“El feminismo hizo atractiva a la política”

“El feminismo hizo atractiva a la política”
13 noviembre, 2018 por Redacción La tinta

Con su discurso en el Congreso, Ofelia Fernández se convirtió en una referente de la «revolución de las hijas», que logró modificar de parecer a diputados y diputadas que iban a votar en contra del aborto seguro, legal y gratuito. Cómo se vincula y transforma la política en una generación que intenta derribar al patriarcado.

Por Revista Cítrica

Así como no habría aborto legal sin lo que vienen haciendo desde hace tres décadas las mujeres de la Campaña Nacional por el aborto legal, seguro y gratuito; no habría padres, madres, abuelos, abuelas, diputados, diputadas, senadores y senadoras que cambiaran de postura en medio del debate, si no fuera por las hijas.

De esa forma nació «la revolución de las hijas». Una revolución hecha desde abajo, desde asambleas, desde estudiantes, desde las mujeres, desde sectores que no eran escuchados por la sociedad. Ofelia Fernández es hija y alumna. Y fue -con su discurso en la Cámara de Diputados en el que explicó por qué el aborto debe ser seguro, legal y gratuito- la voz de quienes no tenían lugar ni en el Congreso ni en los medios de comunicación. Y cuando eso pasa, cuando la voz de las que no aparecían antes en la política se impone, hay una revolución.


“Fue muy tremendo escuchar las intervenciones de diputados y diputadas que decían que estaban votando eso por sus hijas. Saber que fuimos nosotras las que defendimos nuestras banderas y conseguimos esto. Los y las que parecían estar destinados y destinadas a solamente aprender, teníamos algo para enseñar. Y eso llamó la atención”, explica Ofelia.


Ofelia, que fue presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional Carlos Pellegrini durante 2016 y 2017, se enoja cuando le dicen que su generación es el futuro. Sostiene que están cambiando el presente: “Estamos acá, interviniendo en la sociedad, participando en los hechos y generando resultados. A muchas personas más grandes les sorprende pero creo que eso tiene que ver con el resentimiento de que cuando tenían nuestra edad no cazaban una. Cuando tenemos la fortaleza y demostramos que somos presente, conseguimos que nos escuchen”.

—¿Crees que hubo una parte de la sociedad que subestimó a los y las adolescentes en este tema?

—Mientras nos caracterizaban, ya estábamos haciendo política: teníamos asambleas una vez por semana, discutíamos en reuniones de delegados y delegadas, y nos relacionábamos de una manera diferente. Los medios de comunicación más masivos y más retrógrados, siempre que yo hacía un móvil, antes me hacían escuchar un rato de lo que decían los panelistas. Y lo primero que se escuchaba era: «A estos chicos les lavan la cabeza». Y acusaban a docentes o partidos políticos de darnos letra.

Pero la teoría conspirativa se les cae a partir del momento en el que estamos firmes y decimos lo que pensamos, aunque nos hagan preguntas exóticas, aunque nos quieran tomar lección. Si te mostrás firme y tranquila, no tropezás. Cuesta reconocerlo porque somos jóvenes pero tenemos una trayectoria muy fuerte en materia de feminismo, entonces cuando estamos ahí y podemos hablar, en general sorprendemos. El movimiento secundario, con tantas derrotas en sus haberes, se merecía una victoria como ésta. Por eso, ahora tener esto, de lo cual fuimos protagonistas, y que creo que tiene destino de victoria, al movimiento secundario lo alza.

—¿Cómo transitaste tanta exposición después de hablar en Diputados?

—Trato de explotar la exposición, porque una voz joven y mujer no es algo común, ni que suele interpelar demasiado. Somos algo que generalmente se calla y se desautoriza. Siento que mi consigna es la de aprovechar este espacio. La juventud y el Centro de Estudiantes tienen una carga de discusión muy fuerte y que muchas veces no se ve. Incluso, muchas veces más fuerte que la que se tiene en las facultades y en otros espacios de militancia, porque acá hay como una euforia y una rebeldía en la que todo el tiempo estás cuestionándote cosas.

—¿Cómo te acercaste al movimiento feminista?

—Mi primer acercamiento se dio con él «Ni una menos». Escuchaba la consigna y me sentía muy triste, porque en los secundarios estás más acostumbrada a luchar por la positiva. Y decir «ni una menos» no era estar diciendo «quiero esto». Estábamos pidiendo que -como mínimo- «no nos maten». Era un horror.

En lo personal yo me acerqué con el femicidio de una piba que era amiga de mis amigas, Lola Chomnalez. Era un momento donde no pensábamos a la política como algo que estuviera cerca de lo humano, de lo sensible. Creo que el feminismo reformuló eso y hoy es el movimiento de mayor capacidad de movilización y de injerencia en Argentina. Además logró una transversalidad en los secundarios que genera este término de la «revolución de las hijas». Ahora hacer política es hacerlo desde una perspectiva feminista. El feminismo es nuestro, y en base a eso empezamos a construir la alternativa con la que soñamos.

—Justamente al femicidio de Lola los medios de comunicación no lo trataron como tal.

—Creo que si hoy se repitiera, sería muy distinto el tratamiento. En aquel entonces los medios preguntaban “¿Por qué Lola estaba sola en la playa?” “¿Buscaba marihuana?”. La intentaban manchar. Con ella, fue un poco menos que con otras, porque era una piba blanca, que estaba en Valizas, de vacaciones. Cuando tratan el caso de una piba pobre es mucho peor.

—¿Cuál crees que debe ser la próxima batalla que habría que dar después de la del aborto?


—Si pienso a nivel secundario, en todas las tomas de colegio, la Ley de Educación Sexual Integral es una de las consignas. Creo que a partir del aborto, debe materializarse lo más pronto posible. Y va a pasar. Cuando se tomaron los colegios dos días antes de la votación y a la ministra de Educación le preguntaron por las tomas, ella dijo que no podía hacer nada porque no era diputada. Entonces le dijimos: «Pero señora: ¿La ley de Educación Sexual Integral no le compete?». Siento que desde ahí la presión se empezó a establecer. Y esa es la conquista que tenemos por delante en las escuelas. La ESI es mucho más de que nos enseñen a usar un forro. Es empezar a hablar de placer, a hablar de orgasmo femenino, hablar más de diversidad sexual y menos de homofobia.


—¿Qué ocurre con las masculinidades hegemónicas actualmente?

—A los varones les cuesta. Las mujeres somos reacias a tener a un hombre encabezando nuestro movimiento, eso tiene un sentido porque nosotras estuvimos aplastadas durante toda nuestra vida. Entonces, si no somos protagonistas cuando estamos luchando por nuestros derechos ¿cuándo lo seremos? Los varones están entendiendo eso, aunque también pretenden generar su momento de protagonismo y de dominación: encuentran el protagonismo al decir “yo me deconstruí”. Y me parece que el verdadero trabajo es el de asumir la incomodidad y no el de decir «esto ya lo superé». Discursivamente «somos todos feministas» y «lo tenemos re claro» y «estamos mal con el patriarcado». Pero de golpe hay cosas, en los hechos, y de cómo nos movemos, que todavía no sabemos reconocer. Hay muchos varones que reconocen muchas conductas viéndolas, pero las practican inconscientemente.

—Antes no se planteaba en las aulas si un aborto debía ser legal, seguro y gratuito o clandestino….¿Eso cambió ahora? ¿Cambiaron los y las docentes o son las pibas las que los obligaron a cuestionarse ciertas cosas?

—Creo que lo nuestro es autogestivo. Los y las docentes no tienen nada para enseñarnos en este sentido. Y creo que para mí esto es lo mejor, porque lo más peligroso del aborto, cuando todavía no se había ganado culturalmente tanto espacio, era el juicio entre tus pares. Es decir, ser la que abortó, ser la puta que abortó. En los pasillos se decían cosas como que «abortó con merca» y otros delirios. Había un juicio, y un demonio alrededor del aborto. Ahora una vez que pase la ley, sería bueno que la institución se preste a ese fenómeno, y no que el fenómeno dependa de la gente que lo vive. Como de firmar una garantía de que hoy nosotros y nosotras lo pensamos así, nos relacionamos así, y que no tiene que quedar en el momento, sino generar algo que permita que las próximas generaciones tengan la posibilidad de plantearse esto mismo, y más. Ahora las pibas de primer año hablan con la «e» con mucha naturalidad. Y yo no puedo, yo sigo diciendo nosotros y nosotras. Eso está pasando pero lo que falta es un comportamiento institucional ante este fenómeno que para nosotros y nosotras está más que claro. Por eso es que repito que todo esto es completamente autogestivo. Queremos hacer jornadas de toda la comunidad educativa, entre docentes, no docentes y estudiantes para realizar discusiones en torno a estos temas.

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(Imagen: Lucía Prieto)

—¿Y hay apertura para eso?

Pienso en mi primer año en el Pelle, y en cómo está ahora, y es otra escuela. Y eso se ve reflejado en que se generaron nuevas libertades, y nuevos lazos. Por ejemplo, cuando yo estaba en primer año, y mi hermano estaba en quinto, yo lo saludaba corriendo, y me iba, porque el patio era de los grandes, y ahora, a partir del feminismo y de pensar las relaciones desde otra manera, hay algo que se generó y que es mucho más ameno. Creo que tiene que ver con que las mujeres ahora ya no competimos, y también hay muchos varones que se están encontrando con esa nueva masculinidad, con lo cual también tienen otras actitudes.

—¿Y por fuera de este colegio?

Hay colegios en los que no se permite tener una asamblea jamás y nosotros y nosotras podemos tener una cada dos semanas. Eso es cierto. Pero de cualquier forma está ocurriendo en todos los colegios. Algunos que apenas tenían centros de estudiantes hoy tienen una gran organización; el feminismo hizo mucho más atractiva a la política. En 2014, la Coordinadora de Estudiantes de Base, sólo tenía varones de distintas organizaciones políticas, rosqueando, muy violentos, muy agresivos, y eran organizaciones discutiendo representadas por presidentes varones, y no solamente dejaban afuera a las mujeres en esa discusión, sino también a las personas a las que no les interesa pensar desde esa óptica tan violenta. Estaba esa cuestión “de hombres” de pelearse a muerte para después terminar haciendo algo juntos, y eso siempre sale mal. Creo que a partir del feminismo empieza a haber muchas más representantes mujeres. Ahora el 80% de los colegios los presiden mujeres. Y cuando yo era presidenta era la única. Ahora hay muchas, y parten de un acuerdo. Por supuesto hay diferencias ideológicas, pero las discusiones las damos desde otro lado.

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(Imagen: Lucía Prieto)

*Por Revista Cítrica / Imagen de portada: MAFIA.

Palabras claves: feminismo, Ofelia Fernández

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