El fútbol, lo único permitido en aquel marzo de 1976

El fútbol, lo único permitido en aquel marzo de 1976
23 marzo, 2018 por Redacción La tinta

Por Aníbal Abt para La tinta

En los múltiples comunicados de la Junta Militar al “asumir el mando” del país, casi todos referían a restricciones y censuras de la población. Sin embargo, en el comunicado 23 algo cambió: algo estaba autorizado. Era la transmisión del partido, vía Canal 7, que ese mismo miércoles la Selección Argentina de César Luis Menotti jugó en Chorzow, ante Polonia.

Con el paso del tiempo, René Houseman afirmó recordar más la incertidumbre y los abrazos entre compañeros en la lejana Chorzow, que el gol que convirtió en el amistoso que el combinado nacional terminaría ganando 2 a 1.


El “Loco” tenía 22 años, el número asignado a su apodo, en aquel frío miércoles europeo. Este 22 de marzo, en plena Semana de la Memoria, falleció. En estos 42 años fue uno de los pocos que asumió que el Mundial ‘78 se jugó en dictadura, y que declaró que hubiera preferido no estar en ese equipo de haber sido más consciente.


La historia con “el Proceso” de este santiagueño, antihéroe y de gambeta endiablada, se remonta a la villa del Bajo Belgrano donde su familia se afincó apenas llegada a Buenos Aires. La misma que fue demolida por la dictadura.

Los recuerdos de aquel 24 de marzo son fugaces y contradictorios. La coincidencia es que quien comunicó la noticia al plantel fue un relator: José María Muñoz, el ‘gordo’, que llevó las acciones del juego para Radio Rivadavia.

Quienes intentaron reconstruir una crónica aducen que Ricardo Bochini recordó hace un tiempo que tras la noticia, Muñoz -reconocido adepto desde los micrófonos a la dictadura- agregó: “Por suerte no hay que lamentar desgracias personales o derramamiento de sangre”.

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En el primer comunicado oficial, reproducido incansablemente por todos los medios de comunicación esa jornada, se desprendía que el país pasaba a estar “bajo el control operacional” de las Fuerzas Armadas y se recomendaba “el estricto acatamiento a las disposiciones y directivas”.

El estado de sitio imponía la disolución del Congreso y la intervención de la Corte Suprema, además de dejar de lado todos los tipos de Gobierno y prohibir la actividad política, los partidos políticos y sindicatos. Las restricciones se extendían también a “circular en horario nocturno”, realizar acciones que puedan exigir una “drástica intervención” de las fuerzas de seguridad o puedan “perturbar o desprestigiar” a las FF.AA.


Sin embargo, el comunicado 23 tenía una concesión. En la programación del canal 7 “se ha exceptuado la propagación programada para el día de la fecha del partido de fútbol que sostendrán las selecciones de Argentina y Polonia”. Algo que sucedía a 13.000 kilómetros se podría ver en vivo, pasadas las 13:00 de aquel día. Era fútbol y circo.


Que un joven Fernando Niembro haya narrado el partido no suena raro. De hecho fue una de las únicas voces de la señal estatal aquel día, ya que se censuró toda la programación restante y sólo se transmitieron los más de treinta comunicados oficiales de la Junta Militar.

Lo que pasó hace 42 años en el seno del plantel tiene versiones dispersas respecto a la chance de no jugar o a la orden de Jorge Rafael Videla de continuar una gira que se extendería hasta fin de mes. Los llantos de Kempes o Scotta y la repulsión de Carrascosa serán tan imposibles de comprobar como la contemporánea suerte de un submarino en el Mar Argentino o el fallecimiento de un fiscal especial encargado de investigar el atentado terrorista más grande del país.

Públicamente, el plantel de César Luis Menotti, y el propio entrenador, militante comunista, miraron de reojo al proceso político en el que inscribieron sus nombres como campeones del mundo. El silencio del DT sobre la época genera escozor. A la par se gestaban las primeras pistas sobre la estructura organizativa de un seleccionado que aún no había festejado nada.

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Por eso, seguramente, Abuelas de Plaza de Mayo logró juntar tan pocos protagonistas para el documental «La otra final», que en junio de 2008 recreó simbólicamente, treinta años después en el estadio de River, el 3 a 1 ante Holanda. Junto a Leopoldo Luque, el recientemente fallecido Houseman fue uno de ellos. Y su abrazo con los pañuelos fue tan gigante como su humildad y la despreocupación del cuidado de su salud.

Porque si a Ubaldo Fillol, como tantos otros, se lo recuerda revolcándose y volando bajo los tres palos, también hay que señalar su negativa a hablar de lo que ocurrió fuera del terreno de juego en aquellos tiempos. Para el “Pato” también, en aquellos tiempos, el fútbol fue el único permitido.

* Por Aníbal Abt para La tinta / Imagen de tapa: Bob Thomas.

Palabras claves: Dictadura Cívico-Militar, Lesa Humanidad, Mundial Argentina 1978, René Houseman

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