La despedida de un cronopio
Sus ojos grandes que con la ayuda de los anteojos miran hacia esa ciudad a la que volvió, las manchas en la piel de su mano izquierda denotan el paso del tiempo, el taxi que entra en cuadro delatan la ciudad. El dinamismo de las líneas que contienen a Julio Cortázar en la imagen, de alguna forma dan la idea de un país que está saliendo de la opresión. Es diciembre de 1983 y el fin de la dictadura trajo al escritor por última vez a Buenos Aires. En el marco de una entrevista, el fotógrafo Dani Yako lo registró por última vez en la vereda de la calle San Martin al 800, donde estaba el hotel en el que se hospedaba.
Por Redacción La tinta
Luego de diez años Cortázar volvió a nuestro país, sin estar ajeno a la realidad socio-política que atravesó la Argentina en ese periodo, el escritor asistía a la vuelta de la democracia y las expectativas que esto generaba.
Sobre el momento en que se enteró que tenía que realizar el retrato, Dani Yako contó “Eran días muy conmocionantes, fue antes de que asumiera Alfonsín. Martín Caparrós me llamo y me dijo tenemos una entrevista con Cortázar, yo estaba contento de conocerlo. Para mí, él siempre tuvo una imagen más fuerte en lo político, en lo social que en lo literario».
Yako agregó que para hacerle las fotos le propuso que salieran a la calle, a lo cual el escritor le respondió que no porque hacía mucho calor. Al final pudo convencerlo de dar una vuelta a la manzana y en la puerta del hotel hizo la imagen.
“Lo que más me impresionó es que nos dijo que venía a despedirse de su madre, le preguntamos qué edad tenia y nos contó que más de 90. Todos dimos por hecho que su madre estaba enferma o muriendo. Con el tiempo entendimos que él venía a despedirse porque se estaba muriendo”, recordó el fotógrafo sobre esa charla.
Dos meses más tarde, el 12 de febrero de 1984, Cortázar murió en Paris víctima de una leucemia. Esta sería su última imagen en su tierra natal, aquella de la que tanto escribió.
Acerca de lo que representa esta fotografía, Yako reflexionó “a fuerza de repetición se está convirtiendo en una especie de icono de la vuelta de la democracia, el regreso de los exiliados. Hay otros significados, no solo el de un personaje de la literatura. Tiene que ver con alguien que pudo volver y salir a la calle sin que lo maten, lo secuestren o que su vida corra riesgo. Ahí creo que radica la fuerza de esa fotografía”.
*Por Redacción La Tinta / Fuente: Revista Rumbos