Torbellino de nuestras palabras

Torbellino de nuestras palabras
27 abril, 2018 por Redacción La tinta

El viernes 20 de abril en «La Casa del Pueblo Güemes», ciudad de Córdoba, un grupo de mujeres organizamos una “compartición” del viaje al «Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan», convocado por las mujeres zapatistas en México. En un diálogo con todas las compañeras, compartimos sensaciones, ideas, propuestas y reflexiones.

Por Redacción La tinta

Autodefensa feminista,
contra la violencia machista
(Cántico del Primer Encuentro)

Por esos pasajes del barrio Güemes que todavía resisten la avanzada del despojo urbano, nos dimos cita alrededor de 30 mujeres y algunos hombres. No para transitar por la noche la caravana fiestera de esa zona. Tampoco para hacer una crítica paisajística a la conversión edilicia tras la expansión inmobiliaria que avanza sin piedad desde Nueva Córdoba. Ni para ver vitrinas, ni para consumir en los bares lujosos que circunscriben la Cañada.

Nos juntamos para compartir un viaje de mujeres de diferentes espacios: artistas, militantes, docentes, periodistas, autoconvocadas. No cualquier viaje, sino uno al corazón de México, allí donde las comunidades zapatistas resisten y crean nuevos mundos. Sin conocernos entre nosotras, por decisiones colectivas de nuestras organizaciones o por voluntades individuales, asistimos a un llamado que nos movió las tripas y el corazón. Con la certeza de que compartir lo vivido fortalece, una vez de vuelta en Córdoba, convocamos a una “compartición”.

La compartición

Abajo el patriarcado
que va a caer, que va a caer
Arriba el feminismo
que va a vencer, que va a vencer
(Cántico del Primer Encuentro)

Del 8 al 10 de marzo, varias mujeres nos desplazamos en el tiempo y en el espacio hacia el “Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que luchan”, convocadas por las zapatistas, con el fin de encontrarnos con miles de mujeres de otras partes del mundo. Dicho encuentro, había sido convocado el 29 de diciembre del 2017 cuando el Comité Clandestino Revolucionario Indígena- Comandancia General del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, lanzó un comunicado dirigido a las mujeres de México y el mundo, invitándonos al Caracol de Morelia, zona de Tzotz Choj, Chiapas, México. Allí, más de 10 mil mujeres de 35 nacionalidades nos reunimos para participar de más de 200 charlas, talleres, actividades artísticas propuestas y para hacer carne lo que desde hace años venimos aprendiendo del zapatismo.

Durante la charla de “compartición”, comenzamos viendo un video de la Comandanta Ramona, del Ejército Zapatista de liberación Nacional (EZLN). Una mujer tsotsil maya que impulsó la lucha de los pueblos indígenas de Chiapas en su camino a la autonomía. Sus palabras nos permiten introducirnos al contexto en el que el zapatismo decide convocar a este encuentro de mujeres que luchan.

Un coyuntura marcada por un México convulsionado, en un año electoral en el cual, en las comunidades zapatistas, los siete principios para construir un mundo donde quepan muchos mundos, siguen vigentes: servir y no servirse, construir y no destruir, representar y no suplantar, convencer y no vencer, obedecer y no mandar, bajar y no subir, proponer y no imponer. La ley revolucionaria de las mujeres, aquella que se promulgó dentro del zapatismo varios meses antes del levantamiento en armas del 1 de enero de 1994 del EZLN, hace más de 20 años, también sigue vigente y está más presente que nunca en las comunidades zapatistas

Una coyuntura marcada también, por experiencias colectivas de autonomía que fueron creciendo en México y que permitieron el fortalecimiento de cientos de comunidades indígenas, que cada cual “a su tiempo y a su modo”, se fueron dando sus propias formas de autogobierno, con unas ideas en común: abajo, a la izquierda y anticapitalista.

La conformación del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) en diciembre del 2016, con la representación de 523 comunidades, 25 estados mexicanos y 43 pueblos indígenas marcó un nuevo escenario en la organización nacional para gobernar desde abajo, en el marco de la decisión de visibilizar con mayor fuerza a los pueblos indígenas de México a través de la postulación de una vocera a las elecciones presidenciales de 2018: Marichuy, la voz del Concejo Nacional Indígena (CNI).

Esta breve contextualización es parte de lo que compartimos el viernes pasado y fue la que nos permitió ingresar de lleno a la narrativa de lo que fue el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan. Acompañadas por algunas imágenes, audios y videos, con anécdotas y reflexiones fuimos tejiendo una conversación que nos permitió condensar relatos en un gran mosaico de voces diversas.

Así, abordamos ejes distintos de reflexión. Compartimos lo que implicó llegar hasta Morelia, sin muchas claridades de cómo hacerlo, describimos la infraestructura con la cual se desarrolló el Encuentro, los lugares para dormir, las comidas, las actividades que realizamos. Intentamos dar cuenta de aquellos fragmentos que memorizamos y nos impactaron, la diversidad de mujeres que éramos, las miles de postales que se nos grabaron en las retinas, la llegada de varones hasta el caracol y sus diversas reacciones ante la prohibición de entrar al encuentro, la masiva presencia de mujeres argentinas, entre tantas preguntas y palabras cruzadas que fueron ocurriendo durante la compartición.

El cierre de esta actividad, estuvo marcado por una mística en la que escuchamos las palabras de las mujeres zapatistas en el discurso de clausura durante el Encuentro. El 8 de marzo, el Caracol donde se desarrollaba el mismo había quedado completamente a oscuras durante la noche. Cundo eso ocurrió, las compañeras zapatistas encendieron simultáneamente más de dos mil velas. Nos pidieron que, esas pequeñas luces, las lleváramos a nuestras tierras para volver a encenderla en nuestros corazones, en nuestros pensamientos y en nuestras tripas:

“Llévala a las desaparecidas. Llévala a las asesinadas. Llévala a las presas. Llévala a las violadas. Llévala a las golpeadas. Llévala a las acosadas. Llévala a las violentadas de todas las formas. Llévala a las migrantes. Llévala a las explotadas. Llévala a las muertas. Llévala y dile a todas y cada una de ellas que no está sola, que vas a luchar por ella. Que vas a luchar por la verdad y la justicia que merece su dolor. Que vas a luchar porque el dolor que carga no se vuelva a repetir en otra mujer en cualquier mundo”
(Discurso de clausura. Compañera Alejandra).

Eso intentamos hacer. Traerlas y sentirnos menos solas. Decirnos que vamos a luchar juntas. Escuchamos en silencio aquel discurso de clausura que nos conmovió, mientras volvíamos a pasar por el corazón su torbellino de palabras.

Falta lo que falta

Luchar, resistir,
nuestro acuerdo es vivir
(Cántico del Primer Encuentro)

Uno de los principales desafíos de aquellas personas que viajamos a ser parte de determinados acontecimientos, tal como fue este encuentro convocado por las mujeres zapatistas, es poder, al regreso de nuestros viajes, compartir lo vivido. El desafío se vuelve aún mayor, si tenemos en cuenta que, en nuestro deseo de compartir, está implícito la necesidad de dar cuenta la relevancia histórica de lo vivido. De contagiar el poder transformador, tanto a nivel personal como colectivo, de aquellas palabras y gestos que pasaron por nuestro cuerpo durante el tiempo que duró el encuentro.

El desafío de nosotras, las que viajamos a este encuentro de mujeres que luchan, fue hacer del torbellino de palabras que nos inundó el corazón, un espejo donde reflejar los pasamontañas y miradas sonrientes de las compañeras zapatistas. Fue transmitir la potencia política de sus palabras y sus gestos. Fue contextualizar la situación de despojo y militarización en que se hallan las comunidades zapatistas. Fue narrar las preguntas que no pudimos respondernos.

El desafío no es reproducir lo vivido, porque esa posibilidad, no existe. El desafío, es poder dar cuenta de la forma en que lo vivido nos transformó. Porque después de cada encuentro de mujeres, ninguna vuelve a ser la misma.

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*Por Redacción La tinta / Foto de portada: Colectivo Manifiesto.

Palabras claves: Encuentro de Mujeres que lucha México, feminismo, Zapatistas

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