Salta: retrocesos en las políticas nutricionales, de Carrillo y Oñativia a Albino

Salta: retrocesos en las políticas nutricionales, de Carrillo y Oñativia a Albino
31 agosto, 2018 por Redacción La tinta

La exposición del médico Abel Albino en el Senado es el pie para una reflexión de la trabajadora social Sonia Álvarez Leguizamón sobre las políticas nutricionales en el país, un texto que preparó en memoria de Arturo Oñativia

Por Sonia Álvarez Leguizamón para VóVè

Luego de escuchar las opiniones sobre el aborto, la pobreza y las mujeres del doctor Abel Albino, sentí asombro, dada la cantidad de disparates que planteó sobre los métodos de prevención del embarazo y de enfermedades de trasmisión sexual, pero también mucha tristeza. Pensaba en el retroceso que estamos viviendo con respecto a las políticas nutricionales. La Argentina ha tenido, en sus últimas décadas, sanitaristas o epidemiólogos de alta calidad como Ramón Carrillo y Arturo Oñativia, los que han pensado la desnutrición, el hambre y la pobreza como producto de las relaciones sociales desiguales y de exclusión que provocan falta de recursos, por oposición a lo que piensa el doctor Albino, quien actualmente -por medio de su fundación CONIN- maneja 140 centros de desnutrición con convenio con la Nación y 120 en la provincia de Salta, recibiendo millones de pesos del erario público.

Carrillo y Oñativia crearon y solidificaron políticas públicas, y fundaron instituciones de alta calidad, algunas que todavía existen, aunque deterioradas, desfinanciadas y transformadas, como la Salud Pública fundada por Carrillo, a partir de 1946, quien propuso, para enfrentar la desnutrición y otras enfermedades endémicas, un Sistema Nacional de Salud de carácter nacional público y gratuito con el objetivo, entre otros, de mejorar las diferencias inter jurisdiccionales entre el centro y las provincias, y enfrentar el problema a partir del acceso a la salud de toda la población y, particularmente, la sin recursos. Carrillo entendía la pobreza como falta de recursos, producto de la desigualdad, no por carencias de entusiasmo o ideales como Albino.

Albino salta desnutricion

La Facultad de Ciencias de la Salud y su carrera de Nutrición en la Universidad Nacional de Salta, el Instituto de Endocrinología y el Instituto de la Nutrición (éste ya no existe) fundados en Salta por el doctor Arturo Oñativia, son otra muestra de la seriedad y cientificidad con que se encaraba el problema de la desnutrición. Oñativia, además, fue ministro de Salud Pública de la Nación en la presidencia de Illia, quien enfrentó con claridad el monopolio de los medicamentos.

 


Albino tiene una representación de los pobres que “solo él entiende”, tan descalificadora que hasta Jesús se alarmaría de semejantes dichos. Manifestó sobre la pobreza lo siguiente: “Uno no entiende la pobreza. Habla de pobreza, pero no la entiende. El pobre no es una persona igual que nosotros, pero sin plata. El pobre es pobre en educación, familia, amigos, alimentos, introspección, fuerzas, entusiasmo, ideales y encima no tiene plata. Son tristes. Sus hijos son su riqueza, todo lo que tienen”. Además, dijo en otro contexto que “El 80 por ciento de los grandes criminales de Mendoza han sido desnutridos” (1).


Lo peor de todo es que en sus manos descansa gran parte de la política nutricional argentina y salteña, provincia donde tiene la mayor cantidad de centros por sus excelentes relaciones con el Gobernador Urtubey.

El diagnostico de Oñativia, un científico que estudió el problema con la seriedad que merece y que inspiró las instituciones que fundó –a diferencia de Albino–, va al centro del problema, es decir, a las relaciones de desigualdad que producen pobreza y desnutrición, además de aspectos vinculados a las relaciones de dominación locales, totalmente ausentes en los diagnósticos de Albino. Para Oñativia, la desnutrición se presenta “como consecuencia de la falta o disminución de fuentes de trabajo, del deterioro progresivo del valor real del salario, del incumplimiento o falta de implementación de una justa política laboral, en suma, por una patología social de pauperismo y miseria que origina las migraciones internas de las poblaciones, que han creado núcleos “sumergidos” en medio de centros de desarrollo metropolitano y de otras grandes ciudades (…) por la existencia de una práctica agropecuaria con deficiente tecnificación del campo y por la falta de una política de tenencia y propiedad de la tierra con sentido social; por menores ingresos económicos en vastos sectores de población y por la falta de una justa distribución de los ingresos; por una estructura productiva en grandes áreas de la región, basada en la actividad primaria» (Oñativia, 1974).

Si Arturo Oñativia hubiera oído a Albino y supiera que lleva a cabo las políticas nutricionales de su provincia y asesora en estos temas a la Nación, tendría la misma tristeza y asombro que me aqueja. Los retrocesos en estas cuestiones se materializan en visiones y prácticas paternalistas, despectivas y discriminatorias hacia los pobres, falta del más mínimo sentido de humanidad que Albino dice defender. Los retrocesos se objetivan también en políticas nutricionales que los descalifican y en la destrucción de saberes, instituciones y políticas públicas y científicas que nuestro país ha venido desarrollando de forma ejemplar.

(1) No me referiré a la criminalización explicita de la pobreza de Albino, aconsejo para ello la lectura del artículo de Ulises Naranjo en un diario mendocino en “La criminalización de la pobreza: una respuesta al médico Abel Albino”,

*Por Sonia Álvarez Leguizamón para VóVè

Palabras claves: Abel Albino, Alimentación, Pobreza, salud

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