“Que se una el pueblo con el movimiento feminista es para el sistema lo más odioso”

“Que se una el pueblo con el movimiento feminista es para el sistema lo más odioso”
6 julio, 2018 por Tercer Mundo

La lideresa del pueblo Maya Kiché Aura Lolita Chávez Ixcaquic denunció la persecución que continúa sufriendo en Guatemala.

Por Camila Parodi y Lisa Buhl para Marcha

En los días 28, 29 y 30 de julio se llevó a cabo la primera sentencia de las 14 audiencias realizadas por Feministas del Abya Yala condenando a la justicia patriarcal. En ese marco, Lolita Chávez Ixcaquic volvió a Buenos Aires con el mismo espíritu sonriente y esperanzador con la que nos despidió allá por el año 2016 cuando vino a denunciar los primeros ataques y persecuciones que sufría por defender su territorio del avance de las empresas trasnacionales. Con una historia más cruenta y hostil de persecución e inhabilitada para volver a su comunidad, Lolita continúa tejiendo luchas, cuerpos y territorios.

—La última vez que te entrevistamos desde Marcha te encontrabas en una situación brutal de persecusión en tu propio territorio. ¿Nos podrías actualizar tu denuncia?

—Exacto, yo ya vengo de una situación de persecución sistemática y permanente y si bien no bajamos desde el Consejo Indígena del Pueblo Kiché las denuncias, ya tuve que salir de mi territorio. Inicialmente estuve con un refugio interno, es decir en mi país. Ahí fue cuando llegó Norita Cortiñas, y siempre lo cuento porque fue parte de este tejido lindo de la reciprocidad de territorio a territorio con compromiso concreto. Sin embargo, aun afuera sufrí otro ataque, muy perverso y a mano armada. Lo peor es que con esa persecución yo me tuve que ir a la montaña, pero el ataque continuó con la criminalización.

—A través de los medios de comunicación…

—Sí, hubo toda una campaña mediática en la que reforzaron algo que ya venían instalando, que yo era una terrorista. Sin embargo, esta última vez fue peor porque me acusaban de haber secuestrado a una empresa maderera, al piloto y a su copiloto. Además se agravó porque ya estaba la judicialización donde los medios tuvieron mucho que ver. Presentaron el juicio como una sentencia, me presentaron como una criminal, entonces en mi pueblo no se pudo sostener eso porque se metió mucho terror como así también en mi familia.

—Entonces te tuviste que ir…

—Sí, de hecho ya había pedido asilo temporal en el País Vasco y había estado previamente resguardada con otras hermanas feministas en Costa Rica, porque también nos habían atacado por denunciar lo que pasaba con las niñas incendiadas y asesinadas por el Estado de Guatemala. No es casual esa persecución ya que daba cuenta de la articulación que veníamos haciendo desde la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario con el Consejo del Pueblo. Esa fuerza, ese tejido, no les parece de que se una pueblo, territorio con movimiento feminista, algo que es para el sistema capitalista neoliberal patriarcal lo más odioso. Es lo peor que les puede pasar.

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—Y les está pasando.

—Mi pueblo ahora está en duelo, es un trabajo muy fuerte el que tenemos que hacer, pero no imposible.

—¿Y cómo lo viven con las compañeras de la Red de Sanadoras?

—Todas las que estamos en la red estamos criminalizadas porque tenemos un posicionamiento muy claro. Nosotras trascendemos fronteras con esa mirada anticapitalista, con nuestros enfoques sobre la salud y medicina ancestral, los alimentos, los modos y los cuerpos plurales. Por eso han generado una campaña de odio en los propios territorios hacia nosotras, porque venimos de allí. Las operaciones y ataques son de distintas y nuevas formas que hacen mucho daño, porque la gente a veces termina formando parte y compartiendo esa opinión sobre nosotras. Es por eso que la mayoría tuvimos que salir de las comunidades y es lo que también denunciamos. Sufrimos un destierro político y de vida, nos tocaron la raíz porque nosotras estamos muy arraigadas a la espiritualidad, la tierra, la comunidad, el alimento, al agua y fue eso lo que nos sacaron. Hay muchos vacíos en las ciudades, muchos problemas, por eso nos cuesta encontrar territorialidad afuera.

—Y en ese sentido, ¿a quién denuncian?

—En principio, al Estado femicida de Guatemala. Luego, al terrorismo de Estado, porque se nota que es frontal la violencia hacia nosotras, las mujeres de los territorios. Pero también a las empresas que tienen nombre y apellido, como la empresa ACS de Florentino Pérez, que ha vedado el derecho al agua a más de 30 mil personas del pueblo Kiché, y así hay diferentes empresas como Enel, Telefónica. Por eso cuando en Europa me decían que iban a solidarizarse con nuestra lucha, yo les decía que no queremos que expresen solidaridad de Europa; queremos un compromiso porque todas las empresas son europeas, norteamericanas o de otras potencias mundiales. Entonces, hay empresas y hay paramilitarismo y sicariato. Pero también hay oligarquías: los Gutiérrez, por ejemplo, familia que en complicidad con las transnacionales obtiene jugosas ganancias.

—El pasado octubre compartimos unos días con Miriam Miranda de OFRANEH de Honduras quién vino a participar del 32 ENM en Chaco. Al entrevistarla, ella nos explicaba que encontraba un límite en los sistemas de representación democrática. ¿Ustedes como lo ven?

—El Consejo del Pueblo Kiché en relación a eso ha determinado que la autonomía surge desde los mismos territorios y comunidades. El Estado es racista y patriarcal. Los partidos políticos y los gobiernos en esta Guatemala de hoy no son la salida, nos confunden, se dicen de izquierda o utilizan nuestros conceptos, pero vemos que realmente no tienen en cuenta las propuestas emancipatorias de los pueblos, no están ahí. Por ejemplo, en Europa ahora hacen algo que se llama “género y energía”, pero esto no cuestiona la contaminación de las hidroeléctricas desde una mirada de género, sino que es darle espacio a las mujeres en esas empresas. No es una respuesta, no ven el problema del modelo de vida. Se trata de un modelo depredador, que ya no aguanta la humanidad, el permanente saqueo y despojo de bienes comunes, agua y aire no puede ser combatido con sus propuestas que son mentirosas, engañan y asesinan. Lo que vemos es eso, lo contrario, ya no hay agua para la vida ni respeto a la tierra. Esto viene muy acelerado.

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—A lo largo de estos días realizamos la primera sentencia del tribunal ético popular y feminista a la justicia patriarcal, que también hemos llamado ignorante y analfabeta. Al mismo tiempo vos estás criminalizada y demandaste al Estado por femicida. ¿Cuál es tu evaluación en relación al proceso del juicio y la justicia?

—En principio, yo no creo en la justicia del Estado de Guatemala, pero el planteamiento de hacer un tribunal ético popular y feminista, y plantearle un juicio al sistema de justicia patriarcal es también muy esperanzador. Son caminos que entretejemos fuera del mecanismo de legislación, ya que para nosotras no hay leyes porque los códigos que utilizan en el sistema occidental, patriarcal, racista son diferentes. Cuando nosotras hablamos de asamblea ellos hablan de asociación ilícita, por ejemplo. Son términos muy diferentes, por eso no creemos, pero si el planteamiento de una justicia feminista nos propone un camino hacia un nuevo sistema plural en la red de la vida, es nuestra ilusión. Este no es sólo un llamado a las mujeres sino a las comunidades, pueblos, territorios, es decir a la humanidad en sí, porque necesitamos ese planteamiento feminista que es emancipatorio. Yo tengo una esperanza muy grande porque al no creer en el sistema occidental nos da una fuerza interior para continuar generando autonomía y libre determinación, y por eso es muy esperanzador saber que lo estemos haciendo.

*Por Camila Parodi y Lisa Buhl para Marcha

Palabras claves: Guatemala, paramilitares, pueblos originarios

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