BIFE: “Hay una intención de cambiarlo todo”

BIFE: “Hay una intención de cambiarlo todo”
2 octubre, 2018 por Gilda

“La gente le tiene mucha idea a la cumbia, nadie volvió a revisar el tango y se re sorprenden cuando esos géneros los pueden representar de alguna manera (…) nos arrogamos el derecho de hacer tango feminista porque así lo sentimos”, señalan Ivanna Colonna Olsen y Diego Fantin, el dúo que se autodenomina BIFE, un proyecto esencialmente disidente y que elige cantar como respuesta a todo mal. “Estamos todes formados en este hetero-cis-patriarcado capitalista, así que tenemos que ir rompiendo con cada una de esas cosas como podamos y encarar diferentes los vínculos”, sentencian en la siguiente entrevista.

Por Giuliana Sordo para La Primera Piedra

—El humor es parte del proyecto desde el comienzo, desde su respuesta cada vez que les preguntan por el nombre BIFE a la sátira en sus canciones, ¿estaba pensado o fue un proceso que se fue dando?

Ivanna Colonna Olsen (IC): El humor es una manera de resumirlo, pero creo que más bien es algo lúdico o participativo lo que planteamos. Siempre se arman charlas o debates después de los shows porque se quieren acercar a hablar de los temas. Pero no sé si le diría humor.

Diego Fantin (DF): Es polémico lo del humor. No nos identificamos del todo.

—¿Con qué se identifican?

—DF: Igual está bueno ver a qué llamamos humor porque, por ahí, se mezcla con la idea de entretener. Vas a un espectáculo de humor y el objetivo va a ser reírse y distenderse un poco, aunque quizás es un prejuicio mío. En BIFE, jugamos con cuestiones como la ironía o con desprejuiciar algunos estereotipos. Entonces, aparece algo que no es lo que se espera, que es un mecanismo parecido al del chiste. A veces, hacer un tango no misógino genera gracia porque esperás que lo sea, pero en realidad no es un chiste, simplemente es una propuesta distinta.

—IC: Siempre nos gusta jugar con los estereotipos y hay una búsqueda de complicidad. En los shows y en nuestras canciones, hay encuentros. Se genera una potencia, como algo posible de construir desde ahí, positivo, porque hay mucho de querer dialogar, acordar y conversar.

—DF: Como muchas veces nos interesamos por cuestiones que son duras, dolorosas, que generan bronca o que son incómodas, está bueno mantener en la elaboración de todos esos temas una mirada vitalista, una mirada que no se sumerja en la desesperación y que mantenga una frescura. Para mí, la alegría y lo que llamabas “el humor” es la base del diálogo que queremos plantear.

—¿Esto del juego lo utilizan como herramienta para ejercer diferentes críticas?

—DF: Sí, la crítica sí es un factor esencial de lo que hacemos. Es el alma de todos nuestros temas y de la propuesta misma.  Tiene que ver con la crítica de los estereotipos culturales que sostienen dispositivos de opresión a todo nivel. Eso sí es parte fundante del proyecto BIFE, es un proyecto esencialmente disidente. 

—En BIFE, hay una reapropiación de géneros que hace unos años se percibían como machistas o patriarcales, ¿les interesa jugar con esas aparentes contradicciones?

—IC: Hay una intención de cambiarlo todo. De destruirlo y que deje de definirse así.

—DF: Nos interesa entender lo que hacemos desde el arte como comunicación y plantear nuestro discurso como parte de una conversación con quien nos escucha. El tema de jugar con lo que se espera de un género y de tergiversar los estereotipos tiene que ver con eso: proponer algo que desde lo sonoro te va a generar una expectativa y trastornar esa expectativa. Al realizar eso, estoy dialogando con lo que se espera, se da un diálogo implícito que puede sacar una sonrisa y parecer un chiste.

—IC: Elegimos hacer géneros populares y en esos géneros hay un prejuicio, una costumbre o una herencia cultural, por ejemplo, con los tangos machistas o las cumbias que solían ser específicamente desde el hombre heterosexual. Ahí dialogamos con el imaginario popular, con el inconsciente colectivo de venir consumiendo eso desde hace años. La gente le tiene mucha idea a la cumbia, nadie volvió a revisar el tango y se re sorprenden cuando esos géneros los puede representar de alguna manera.

—Pensando en esa decisión de reapropiar géneros populares, ¿por qué se da esa elección?

—DF: No sé si nos propusimos del todo invocar los géneros para trastornarlos, sino que nos gustan desde lo musical. Queremos producir música nueva, somos de Buenos Aires y, por lo tanto, tenemos todo el derecho a generar tangos que van a hablar de lo que nos pasa y sentimos. Capaz que los chabones que hacían tango en los ’40 hacían lo que sentían y allá ellos con su mierda descerebral. Nosotras queremos hacer tangos, tenemos para decir esto y es totalmente válido. Eso es lo más característico de BIFE: nos arrogamos el derecho de hacer tango original y si va a sonar feminista es porque así lo sentimos.

—IC: Eso fue lo más espontáneo y lo más orgánico que se gestó entre nosotres. El último disco, que lo compuso todo Diego, tiene más folklore, yo no hubiese hecho una zamba y, de repente, la estoy cantando y es hermoso. En el disco Toda, hay punk, bossa, hay de todo. Nos gusta investigar los géneros en general, pero la mayoría sí intenta ir hacia lo popular.

—DF: Somos muy inquietas intelectualmente. Nos gusta que la cuestión del género en la música se problematice y molestar con la idea de quedarse cómodos con una idea de género. ¿Qué es un género? Es clasificar un grupo de obras según características generales, esa misma actitud de generalizar contradice o dificulta al pensamiento crítico. Pensar en géneros es una manera de simplificar la percepción, entonces, nos gusta repensarlo constantemente. Por eso, cuando vas a escuchar BIFE, no sabés si te va a saltar una canción de cumbia, punk, tango o zamba. La idea es escuchar y fijarte si te gusta.

—En entrevistas con otrxs músicxs, tampoco se reconocen en ningún género musical concreto, ¿piensan que es algo generacional o de esta época?

—DF: No sé. Hay producciones que son muy de un género. Puede que haya muchas que no, pero hay gente que hace concretamente rock, cumbia, reggeaton, trap. Sigue existiendo lo del género. En BIFE, en particular, no queríamos hacer algo fusionado o sin género perceptible. El riesgo de hacer canciones que no se pudieran identificar con ningún género nos parecía terminar quedando como parte de un nuevo género. Tratamos de jugar a eso mismo, pero entrando en distintos géneros reconocibles y, en todo caso, tergiversarlos desde los elementos más sutiles que se supone que los tienen que constituir, variar un poquito, cosa que genere una incomodidad.

—IC: Quisimos no ser una “banda de”, sino ser una banda que hace diferentes tipos de canciones. Si es algo generacional, no sé, yo no veo eso en muchas otras bandas en este momento, pero sí veo otras cosas.

—Hace dos años, en una entrevista con La Primera Piedra, hablaban de su interés en destruir los estereotipos de género binarios que oprimen, ¿cómo lo piensan eso ahora? ¿se sienten parte de un movimiento que busca romper contra la heteronormatividad?

—IC: Lo siento en carne viva. Sí, obvio, mucho. Al principio, no entendimos bien lo que estábamos haciendo y, de repente, era realmente esto. Es como muy zarpado.

—DF: Por eso, somos realmente parte del movimiento. Un movimiento al que no nos sumamos una vez que lo percibimos, sino que lo descubrimos cuando ya estábamos ahí. Fuimos producto de un momento, en el que a muchas personas se nos ocurrió lo mismo. Es hermoso. Es como que se inundó todo y estamos ahí flotando. Al principio, llamaba mucho la atención el bigote que se pintaba Ivi y, de repente, dejó de hacer falta resaltar eso y necesitamos buscar otras maneras de expresarnos.

—¿En estos dos años, cambió un poco la percepción de todas esas cosas?

—IC: Sí. Cambió un poco porque se generalizó el código, digamos.

—DF: En el primer disco, que es de hace casi cinco años, uno de los tangos se llama “Enamoradísimxs” y no estaba de ninguna manera difundido el tema del lenguaje inclusivo. Por lo menos, no lo conocíamos. Sí, se empezaba a usar la x, pero la e todavía no se escuchaba por ningún lado.

—IC: Ya en el segundo disco, está el tema “Amigues”. Se empezó a sumar la e.

—DF: Se empezó a problematizar cómo pronunciamos este lenguaje. Apareció la e, pero eso se va transformando. La terminología con la que nos comunicamos es acorde al tiempo que se va viviendo.

—¿Son la primera banda en producir temas con lenguaje inclusivo?

—DF: Hay un montón de gente que está escribiendo así. Nos interesa más sacarnos la idea de la canonización de las cosas. No somos más banda que una ni menos que otras. Lo importante es tener algo para decir y comunicarlo. Seguramente, hay un montón de gente que está cantando así en todos lados. Lo que tratamos es que todas esas manifestaciones que son muy importantes, porque justamente van en contra de la norma que tiene todos los medios para imponerse, salgan a la luz. Todes tenemos las herramientas para difundir esas otras miradas.  En vez de decir que somos “la banda” que habla de esto, seamos 10 mil bandas, así cuando algún idiota quiera burlarse del lenguaje inclusivo, se la tenga que re comer porque por todos lados ya hay una marea de lenguaje inclusivo copando los parlantes. Sobre el lenguaje y sobre cualquier propuesta cultural que tienda a liberar a las personas de la opresión de la heteronorma y las normas vigentes. 

—¿Percibieron alguna resistencia a su propuesta musical?

—IC: No en nuestras caras. Hay una afinidad con quienes nos escuchan y recomiendan. Incluso, cuando vamos a un lugar que no es tan de nicho, nos reciben muy bien. No hace falta que el público sea feminista o de una edad, porque se interesan mucho por el contenido. Así sucede en el interior, muchas veces, tocamos en fiestas feministas y otras veces no, y las personas que nos escuchan lo hacen atentamente, se impresionan con las melodías y se acercan para averiguar dónde escucharnos. A la gente más grande le parece gracioso e interesante. Hasta los sonidistas de cada lugar, que no tienen por qué darte una devolución ni son los que te convocaron, vienen, se acercan y te dicen: “Muy buen show”, y no es feminista ese señor. Aparte, interpelamos a la gente y se genera un diálogo. Es muy lindo lo que pasa.

—DF: No hay modo de que no generemos rechazo porque cualquier cosa que existe lo genera, pero se ve que lo generamos en gente que es muy pudorosa. Nunca se acercaron. Nos tratan con cariño en general. Entonces, como no hay manera de no sospechar que haya gente que nos odia, la que lo hace se ve que es muy respetuosa o careta.

—Sus letras son políticas y comprometidas con la realidad, además de género, hablan contra un sistema que oprime en muchos sentidos, ¿cuál creen que es el rol del músicx?

—DF: Me parece que la música es una cosa buena de por sí porque el mundo sin música sería mucho más horrible. Una persona que se dedica a hacer música ya está aportando algo bueno. La música está del lado copado de la realidad y un artista expresa lo que siente y trata de elaborar sus percepciones. No creo que se deba hacer de una manera. Con BIFE, nos permitimos indagar lugares que no los tenemos del todo claros, justamente no estamos tratando de hacer tratados sobre cómo se debe ser. Hay cosas que nos hacen ruido y la elaboramos en una canción.

—IC: Pienso que hay algo más en nuestra música que solo música. El mensaje, de alguna manera, no es solo para generar placer, sino que se busca tener un oyente activo. Me parece que tener un meta mensaje en una canción genera un guiño con el público. Es no subestimarlo y tener un diálogo que yo no creo que todas las músicas lo generen. En muchos casos, es solo una flecha unidireccional. Para mí, hay algo más.

—DF: En esto igual no estamos de acuerdo. Tenemos dos posturas diferentes, lo cual está buenísimo. Creo que cualquier música lo genera y siempre hay meta texto. Siempre se está en un contexto, nada está fuera de eso. Siempre hay mensaje en cualquier propuesta cultural. Me parecen cuestionables las clasificaciones que estereotipan demasiado cómo percibir un fenómeno.

—IC: Pero creo que nos hacemos mucho cargo del meta texto y del mensaje. Tiene que ver con eso.

—Quizás, más que el rol, ¿tiene alguna responsabilidad el músicx?

—DF: Responsabilidad sí, porque vos, al producir discurso, tenés que tomar la decisión de qué es lo que vas a reproducir. Si vos querés reproducir una norma que genera sufrimiento a un montón de personas, te tenés que hacer cargo de que sos responsable de ese sufrimiento también. Si vos hacés un discurso que combate esos dispositivos de opresión, por lo menos, estás dando esa batalla. Pero responsabilidad la tiene cualquiera que hable la boca y si te van a escuchar muchas personas, más.

—Ya tienen tres discos ¿qué diferencias ven entre cada uno?

—IC: La verdad que fueron hechos con muy diferente timing. El primero fue como urgente, nos conocimos y lo armamos como pudimos con los recursos que teníamos. El segundo se fue armando a medida que seguimos haciendo temas y girando, y fue bastante caprichoso también: tiene 24 temas, de muchos géneros distintos y varios productores. En el último, Adentro, en seis meses se resolvió la composición, la grabación y se subió. Fueron muy distintos en esos procesos, pero creo que los tres tienen cierta coherencia como obra. Hay una correlación y eso está bueno.

—DF: La verdad que cada disco va a expresando lo que nos va pasando y también el contexto en el que estamos. En cuanto a la producción, nos vamos perfeccionando. Va sonando cada vez mejor y la producción está más prolija. Adentro tiene un concepto sonoro para todo el disco. En Toda, fue una recopilación de todo lo que teníamos.

—¿Qué se viene para el futuro?

—DF: Nos lo estamos tomando con más perspectiva. Queremos seguir trabajando en la misma dirección. Estamos pensando mucho en qué es lo que vamos a decir, cómo queremos que suene. Lo bueno de trabajar de manera absolutamente independiente es que podemos decidir netamente lo que vamos a hacer. Para este disco, tiramos folklore, cuando tocamos en el medio de unas cumbias metemos una zamba y la gente explota. Está buenísimo porque si le preguntaba a una productora, me iba a decir que lo tenía prohibido, lo hicimos y están todes re contentos. Entonces, nos sentimos con la libertad de hacer lo que queramos.

—IC: Queremos pensar en lo que viene, pero lo cierto es que recién empezamos a difundir el último disco. Cada vez que tocamos, disfrutamos de armar una lista mezclando lo más que podemos.

—Participaron de varias jornadas artísticas a favor del proyecto por el aborto legal, ¿cómo acompañan esta lucha?

—DF: Lo más presente que se pueda. Desde nuestra música y desde la difusión por las redes. Tenemos un potencial que sirve para esos eventos y marchas donde nos sentimos más convocadas, está buenísimo poder colaborar desde ahí y si no, vamos a estar igual.  Muchas veces, es tu idea del amor lo que no te deja ser y te caga tu propia vida. A veces, tratar de prender fuego lo que pasa afuera, sin prender fuego lo que está adentro, no es el camino más rápido para ser libres. Otras veces, es todo lo contrario, te quieren vender el cuento de la libertad interior y te están re cagando por todos lados y hay que prender fuego todo. 

—Hablan de “prender fuego a todo lo que no nos deja ser”, ¿cómo sería un mundo así?

—DF: No pensamos una proyección positiva sobre cómo tiene que ser, porque es muy difícil eso. Ya tenemos la cabeza formada por este sistema. Por eso, la propuesta es ir descubriendo los dispositivos que no nos dejan pensar mejor. Defendernos de esas fuerzas que están afuera y adentro. La canción dice: “Nuestra mente en llamas arde y va a prender fuego a todo lo que no nos deja ser”. Muchas veces, es tu idea del amor lo que no te deja ser y te caga tu propia vida. A veces, tratar de prender fuego lo que pasa afuera, sin prender fuego lo que está adentro, no es el camino más rápido para ser libres. Otras veces, es todo lo contrario, te quieren vender el cuento de la libertad interior y te están re cagando por todos lados y hay que prender fuego todo. Por eso, está bueno la multitud de significados. ¿Cómo sería un mundo donde quememos todo lo que no nos dejar ser? Mejor, pero tenemos que ir viendo cómo se construye. Con menos violencia de parte de quien tiene más poder sobre quien tiene menos, pero qué forma va a tomar eso lo tenemos que construir entre todes.

—IC: Sí. Es adentro de la cabeza sobre todo. Estamos todes formados en este hetero-cis-patriarcado capitalista, así que es como que tenemos que ir rompiendo cada una de esas cosas como podamos y encarar diferentes los vínculos, los consumos.

—DF: El mundo es un lugar terrible, pero también es lo mejor que nos fue saliendo como cultura. Una se llena de bronca contra las injusticias, pero también hay un montonazo de gente trabajando para que las cosas mejoren y no es el peor mundo en el que vivimos. Realmente, no es el peor mundo posible: hay un montón de instancias institucionales, sociales, relacionales que nos dan alivio y refugio para vivir y poder pensar estrategias para que sea mejor. Por eso, creo que lo mejor es sustraer de a poco lo que vamos descubriendo que no nos deja ser.

*Por Giuliana Sordo para La Primera Piedra. Fotos: Caos Producciones.

Palabras claves: BIFE, Música

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