Amancay, una flor amarilla
Después de tres meses de audiencias, finalizó el juicio por el travesticidio de Amancay Diana Sacayán, con una sentencia histórica que sienta precedente. El Tribunal Oral 4 condenó a Gabriel Marino a prisión perpetua por homicidio agravado por el odio a la identidad de género, y en un contexto de violencia de género, constituyéndose así en la primera condena por travesticidio en Argentina.
Por Redacción La tinta
Amancay Diana Sacayán era una reconocida militante travesti, trabajadora del INADI y referente de la lucha por los derechos humanos de las personas trans. Tuvo una participación decisiva en la sanción de la ley de cupo trans en la provincia de Buenos Aires y de la Ley de Identidad de Género a nivel nacional, y fue una de las ideólogas del primer periódico trans de Latinoamérica. Como muchas chicas trans, no pudo zafar de un destino violento: Gabriel Marino la asesinó el 11 de octubre de 2015, cuando había superado por cuatro años la expectativa de vida promedio para las personas trans, que es de apenas 35 años.
Estábamos en pleno Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata cuando nos arrebataron a Diana. Nos enteramos al volver y no entrábamos en nuestra tristeza. Quien tuvo la oportunidad de compartir al menos unas palabras con ella comprenderá la falta que hace. Era una tristeza amarga, porque no sólo ya no estaría Diana, una de “las imprescindibles”, dando batalla con nosotras, sino que además la asesinaron con el mismo odio de género contra el que luchó toda su vida.
Pero Diana no estaba sola, tampoco ahora. A meses del crimen se constituyó la Comisión de Justicia por Diana Sacayán, que trabajó duramente para llegar a juicio y mantener la memoria presente de la compañera. Desde el 12 de marzo pasado, cuando comenzó el juicio, sus familiares, compañeros, compañeras y activistas sostuvieron actividades culturales y de difusión en la Plaza Lavalle, frente a Tribunales. Entendiendo que la justicia es algo tan distante a lo que pasa en la Institución Judicial, la movilización y la lucha son decisivas para que una causa penal siente precedente.
La querella, constituída por Sasha Sacayán, hermano de Diana, representado por la abogada Luciana Sánchez, aseguró desde el primer momento que el motivo del asesinato fue el odio del imputado hacia la víctima por su identidad de género travesti y su calidad de miembro del equipo de programa de diversidad sexual del INADI.
El 14 de mayo, finalizando las audiencias, Sánchez repasó las pericias de cómo fue asesinada Diana y pidió que se encuadre el crimen en la figura de travesticidio, condenando a Gabriel David Marino a prisión perpetua.
Este juicio es por Diana, pero el activismo que acompañó el pedido de justicia entiende que la trasciende, como tal vez hubiera querido ella. Al tratarse de una referente nacional e internacional de derechos humanos, es una sentencia con posibilidad de repercutir e incidir como precedente en la lucha colectiva, visibilizando la gravedad de estos crímenes, la impunidad con la que se los comete, y su falta de relevancia social.
En el mediodía del lunes se leyó la sentencia: prisión perpetua por homicidio agravado por el odio a la identidad de género, y en un contexto de violencia de género. Por primera vez en Argentina se nombra como travesticidio este crimen de odio, se habla de un crimen cometido por la sociedad patriarcal heteronormada. Como expresaron desde la Garganta Poderosa: “Gabriel David Marino no solamente era un asesino, un mercenario o un criminal, sino un sicario de la moral”.
Lohana Berkins, al enterarse del asesinato de Diana, escribió: “¿Cuántas veces se investigan los asesinatos de las travas? Es la misma impunidad con la que el candidato del PRO a la intendencia de La Plata dijo que no daría trabajo a las travestis que les daría un médico. Las consecuencias son las mismas, incrementar el odio, legitimarlo. Hay que terminar con estas frases que, dichas risueñamente para que “entren mejor”, juegan con la vida de muchas de nosotras”.
*Por Redacción La tinta.
