Por las que están, por las que no están, por las que están en peligro

Por las que están, por las que no están, por las que están en peligro
1 junio, 2018 por Redacción La tinta

Por Silvana Aiudi para Panamá Revista

«Por momentos nuestros pies no caminan…Bailan las muchas revoluciones imaginadas, soñadas, realizadas, derrotadas, reinventadas. Revoluciones que se crean y recrean desde el deseo, el placer, la lucha codo a codo con otras, otres, otros».

Claudia Korol

—¿Cómo sabemos que no te prendiste fuego vos?— le preguntaron a Karina Abregú. Dos veces. Una fue hace tres años, en la UFI 6 de Morón, durante el juicio contra su ex marido Gustavo Javier Albornoz, que la había prendido fuego el 1 de enero del 2014. Otra, hace unas semanas en el Departamento Judicial de Morón. Esta vez fue José Luis Tacho Somoza, el abogado de Gustavo Javier Albornoz. Y Karina tuvo que demostrar que no, que no se había prendido fuego ella misma.

Y también, para aquel primer juicio, junto con su hermana Carolina, tuvieron que recoger las denuncias por violencia que tenía Albornoz en la Comisaría de la Mujer de Morón. Eran más de quince, pero solamente consiguieron dos. Las restantes se habían perdido. Pero todo eso ya pasó. Pasó en el 2016 cuando un pequeño grupo de mujeres del conurbano, organizadas políticamente como las Defensorías de Género por entonces, hoy Furia Feminista, lograron que Albornoz ahora esté preso y no pueda salir hasta dentro de once años por intento de femicidio.

La lucha sigue.

Se enjuicia a Albornoz por desobediencia.

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#Cuéntalo

Soy Karina Abregú. Mi ex pareja, el 1 de enero del 2014, me prendió fuego. Lo puedo contar porque sobreviví a tal situación. Hoy, junto a otres compas, luchamos para ayudar a muchas mujeres de este flagelo. Es duro, es difícil, pero no es imposible. El próximo lunes 7, martes 8 y miércoles 9 se llevará a cabo nuevamente el juicio contra mi agresor.

Las manos están cansadas. Los cuerpos también. Las redes sociales hablan de la lluvia y que la ropa no se seca más. El clima de Cambiemos va desde la corrida por el dólar, las negociaciones con el FMI y el debate por la legalización del aborto. Patricia Bullrich, el abrazo a la policía y el “gatillo fácil” son una marca propia. Casi como figurita que se repite, el abogado de Albornoz, Tacho Somoza, tiene en su perfil de facebook la foto de una mujer policía que fue baleada, pregunta por las feministas, que ahora dónde están, que por qué no hablan de la mujer policía, y se ríe de Karina y su hermana bajo el término “feminazi”. Otros posteos son frases motivacionales sobre la vida y la superación personal.

Los tres días llueve. Mucho. El cielo está gris y el juicio a Albornoz comienza el lunes 7 de mayo. El tipo sigue preso, no puede salir, por más alegatos que presente. Y no va a poder salir porque el feminismo popular lo sienta en el Departamento Judicial de Morón una vez más y el Estado lo condena por desobediencia. «Es por haber violado las perimetrales que se hace este juicio. Hubo más de 20 denuncias. Algunas se hicieron en la comisaría y otras públicamente. Hay elevadas tres denuncias puntuales, tres hechos puntuales», dice Carolina Abregú. Hasta que Albornoz fue condenado, violó las restricciones perimetrales más de 20 veces a pesar de que la justicia se lo había prohibido. Tacho Somoza pide su absolución.

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El juicio

Llueve otra vez. Piden apoyo a las organizaciones feministas, que las acompañen. Algo así como sororidad. Los tres días es el mismo grupo: ahí están ellas, son pocas, con su bandera y sus remeras de Furia Feminista, afuera del Departamento Judicial. Informan por las redes cómo va marchando el juicio. Y aparece la indignación cuando muestran una foto de Tacho Somoza burlándose de ellas al salir de lugar. «El nuevo abogado de Albornoz es concejal suplente del distrito de Morón y parte del equipo de Tagliaferro. No sé por qué pero al parecer Albornoz lo cambió, lo puso hace muy poco».

Tacho Somoza lleva puesto un traje. Se ríe de Karina y de su testimonio. Se ríe de los testigos que presenta Karina que dan fe de que Albornoz violó las perimetrales. «Cómo será que el juez le llamó la atención. Le preguntó qué le causaba risa y después estuvo explicando que no se había reído, sino que tenía dolor de muelas e hizo el gesto del dolor y que alguien del público se rió. Son esas cuestiones en donde, vos viste, una dice: no, no puede esto ser así. Además, estuvo dos horas dejando a Karina como un monstruo. La verdad que fue terrible, dice Carolina. El fiscal Hernán Moyano estuvo bastante bien. En especial cuando se dio cuenta de que entendíamos muy bien todo lo que pasó, que entendíamos muy bien los reclamos, que entendíamos el rol del Estado dentro de los casos de las mujeres víctimas de violencia (el antes, el durante, el después)».

Se hacen largos los días. Las mujeres siguen convocando por las redes que las vayan a acompañar. Juntan adhesiones. Siempre son las mismas ahí, en la vereda, con su bandera. Terminan los tres días de juicio. Están nerviosas y cansadas por la resolución que llegará la semana siguiente. Es demasiado tiempo sin perder pisada. Todas trabajan y tienen familia que las acompaña desde sus casas. Todas sacan de sus bolsillos para viajar y estar ahí. Todas dejan de lado la individualidad para luchar por una causa mayor. Aunque resulte cansador.

«Encima salgo del tribunal y me paran y me secuestran toda la documentación diciendo que tenía la documentación adulterada y que yo no era Carolina Abregú. Me sacaron todos mis documentos y no me los devolvieron. Hoy fui a la fiscalía. No me dejaron denunciar. Me acusaron de falsificación. A mí no me van a sacar de la cabeza que todo esto tiene que ver con toda esta gente».

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Foto: Colectivo Manifiesto

Por las que están, por las que no están, por las que están en peligro

Hernán Moyano es el fiscal a cargo y «es el único hombre que se pone al hombro la lucha de las víctimas de violencia de género en la fiscalía especializada en género de Morón», agrega Carolina. «Las fiscales son nauseabundas». La “sororidad” escasea por los juzgados y por varios ámbitos más. Pensarla como en un valor es equivocado. Como si no existieran los órdenes de clase, los intereses políticos, económicos, sociales, como si no existiera lo ideológico. De todas maneras, las fiscales no tienen la obligación de ser sororas (aunque una lo espere). Lo grave es que no fueron imparciales y hostilizaron a la víctima.

Es temprano. Ahí están las feministas populares esperando la sentencia. Albornoz no entra a la sala de audiencia. Está intimidado. Sabe que una vez este grupo organizado de mujeres hoy lo deja encerrado. Tacho Somoza ya no se ríe. Se condena a Gustavo Javier Albornoz a 1 año y 4 meses de prisión por desobediencia y pierde los beneficios. Se le suman a la condena que cumple de 11 años.

Para noviembre del 2017, según el movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLá), fueron víctimas de femicidio 254 mujeres. El 18% había realizado denuncias previas y el 12% tenían medidas de protección dictadas por la justicia argentina. En Buenos Aires, ocurrieron 119 femicidios, promedio de una mujer cada 30 horas. La cifra duele. La ausencia del Estado es notable y el enojo social parece no alcanzar.“Acción directa” y “lucha popular” son los lemas de este grupo de feministas populares del conurbano, como ellas se autodenominan,y la organización política, la única manera posible de llevarlos a cabo.

Entendernos como “sujetas de derecho” y “sujetas políticas”, como lo decía Lohana Berkins, es fundamental para la revolución de la que tanto se habla. Una revolución en la que, sin lugar a dudas, los feminismos populares son los protagonistas con sus métodos, su organización en el campo y la puja por los intereses. Que revolucionan desde sus cuerpos, desde su clase, desde su ideología, desde su cotidianeidad. Que buscan desorganizar la violencia capitalista y patriarcal. Que resisten y combaten la opresión del feminismo burgués. Feminismos que nacen de la rebeldía. Es lo que quedará.

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Foto: Karl Mancini

*Por Silvana Aiudi para Panamá Revista / Foto de portada: Natacha Pisarenko.

Palabras claves: Justicia machista, Karina Abregú, Violencia de género

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