Heteronormatividad: presente desde el primer día de clase

Heteronormatividad: presente desde el primer día de clase
28 agosto, 2018 por Redacción La tinta

La heteronorma dice ¡presente! en cada escuela desde el primer día en que les niñes empiezan a transitarla. Existen múltiples situaciones cotidianas y repetitivas que la fuerzan en las escuelas. Pero la disidencia, aunque se cuela de múltiples formas, es invisibilizada por estas prácticas aprehendidas. Repasamos algunas diferencias conceptuales entre diversidad y disidencia sexual, y nos planteamos algunas puntas para crear escuelas más inclusivas.

Por Redacción La tinta

«Yo no soy chica o chico, por tener el pelo corto o largo, por jugar con muñecas o pelotas, por tener pene o vulva. Yo no soy chica o chico porque me lo digas vos. Yo soy chica o chico porque sé que lo soy. Y sólo yo puedo decir qué soy».
Aingeru Mayor.

El modo en que cada persona piensa, siente, cree y vive su sexualidad la convierte en un ser único. La identidad sexual es subjetiva y no depende de los genitales. Hasta ahora, en las escuelas, se enseña que chico es igual a pene y chica es igual a vulva. De esta manera, se reduce y se niega la existencia de una parte de la realidad de niñas y niños trans e intersex.

Muchos de los avances para la destrucción de las «buenas» costumbres impuestas como tradicionales en nuestras sociedades modernas han venido de la mano de los colectivos de activistas gays, lesbianas, bisexuales, personas trans e intersex. Sus narraciones sobre su paso por las instituciones educativas, lleno de situaciones explícitas de burlas, violencias y maltratos por su identidad de género y orientación sexual, nos ha permitido también en el ámbito académico analizar con otro foco las relaciones sociales que allí se dan.

Disidencia sexual y escuelas

A una niña, sus amiguitos/as le dicen “marimacho” porque prefiere jugar con los varones a la pelota y, al niño que prefiere juntarse con niñas, le dicen “maricón”. Pero estos son los prejuicios de los/las adultos, que se reproducen y buscan corregir comportamientos, estigmatizando actitudes y maneras de ser que culturalmente asignamos a la niña o niño.

La división binaria varón o mujer heterosexual se filtra en los uniformes escolares, en los baños, en las listas de formación y asistencia. En las pocas clases de métodos anticonceptivos y prevención de infecciones de transmisión sexual. La enseñanza y la información está dirigida a cuerpos heterosexuales. En la mayoría de las clases de biología, los cuerpos son enseñados desde el rol reproductor heterosexual, excluyendo a los cuerpos intersex y cuerpos trans.

El concepto de heteronormatividad o presunción de heterosexualidad nos ayuda a pensar más sobre el tema, ¿qué significa esto? Presuponer que todas las personas con las cuales nos relacionamos son heterosexuales. La heteronormatividad se nos presenta como una regla social que nos dice cuál es la verdadera y única forma posible de desear, amar y ser. ¿Pero es así? No, hay múltiples y posibles maneras de ser y desear, maneras que incluso no son estables durante todo el ciclo vital de una persona.

Por lo general, el uso y división de los baños en las escuelas se vuelve un tema complicado para abordar. Pareciera que enfrentar una desestructuración del edificio, de los rituales y usos que hacen los cuerpos del espacio escolar se vuelve más conflictivo para los/as heterosexuales que para un/a estudiante trans. Esa mayoría que se autopercibe como “normal” no quiere dar ni un margen para pensar que no lo son. La heteronormatividad se vuelve un cómodo y privilegiado lugar de los/as heterosexuales para juzgar y condenar otras prácticas, identidades y relaciones sexuales, afectivas y amorosas.

Socialmente, hemos construido la idea de la heterosexualidad como “lo normal” y legítimo mientras otras identidades han sido erróneamente consideradas como “patológicas”, “desviadas” y “problemáticas”. La heteronormatividad invisibiliza que la heterosexualidad es una forma más de vivir la sexualidad, entre otras. Si no nombramos la heterosexualidad como un deseo más, dejamos por sentado que es la única expresión legítima de la sexualidad y ya hemos visto que no es así.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

Diversidad no, disidencia sexual

Colectivos y personas de la disidencia sexual se alejan y no se reconocen en el término diversidad sexual. Se lo ha experimentado como la distancia entre la heterosexualidad (nosotros/as los/as “normales”) y esos otros/as, “los diversos”. El término diversidad sexual no incluye a la heterosexualidad como una posibilidad de la sexualidad. El término disidencia sexual, en cambio, es una distinción reivindicativa y política. Tanto para Foucault como para Paul B. Preciado y Monique Wittig, la heterosexualidad es parte del sistema político hegemónico y se instala como una norma de control social. Hay toda una tecnología biopolítica destinada a producir cuerpos héteros. Hablar de la disidencia sexual, y no desde la “diversidad sexual”, expresa un posicionamiento político de resistencia a todo intento de “normalización” o integración a una sociedad heteropatriarcal.

Muchas veces, hemos escuchado hablar de “tolerar la diversidad sexual”, incluso algunas frases como “yo lo acepto, mientras no se meta conmigo”, “yo lo tolero porque ahora no me queda otra”, que dan cuenta de que aún la mirada que tenemos hacia las personas de la disidencia sexual sigue siendo desde un cómodo lugar heterosexual que no ponemos en cuestionamiento. El tener que “tolerar” se vuelve sinónimo de “aguantar” y esta actitud no es genuina del reconocimiento y respeto a las múltiples maneras de vivir y expresar la sexualidad. La heteronormatividad no nos permite pensar en sociedades diversas, flexibles a los tiempos del deseo sexual. Refuerza la homolesbotransfobia, que es el rechazo, miedo y prejuicios contra gays, lesbianas, trans y familias diversas.

¿Enseñamos sobre la historia de colectivos de disidencia sexual o experiencias sobre personas no binarias? En algunas clases de historia, se está comenzando a realizar una revisión sobre el relato histórico que siempre ha recuperado más el rol de varones blancos y heterosexuales que el rol de las mujeres. Imaginémonos cuánto más hemos invisibilizado a las personas que no se autoperciben ni se identifican en el binarismo heterosexual.

El famoso “señores padres” que encabeza las notas de los cuadernos de comunicados no sólo no incluye a las madres, sino que deja de lado la diversidad de las familias, a veces conformadas por dos mamás, dos papás, una mamá sola o papá solo, una mamá y una abuela con sus hijes. A casi todos los y las trabajadoras de la educación alguna vez les han pasado situaciones en la escuela y la mayoría siente que no están preparados ni saben qué hacer.

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¿Escuelas inclusivas?

Desde las normas legales reconocidas por el Estado, las escuelas públicas cuentan con la ESI (Educación Sexual Integral). En muchas escuelas, sobre todo privadas y católicas, directamente no se abordan los temas y ejes de la ESI, y en algunas escuelas públicas que sí se aborda la ESI, muchas veces, el eje llamado “respetar la diversidad” está más postergado en relación con los otros ejes de la ESI.

La deconstrucción de la presunción de la heteronormatividad debe estar presente en todos los actores educativos. Las escuelas necesitan varias transformaciones para, cada día, ser espacios de mayor inclusión y diversos. ¿Qué podemos empezar a hacer? Algunas puntas iniciales que no acaban aquí:

-Apropiarnos de la ESI en nuestras escuelas.
-Rescatar el significado profundo de convivir en una sociedad que pone en valor la disidencia sexual, generando cambios estructurales en las escuelas.
-Estar atentos/as e intervenir en situaciones de discriminación y violencia por orientación sexual e identidad de género.
-Respetar el deseo del/la estudiante en nombrarse como quiera, a pesar de que en las listas de asistencia salga otro nombre.
-Poner en cuestión la heteronormatividad nos ayuda a revisar la propia internalización que hemos naturalizado en nuestro lenguaje, programa y contenidos curriculares para revisarlos y visibilizar el tema.
-Respetar la identidad de género y la orientación sexual de todas las personas.
-Nombrar la heterosexualidad como una posibilidad de la sexualidad entre otras.
-Escuchar, conversar, mirar y acompañar a nuestros/as estudiantes de otro modo.

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(Imagen: Colectivo Manifiesto)

*Por Redacción La tinta.

Palabras claves: diversidad sexual, educación, LGBT

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