El Olivo Mundial: crónica de una aspiración interrumpida

El Olivo Mundial: crónica de una aspiración interrumpida
31 julio, 2018 por Tercer Mundo

La década del noventa tuvo a la “Tercera Vía” como una poderosa vertiente del capitalismo, respaldada por Clinton, Blair y otros dirigentes europeos.

Por Marcelo Caracoche para Revista Zoom

Diecinueve años atrás, en el verano europeo de 1999, un espectro novedoso recorría Europa, se expresaba a través de los políticos de área progresista que en aquellos tiempos parecían encarnar una respuesta al desafío de la derecha; el espectro quería asumir alguna forma, una especie de asociación progresista que renovara los lazos vetustos de la Internacional Socialista, que ya desde la caída del muro era cuestionada como un resabio del siglo XIX. La nueva asociación debería ser una organización informal al nivel más alto y al mismo tiempo ligera como los tiempos requerían, quizá un reflejo armónico de aquello que sobre todo en los medios anglosajones se llamaba New Economy, sostenida por operadores que habían sido hippies en los 70, gente que en los garages de Palo Alto ya no hacía rock sino que desarrollaba la revolución informática.

El eco de aquellas ideas había atravesado el Atlántico y regresaba amplificado por el prestigio que ostentaba el interlocutor americano, el entonces presidente Bill Clinton.

Parecía que la iniciativa correspondía a Europa, la idea de reunir políticos y partidos progresistas llevaba un nombre de connotaciones mediterráneas y acaso religiosas: El Olivo. La tensión internacionalista que lo promovía ayudado por el entusiasmo de la prensa lo transformó rápidamente en El Olivo Mundial. Parece increíble pero al menos por una vez se consiguió eludir la palabra “global”, que estaba comenzando a contaminar el vocabulario de políticos, escritores y periodistas con unanimidad fastidiosa.

El Olivo (L’Ulivo)

En 1995, Italia era gobernada por Silvio Berlusconi. El estilo y la determinación del personaje parecían imbatibles hasta que surgió desde el entramado de la empresa pública italiana un señor desconocido para la mayoría de los italianos (pero no para la nomenclatura que desde siempre controlaba el matrimonio simbiótico negocios/política); el señor se llamaba Romano Prodi, era profesor de economía, tenía un amplio currículum en la gestión de empresas del Estado (status que le serviría posteriormente como veremos). Tenía prosapia democristiana, era fanático de la bicicleta, los domingos acompañado de su esposa frecuentaba la misa en su ciudad, Bolonia. Su lenguaje era directo y conectaba bien con los ciudadanos.

Además conocía a la gente adecuada.

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Romano Prodi, apoyado por un grupo de banqueros católicos, desafió el poder de Silvio Berlusconi y recorrió Italia en un pullman difundiendo con su sonrisa de provinciano bonachón una propuesta política para la ciudadanía.


Esta propuesta se presentó con el nombre de El Olivo y fue apreciada inmediatamente por aquellos italianos que no soportaban a Berlusconi. El PDS (ex partido comunista), humillado en las elecciones políticas de 1994, se alineó inmediatamente detrás de la propuesta de Prodi, podía aportar una buena red (que todavía no había conseguido apagar totalmente no obstante su pulsión autodestructiva) de voluntades en todo el país, cuadros intermedios, organización y experiencia, que el recién llegado a la política Romano Prodi no poseía.


La alianza fue positiva. El gobierno Berlusconi se derrumbó gracias a la defección de sus aliados de la Lega Lombarda, y en las elecciones políticas de 1996 El Olivo venció al magnate televisivo comprometiendo para siempre la imagen de triunfador en cualquier arena que ostentaba Silvio Berlusconi.

El Nuevo Mundo y el Reino Unido

Clinton, el interlocutor transatlántico, apoyaba su prestigio en la economía que funcionaba, la creación de nuevos puestos de trabajo; durante su gobierno el comercio on line se había multiplicado de manera geométrica. La Nueva Economía había aportado una aureola de novedad, los gerentes se presentaban sin corbata frente a los medios para anunciar fusiones que disparaban la facturación a cifras que a las estructuras de la industria fordista podían parecer de otro planeta.

No sólo era la economía, estúpido… también era el estilo.

Pero no obstante los entusiasmos latinos, la idea de unir en una nueva asociación los gobiernos progresistas de fin de siglo tenía impronta anglosajona.

Las cosas empezaron a insinuarse antes de la asunción de Tony Blair como primer ministro, cuando todavía estaba en funciones la revolución conservadora. Blair se había rodeado de profesionales formados en universidades americanas, como por ejemplo su futuro ministro del Tesoro. El nuevo laborismo emulaba los nuevos democráticos de Clinton. El eje Clinton-Blair renovó la relación preferencial entre los primos, pero la figura determinante del nuevo rumbo fue Hillary Clinton, abogada, culta y muy atenta a lo que sucedía en Europa.

Sid Blumenthal, amigo y consejero privilegiado de Bill Clinton, fue participante y testigo directo del diálogo que habían iniciado Blair y Hillary Clinton antes que Blair ganara las elecciones.

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Los Clinton y los Blair pusieron a trabajar a tres miembros de la izquierda anglosajona: Sid Blumenthal por la Casa Blanca, Anthony Giddens y David Milliband por el partido Laborista. Desde 1996 se sucedieron encuentros y seminarios en un intento de acercar el socialismo europeo al reformismo americano, que al contrario del europeo no tenía raíces marxistas. El conjunto de ideas que elaboraron estos delegados se conoce como Tercera Vía, y como sabemos captó enseguida la atención del establishment mediático occidental.

El gobierno Blair

El 2 de mayo de 1997, Blair asume el gobierno y lanza una campaña de apertura internacional tendiente a quebrar el aislamiento creado por los conservadores y euroescépticos; el panorama no era favorable: Helmuth Kohl se desplazaba cada vez más hacia la derecha y la Francia de Lionel Jospin, claramente alineado en la Internacional Socialista, para Blair no resultaba atractiva pues consideraba al francés un “no liberal”.

Blair había recibido en el primer congreso de Blackpool en 1996 el apoyo del italiano Walter Veltroni, considerado en esa época el número dos del PDS (ex PCI). Veltroni explicó que “el gobierno Prodi tiene las mismas ideas que Clinton y Blair”. Veltroni, que durante mucho tiempo sostuvo que era “kennedyano”, se estaba perfilando para el viraje que su partido había iniciado con la intención de adecuarse a los nuevos tiempos. Estaban dispuestos a todo para hacerse perdonar su pasado comunista.

La alianza tripartita comienza a configurarse cuando Anthony Giddens invita a Romano Prodi a pronunciar una conferencia en la London Schools of Economics el 29 de enero de 1998.

Enseguida Blair lanza una solicitada en The Guardian. Los puntos son en sí mismos un manifiesto del nuevo curso laborista: rigor en el balance, reforma del Estado social, inversiones en educación. Se mantiene la flexibilidad laboral presentada en los vértices de Cardiff y Birmingham.

Blair y Prodi estrechan sus lazos ideológicos.

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Cita en New York

Walter Veltroni, convertido en un adelantado del reformismo italiano, lanza la propuesta de un Forum Internacional de Centro Izquierda. Los diarios lo bautizan Olivo Mundial.

Si bien la conexión con Blair funcionaba, todavía faltaba una cosa: había que cerrar con los estadounidenses.

Un antecedente se revela oportuno: en 1987 un ignoto gobernador de Arkansas había visitado Italia con la intención de conocer los distritos industriales y su inserción en la comunidad, y había contado con la guía de uno de los máximos expertos: Romano Prodi.

Esto funcionará como utilísimo precedente cuando Clinton, en el vértice del G7 de 1994 sobre ocupación, citó como modelo la pequeña empresa italiana.


Finalmente, el presidente del gobierno italiano Romano Prodi es invitado a visitar Estados Unidos. Prodi visita la Casa Blanca el 6 de mayo de 1998. Al día siguiente The Washington Post anuncia que existe “un eje Clinton, new labour, Prodi”.


Las fotos son importantes dado que Clinton, no obstante la cuestión llamada “Monica-Gate”, está en la cresta de la ola.

Prodi obtiene utilidades en su propia casa, refuerza su identidad reformista, toma distancias del partido del canciller Helmuth Kohl que sigue su desplazamiento hacia la derecha. Se libera de la tutela del aliado mayoritario, el PDS, sortea crisis de gobierno e ignora la Internacional Socialista.

Prodi se muestra entusiasmado con la idea de unir los reformismos del viejo y el nuevo mundo, conversa de la cuestión con Clinton y arranca la idea de un encuentro en Italia a realizarse en 1999. La cita será en Florencia y Prodi acudirá pero no ya como premier del gobierno italiano sino como presidente de la Comisión Europea.

El Olivo Mundial

En tanto se distribuyen las invitaciones para el seminario sobre la Tercera Vía que se realizaría el 21 setiembre 1998 en la New York University.

La nueva cita reúne finalmente a Clinton, Blair y Prodi.

Se realiza el congreso con una disturbante situación paralela: el video interrogatorio a Clinton sobre el affair Lewinsky, lo que no impide la atenta participación de su mujer Hillary en el congreso reformista.

Hillary-y-Bill-Clinton

Un mes después cae el gobierno Prodi y Massimo D’Alema ocupa el cargo de presidente del gobierno italiano. Esto crea una variante en las filas del Olivo Mundial.

D’Alema, al contrario de Prodi, busca su legitimidad en la Internacional Socialista de la que su partido, el PDS, forma parte desde no hace mucho tiempo. D’Alema es amigo de Lionel Jospin pero es siempre un ex comunista y la prueba americana la tendrá que superar; más allá del Olivo, Italia es una pieza importante de la OTAN.

La cita para la que el comunista arrepentido deberá estudiar su parte será en 1999.

Regreso a USA

D’Alema llega a Estados Unidos el 5 marzo de 1999, visita Washington, pero el encuentro con el presidente Clinton se complica; la conferencia de prensa común se hace dura pero increíblemente esto ayuda a superar la rigidez protocolar. D’Alema juega la carta Florencia, invita a Clinton al congreso de las fuerzas progresistas, los dos saben que Florencia es una creación de Prodi, que tendría que haber sido el anfitrión.

Las cosas se arreglan.

La guerra en Kosovo ayuda a aplanar diferencias, Italia integra la fuerza de operaciones, D’Alema pasa el examen.

D’Alema es invitado al vértice OTAN del 26 de abril de 1999 en Washington; allí se encuentra con Clinton, Blair, Gerhard Schroeder y el holandés Wim Kok.


D’alema provoca a Clinton: “Nosotros cuatro pertenecemos a una asociación que se llama Internacional Socialista. Ustedes los americanos buscan la Tercera Vía porque la palabra socialismo, aunque sea en salsa europea, les da miedo”. Clinton responde: “No quisiera tenerte cerca en una campaña electoral”.


El ala derecha del Partido Demócrata no quiere saber nada de socialismo. D’Alema, en tanto, no esconde su antipatía por la Tercera Vía.

La continuación es en Europa el 8 de junio. Blair consigue que Schroeder firme un manifiesto sobre la Tercera Vía; Jospin, que esta vez participa, se siente traicionado dos veces, como socialista y como francés; es también el fin del eje franco-alemán inaugurado por el dúo Miterrand-Kohl.

Cinco días después, Blair y Schroeder pierden las elecciones europeas. Jospin, en cambio, gana y a través de la Fondation Jean Jaurés manda un mensaje a Schroeder: “¿Por qué reniegas de la herencia de Willy Brandt como si fuera la de Stalin?”. Schroeder sigue cuesta abajo en las elecciones regionales.

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Clinton se alarma frente a los reveses de los amigos y envía al consejero Blumenthal a Roma y Berlín a mediados de setiembre. Ya está pensando en la cita florentina del reformismo. Al colega alemán lo incita a no ceder a las presiones de la izquierda del partido, encarnada por Oskar Lafontaine. El político del Ruhr ha sido desde los primeros años 90 un crítico implacable del discurso neoliberal en el que se estaba embarcando su partido.

En tanto D’Alema ha tomado una decisión: en Florencia no se hablará de Tercera Vía y Lionel Jospin será de la partida. En los encuentros preparatorios se trabaja para limar asperezas. En Fiesole, una pequeña localidad en las colinas que rodean Florencia, participan Blumenthal y Milliband por Estados Unidos y Reino Unido, el consejero de Schroeder Gretschmann, Marta Dassù y Pier Carlo Padoan por el gobierno italiano, y el escritor fantasma y asesor de Jospin, Aquilino Morrell.

Se llega a una paz amistosa a comienzos de noviembre 1999 en Paris en las sesiones de la Internacional Socialista, donde Blair anuncia que su gobierno “ha hecho tantas cosas de izquierda” y evita cualquier ataque a los compañeros franceses.


Como sabemos, el Olivo Mundial fue sólo una aspiración. La irrupción de la Tercera Vía creó un conflicto dentro del grupo, que no podía conformar a cuadros políticos que, como comentço Jospin al diario romano La Repubblica, “si la Tercera Vía es un punto intermedio entre socialdemocracia y neoliberalismo, no es mi camino”.


La Tercera Vía, como lo habíamos adivinado desde el comienzo, era una vía muerta.

Los resultados de este olivo resultaron ácidos. Lo que vimos en el mundo real fue un reacomodamiento de las fuerzas progresistas en base a la mansa aceptación del Consenso de Washington, el alineamiento al pensamiento dominante -incluso en el lenguaje-, la asunción de una agenda política redactada por otros, la renuncia a cualquier pretensión alternativa al modelo.

Comenzaba la era del bipartidismo con programas de gobierno casi idénticos y que como variante práctica solamente ha mostrado el Gran Centro, que opera como gigantesco imán para las centroizquierda y centroderecha, desplazando la disidencia a zonas inofensivas y a veces extraparlamentarias. El acompañamiento complaciente de los medios de información completa el modelo en cuanto a la construcción del consenso, en base a un relato repetitivo presentado como único y excluyente.

Esta corriente de pensamiento fue la base de lo que actualmente Nancy Fraser llama “progresismo neoliberal”.

La reunión en Florencia finalmente se realizó el 20 de noviembre de 1999, ampliamente narrada por los medios con tonos reverentes. Fue un ejercicio auto celebrativo notable por parte de una serie de gobernantes que estaban preparando el camino para la crisis que formalmente tendría inicio en el 2008 con la caída del banco Lehman.

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La reacción contra el pensamiento dominante partió en cambio desde el área sudamericana, situación que los analistas del norte del mundo no mencionan jamás ni consideran en estos tiempos pero que atrajo la atención de algunas nuevas manifestaciones políticas surgidas en los últimos años en Europa como el caso de los españoles de Podemos.

Las consecuencias del pensamiento dominante y la renuncia del progresismo clásico a dar batalla las estamos padeciendo todavía: el ataque a la Grecia de Tsipras fue uno de los últimos frutos amargos que nos ha regalado, la luz al fondo del túnel no la ve ninguno y los ciudadanos exasperados buscan respuestas en movimientos y partidos políticos de izquierda y derecha que atacan el modelo neoliberal, partidos que como sabemos son llamados “populistas” por los medios hegemónicos.

Los protagonistas del Olivo Mundial

Tony Blair: gobernó como primer ministro desde el 2 de mayo de 1997 hasta el 27 de junio de 2007. Blair se mostró un aliado fiel de la política de Estados Unidos y un activo destructor del estado social.

Su carrera política se prolongó en 2007 con el rol de Enviado Especial del Cuarteto de Medio Oriente, que no eran músicos, y estaba formado por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y Naciones Unidas. La gestión de Blair terminó y fue duramente criticada por la Autoridad Palestina.

Bill Clinton: presidente estadounidense desde el 20 de enero de 1993 hasta el 20 de enero de 2001. Lector de García Márquez y muy estimado en la comunidad negra de su país.

Después de su retiro se acompasó hacia la carrera pública de su mujer Hillary, participando en la campaña de las primarias que ganó Barack Obama. Sucesivamente, Clinton hizo campaña a favor del candidato vencedor en las primarias, el Premio Nobel de la Paz, y en 2016 acompañó a su esposa Hillary en la campaña presidencial.

Hillary Clinton: tuvo desde el comienzo ideas personales sobre el rol de Primera Dama. El otro rol que le atribuyó la historia fue el de esposa engañada, que supo sobrellevar con carácter. La abogada Clinton consideraba que tenía un destino político personal, pasó por el senado como representante de Nueva York desde el 2001 hasta el 2009, y sucesivamente fue secretaria de Estado de la administración Obama desde 2009 al 2013. Su gestión quedó comprometida con el ataque al consulado de su país en Bengasi, Libia, en el que murió Cristopher Stevens, en setiembre de 2012. Se presentó como candidata para las elecciones de 2016 y fue derrotada por Donald Trump. Uno de los dirigentes de su campaña fue Sid Blumenthal, otrora ideólogo del Olivo Mundial.

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Massimo D’Alema: presidente del consejo de ministros de la República Italiana desde el 21 de octubre de 1998 hasta el 25 de abril de 2000.

Es el típico dirigente camaleónico, astuto. Como su colega-enemigo Veltroni es capaz de pasar con gran desenvoltura desde la lucha de clases al mercado… sin etapa de transición. Famosa es su idea de crear una comisión bicameral para negociar una convivencia con Berlusconi. No pudo superar en astucia al magnate mediático y terminó con una frustración de manual. Es aficionado a la navegación a vela y últimamente se dedica a la producción de vino. Con un nuevo giro sorpresivo se declaró favorable a la restructuración del débito griego juntamente con Stiglitz y Piketty en una solicitada en The Financial Times.

Lionel Jospin: premier del gobierno de la República de Francia desde el 3 de junio de 1997 hasta el 6 de mayo de 2002 en convivencia con Jacques Chirac, presidente de la República.

Se lo recordará por la semana laboral de 35 horas. Su derrota electoral en 2002 cuando aspiraba a la presidencia de su país lo apartó definitivamente de la política.

Oskar Lafontaine: el 24 de mayo de 2005 abandonó definitivamente el partido SPD, a cuya presidencia había llegado en el congreso de Mannheim de 1995.

Uno de los motivos que llevaron a Lafontaine a abandonar el partido fue la denominada “Hartz VI”, normativa que equipara a desocupados crónicos y receptores del auxilio social.

En declaraciones a BILD en 2005, propuso “crear un Olivo a la italiana entre el WASG (Alternativa Electoral Trabajo y Justicia Social) y PDS (Partido del Socialismo Democrático).

Actualmente es uno de los animadores de Die Linke, la formación política de la izquierda alemana fundada el 16 de junio de 2007.

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Romano Prodi: su primer gobierno se prolongó desde el 17 de mayo de 1996 hasta el 21 de octubre de 1998.

Prodi adhirió al modelo social y económico de la Troika, en materia de inmigración su política no se diferenció de la practicada por Silvio Berlusconi.

Durante su mandato se aplicó Ley Turco Napolitano (6 marzo 1998), con la cual se creó los llamados Centro de Permanencia Temporales (art. 12 de la ley), lugares de internación para extranjeros sometidos a procedimientos de expulsión, rechazo y traslado coactivo hasta la frontera del estado italiano. En realidad, eran verdaderos campos de concentración protegidos por prácticas opacas y discrecionales, inaccesibles a la prensa, casi inaccesibles a algunos parlamentarios (pocos) que se interesaron por la suerte de los ciudadanos extranjeros allí internados.

También se produjo el caso de la Kater i Rades, cuando el 28 de marzo de 1997 la nave Kater i Rades se hunde frente a las costas italianas después de ser embestida por dos naves de la marina militar. La nave de bandera albanesa transportaba ciudadanos albaneses que querían llegar a Italia. Se calcula que en el hundimiento murieron en torno a cien personas. El comando de la marina militar no fue investigado ni juzgado.

Gerhard Schroeder: cubrió la función de canciller desde el 27 de octubre de 1998 hasta el 22 de noviembre de 2005. Como Blair, fue un agente activo contra las conquistas del Estado social y enfiló su país en la senda de la exportación como motor económico principal.

Es interesante recordar que la palabra Welfare, acepción sajona de “Estado social” o “Estado de bienestar” fue creada en contraposición a la Alemania del Kaiser que practicaba, según los ingleses, el Warfare o “Estado de guerra”.

Siguiendo la senda abierta por el señor Felipe González en España para los ex progresistas, el ex canciller aceptó la propuesta de Putin y se puso al servicio de la empresa Gazpromerh.

*Por Marcelo Caracoche para Revista Zoom

 

Palabras claves: Europa, Hillary Clinton, progresismo

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