Río Tercero: una ciudad sitiada por el vandalismo químico

Río Tercero: una ciudad sitiada por el vandalismo químico
15 noviembre, 2018 por Redacción La tinta

En un lapso de 32 días, hubo 4 incidentes en 2 industrias químicas de Río Tercero por escapes de gases tóxicos. Por poco, un episodio contaminante semanal en esta pequeña ciudad de 60.000 habitantes que es uno de los polos más importantes de la industria química de Latinoamérica, en cuanto a la producción de agroquímicos y pesticidas.

Por Daniel Díaz Romero para Sala de Prensa Ambiental

Atanor, Petroquímica y Fabricaciones Militares vuelven a estar en la mira porque, desde el inicio de sus actividades, estas 3 empresas cuentan con trabajadores muertos en sus factorías como consecuencia del contacto con sustancias peligrosas que manipulan puertas adentro, provocando permanente riesgo de accidentes industriales con consecuencias para los trabajadores, la población y el ambiente.

Alertas tempranas, sirenas, escapes de gases, explosiones y muerte acompañan a la historia de la ciudad de Río Tercero.


En Río Tercero, la industria química sigue mostrando su flojedad empresarial, bien acompañada por la falta de controles de los organismos gubernamentales. Una ciudad que acaba de conmemorar que, hace 23 años, una sucesión de explosiones en la Fábrica Militar se cobraron 7 vidas y daños materiales valuados por millones.


Pero los archivos de la localidad de Río Tercero recuerdan -además de aquel infausto episodio- cómo las industrias químicas se han ido cobrando vidas a lo largo de décadas en el interior de sus muros: las últimas, en el año 2007, cuando 2 operarios murieron en la planta de Petroquímica; víctimas que la memoria colectiva ha borrado muy rápidamente.

Trío Certero

El grupo Albaugh es una corporación importante a nivel mundial: se trata del mayor productor privado de herbicidas, fungicidas, insecticidas y reguladores de crecimiento. Es el único productor de 2,4-D y 2,4-DB del Mercosur, el segundo productor de Glifosato de Argentina y uno de los principales productores de Atrazina y Dicamba a nivel mundial, todos estos agroquímicos, camuflados bajo la etiqueta de “productos para la protección de cultivos”.

La compañía Atanor, que forma parte del Grupo Albaugh, es reconocida dentro de las tres empresas más importantes en producción de agroquímicos del mercado argentino.

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Petroquímica Río Tercero produce TDI (Disocianato de Tolueno) entre otros productos de línea química. A su vez, estos complejos fabriles están interconectados entre sí: el complejo estatal Fábrica Militar le provee a Petroquímica Río Tercero cien toneladas de producción diaria de ácido nítrico y esta última utiliza Fosgeno para la elaboración de productos.

El Fosgeno es un agente pulmonar que daña el sistema respiratorio de forma irreparable y puede producir la muerte por asfixia de forma inmediata; su historia está manchada de muerte, ya que el ejército alemán lo utilizó como arma química en los inicios de la Primera Guerra Mundial.

Dos operarios muertos y 40 internados

Eduardo Aime es abogado y técnico químico. Desde el año 2004 hasta el 2015, estuvo al frente del Área de Residuos Peligrosos de la Secretaría de Ambiente de la provincia de Córdoba. En esa década, se produjeron escapes de Fosgeno, de ácidos nitrosos, hubo más de 40 operarios internados por haber sufrido exposición a los gases y 2 trabajadores muertos.


En diálogo con Sala de Prensa Ambiental, el ex funcionario de Ambiente traza un panorama inquietante sobre una situación que, durante su gestión, tuvo que afrontar: “En el polo químico de Río Tercero, muchas industrias no aplican los protocolos de seguridad ni el mantenimiento de su infraestructura y esta situación se agravará con las dificultades económicas que atraviesa el país, por lo que es posible que comiencen a repetirse estos sucesos por falta de control e inversiones”, alerta el ex funcionario.


Aime hace referencia a los 4 incidentes de escapes de gas que se produjeron en el polo químico de Río Tercero durante el último mes. “El polo está, fundamentalmente, orientado a la producción de agroquímicos y las empresas de Río Tercero trabajan en conjunto con Atanor, por eso el tema de las industrias químicas es bastante complejo”, advierte Aime.

El temido fosgeno

Las factorías químicas de Río Tercero están bajo el control de organismos estatales pertenecientes a la municipalidad, a la provincia y a la nación. “En otras épocas, hemos hecho auditorías conjuntas con los 3 organismos por la magnitud del peligro que representa el polo químico riotercerense”. El ex funcionario de Ambiente cuenta que tuvo la oportunidad de visitar esas industrias varias veces durante su gestión: “En una de las oportunidades, acudimos por un escape de Fosgeno en el que fallecieron 2 operarios a raíz de la inhalación de este gas”. El 12 de junio de 2007, Jorge Molina, un trabajador de 53 años, murió en aquella jornada y, por la madrugada del día siguiente, falleció otro; Marcelo Martinelli, de 22 años. Ambos hacían tareas de mantenimiento en la planta de TDI (diisocianato de tolueno) en Petroquímica.

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“Hubo varios incidentes en Río Tercero con el Fosgeno”, relata Aime y los registros oficiales que figuran en un documento del Defensor del Pueblo de la Nación rubrican sus dichos señalando que “40 operarios de Petroquímica y de Fábrica Militar fueron hospitalizados, en tanto que una decena permaneció en terapia intensiva, tras haber sufrido una severa intoxicación por la emanación de gases de la planta química. En otro incidente, seis operarios de Petroquímica resultaron con quemaduras al manipular ácidos y, pese a la gravedad de estos hechos, aun después de la muerte de 2 trabajadores, Petroquímica Río Tercero siguió funcionando al día siguiente”. En ese mismo informe, se detalla “mientras se realizaban tareas de mantenimiento en un equipo de la planta de producción de TDI (diisocianato de tolueno), en Petroquímica Río Tercero, se derramó imprevistamente el compuesto químico en estado semisólido proveniente de la línea de succión de una bomba centrífuga. El derrame motivó que se salpicasen con esta sustancia cuatro operadores de modo directo y otros dos de modo indirecto. Los afectados fueron trasladados a dos clínicas locales y todavía no fueron dados de alta por sufrir síndrome post traumático”.

—¿Fue motivo de inquietud el polo de Río Tercero durante su gestión?

—Siempre, todo lo que es químico, continuamente fue un problema. Hace unos años, hubo un evento de contaminación del río. Es muy complejo el tema: Atanor, Petroquímica, Fabricaciones Militares… los controles tendrían que estar ahí todo el tiempo para fiscalizar.

—¿Es peligroso que este polo industrial se ubique cerca de zonas urbanizadas?


—Por supuesto, desde que se instaló, estuvo muy próximo a la ciudad, por lo que no existe una zona de exclusión más amplia como la que debiera tener. La urbanización está muy cercana y no da tiempo, en caso de que se desencadene una emergencia química, de reaccionar a la población. Si bien está instalado un sistema de alertas, no sé si eso bastaría si se desatase un hecho de gran magnitud”.


El ex funcionario, en diálogo con Sala de Prensa Ambiental, señala que ya no ocupa su antiguo cargo, a pesar de haber ganado un concurso porque el actual ministro de Agua y Ambiente, Ing. Fabián López, le quiso dar otro sentido al área, no validando su puesto: “Mi jurisdicción estaba conformada por técnicos e ingenieros, un espacio profesionalizado para realizar los controles” y agrega: “Si alguien va a ver qué se hace hoy en la Secretaría de Ambiente, la respuesta será obvia: nadie controla nada, lo que evidencia que necesitaban darle una mayor libertad a algunas empresas sin “molestarlas”. Pueden hablar con cualquier empresario del ramo y les dirán que nos los controlan”, afirma Aime.

Los cuatro incidentes en 32 días

El 2,4-D de ATANOR

María Luisa Pignata es doctora en Ciencias Químicas y trabaja en el Área de Contaminación y Bioindicadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, además de pertenecer al Departamento de Química, en la Universidad Nacional de Córdoba. María Luisa asegura que, en el polo químico de Río Tercero, “frecuentemente, hay escapes de ácido clorhídrico, nítrico y de amoniaco. Los escapes de ácido si bien son muy molestos, no son de alto riesgo porque no son cancerígenos. El amoniaco tiene un efecto irritante que promueve enfermedades respiratorias como asma o rinitis, pero no hay que temer en lo que hace a toxicidad”, explica la experta, pero aclara: “si el escape se produjera en Atanor, sería grave porque allí producen 2,4-D, que es un herbicida cancerígeno”.


Desde agosto de 2016, por resolución del propio Sergio Busso, ministro de Agricultura y Ganadería de Córdoba, en todo el territorio cordobés no se puede aplicar el 2,4-D en un periodo que va de agosto a marzo de cada año, bajo la promesa de una prohibición total, ya que tiene una deriva contaminante muy larga de hasta 30 kilómetros. Es más, la aplicación del 2,4-D está prohibida totalmente en el departamento Colón y en algunas pedanías de Totoral y Río Primero.


Las primeras denuncias sobre los efectos del 2,4-D y del 2,4-DB se generaron por parte de los productores de vides de la localidad de Colonia Caroya a fines de la década del ’90, quienes vieron afectada su producción por el efecto de este producto fabricado en Atanor y aplicado en los campos sojeros.

“Petroquímica y Fabricaciones Militares tienen una infraestructura muy obsoleta”, afirma la doctora en Ciencias Químicas: “Son tan arcaicas que, cuando uno las conoce, dice: ¿qué tipo de control ambiental se puede hacer acá? Ninguno, porque las roturas se producen permanentemente”, asevera María Luisa Pignata y continúa diciendo: “Esta desidia hace que haya que evacuar a los vecinos porque una sucesión de escapes de ácidos quema las vías respiratorias, es peligroso, no podés estar respirando eso” y agrega que “en Río Tercero, se genera un escenario muy complicado porque un gran porcentaje de los vecinos trabaja en esas industrias; si ese contexto no existiera, creo que los ciudadanos ya se hubieran movilizado hace años”.

Lluvia ácida sobre Río Tercero

—¿Esta consecución de escapes en la ciudad agrava el panorama?

—Sería muy grave si se produjera un escape de las sustancias de Petroquímica y Fábrica Militar simultáneamente con los compuestos orgánicos de Atanor; se formarían tóxicos en el aire y, en ese caso, hablaríamos de combinaciones altamente cancerígenas. Pero además, el efecto sobre el medio ambiente es delicado porque afecta el suelo y la vegetación, por ejemplo: en el lugar, está cayendo una lluvia ácida que mata la vegetación, afecta cultivos y suelos, ese es el efecto de una emisión de ácidos.

—¿Entonces, Río Tercero está sufriendo lluvias ácidas?

—Sin ninguna duda, y es una de las formas de contaminación del aire más conocidas por sus consecuencias; se podría decir que hay episodios de lluvia ácida, consecutivos y recurrentes en Río Tercero.

—¿Viviría en Río Tercero?


—Ni loca. No se pueden derramar, por descuido, toneladas de ácido, es la verdad. Se puede dispersar por alguna negligencia hasta que te das cuenta y cerras la válvula, pero toneladas no. Además, el polo químico industrial está muy cerca de la ciudad: primero, estuvieron las empresas, pero luego la gente que trabaja en esas industrias fue poblando los alrededores. En realidad, habría que hacer un evaluación del impacto ambiental, porque, además, si hay industrias que tienen chimeneas muy altas, la zona más afectada no es la que está debajo de los conductos donde está la fábrica, sino que esos tubos de escapes altos llevan una dispersión de contaminantes a mucha distancia. Es una locura, no debería suceder.


Respecto del último incidente ocurrido hace dos semanas, la experta señala que “si la pérdida fue sólo de ácido nítrico y se aisló a operarios y a la población que pudo haber estado afectada, el riesgo probable es por exposición a los ácidos: efectos en vías respiratorias y en mucosas”.

María Luisa Pignata afirma que “es muy serio que existan escapes de Fosgeno en la planta de Petroquímica. Ese gas es muy peligroso y tiene efectos mortales en las personas expuestas. Petroquímica amplió su planta por asociación con el grupo Piero para producir más TDI que se usa en la fabricación de espuma de poliuretano. Si no hay controles y las normas de seguridad no se cumplen, el riesgo es mayor que ante la pérdida de ácidos sulfúrico o nítrico.

Ante eso -advierte la especialista- debemos preguntarnos: ¿Cuáles son las garantías que brindan las empresas y los órganos de control para que estos episodios -que ponen en riesgo la salud física y psicológica de la población- no sucedan más? y ¿Por qué se repiten eventos de emisión de contaminantes que deberían ser excepcionales?”, se pregunta la Doctora en Ciencias Químicas de la UNC, y dispara: “Si a raíz de estos episodios de escapes masivos de contaminantes nos enteramos de que estamos ante actividades que significan un alto riesgo para las personas expuestas, ¿no podríamos pensar que, si ocurren estos “accidentes” no controlados por las empresas responsables, del mismo modo, podrían no estar controlando sus emisiones de contaminantes durante su funcionamiento habitual? ¿Cuáles son los valores de contaminantes atmosféricos que mide la Municipalidad de Río Tercero? ¿Los valores de concentración de contaminantes en aire se publican periódicamente? ¿Están dentro de los valores permitidos?

Interrogantes que se disparan haciendo responsables -tanto a las empresas como a los gobiernos- del futuro de una pequeña ciudad que, hasta ahora, se muestra como rehén de quienes están tomando decisiones irresponsables, en su rol de empresarios o de autoridades, jugando a ser alquimistas tecnologizados que buscan convertir en oro, la contaminación y la muerte en una ciudad asediada por crímenes químicos.

*Por Daniel Díaz Romero para Sala de Prensa Ambiental

Palabras claves: agrotóxicos, Conflictos Ambientales, Río Tercero

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