Felices los cuatro

Felices los cuatro
3 abril, 2018 por Redacción La tinta

Pensé que me iba a olvidar del chico que me robó el celular en Junín y Tucumán. Pero cada tanto me despierto con la sensación del roce en el hombro y algo que se llevan de mí.

Además él navega con mi usuario en youtube. Cuando entro veo todo lo que vio: “Dicen que tu eres peligrosa”, “Corte de corpiños en Mar del Plata”, “Atrápame si puedes película completa”, “Caída de personas de edificios”, “Dónde está el bum bum”.

También comenta videos de cumbia con mi nombre. Virginia Feinmann dice: “olvidate, papá, Dany Hoyos es el mejor lejos”. Yo no sé quién es Dany Hoyos, ni si es el mejor, ni si es lejos. Pero fue una opinión muy aceptada, tuvo muchos comentarios a favor y pulgares para arriba, así que no me molestó.

En youtube yo sólo busco el programa de Sylvestre y las meditaciones de Caminando desde el Alma. Sin duda él también las ve al entrar.

Yo busco “Adiós al Insomnio”, “Perdonar lo imperdonable”, “Transmutar la ira” y “Enviar luz a un ser querido”.

Con el tiempo empiezan a mezclarse. Youtube sugiere “El Dipy Cintura” y “Conectar con el universo”. “Corte de corpiños” y “Sanando con los maestros espirituales”. “Aprendo a amar mi niño interior” y “move tu culo pa tra, pa tra, pa tra”.

Vuelvo a mirar sus fotos, las selfis que me mandó la app esa, Intruder Selfi, cuando él me sacó el teléfono y trató de desbloquearlo: su boca gruesa, la nariz ancha, un piercing chiquito en el labio de abajo. La piel oscura. Y los ojos también, pero con brillo, como el mar de noche, como el fondo de un pozo, como un beso en el cine.

Al día siguiente youtube me sugiere “Maluma Felices los 4”. Es un video con 1.257.500.978 visualizaciones, así que pienso, qué le hace una más. A los 10 minutos la estoy cantando compulsivamente. Todo el día. “Y si con otro pasas el rato, vamo a ser feli, vamo a ser feli, felices los cuatro”. No sé bien qué estoy cantando. “Yo te acepto el trato, y lo hacemo otro rato, felices los cuatro”. La canto en el subte, cuando llego a casa, cuando me acuesto y pienso en su cara, en que debe haber tenido una vida triste, en que apoya los dedos donde apoyé los míos, en que pone la boca donde la puse yo. En que estuvo meses tratando de desbloquear mi dispositivo, como si quisiera descifrar algo mío muy profundo. En que me sacó el teléfono en Junín y Tucumán pero nunca más lo vi por ahí, aunque una vez me senté un rato largo en la Plaza Houssay.

Le pongo un pulgar para arriba al video. Más tarde lo comento.
Virginia Feinmann dice: se me pegó esta canción.

Casi enseguida Virginia Feinmann contesta: por que ases meditaciones? Lo apago.

Llega mi novio. Putea porque la AANS le pagó 3000 dólares menos su último artículo, que a partir de ahora va a publicar en Neurosurgery, que le cambiaron dos veces el vuelo a Toronto y que un limpiavidrios le rayó el auto. Le digo que sí, que qué bajón. Miro el celular. Me pregunto si seríamos felices los cuatro.

*Por Virginia Feinmann.

Foto: Colectivo Manifiesto

Palabras claves: Virginia Feinmann

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