“Toda educación es sexual”

“Toda educación es sexual”
29 noviembre, 2018 por Redacción La tinta

Por Agustina Dimola para Almagro Revista

La facultad de Filosofìa y Letras de la UBA es un laberinto donde paredes, sonidos y todos los que la transitan dialogan el mismo lenguaje críptico. Donde lo interesante es poder sentarse a descifrarlo. En el segundo piso, el laberinto desemboca en el despacho de la decana Graciela Morgade. A primera vista hay un escritorio amplio y abarrotado, junto a una virgen abortera recién llegada, un obsequio de una virgen católica intervenida con un pañuelo verde y vestida con una remera que reza: “El futuro es feminista”. Y acá está claro que el peso de lo simbólico no puede librarse al azar del entendimiento.

Doctora en Educación, especialista en educación sexual con enfoque en género y derechos humanos. Morgade posee los pergaminos indicados para hablar con autoridad de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), tan debatida en tiempos de deconstrucción y liberación, de reconocimiento de disidencias y del largo conflicto que se halla en el mismo seno de la construcción de las identidades propias y ajenas.

—En esta época, a veces cargada de sobreinformación, la información o la desinformación es una idea política. Cuando hablamos de la ESI, ¿el lugar de los educadores es plantarse también en una idea política?


Es absolutamente política. Toda educación es política y toda educación es sexual… esos son nuestros lemas. Desde ese lugar la ESI es absolutamente política. Uno de los libros que tenemos nosotras, uno de los libros del equipo se llama Toda educación es sexual y está orientada a una pregunta de la pedagogía crítica que es: ¿Toda educación es política? De modo que de todas formas estamos hablando de poder, básicamente. Si además lo vinculamos con la sobreinformación también tiene que ver con el lugar de la escuela. Como espacio, como lugar de abordaje, de recuperación de diferentes voces, de diferentes miradas y también una lectura crítica de lo que circula. La ESI tiene ese propósito.


—¿Podemos aplicar la ley en las distintas etapas de la educación formal?

La ley que se votó en el año 2006 es una ley muy sintética que estableció el carácter de integral, también estableció muy pocas características de la implementación y le dejó la responsabilidad al ministerio de Educación. Primero el ministerio tenía que convocar a un equipo de especialistas que de hecho yo integré. Teníamos que producir un material, un documento de base para la elaboración de lineamientos curriculares. Cuando se reúne el equipo de especialistas que estaba formado por personas que venían de la academia, representantes de la educación estatal y de la educación privada, también lo que se estableció es que la ESI se dictaría desde el nivel inicial hasta el nivel superior, la formación docente (el terciario). Además, que el carácter integral de la ESI sería según las edades y características de cada nivel, cada uno de los contenidos que se procesan en las escuelas (porque en todos los niveles hay enseñanza) tienen que estar analizados, permeados y transversalizados por la perspectiva de la educación sexual integral con el enfoque de género y derechos humanos. Entonces es un proceso complejo de atravesamiento por nivel y de todos los lineamientos curriculares que establecen algunos principios según cada uno de ellos.

—¿Estos lineamientos se fueron modificando?

Se votaron en el 2008 y ya. Lo que se fue modificando y que es muy interesante políticamente es cómo cambió el programa nacional, que fue el ámbito en donde el ministerio de educación tenía que garantizar la implementación… el programa nacional de ESI empezó su camino con el cometido de sensibilizar, difundir, hacer que se aplicaran los lineamientos siempre sabiendo que la gestión de la educación en nuestro país es federal: la educación inicial, primaria y secundaria, y la formación docente depende de las provincias. Entonces las provincias tenían que hacer una apropiación de la ESI, incluirla dentro de sus propios planes de estudio, incluirla dentro de sus proyectos de capacitación, y el ministerio nacional obviamente siempre haciendo fuerza con la presión del Estado. Durante el gobierno kirchnerista eso tuvo diferentes suertes, en algunas provincias hubo una implementación interesante y de alguna manera una fuerte receptibilidad y en otras aun afines al gobierno nacional no hubo. Por ejemplo en la provincia de San Juan. En San Juan, aun siendo una provincia muy afín con el gobierno de ese entonces, durante años no se aplicó la ley de educación sexual integral. Desde el programa hubo saltos sobre todo con temas que tienen un fuerte contenido social, de debate social. Estos saltos cualitativos, conceptuales y de ampliación de la ESI sucedieron con los debates de la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género del 2012, la primera gran marcha de Ni una menos, y a partir del 2012 la ESI comienza a tener un gran componente feminista.

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(Imagen: Mariano Campetella)

—De alguna forma le vamos pidiendo cada vez más a la ESI…

Exactamente, cada vez más. Y cuando hablamos de 10 años, estamos hablando de 10 años en los contenidos donde algunas cuestiones no estaban visibilizadas, ni las identidades sexogenéricas que hoy se autodesignaron con el movimiento LGTTTBI que estaban en construcción, lo mismo con la idea de las infancias trans. Hay compañeras que dicen “la ESI no habla de infancias trans” y yo les digo… (y me podés creer porque tiene que ver también con mi propia trayectoria) que cuando se estaban discutiendo los lineamientos, la categoría infancias trans tampoco estaba desarrollada teóricamente. Entonces muchas aperturas que ahora se le piden a la ESI no estaban establecidas. Pero justamente eso es lo dinámico de la educación. Intentábamos problematizar básicamente el sentido común que es como esencializante. En esencia, la naturaleza pone a los cuerpos en la dimensión histórica y cultural que tienen. Y sobre todo es una mirada crítica sobre los procesos y la situaciones de violencia que las personas sufren. Por su condición sexogenérica, la violencia de género, la violencia homolesbotransfóbica… que son maneras que las sociedades tienen de repudiar e intentar controlar las sexualidades disidentes. La ESI tiende a visibilizar y a promover un pensamiento crítico, y también tiende a promover que se conozcan las leyes de nuestro país.

—Uno de los saltos en el debate fue la ley de despenalización del aborto y la ESI tomó protagonismo como recurso para aquellos que no estaban a favor de la ley. ¿Lo irónico es que en algún punto la ESI dialoga con el aborto y con esta problemática?

Y además los mismos grupos que decían “más educación sexual” se opusieron en el momento en que se votó… y de eso hay fotos… está registrado. Lo que pasa es que hay un recurso político clásico que es patear para adelante la decisión, dicen “yo no tengo ninguna solución”, porque esos grupos no ofrecieron ninguna solución y después propusieron más educación sexual. Ahora esos grupos están apelando a lo que yo llamo una campaña del miedo, una campaña para aterrorizar a las familias diciendo “con mis hijos no te metas”, acusando a la ESI de una manera muy violenta de estar promoviendo actividades promiscuas, de estar atacando a la familia en su sentido más profundo, cuando lo que hace la educación sexual es considerar que los niños, las niñas y les niñes son sujetos de derecho y que quien tiene que garantizar el derecho es el Estado, y que si dentro de la familia hay violencia o abuso el Estado tiene que intervenir y combatirlo.

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(Imagen: Mariano Campetella)

—La ESI puede ayudar a reconocer esas situaciones. Pero se tiende a pensar que con la ESI se buscar hacer apología o implantar ideas, cuando en su construcción no se busca ni más ni menos que garantizar que todos se expresen con libertad.

Bueno a mí me da un poco de risa cuando dicen “le van a enseñar a los chicos a masturbarse”. Yo pregunto quién tiene que enseñarle a alguien a masturbarse… es producto de la propia exploración. Lo que hace la educación sexual es tratar de reconocer que justamente la exploración del propio cuerpo forma parte de la construcción de la identidad y que la dimensión represiva, moralizante, y fuertemente religiosa no ha tenido ningún efecto. Entonces es como dicen las compañeras de España: “Si no hay educación sexual en la escuela, la única educación sexual es la de los videos pornográficos, la que se tramita entre pares o incluso la de la represión que termina siendo más patológica aún”. Yo creo que la mayoría de las personas que están agitando el terror, tuvieron terror, tienen terror de la cantidad de personas que están marchando en la calle. Tuvieron miedo a perder lo que desde su perspectiva es pensar que los hijos, las hijas o les hijes son de su propiedad. Es pensar que eses niñes son vulnerables, que hay que tutelarlos o condicionarlos.

—¿Hay una especie dificultad en la ley, sabiendo que tienen que lograr que todos los educadores sean parte de este cambio de paradigma?

Si vos pensás que el sistema educativo tiene un millón de docentes… llegar a formar a tantas personas, llegar al cambio interno de las propias ciencias que sirven de base para lo que se enseña en las escuelas… Porque la línea de investigación que se sigue para la UBA es esa, tratar de discutir el endocentrismo científico y también ver las formas de transformación del conocimiento que está presente en la formación docente. No es solamente hablar de derechos, también es ver cómo se construyó el conocimiento por ejemplo en la geografía. Hasta qué punto la geografía aloja la perspectiva de género y derechos, y problematiza el espacio, los territorios, desde la perspectiva de los grupos o de las mujeres… son cuestiones muy silenciadas todavía. Y eso no es necesariamente hablar de los derechos sino que las voces que con derecho hay que incorporar en la construcción del conocimiento puedan tener lugar.

—Que ya hace tiempo que vienen queriendo hablar…

Sí y es notable que en la facultad de Filosofía y Letras, que tiene hace casi ya treinta años su instituto de estudios del género, de todos modos sigue habiendo una especie de resistencia diría yo. Porque las compañeras que logran que se hable de género tienen materias optativas, o van entrando cuando hay algunas jornadas y debates, pero todavía son periféricos.

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(Imagen: Mariano Campetella)

*Por Agustina Dimola para Almagro Revista / Fotos: Mariano Campetella.

Palabras claves: educación sexual, UBA

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