Darwinismo mundialista: de la pelota de tiento al VAR

Darwinismo mundialista: de la pelota de tiento al VAR
24 abril, 2018 por Redacción La tinta

La propuesta es un recorrido por los cambios (¿evolutivos?) que fueron modificando al juego desde la primera Copa ecuménica futbolística de varones hasta Rusia 2018. Malestares políticos que generaron ausencias, una “final” que no fue tal y un pedido argentino de traductor que impuso el sistema de tarjetas. La actual “casta” dirigencial en FIFA, impone tecnología con razones para ser tildada de parcial y de dudosa aceptación.

Por Anibal Abt para La tinta

Los “botones de muestra” suelen ser también un “intertexto”. El espacio donde hay que leer “entre líneas”. En ese marco posiblemente haya que buscar las respuestas a la imposición del VAR (Video Assistant Referee) para la edición de la Copa Mundial de Fútbol Rusia 2018 que se nos viene encima.

La International Football Association Board, para seguir el camino inglés, se mostró históricamente reticente a los cambios. Encargada de resolver y modificar las reglas del deporte más popular del mundo, pugnó contra las fuertes presiones que apuntaban a una imposición tecnológica hasta hace unos pocos años. Conformada por la FIFA y representantes del Reino Unido de Gran Bretaña, parece haber dejado algo atrás, sea su medioevo o su independencia, según el ángulo.

El “FIFA Gate” cambió el pulso de las cosas. De una dirigencia mundial multipoderosa, encumbrada pese a muestras históricas de desconocimiento futbolero, llegamos a personajes que (más allá de haber cooptado a Diego Maradona) tienen prácticas similares a los anteriores. Y necesitan, desde Gianni Infantino para abajo, imponer su impronta después de “el populista” Joseph Blatter.

futbol-fifa-var-tecnologia-latinta

Sin más argumentos de que un Mundial es “una fiesta”, el nuevo mandamas del futbol mundial planea estirar de 32 a 48 los equipos participantes y, desde su tumba, Humberto Grondona dice que no es novedad. Que si te hace falta apoyo, prometé más cupos. Infantino aprendió rápido y poco después de pedir tribunales independientes en todo el mundo, echó a Cornel Borbely y Hans-Joachim Eckert, representantes de la Comisión de Ética de la FIFA, cuando investigaban su injerencia en los comicios de la Confederación Africana.

Rusia 2018 tendrá VAR porque la dirigencia lo quiere. Las apuradas pruebas dejaron en evidencia que no es necesario. Porque si uno de los argumentos son las “pequeñas” interrupciones en el juego, el penal que el Mainz pateó en la Bundesliga a mediados de este abril poco después de que se pitara el final del primer tiempo, lo rebate. Con hidalguía, los futbolistas del Friburgo que no quieren descender aceptaron volver de los vestuarios para que el argentino Pablo De Blasis convierta desde los doce pasos. Y el empate pasó a ser derrota porque al juez principal le avisaron de una mano en una jugada que había terminado hacía más de un minuto.

La evolución, en formato Mundial

Los primeros tiempos ecuménicos tuvieron a los uruguayos como protagonistas. Ganadores del oro olímpico en 1924 y 1928, también se consagraron en los dos primeros mundiales que jugaron. Fueron, eso sí, el único país que no defendió un título, porque según aduce la historia, respondieron con una negativa a Italia 1934. La explicación fue precisamente el faltazo italiano a la cita en tierras charrúas, cuatro años antes. Lo que se dice, pagar con la misma moneda.

Que en 1938 la elección de la FIFA haya recaído en Francia, es decir nuevamente en Europa, generó que Uruguay tampoco sea parte. Jugó y ganó, como se sabe, el primer torneo post Segunda Guerra Mundial. Fueron 25 años de éxitos que no tuvieron eco en el futuro, ya que Uruguay nunca más fue parte de una final.

Los 17 días que duró el primer Mundial de 1930 se jugaron con dos modelos de pelota de tiento distintos, inclusive intercalados en la final. Un tiempo cada una con ventaja para los locales, que dieron vuelta el partido en el segundo tiempo. Sin cambios posibles hasta México ‘70, sólo había once jugadores de cada lado; y sin tarjetas, los escasos backs tenían ventajas. La historia de Rattin en Inglaterra ’66 excedió largamente el hecho de pisar la alfombra roja de la Reina británica. Su pedido de un traductor para hacerle saber al árbitro su descontento terminó con su expulsión, pese a la inexistencia de la tarjeta roja.


Posiblemente, la «final» más recordada haya terminado con el «Maracanazo», siendo por el contrario el único torneo que se definió en un cuadrangular. Sí, sin partido decisivo. El hecho de que se haya vivido –y recorado hasta hoy- como una final, es apenas porque España y Suecia se quedaron antes sin chances.


Aquella primera época perteneció a un tiempo en que no se discutía el espíritu de las reglas. Y esas reglas estaban ajenas al marketing que hoy nos invade. Si recién en Suiza 1954 encontramos de manera efectiva la numeración en las camisetas y hasta Brasil, tras el “shock” de la derrota en 1950, decidió abandonar el azul en la casaca para teñirse de “Verdeamarelha” hasta hoy y para siempre.

Si de camisetas se trata, el recuerdo de una Argentina vistiendo como el Malmö FF ante Alemania en 1958 se estiró hasta que Francia lució los colores de Kimberley de Mar del Plata, en el Mundial de la última dictadura. Hoy resulta inimaginable un combinado que no cuente con su equipo suplente, pero los costos fueron un impedimento de los primeros tiempos. Fue la indumentaria, pero también entre otras cuestiones los largos viajes en barco, entrenamientos mediante, que chocaron contra las pulsiones de profesionalismo. El capitalismo hizo lo suyo, multiplicando televidentes desde 1958, cuando debutó la TV, y ganancias con los torneos modernos y posmodernos.

Desde 1998 son 32 las selecciones que forman parte del campeonato, durante los treinta días de disputa. También desde aquel Mundial de Francia se le comenzó a exigir al campeón vigente jugar la eliminatoria. En cuatro años, serán 48 las selecciones en Qatar 2022 si el looby Infantino sigue fino, y además, un dato nada menor: se jugará por primera vez en el verano del hemisferio sur.

Eso sí, en medio de todos estos cambios, posiblemente en los veinte mundiales jugados hasta el momento, el mayor instante de fragor de las mujeres lo haya marcado la política, con el palco compartido hace cuatro años por Angela Merkel y Dilma Rousseff, ambas insultadas pero reelectas con posterioridad, aunque con futuro dispar.

*Por Anibal Abt para La tinta

Palabras claves: FIFA, Mundial Rusia 2018

Compartir: