida en el telar de nuestros linajes y comunidades en un presente que es futuro y que avanza profundizando la raíz ancestral de abuelos y abuelas reunidos en el kutral (fuego) encendido de la memoria.

Melipal, un espacio para recuperar la memoria

“Lentamente recordaremos, lentamente nos levantaremos”

Fruto de la memoria que hoy me brota dentro, surge el emprendimiento “Melipal”, que en mapudungun (la lengua de la tierra) significa “constelación del sur”, compuesta por meli wangelen (cuatro estrellas) que, para nuestros abuelos y abuelas, conforman la pata del Choike, animal sagrado que, cuentan nuestros ancestros, dejó su pisada en el wenumapu (tierra de arriba) cuando escapaba de los cazadores indicando la dirección Sur, como una flecha del tiempo.

Melipal es el nombre que lleva el espacio “para recuperar el territorio de la memoria” que habito como mapu zomo. Citando nuevamente al poeta Elicura, “el ser humano viaja por la vida con un mundo investido de gestualidades que se expresa antes que el murmullo inicial entre el espíritu y el corazón sea realmente comprendido”. Todo lo que necesitamos saber, todas las respuestas a las preguntas que nos hacemos, la constelación de estrellas que buscamos en el cielo a la hora del poniente: todo está adentro nuestro. Es por ello que hablar de recuperación identitaria es hablar de recuperar la memoria, recordar de manera consciente y material lo que nuestro espíritu ya conoce (desde tiempos intangibles). La tarea que nos debemos es poder recordar lo que ya sabe nuestro espíritu.

Melipal es un emprendimiento independiente, autogestivo, nutrido de la cerámica, la encuadernación y la producción de los lunarios “kuyen”. Quiere ser un espacio vivo para la recuperación, levantamiento e integración de nuestras memorias identitarias profundas. Realizamos esta tarea construyendo productos y brindando espacios de talleres de educación ambiental basada en nuestra cosmovisión, y recibiendo aportes de la mirada decolonizadora del Pensamiento Ambiental Latinoamericano.

Melipal-emprendimiento-mapuche-06

A la invasión de las nuevas tecnologías y materiales que contaminan hoy la vida, respondemos con mapu kimun, el saber de la tierra. La cerámica reúne en su nobleza los saberes de todos los elementos que la componen, dando la posibilidad de recuperar nuestras formas, cantos, costumbres convirtiéndose en guardiana de memorias ancestrales.

Al recorte histórico que han hecho los libros y los gobiernos estatales, respondemos con cuadernos en blanco (sin puntos ni rayas que las fragmenten) para re-escribir-nos, para sacar nuestra voz, nuestros símbolos, nuestro mapudungun, nuestro kume rakizuam (buen pensamiento), nuestro sentir. Nuestras memorias son los libros del porvenir.

En consonancia con la recuperación de la memoria, ofrecemos los lunarios Küyen con las fechas de las apoy küyen (lunas llenas) y Ñamkülechi küyen (lunas nuevas) para que nuestros ciclos de vida como hombres y mujeres puedan volver a sincronizarse con los ciclos de la trama viviente, en profundo respeto y armonía.

El Cóndor

Melipal-emprendimiento-mapuche-05El Mañke (cóndor) es un ave sagrada para nuestro pueblo. Nidifica en la mapu (tierra) y vuela grandes distancias por el wenumapu (tierra de arriba), conectando los mundos de arriba y abajo, y representando en sí mismo un gran puente para elevar el Alma del mundo. Acompaña el calendario lunar küyen 2018-2019 Chumngechi amulen ta mongen ñi Mañke, etapas de la vida del Cóndor.

En sincronía con los ciclos estacionales, el mañke comienza en Pukem con etapa de cortejos y cópulas, y la elección del nido. La incubación del huevo por ambos padres dura 2 meses abarcando la estación Pewü y, una vez nacido el pichón, permanece en el nido entre 6 y 8 meses abarcando walung y rumü. La dependencia del pichón juvenil puede extenderse por un año luego de dejar el nido y están listos para reproducirse después de los 8 años. Los mañke pueden vivir hasta los 75 años y ponen un huevo solo cada 2 o 3 años, manteniendo la misma pareja. Hoy día, dado a problemas como la escasez de alimento en sus ambientes y el envenenamiento de sus presas (conocidos como cebos tóxicos), están declarados en nuestro territorio (sur americano o Argentina) como especie amenazada en riesgo de desaparecer.

Al decir, nos decimos. Al recuperar, nos recuperamos. Al recordar, nos recordamos. Lentamente recordaremos, lentamente nos levantaremos.

*Por Ana Cecilia Bruni para La tinta.

Palabras claves: ciclo menstrual, La Luna, mapuche

Compartir: