El festival de cine se quedó mudo

El festival de cine se quedó mudo
27 noviembre, 2018 por Gilda

En noviembre, el 33ª Festival Internacional de Cine de Mar del Plata comenzó con escraches y cerró con una ceremonia de premiación atípica, sin micrófonos en el escenario.

Por Redacción La tinta

El único festival de cine Clase A de Argentina -es decir, el único que tiene la misma categoría que los grandes festivales del mundo, como Cannes o San Sebastián- fue, en su versión 2018, un claro reflejo de las políticas -explícitas e implícitas- que vienen implementándose en nuestro país. El 33ª Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, organizado por el INCAA, inauguró con una atmósfera de abucheos, censura y silenciamientos.

Mientras el (ahora devaluado por su propia gestión) secretario de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, decía que había récord de rodajes en el discurso inaugural, desde el público se lo abucheaba por cínico y mentiroso, según los gritos que se alcanzan a oír en los videos disponibles en Youtube.  Ya la Mesa de Directorxs, en el Consejo Asesor y a través de un comunicado, había advertido acerca de la subejecución del presupuesto del Incaa, y la reduccion de la capacidad de financiamiento de las películas, además de la ausencia de un plan de fomento inclusivo y federal, mientras destinaron más de 150 millones de pesos en subsidios a las grandes empresas exhibidoras.  También denunciaron el vaciamiento de la CINAIN, cinemateca y archivo de la imagen nacional.

El corolario de la situación se dió durante la ceremonia de entrega de premios, donde Avelluto prohibió que quienes ganaron (entre quienes estaban las realizaciones cordobesas de Fernando Restelli  y también de Inés Barrionuevo), tuvieran micrófono abierto para expresar la paupérrima realidad de la realización cinematográfica argentina, que está en pie de lucha. Porque saben que un país que no apuesta a su cine y a su cultura es un país vencido. Un acto más de censura que la integrante del jurado María Alche salió a exponer mediante un comunicado en su cuenta de Facebook.

“Queremos repudiar la frialdad de la ceremonia de entrega de premios, donde los premiados no tuvieron voz, es decir no pudieron expresarse ni decir nada al recibir sus galardones, al mismo tiempo que no se leyeron nuestras justificaciones de los premios”, denuncia Alche. Y agrega: “Habíamos pensado unas palabras, pero aparentemente tampoco había lugar, y decían lo siguiente: Alrededor del mundo cada vez hay menos y menos dinero para la cultura. Considerar a la cultura como algo secundario, es considerar que lo que humanos crean para entender, cuestionar, representar y pensar del mundo en el que vivimos es secundario, cuando en realidad es la esencia de nuestra misión como seres humanos.

Como jurado se nos convoca para pensar, cuestionar y poner en perspectiva la relación que el cineasta tiene con el mundo, a través de sus personajes, de su puesta en escena, de su lenguaje cinematográfico. No permitirnos intercambiar estos pensamientos y justificaciones para los premios, es negar la comunicación, los lazos en una comunidad. Y no lo entendemos, ya que la cultura es el medio, el vínculo y el propósito de tal evento cultural”.

No es ninguna novedad pero no hay que cansarse de repetirlo:  el vaciamiento y el deterioro cultural es fundamental para aceptar las condiciones de dominación de los organismos internacionales que el actual gobierno neoliberal propone dentro de su agenda.  No basta con que los votemos en base a las fake news o el aglutinador del odio, porque esas estrategias (se sabe) son temporales. Quizás tengan más tiempo de vida, pero todo indica que muchas personas están tomando conciencia de ambas cosas, y trabajando en función de resistir y combatir las herramientas de la extrema derecha que, con Trump y Bolsonaro a la cabeza, atacan la posibilidad de un mundo más empático y más justo.

Ahora es el tiempo de impedirnos la siembra y para ello están trabajando, cerrando los micrófonos.

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: Cine, Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, María Alche, Pablo Avelluto

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