Las personas y las historias trans, excluidas del mundo audiovisual

Las personas y las historias trans, excluidas del mundo audiovisual
9 octubre, 2018 por Gilda

Los escasos personajes transexuales que se pueden ver en pantalla son interpretados, en la mayoría de los casos, por actores y actrices cis del género opuesto, hecho que agrava la estereotipación y la exclusión laboral de las personas trans.

Por Fátima Elidrissi para Pikara Magazine

Los personajes transexuales brillan por su ausencia en el cine y la televisión de todo el mundo, a pesar que, en España, por ejemplo, las personas trans representan el uno por mil de la población. De ahí que su presencia en películas y series todavía genere titulares, tanto por el hecho de existir como por el intérprete que los encarna. Especialmente, cuando un actor cisgénero es elegido para meterse en la piel de una mujer trans –como ha ocurrido recientemente con Paco León en la serie de Netflix La casa de las flores– o una actriz cis hace lo propio con un hombre trans –véase el caso de Scarlett Johansson en Rub and Tug y su posterior retirada tras conversar con la comunidad trans y comprender los problemas detrás de su selección. Desde la perpetuación de estereotipos que denigran a las personas trans y niegan su identidad a la exclusión laboral. Porque si los pocos personajes trans del audiovisual recaen en intérpretes cis, parece utópico imaginar que un actor o una actriz trans pueda encarnar a un personaje cis.

Carla Antonelli, actriz y diputada de la Asamblea de Madrid por el PSOE, explica la cuestión del siguiente modo: “El problema no es de actores o actrices a los que ofrecen un papel. Yo entiendo que para él o ella suponga un reto y no voy a estigmatizar. La falta de concienciación viene de las productoras, los jefes de casting y los directores. Creo que hay cantera suficiente y que no ha habido propósito ninguno de encontrar actores trans para interpretar a personajes trans”. Habla con conocimiento de causa: ella dio vida al primer personaje principal trans de nuestra televisión, Gloria, en El síndrome de Ulises, cuyas tres temporadas emitió Antena 3 entre 2007 y 2008.  “Está muy bien la intención de visibilizar las realidades trans, pero, al final, no somos protagonistas de nuestra propia visibilización, lo que se convierte en una paradoja.  Por muy buena que sea la interpretación, que las ha habido y las habrá, al espectador le quedará en la cabeza que algo falla, que algo no encaja”, añade Antonelli.

En esta línea, se expresa también la CISterna Transfemmenista, proyecto para denunciar la transmisoginia en las redes creado por una activista trans, que señala: “Todavía está muy arraigado el concepto de mujer trans = hombre vestido de mujer y ridículamente afeminado, y el de hombre trans = mujer valiente que se corta el pelo y es fuerte”. Y continúa diciendo: “A las mujeres trans nos insultan en masculino, nos llaman maricones, nos pegan por vernos como tíos afeminados que se ponen vestidos. Por mucho que la serie [se refiere a La casa de las flores] sea una oda a la maravillosidad de las mujeres trans, el espectador seguirá viendo a las mujeres trans como señores vestidos de tía. Y eso es un problema enorme para una comunidad como la trans, que tiene una tasa de suicidio altísima por culpa de este tipo de violencias cotidianas”.

De la misma opinión es Mar Cambrollé, presidenta de la Federación Plataforma Trans y presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía-Sylvia Rivera. “Primero, no dan espacio a las actrices trans y nos siguen situando en ese estereotipo que niega la identidad trans como algo natural. Es vejatorio y niega la autenticidad de las identidades trans porque se sigue haciendo hincapié en el sexo asignado al nacer”, señala. Segundo, el hecho de otorgar un personaje trans a un actor cis niega el acceso a un trabajo a las personas transexuales, cuya presencia en el audiovisual es prácticamente nula. En términos generales, Cambrollé recuerda que la exclusión laboral de las personas trans alcanza el 85% de desempleo, según la Organización Internacional del Trabajo, que, por consiguiente, lo considera uno de los colectivos más vulnerables. “Y, después, hay un factor añadido y es que, una vez tienen un trabajo, siguen sufriendo discriminación por parte de compañeros, encargados, jefes, el mobbing o acoso laboral”, añade Cambrollé.

Abril Zamora, actriz, guionista y directora de teatro y televisión, es la excepción que confirma la regla. “Yo comencé la transición hace prácticamente un año y empecé a trabajar justo después porque tuve mucha suerte. Pero no es lo que pasa”, señala la intérprete, Luna en el drama carcelario de Fox España Vis a Vis. “Yo creo que me benefició haber trabajado antes como actor, sobre todo porque estaba muy metida en el meollo. Cuando me llamó la directora de casting, me dijo que el personaje era una chica con un problema con las drogas y una secuencia, que no tenía nombre y que creía que yo podría hacerlo bien. Y como les gustó mucho la prueba, la hicieron crecer”, explica.  “Nunca se habló de que fuera trans, aunque era obvio porque lo interpretaba una actriz trans en un proceso muy inicial de la transición. Sin embargo, su trama no se centra en la transexualidad: se puede mencionar en algún momento como un rasgo, pero nunca se incide en eso. Creo que eso es la integración” , asegura. Por desgracia, lo más habitual es todo lo contrario.

“El gran tópico al que se reducen prácticamente todos los personajes trans es que sus arcos argumentales, sus historias, siempre giran alrededor del tránsito, normalmente muy medicalizado y a través de operaciones”, explica Pol Galofre, activista trans y coordinador de la iniciativa Cultura Trans. “Normalmente, los personajes trans están puestos en la ficción para sorprender al espectador, explicar el proceso de tránsito médico en concreto o hablar de cosas que giren en torno al hecho de que sea trans. Eso genera personajes unidimensionales cuando las personas trans son personas con historias de amor, problemas laborales, problemas familiares y muchas otras historias”, cuenta mientras desgrana los estereotipos que dominan la representación del colectivo trans en el cine y la televisión.

“Siempre que aparece un personaje trans, hay un desnudo integral porque parece que el público tiene la necesidad de saber qué tiene entre las piernas”, señala Galofre. “Otro tópico muy utilizado con las mujeres trans cuando no son visiblemente reconocibles como trans es revelarlo para que el personaje heterosexual que se ha sentido atraído por ella tenga un momento dramático donde vomite y llore porque piensa que se ha enrollado con un hombre. Hace referencia a una transfobia clásica que es negarle la identidad de mujer a las mujeres trans no solo cuando aparecen físicamente, sino que es una broma muy recurrente. Piensan que es un hombre y si se ha sentido atraído hacia él, entonces será homosexual”, asegura. Y desde esta perspectiva, se introduce otro conflicto habitual: si una persona hetero cis puede amar a una persona trans.

Respecto a los hombres trans, “es muy curioso porque hay muy poca representación en el audiovisual”. Y Galofre profundiza en el tema diciendo: “En la historia del cine, si analizas los personajes masculinos que han aparecido vistiendo ropa de mujer, siempre es para denostarlos, reírse de ellos o decir que son psicópatas. En cambio, cuando son mujeres que se visten de hombre, suelen ser relatos de empoderamiento. Esas mujeres nunca llegan a transitar y ese proceso es una manera de liberarse, conseguir el amor o tener una vida más libre. Esto me hace pensar en las formas diferentes que tenemos de entender el travestismo y las presiones de género que aparecen sobre la masculinidad y la feminidad, cómo la feminidad es algo de lo que reírse y, en cambio, la masculinidad está premiada en todos los aspectos”.

Repasando estos tópicos, Zamora advierte: “Si existiera todo eso en la ficción española, me daría con un canto en los dientes. Me parecería un avance que hubiera personajes trans, aunque fuera una prostituta que quiere operarse”. Y este será, precisamente, el debut como actriz de la fotógrafa Freyja Autumn en la película independiente de Isaac Ulam Bronko, una crítica a la sociedad normativa, cuya presentación está prevista para 2019. “Yo tengo amigas que se están prostituyendo para poder operarse. Sé que no debería mostrarse solo eso, pero es real. Mi personaje quiere cambiar de vida y hace esto porque lo necesita, no porque le guste”, explica. Sobre su producción fotográfica, un medio de expresión donde trabaja temas sobre identidades trans y se utiliza a sí misma como modelo, Autumn señala: “Encuentro necesario y terapéutico hablar de nosotras”. Y reconoce que todavía se encuentra con rechazo en las redes sociales, por lo que añade: “El hecho de salir a la calle ya es hacer activismo para mí. Porque existo y es visibilizarnos: no solo estoy en la noche, también voy al médico, a trabajar o a comprar. Eso nos ayuda tanto a nosotras como al resto de la gente cis”.

Hablando de narrativa trans y de protagonizar su propio discurso, la cómica y humorista gráfica Elsa Ruiz lo tiene claro: “Yo estoy muy cansada de las historias que se cuentan siempre en los medios. Hay que hablar de las personas oprimidas y los problemas que enfrenta el colectivo para ponerlo de relieve, pero también hay que contar historias bonitas”. Como hace ella en sus monólogos y sus cómics. “Yo siempre digo de broma que estoy teniendo una transición tan bonita que ya le hubiera gustado a España porque mi familia, mis amigos, todo el mundo me apoya mogollón. En la ficción, hay muy escasos referentes trans y lo que tenemos que hacer como sociedad es como en Españoles en el mundo. Ahí no te sacan a alguien que está viviendo en Taiwán en un contenedor de basura: sacan a un tipo que vive en un casoplón como la plaza de toros de Las Ventas y que luego tiene las narices de decir yo vine aquí por amor. Necesitamos los casos de éxito”.

Sobre la elección de actores cis para interpretar a personajes trans, Ruiz es tajante: “No es por ser políticamente correcta ni por ser buenista ni por la cuota de paridad, es que el sistema audiovisual no es más que una representación especular de la realidad”. En respuesta al argumento, bastante extendido, de que utilizar un actor cisgénero puede ser lo adecuado si el personaje trans aparece antes de la transición, defiende: “No. Hay una cosa que se llama caracterización y encima le vamos a dar más trabajo a otro sector del audiovisual”. Y pone como ejemplo al Brad Pitt anciano de El curioso caso de Benjamin Button”. En este sentido, Zamora añade: “El medio audiovisual es algo más que entretenimiento, es cultura y educa a mucha gente. Si no ves algo, no existe”.

Todas las personas consultadas aportan algunas soluciones a la escasa representación de la comunidad trans:

Mar Cambrollé defiende las políticas de acción positiva que favorezcan el empleo: “Yo pienso que es importante abordar la situación de las personas trans de una forma integral y transversal. Se ha hecho con otros grupos humanos objeto de exclusión: diversidad funcional, mujeres con maltrato de género o personas de edad avanzada. En todas estas situaciones, ha habido políticas activas para favorecer el empleo”.

El resto de fuentes consultadas rechazan, en general, la aplicación de cupos en el audiovisual aduciendo el rechazo que habitualmente generan. Además, Galofre apunta: “Hay cosas que ya se están haciendo. Primero, los actores y actrices tienen que estar formados. En Barcelona, la Sala Beckett tiene un proyecto piloto que se llama Espai DebuT, un proyecto formativo dirigido a personas trans para trabajar interpretación, representación, pensarse y pensar qué historias queremos contar y cómo las queremos contar”.

Agencias de modelos y de actrices y actores dedicadas al colectivo trans –en exclusiva o no– y directorios de profesionales trans, son otras propuestas mencionadas. Además, apuestan por la creación y no huyen de la comedia. “Lo que haría falta, y es un proyecto en el que me encantaría participar, es una serie de humor con personajes trans para visibilizar de una manera divertida y accesible esta realidad”, apunta Ruiz. Zamora señala en este sentido: “A mí me parece fenomenal que se frivolice con la transexualidad en la ficción. Hay que quitar el estigma y la comedia no puede ser un campo minado”.

Para terminar, ninguno rechaza que un actor o una actriz cis interprete un personaje transexual, siempre que sea de su mismo género. Como ha ocurrido en la decana Cuéntame cómo pasó, que en su temporada número 19 introdujo en San Genaro a Angie, una mujer transexual interpretada por la actriz Julia Piera. A diferencia, por ejemplo, de La que se avecina y la joven trans Alba Recio, interpretada por el actor Víctor Palmero. Galofre lo explica del siguiente modo: “Si la historia está bien contada y no es para reírse de nadie, no tengo ningún problema en que un actor cis lo haga. Me interesa más cómo está explicado el personaje que la identidad del actor. Pero es complicado porque se niega fácilmente la identidad de la persona trans”.

En resumen, la CISterna Transfemmenista concluye:  “Las personas trans estamos ganando en visibilización, pero no en normalización.  Mientras sigamos haciendo películas sobre personas trans centradas en sus transiciones, en lo mal que lo pasan, en las familias que las abandonan y las rechazan; y estén interpretadas por personas del género contrario, seguirán viéndonos como bichos raros y las personas trans seguiremos sin tener referentes positivos en los que vernos reflejadas. La gran mayoría de contenidos audiovisuales actuales no hacen otra cosa que reproducir y extender estereotipos violentos hacia las personas trans. Basta de gente cis ocupando espacios y explicando nuestras movidas desde su perspectiva dramática, apocalíptica y morbosa. Dejadnos contar nuestras historias y que seamos nosotras quienes lo hagamos en primera persona”.

*Por Fátima Elidrissi para Pikara Magazine.

Palabras claves: Cine, cupo laboral trans, Transgénero

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