Un encuentro en busca de masculinidades contrahegemónicas
Durante el pasado fin de semana largo de noviembre, se realizó el «VII Encuentro Latinoamericano de Varones Antipatriarcales» (ELVA). Con sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, más de 2000 personas se acercaron a debatir, explorar y compartir momentos deconstructivos y feministas.
Por F Javier Vargas para La tinta
Una instancia de encuentro masivo
Éramos bastantes. Desde el primer día, en la sede de ATE Nacional, varones, marikas, pakis y distintas identidades disidentes nos encontramos para buscar respuestas y nuevas preguntas en este contexto de oleada feminista. En esa primera instancia, agrupaciones e independientes se presentaron, contaron sus expectativas, sus urgencias y sus orígenes, lo que le dio al Encuentro su carácter Latinoamericano: Uruguay, Brasil, Perú, Chile, Colombia y Honduras dijeron presente, como también varias provincias del país.
Luego, como estaba establecido en el cronograma, fuimos invitados a participar de la Marcha del Orgullo, una de las más convocantes del mundo. Este primer día dejó sabor a breve, porque los encuentros que se podían llegar a dar en la marcha eran mínimos y dispersos. El plato fuerte fue el segundo día, ya en la Universidad de Avellaneda, cuando se dio lugar a los paneles y talleres.
Con el sol bien arriba, a las 11 del domingo, comenzaron a llevarse a cabo los talleres que distintas agrupaciones habían preparado. Educación Sexual Integral (ESI), salud reproductiva, machismo en organizaciones, paternidades, aborto, infancias y masculinidades en situación de encierro, fueron algunos de los temas que se abordaron en estas instancias. Algunas se corrieron del eje: la necesidad de conversar otras cuestiones, a veces, se imponía; pero, en su mayoría, hubo satisfacción en el desarrollo de los pequeños encuentros.
Quizás, además de los talleres, lo más enriquecedor se dio en los pasillos. Las conversaciones casuales con asistentes de otros lugares, las breves charlas en las filas para comprar comida y las curiosidades ante tipos de vestimenta, expresiones o realidades diferentes. La mayoría de quienes estábamos ahí eramos jóvenes, aunque había algunos adultos que, principalmente, se enmarcaron dentro del ámbito sindical, lo que demostró la urgencia de esos espacios en materia de género.
También se podía ver que había un grupo de compas -más reducido- que se conocía de hacía más tiempo, que venían de Encuentros anteriores. Una especie de mesa chica que, con alguna nostalgia, añoraba la intimidad que se generaba en otros años, pero que estaba alegre con la masiva convocatoria y las expectativas que esto generaba para el futuro.
“Creo que este encuentro tuvo momentos de grandes discusiones políticas, pero también estuvo cargado de una emotividad muy profunda. Eso se sintió mucho porque, más allá de los talleres, los paneles nos demostraron que todavía estamos en una construcción que tenemos que realizar en sintonía con las compañeras”, planteó Mati Barbo, miembro de la organización del ELVA y del Colectivo de Varones Antipatriarcales CABA.
Los paneles como momentos centrales
El primer panel tuvo como invitadas a compañeras de la Campaña Contra la Violencia Hacia la Mujer y de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Ambas disertaciones pusieron el eje en cómo se organizaron; en un relato vivencial y descriptivo de la experiencia que fue generar otro tipo de encuentros, de relaciones. En las estrategias que se llevaron a cabo, en las dificultades que afrontaron y que afrontan al día de hoy. No dejaron de hacer notar que era extraño estar frente a tantos varones, pero también veían con buenos ojos esa necesidad de encuentro que nos había surgido y que evidenciaba un triunfo del feminismo.
Al momento de las preguntas, se notó que, todavía, necesitamos que nos digan qué hacer: ¿podemos llevar el pañuelo verde? ¿podemos ir a las marchas feministas? Las respuestas fueron claras y concisas: “Si vas a llevar el pañuelo o ir a la marcha, ya tenés que haber transitado un proceso interno que va más allá de las tareas del hogar o del cuidado”. Las compañeras apelaron a nuestra responsabilidad como varones (principalmente, aquellos auto percibidos hetero-cis) de hacernos cargo, de preocuparnos más en llenar nuestros espacios de privilegios con feminismo, de resolver contradicciones internas, antes de preguntarnos si podemos ocupar el lugar de las mujeres, lesbianas y trans en la lucha feminista. Ellas no tienen por qué dedicarle tiempo a buscar esas respuestas.
El segundo panel, denominado como principal y que se realizó en la tarde noche, estuvo conformado por la activista travesti Marlene Wayar, la socióloga feminista Dora Barrancos y Say Sacayán, hermano de Diana Sacayán, víctima de travesticidio en 2015.
“Después del panel, yo me quedé como bastante impactado por las vivencias que se explayaron. Nosotros, por ahí, estamos discutiendo cuestiones como ‘qué hacemos con nuestro amigo machista’ o ‘qué hacemos con el grupo de Whatsapp donde pasan porno’, pero al escuchar esos relatos en carne viva de lo que realmente pasa en las poblaciones más oprimidas… me hizo pensar en perspectiva cuál es el lugar que ocupamos”, comentó Campa Allen, también miembro de la organización del ELVA y militante de Mala Junta.
Faltaría también ver qué nos podemos decir los varones entre nosotros. Tal vez, faltó un panel donde haya habido un constructo teórico nuestro, de masculinidades, porque allí hay una vacante, un espacio semi-vacío. Esto para evitar caer en un extractivismo: que otras identidades generen el contenido y que nosotros nos agarremos solamente de ahí, siempre con la idea de “estamos aprendiendo” o “mirá cuánto nos falta”. Para considerar en el horizonte de futuros encuentros.
Hacia un encuentro ¿de varones? netamente latinoamericano
El último día, el menos concurrido, fue para discutir en comisiones y realizar una breve plenaria de cierre. Como es común luego de estos momentos movilizadores, muchos quedamos con más preguntas que respuestas. Y también con el desafío de expandir las cuestiones vividas, de llevar esas discusiones a nuestros espacios: ya sean públicos o íntimos. Mati Barbo, en relación a esto, comentó: “Después de este encuentro, que atiende a la coyuntura y a todo lo que han conquistado las compañeras del movimiento feminista de mujeres, muchas personas que asistieron y que participan de organizaciones mixtas se llevan un compromiso de pensarse ellos a la hora de articular con sus compañeras en esos espacios”.
La palabra varón, en el título del encuentro, fue un momento de discusión interesante, ya que se puede considerar que el término excluye a otras identidades. Aunque no fue un tema principal, queda en el aire el inicio de un proceso de cuestionamiento, muchas personas que asistieron no se consideran varón o, al menos, discuten qué implica que te asignen esa categoría al nacer.
Al respecto, Campa Allen expresó: “Creo que es el debate menos rico. Porque queda en las individualidades de las percepciones y no tanto en el reconocimiento de estos procesos políticos que hacen a la colectividad y que hacen a la transformación de una sociedad. Si, efectivamente, reconocer el ser marika, el ser varón trans, el ser no binarie, el ser bisexual, amplía una identidad política que construye, que aporta a los procesos deconstructivos, a los procesos transformadores de la sociedad, en mi opinión personal, es algo que debería de incorporarse. Pero, al mismo tiempo, deberíamos discutir cuál es el aporte político real de estas instancias, más que apreciaciones individuales”.
En esta última jornada, además, se confirmó que el próximo encuentro se realizará en Uruguay. Fue una propuesta de “Traidores de papá”, organización del país vecino que dice presente desde hace varios años. “Los estamos conociendo y reconocemos su trabajo. Vienen haciendo acercamientos con la Comisión Organizadora desde hace más de dos años y hay que darles una oportunidad para que todos los espacios puedan crecer”, dijo Campa Allen.
Por otra parte, la confirmación de la sede implica, en palabras de Mati Barbo, “un desafío latinoamericano, pensarse a nivel regional, con redes, con puentes, ya que, sin darnos cuenta, estamos laburando lo mismo en diferentes territorios. Vamos a tener que profundizar en estrategias para, como organizaciones, mantenernos unidas”.
Esperemos que la realización en otro país no deje de lado las instancias a nivel nacional, donde también podamos avanzar en la perspectiva de género y sigamos discutiendo e incomodando nuestro accionar como varones dentro de la sociedad. Que no sea solamente una visibilización de números y de hechos, de careteo, como se dijo en algún taller, y que, realmente, aportemos a esta causa antipatriarcal.
*Por F Javier Vargas para La tinta.