Las que nos cuidan, están descuidadas
Las trabajadoras de la brigada del Polo Integral de la Mujer de Córdoba dieron a conocer públicamente un comunicado donde denuncian las condiciones de flexibilización laboral a las que son sometidas desde hace tiempo por el gobierno provincial.
Por Redacción La tinta
Cuando en las movilizaciones se grita la consigna: “El Estado es responsable”, se deja bien en claro que las cifras de violencia de género y femicidios, en constante aumento, no son casos aislados sino una consecuencia directa del sistema patriarcal y de una sociedad profundamente machista. El Estado por acción u omisión es cómplice. El maltrato que reciben las trabajadoras del Polo Integral de la Mujer no es una excepción, forma parte de esa perversa lógica.
Hace años que las organizaciones sociales, feministas y partidos políticos de izquierda demandan al Estado el compromiso en el fortalecimiento de las políticas que abordan la temática, por ejemplo: ampliación del presupuesto. Sin embargo, todo sigue siendo deficiente, dejando de manifiesto el escaso interés que tiene la problemática para la gestión actual.
Es por eso, que las trabajadoras sociales y psicólogas, que pertenecen a la Secretaría de Lucha contra la Violencia a la Mujer y Trata de Personas denuncian a través de un documento: “Somos el equipo que acompaña a las mujeres que están atravesando una situación de violencia. Somos quienes se acercan a ellas a los hospitales cuando están internadas luego de haber sido golpeadas. Somos quienes acompañan a las víctimas de los intentos de femicidios y a los familiares en los casos de femicidios. Somos en su mayoría trabajadoras monotributistas y estamos reclamando condiciones laborales dignas”.
Y dejan bien en claro el ninguneo estatal: “El último aumento salarial fue en agosto del año pasado y sólo hemos recibido negativas al consultar por mejoras en nuestras condiciones laborales. Nos vemos desbordadas día a día, siendo las mujeres en situación de violencia nuevamente el eslabón más débil de la cadena”.
Desde La tinta nos comunicamos con una trabajadora que pidió mantener en privado su nombre debido a las persecuciones. “Por el momento no hemos resentido ningún servicio. Nuestro trabajo es de un riesgo muy alto, y no contamos con consigna policial para hacer las visitas domiciliarias, donde muchas veces están presentes los agresores”, expresó a este medio.
