Mari Polé, la incomodidad como potencia

Mari Polé, la incomodidad como potencia
20 septiembre, 2018 por Julieta Pollo

La artista se presenta esta noche en Gondwana Bar Cultural, donde convidará algunas de sus nuevas canciones, reunidas en «Incómoda». El disco saldrá a la luz a fin de año y durante un mes se puede aportar a su financiamiento colectivo vía Idea.me. 

Por Julieta Pollo para La tinta

La cantautora Mariana Poblete -Mari Polé para quienes la escuchamos hace tiempo- viene cocinando a fuego lento su nuevo disco. Se llama Incómoda y, según dice, es una palabra que la define a la perfección. Podríamos agregarle risueña, sencilla, talentosa y espontánea, cualidades que despliega abajo y arriba del escenario mientras entreteje sus canciones.

Amante de los ritmos negros, que siempre sintió muy cerca, ha conformado bandas de soul, R&B, funk y participa hace rato de la fuerza abrumadora del coro Gospel. Sin embargo, este nuevo material reúne esas influencias y las tamiza con sonidos de Oriente Medio, África y Sudamérica. Dice que lo que más disfruta son las canciones que le van brotando y que el viento la lleve donde sea que ella elija estar.

Antes de su presentación, esta noche en el místico Gondwana, La tinta conversó con ella sobre los viajes reveladores, la incomodidad como fuerza creadora y la posibilidad de construir redes que potencien el oficio musical.

El primer corte de su nuevo trabajo discográfico está dedicado a una miniatura de insecto que atesora una sabrosa experiencia: el viaje que realizó a Costa Rica en 2016 junto al músico cordobés Rodrigo Carazo. Cuenta Mari que se enteró de la convocatoria para viajar al Encuentro de Cantautores de Costa Rica y le convidó la noticia a su colega y amigo. Aunque solo una persona viajaría de cada país, convocaron a ambos para representar a Argentina y allá fueron al encuentro de músiques, nuevas sonoridades y el calor del encuentro caribeño.

—Hace poquito lanzaste el primer corte de Incómoda, «Pequeña Melodía Voladora», ¿en qué se inspiró esta canción? 

—La pequeña melodía es una abeja, la abeja melipona que es una abeja sin aguijón que se cultiva allá en la zona del noroeste de Costa Rica. Yo llegué a esa historia por medio de un cantautor de allá de Guanacaste que se llama Max Goldenberg. Él nos recibió en su casa, tocamos con él, nos contó de su vida y nos mostró los cultivos de abejitas, los frasquitos de miel, cosas muy inolvidables en poco tiempo que simbolizan un poco lo que fue el viaje: encontrarse con esas personas, con artistas compartiendo canciones, tantos ritmos nuevos, hermosas letras, y esa recepción tan linda. No es algo que una viva siempre, es un intercambio cultural hermoso.

—¿Cómo fue el encuentro con tantas diversidades latinoamericanas? Y, al mismo tiempo, ¿qué puntos de contacto descubriste?

—El encuentro fue muy lindo porque había muchos cantautores, había de Costa Rica, Colombia, Venezuela, República Dominicana, España y otros países más. Cosas que nos hermanan: me pasó que con Wahari Meléndez de Venezuela, y Solo Valencia de Colombia fueron emparentables las formas de ver las sociedades, nuestros países. Después con Oscar Pino, de Costa Rica nos hicimos muy cercanos, con él nos movíamos en general. Con otras personas, como Covi Quitana de República Dominicana, me pasó de aprender mucho… ella utilizaba todo lo que veía: había un colectivo abandonado, iba y ahí se le ocurría filmar un video. Noté bastante la falta de un CD para compartir la música más fácilmente, yo tenía el EP pero el viaje fue convencerme: «quiero hacer un disco». Tenía el proyecto pero ahí lo confirmé porque vos querés que te escuchen de la manera más cierta y más actual.

En ese lugar es el primer EP en el que Mari Polé reunió sus canciones, cinco piezas y dos bonus track que te dan ganas de escuchar el disco de nuevo. «Aire Espeso», la mejor lograda a su parecer, la poderosa «Guerrera», el desesperado llamado a la templanza de «Unión», los vientos ondulantes de «Tiquita», la denuncia serena y poética de «El juego de la propiedad»; cada una de sus canciones tiene un detalle, un guiño, una actitud distintiva en la que vibran cuerdas, membranas y emociones.

—Decidiste nombrar Incómoda a tu nuevo CD, ¿Por qué? ¿Qué cosas incomodan a la Mari Polé?

—Si yo tuviera que poner una palabra que sintetice un poco cómo yo me muevo normalmente… incómoda. Son muchas cosas… incomoda lo que puedo llegar a decir, que también me incomoda a mí y lo digo en algunas canciones. Incómodo es el proceso. No soy una persona cómoda, puede ser que me pese pero soy una persona que le cuesta, a mí me cuesta. Y también pienso así el arte.

Con este disco intenté no ir a lo más fácil, no fui a lo más concreto, maqueté mucho, grabé y regrabé, aprendí muchas cosas. Tuve que aprender a hacer cosas que no sabía. Y yo siempre soy así… quiero hacer una casa, no sé hacerla, bueno, voy a aprender para poder hacerla. El nombre del disco es un poco eso. Además yo empecé el disco en un momento muy especial, había vuelto de Brasil -donde había estado viajando un año- con una mano atrás y otra adelante, no tenía nada, había dejado todo acá, me separé, estaba sin plata y triste y en eso fue surgiendo el disco. Después pasaron muchas otras cosas y es todo un proceso que aún no termina. El disco lleva mucho adentro, una línea que se va dibujando a través de todas las cosas que van pasando.

—Lo que incomoda, moviliza ¿Qué hay de positivo en la incomodidad?

—Tiene todo lo bueno. Es cierto que lo simple y más fácil me resulta un poco aburrido, como que me alerto. Pero normalmente convivo bastante con la incomodidad y lo veo como hasta confortable te diría, jajaja. Mis intereses nacen de mis propias limitaciones. Quiero tener instrumentistas, poder manejarme con otras músicas y músicos que me acompañen, pero la realidad es que a veces te invitan a un lugar o viajás y hay que acompañarse uno, entonces eso, voy a aprender y me voy a acompañar lo mejor que pueda.  Las limitaciones que pueden ser incómodas se transforman en conocimiento, experiencia y poder salir adelante en situaciones complejas. 

La foto de portada del disco hechiza por su espontaneidad y transporta de un tirón a la melancolía de las vacaciones de la infancia. Una mujer de espaldas, sentada en una reposera, enfrenta el lago, y casi que adivinamos su mirada aunque no podemos verla. El mate a un lado, la costanera, y dos niñas -que irrumpieron en la foto como caídas del cielo- que patinan a su alrededor. Mari sabe apreciar la magia de esos momentos que desafían todo plan. La idea era Mar Chiquita pero la falta de logística las llevó a Carlos Paz, donde patinaban dos niñas que definirían la imagen elegida, un poco fuera de foco, dice Mari, pero no importa porque condensa lo que se quiere expresar.

—¿Cómo era la Mari niña? ¿Cómo llegás a la música?

—Caprichosa jajaja. Caprichosa, de eso me acuerdo. Tengo una gemela y jugaba mucho con ella, me acuerdo reírnos y también yo soy muy llorona. Divertida. De música poco, no recuerdo mucho cuando era chica. Me acuerdo adolescente de cantar en actos, peñas y esas cosas pero nunca le puse mucha importancia, eso fue recién cuando salí de la escuela. El último año de la escuela me empezó a interesar. De todos modos siempre fui de expresarme mucho, hacía artesaníasy disfraces, escribía mucho, me encantaban las plantas. Nunca me gustó copiarme, siempre poder crear cosas. Si veo algo que me gusta voy y trato de hacer lo mío. Siempre he sido más escritora que lectora. Aprender a hacer siempre me encantó.

Después agarré por la música y estudié composición en la UNC, flauta traversa en el Manuel de Falla,  oboe en el Conservatorio y después pasé a Ciudad de las Artes y me recibí de profe… y las y los profes particulares siguen siendo lo más.

—¿Cómo te llevás con la docencia?

—Me gusta dar clases porque veo los progresos y sobre todo lo que me gusta es la clase en sí. Ves los procesos diferentes de cada persona entonces empezás a ver de qué manera encarar la clase. Se generan cosas lindas musical e interpersonalmente, el vínculo con los alumnos está muy bueno y cada vez me gusta más dar clases en grupo. El hecho de compartir con otros, con esa dinámica de los grupos, aprender entre todos, está bueno.

—En canciones como «El juego de la propiedad» mezclás poesía con una toma de postura firme respecto de ciertas situaciones o injusticias que nos atraviesan, ¿Qué temas te interpelan y, digamos, se te cuelan en las canciones?

—El Feminismo, nuestros derechos, cómo está el país, cómo nos sentimos, hasta algunas cuestiones de amor… es como que todo lo estoy pasando por más filtros que no son solo los de mi pequeño entorno, se me ha expandido la vista y eso que yo considero que aún soy muy ciega en muchas cosas. Pero tampoco me lo planteo mucho, hay una necesidad de expresarme y así sale.

Después de más de dos años de trabajo, Mari compartió su proyecto en Idea.me para lograr concretar su proyecto. Durante un mes podremos aportar en la plataforma de financiamiento colectivo para la mezcla y masterización del disco, que ya está enteramente grabado y saldrá a fin de año en formato digital. Hay variadas recompensas que van desde el disco, clínicas, colaboraciones musicales y recitales exclusivos en Córdoba Capital o en las Sierras Chicas.

Sobre Incómoda, dice: «Continúa siendo un juego, no siempre divertido y entretenido, pero sí terco y audaz, que me abre las puertas de la experimentación y el aprendizaje constante y le cierra la boca a mi ego. Es un disco que respira gracias a varios pulmones y que necesita de otros tantos más para verse realizado. Esta es la razón por la que les invito a formar parte de su financiamiento».

 

—Estás impulsando la última etapa de producción del disco a través de Idea.me ¿Qué rescatás de estas nuevas plataformas, así como también de SONAR o el INAMU, como espacios que facilitan que las músicas se autogestionen?

—Está buenísimo… el INAMU sacó unos apuntes con todo lo que tiene que ver con las formas de manejo de plataformas, derechos que por ahí no conocés y está bueno poder acceder a eso, informarte y aprender… ahí decía justamente cómo había empezado el financiamiento colectivo y era una banda cuyos fans querían que saque un disco y la banda realmente no podía, entonces se convirtieron en productores del disco. Con el INAMU me gané un subsidio que me dio una manito para la primera parte. Conforman redes geniales: información, contacto con otras artistas, catálogos de música… hay una revalorización de la música y de los músicos de oficio.

Mari Polé. Junto a músicos sorpresa este jueves 20 se septimbre a las 22 hs. en Gondwana Bar Cultural (Paraguay 396).

*Por Julieta Pollo para La tinta. Fotos: Colectivo Manifiesto. 

Palabras claves: Incómoda, Mari Polé, Música

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