Derecho sin derecho

Derecho sin derecho
23 abril, 2018 por Redacción La tinta

Por Nelson Marcionni para La tinta

Hace tiempo que no asisto a las convocatorias periódicas organizadas por el Decanato de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba porque no admito convalidar con mi presencia como Profesor por concurso de esta Universidad Pública, discursos mentirosos. Menos si pretenden encubrir aberrantes iniquidades.

Los veinte años de administración yanzista de la Facultad le han quitado derecho, título, autoridad y legitimidad para invocar, desde cualquier perspectiva, principio alguno de la Reforma Universitaria como carácter propio de su realidad institucional.

La entente nepotista Yanzi-Aspell-Yanzi ha consolidado su espacio de uso del poder, basado en el otorgamiento de prebendas mediante la utilización de presupuestos públicos, asociado a intereses corporativos e ideológicos del más puro conservadurismo contribuyendo a la mimetización como demócratas, de un número importante de responsables, funcionarios judiciales y de otros poderes, colaboradores, informantes, militantes y simpatizantes del Proceso de Reorganización Nacional.

yanzi-ferreira-rosenkraft-corte-suprema-2x1
Foto: Colectivo Manifiesto

Igualmente ha estimulado, permitido y consolidado un modelo en el cual, los más miserables y pedestres intereses personales de sus allegados y sostenedores desde su equipo de gestión, se enseñorean por sobre cualquier cualidad docente, académico-científica, ética y moral.

Esta gestión transformó la Autonomía Universitaria en un vallado de impunidad para obrar en un coto excluido al control efectivo de los poderes del Estado. Ha negado información a los propios órganos de investigación administrativa para encubrir prácticas propias del Proceso adaptadas al medio académico universitario: segregación, discriminación, aislamiento, persecución, intimidación.

Mutatis mutandi, es decir en lo que podría compararse, sin exageración, con procedimientos y mecanismos de ejecuciones académicas extrajudiciales. El caso del concurso de la cátedra de Derecho Internacional Público ha sido paradigmático sobre estas prácticas. Llevado a cabo cuando pudieron prefabricarse los antecedentes de los acólitos de la gestión (únicos beneficiarios) por parte de quienes obstruyeron durante años la aplicación de las disposiciones reglamentarias para la cobertura de los interinatos, concluyó con el dibujo de un resultado dictado desde los mismos grupos de acoso local del cordobativismo (la oscura y omnipresente Córdoba corporativista), que convalidó las pretensiones, y monedas de cambio, de los firmantes de los dictámenes, conspicuos amigos siempre dispuestos para refrendar lo que se necesite, donde y cuando se lo requieran, para erradicar el pensamiento discrepante con esta empobrecida concepción de universidad.


El grado de absoluta perversión de este modelo de gestión de la realidad universitaria avergüenza a cualquiera que piense y trabaje esta institución desde la u-diversidad, desde la inclusión. Desde la auténtica garantía de la Libertad de Cátedra, cercenada en estas décadas por las condiciones de una exigida “lealtad” no al libre pensamiento, no a las funciones básicas de la Universidad, no a los principios reformistas sino, miserablemente y como parte de la política más pequeña y mezquina, a la autoridad constituida del eje Yanzi-Aspell-cordobativismo y a los perfiles ideológicos que define y resguarda celosamente.


La Periodicidad de Cátedra que han debido oportunamente garantizar se ha desnaturalizado, por ejemplo, con profesores en ejercicio de 73 años de edad a los que la autoridad obligada a intimar la jubilación no ha intimado, quizás hasta garantizar su sustitución en el Consejo Directivo, y en las cátedras por otro servil acólito que le garantice la misma acrítica disponibilidad de votos y discurso para hacer de la Facultad el antro de discrecionalidad, prebendas, injusticias, acoso y atropellos en que la han convertido. Reservando, además, espacios de poder y dedicaciones exclusivas por contrato, a los que ya están jubilados, o haciendo la vista gorda en las incompatibilidades para los activos, encargados de disciplinar a jóvenes a los que le han enseñado las bondades de las vías rápidas para acceder a sellos y posiciones con el principal mérito de la obsecuencia irreflexiva.

Esta Facultad ha bastardeado el Régimen de Concursos. Con una hipocresía quizás rayana en la demencia, no exenta de perversidad y en la más absoluta impunidad, el Decano ha manifestado que la realización de los Concursos “constituye una política de Estado” en su unidad académica. Seguramente se olvidó de acotar que se refería a la realización de aquellos concursos que: a-) pueden ser convenientemente arreglados por sus sostenedores de las guardias viejas; b-) en el momento en que conviene a sus obsecuentes; y c-) siempre que garanticen el pensamiento único y se subordinen a los mandatos de sus intereses corporativos.

Se suma a ello el vergonzoso desempeño de quienes ejercen responsabilidades de gestión y de representación en un entorno de prepotencia, descalificación, improvisación, ignorancia y torpeza, en su mayoría jóvenes envalentonados por una impunidad garantizada con sellos de autoridad, que han encontrado en esta Facultad pre-reformista, el camino fácil para satisfacer su ego y su sensibilidad en la más sensible de las víseras: sus bolsillos, aunque con dineros públicos.

Cientos de situaciones de acoso, de arbitrariedad, de una sofisticada violencia institucional, de la que son objeto estudiantes, docentes y no docentes, con distintos pero siempre efectivos mecanismos de disciplinamiento ordenados por finalidades impropias a un medio universitario de sano estudio, creatividad y trabajo, constituyen la triste nómina de historias socializadas por aulas, pasillos y oficinas, en que, ni los unos ni los otros, pueden escapar a la arbitrariedad medieval impuesta en una Facultad a la que, tristemente, aún no le llegaron los vientos de la impronta de 1918, aunque curiosamente sus paredes hayan albergado esa magna gesta libertaria.

Facultad-Derecho-UNC

*Por Nelson Marcionni para La tinta.

Palabras claves: Facultad de Derecho, Ramón Yanzi, Universidad Nacional de Córdoba

Compartir: