Mortandad de abejas en Traslasierra: “Una pérdida incalculable”

Mortandad de abejas en Traslasierra: “Una pérdida incalculable”
3 abril, 2018 por Redacción La tinta

Mientras aguardan los resultados de estudios de laboratorio que determinen qué producto químico provocó la masiva muerte de colmenas, los apicultores afectados comienzan a dimensionar la magnitud de sus pérdidas. Reclaman al estado que encuentre a los responsables y que lleve adelante controles más estrictos con los aplicadores de la zona. El testimonio de uno de los afectados.

Por Francisco Chiacchietta para La tinta

En una superficie aproximada de dos mil quinientos metros de largo por dos mil quinientos metros de lado (unos 25 kilómetros cuadrados) en la pedanía de La Paz, Valle de Traslasierra, provincia de Córdoba, 7 productores apícolas sufrieron a principios del mes de marzo la muerte masiva de 72 millones de abejas en casi mil colmenas. Aseguran que la causa de tamaño desastre fue la aplicación de pesticidas.

Marcelo Sosa, del paraje Los Romeros, desarrolla la actividad apícola desde hace más de 30 años. Ha recorrido con las abejas el sur de Córdoba, La Pampa y la provincia de Buenos Aires. Zonas en donde el modelo agroindustrial, con su “paquete tecnológico” que incluye la fumigación sistemática con agrotóxicos, está fuertemente instalado desde hace muchos años.


Relata que jamás vió algo semejante: “Me encontré recorriendo el campo que compartimos con mi cuñado con una situación de una mortalidad nunca vista, nunca vi esto. Y andando por el sur, Córdoba, La Pampa, Buenos Aires, donde hay fumigaciones desde hace muchos años ya y nunca vimos un caso así, nunca vimos una mortalidad tan grande de abejas”.


Lo que más llama la atención de los apicultores es la distancia existente entre los lotes de siembra de cultivos que son fumigados de manera terrestre y las colmenas de algunos de ellos. Marcelo, cuyas colmenas se encuentran monte adentro a unos 3 mil metros de esos lotes, sospecha que debió tratarse de la aplicación de pesticidas desde un avión. Cabe la posibilidad de que haya habido una descarga del sobrante de alguna aplicación aérea aún más lejana de la zona de colmenas, justo sobre los apiarios. No debería resultar muy difícil determinar esto ya que en la zona solamente hay 2 aviones registrados para realizar fumigaciones aéreas y cada salida debe quedar documentada.

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La respuesta oficial

Los apicultores se han encontrado con la desidia y falta de apoyo por parte de funcionarios provinciales de las áreas de Ambiente y Agricultura. La respuesta en ambiente fue que la situación no es de incumbencia del área (sic). Y el referente apícola provincial ha minimizado el problema y desconoció a los apicultores.

Para Marcelo estas respuestas son insuficientes: “Sería bueno que el estado colabore investigando quien es el responsable y sino hacerse responsable por no verificar bien a la gente que fumiga, con qué fumiga, en qué condiciones fumiga. Porque si no un día va a pasar cerca de un pueblo donde va a hacer daños a otros seres, animales o personas. Para mi es gravísimo lo que ha pasado ahí, no quiero que vuelva a suceder. El estado tiene que regular al tipo que anda fumigando. Nosotros ya estamos regulados dentro de nuestra actividad: no estar cerca de las calles, no transportar de una u otra manera, ya estamos inscriptos, nuestros apiarios ya están en sus planillas. Hay que ver qué respuesta tenemos de parte de ellos”.


“El referente de apicultura del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la provincia, el señor Luján, en Buenos Aires dijo que nuestro problema no era tan grave, que no eran tantos apicultores, no eran tantas las colmenas y que ni siquiera estábamos registrados -cosa que no es verdad, estamos todos registrados, la mayoría vivimos aquí», agregó el apicultor.


Por el contrario, con algunos trabajadores estatales del ámbito local, los productores apícolas sí han encontrado colaboración y solidaridad. Sucede que desde hace varios años vienen articulando trabajos con el INTA Villa Dolores, con los técnicos territoriales de la Subsecretaría de Agricultura Familiar, y con el referente de SENASA en la zona, Matías Fernández. Marcelo lo reconoce de este modo: “Salvo el grupo que tenemos de Agricultura Familiar en Villa Dolores (INTA, SENASA, SAF, y Municipalidad de Villa Dolores) el resto no nos apoya. El intendente de La Paz ha tirado buena onda, querer saber qué pasó, acercarse hasta los productores, el tema que estamos en una zona rural y si bien es su pedanía no es ejido de su municipio”.

Un trabajo de años «y de un día para otro»

Intentar dimensionar el daño provocado no es tarea sencilla. Se pueden contar las colmenas que ya no trabajarán (980), cuantificar las abejas pesando un puñado de ellas muertas (72 millones), calcular los kilos de miel perdidos, la cera que no podrá volver al circuito productivo. Habrá que hacerlo y calcular el dinero perdido, pero ¿cómo valuar el trabajo de años de observación y construcción de saberes vinculados a la cría de abejas reinas, madres calificadas y abejas criadoras?

Consultado sobre ello, dice Marcelo: “Nosotros teníamos calculado dejar alguna reserva de miel para el invierno y sacarle todo el resto. Y resulta que ahora tenemos colmenas muertas. Montenegro (otro de los productores afectados) tenía que entregar reinas fecundadas, celdas y la pérdida más grande de él son las criadoras y madres. El tiene ahí 20 madres y unas cuantas criadoras y unos 150 núcleos que estaban fecundando. Eso fue una pérdida incalculable. Un núcleo común vale 600, 700 pesos, pero una reina fecundada de una madre calificada o estudiada por un tiempo es incalculable lo que vale eso. Aparte él perdió varias reinas, así que ya el compromiso con otros apicultores para entregar el material vivo quedó caducado. Entonces por ese lado también tenemos una pérdida tremenda: un trabajo de años para lograr una madre y que de un día para otro… es una pérdida incalculable”.

A la espera de los resultados de laboratorio

Las colmenas de Marcelo estaban lindas, si bien la producción de postura de la reina ya estaba en declive (por la época del año), las abejas habían libado las flores de usillo y tenían 6 y 7 cuadros de cría, la mayoría estaban bien de población, al igual que las colmenas de sus compañeros. Tremenda fue la sorpresa que se llevaron al encontrar los apiarios de la forma en que los vieron.

Para levantar las muestras (de abejas muertas y vivas, cera, miel y polen) sólo contaron con la colaboración de Matías Fernández de SENASA y de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC). Ni el Juez de Paz de la zona quiso acercarse a los productores para constatar la acción. Las muestras se enviaron a los laboratorios de CEPROCOR en ciudad de Córdoba, SENASA en Buenos Aires y al laboratorio de la UNRC en Río Cuarto. Se espera que los resultados se den a conocer dentro de dos meses, aunque todo parece estar ya bastante claro.

¿Serán sancionados los responsables? ¿Quién compensará y de qué modo a los apicultores afectados? ¿Será posible tomar esta situación como punto de partida para repensar las prácticas socio productivas en la región?

*Por Francisco Chiacchietta para La tinta.

Palabras claves: agrotóxicos, Apicultura, Traslasierra

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