Críticas desde el otro lado del río

Críticas desde el otro lado del río
13 marzo, 2018 por Gilda

Por Carlos A. Villalba para La tinta

«Murga es una golondrina que en su romántico vuelo
barriletes de ilusiones va recortando en el cielo
Murga es el imán fraterno que al pueblo atraído hechiza
Es la eterna sonrisa, en los labios de un pierrot,
quijotesca bufonada que se aplaude con cariño,
Es la sonrisa de un niño, que hace ofrenda a su canción».

Carlos Modernell, La Milonga Nacional (1968)

Dicen que llegó a Montevideo, Uruguay, desde Cádiz, en 1906, 1908 o, tal vez, en 1909. No se sabe y hasta puede ser que “La Gaditana” no haya sido el real embrión de este fenómeno cultural, social, barrial y político que no tiene parangón, ni en aquel puerto español ni en esta costa occidental del Río de la Plata.

A quién le importa si la que dio el puntapié inicial fue la parodia de los muchachones de «La Gaditana que se va» tomándole el pelo a sus pares andaluces que, ante la poca convocatoria lograda, tuvieron que salir a “pasar la manga» en las calles para poder volver a su tierra. Tampoco es crucial saber si la Murga Uruguaya Carnavalesca de 1887 o Los Murguistas de 1889 son los responsables de haber empujado este fenómeno de canto coral de trece voces y un director, afinado como el que más, con entrada, cuplé, salpicón, popurrí y retirada, al compás del bombo, los platillos y el redoblante de su “batería de murga”.

Durante febrero y parte de marzo, la fiesta dedicada a Momo -dios griego de la broma- es tan o más importante que el fútbol, en un país con dos campeonatos del mundo en su haber (1930 y 1950) y dos copas olímpicas (1924 y 1928) a las que la FIFA les negó el rango máximo. La política, la crítica política, está en la esencia de estos coros, exclusivamente masculinos durante décadas, hasta que los nuevos tiempos, la ampliación de derechos, la pelea por la igualdad de géneros, rompieron con las trabas machistas y la mujer se subió a los tablados.

En 2012 las voces femeninas monopolizaron el canto de La Bolilla que Faltaba, con trece voces y dirección femenina; solo la percusión estuvo a cargo de hombres. Este año, Falta y Resto se animó a plantar seis mujeres en su elenco y armar un espectáculo de aire murguero que, más allá de ser una “Misa”, es una voz de protesta contra el femicidio, un grito de guerra femenino e igualitario. A pesar de su propuesta conceptual no logró acceder a la “Liguilla”, la ronda final del carnaval montevideano.

 

La Argentina como espejo adelantado

Distintas agrupaciones carnavaleras incluyeron críticas contra la política represiva del presidente argentino Mauricio Macri. La memoria de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel subió a los estrados, los acompañaron el rechazo a las represiones violentas de las protestas contra los ajustes previsional y laboral del gobierno de Cambiemos en el pasado mes de diciembre. Curtidores de Hongos, Araca la Cana, la propia Falta, Patos Cabreros, figuran entre otros en esa lista.

Papel principal el de los Patos en la historia del género. Surgieron en 1910, en el barrio de La Aguada, entre los vendedores de diarios, algo que marcaría con tinta su vida y la de sus colegas, hasta la actualidad. El “canilla” está al tanto de los chismes del barrio, de la política, el fóbal y lo que mande y se encarga de pregonar los titulares de los diarios a pura garganta, con técnicas caseras de colocación de la voz, dándole un timbre nasal a sus voceos, buscando que las “primicias” se oyeran lo más lejos posible.

Esos gritos cuajaron hasta instalarse, junto a los graves de “bajos” y “segundos” en las clarinadas de los “primos”, los “sobreprimos” y hasta esos “tercios” imposibles, que ahora se lucen bajo las luces de los tablados uruguayos, en el ombligo alternativo del Velódromo Municipal montevideano o en la catedral oficial de Momo: el Teatro de Verano Ramón Collazo, un pianista y compositor que se dedicó a tangos como “Araca París” o “Mamá yo quiero un novio”.

Los Patos Cabreros son los máximos ganadores desde 1910 con 16 triunfos; los siguen Asaltantes con Patente y Curtidores de Hongos con 13 y Saltimbanquis con 11 victorias.

Su espectáculo “Todo me pasa a mí 2018” tiene uno de sus puntos altos en su viajecito por la región y los avances de la derecha, a través de un cuplé que arranca con el anuncio  «Vamos a escuchar una banda de la que hacía tiempo que no se sabía nada pero se juntaron y empezaron una gira que los llevó por Argentina, Brasil y hace poco Chile… ellos siempre estuvieron aunque no se hacían oír, ellos son… ´La derecha´”. 

El coro explica que “De a poquito nuevamente el continente conquistaron, y entre todos a la mierda el progresismo nos mandaron. Ya lo dijo Macri y lo confirmó Piñera, callad huevón, hemos venido para quedarnos”. El público se divierte, aplaude y comparte.

Asaltantes con Patente

En 1933 se hizo estribillo popular el verso de un grupo que subía al escenario cantando “Terra presidente, Dagnino intendente; adelante, asaltantes con patente”. Se los llevaron presos al tercer tablado, pero a la murga le quedó para siempre el nombre que aludía a Gabriel Terra, presidente de la República por el Partido Colorado desde 1931, que dos años después dio un golpe de Estado con apoyo militar. Algo parecido, y del mismo color, sucedería el 27 de junio de 1973, cuando el presidente Juan María Bordaberry -en el cargo desde marzo de 1972-, negoció con los jefes de las Fuerzas Armadas, disolvió las cámaras de Senadores y de Representantes y dio inicio a una brutal dictadura cívico militar.

En ese rumbo de denuncia, a fines de los 60 irrumpió La Soberana, la murga de José Alanís, “Pepe Veneno”, criticona y comprometida, que en una de sus salidas memorables ocupó los tablados, ya en tiempos de persecución, con sus integrantes encadenados y con sombreros pintados con el mapa del Uruguay. Más que las típicas “bañaderas” que trasladan a los conjuntos, los paseaban de celular en celular, perseguidos pero cantando. Araca la Cana, Curtidores de Hongos, Falta y Resto también llenaron los silencios de la dictadura a marcha camión.

A pesar de tanto arte y creación, para la Real Academia Española murga no es más que una “compañía de músicos malos que en Pascuas, cumpleaños, etc, toca a las puertas de las casas acomodadas, con la esperanza de recibir algún obsequio” o, en el mejor de los casos, un “grupo de músicos callejeros que interpretan canciones satíricas en los carnavales”.

Por el contrario, año tras año, los grupos muestran que son mucho más que eso, no solo por las ventas de entradas que, en 45 días, suman más que las del campeonato de fútbol sino, y sobre todo, por la agenda social y política que desarrollan.  2018 se destacó por el rechazo de la violencia de género y el acoso laboral y de pareja; La Gran Muñeca, La Trasnochada, Araca La Cana, Curtidores de Hongos y la Falta, le fueron de frente al tema.  Los políticos, como todos los años reciben palo y palo, con el ex vicepresidente Raúl Sendic a la cabeza por el uso incorrecto de sus tarjetas corporativas y el intendente Daniel Martínez pisándole los talones con su afán de aparecer en todos los medios a toda hora y con anuncios intrascendentes. Los problemas de seguridad también se anotan en las pizarras murgueras, igual que las cargadas a Chile, por su inminente ausencia en el Mundial de Rusia.

La región y los cambios de signos económicos y políticos unen a más de una en el intento de comparación con la propia realidad. Falta y Resto recomienda a su público que “Miren bien pal otro lado, lo que pasa en Argentina, donde matar no resulta suficiente, por el camino asesinan inocentes y cuando el pueblo les exige una respuesta, ya se va haciendo costumbre que repriman las protestas”. Y grita por Santiago Maldonado.

La Trasnochada exige desde su “salpicón” no olvidarse de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa en octubre de 2014 en México y remarca que “hoy es por Santiago que nuestro canto no va a callar”, en alusión a la muerte de Santiago Maldonado en el marco de la represión ilegal a la protesta mapuche en la Argentina. “Esta murga toca y se va, cuidado con el orsai, siempre con las manos atrás, puede ser penal…” recomienda el grupo del barrio Fraternidad de Cerrito.

Jeroglífico reglamentario

El concurso montevideano comenzó la noche del 29 de enero y en la madrugada del 2 de marzo se conocieron los ganadores; en plural porque aunque esta nota está dedicada a la mimada de Momo, la murga, hay otras cuatro categorías participando: Comparsas de Negros y Lubolos, Parodistas, Revista y Humoristas.

Arrancaron 17 murgas, obligadas a presentarse en dos rondas en el anfiteatro oficial de la fiesta, frente a ese río-mar que los porteños le envidian a los uruguayos. Don Timoteo, la campeona vigente, decidió no participar este año, igual que Agarrate Catalina, el fenómeno de música, canto y propuesta de los hermanos Cardoso que, una vez más, desertó del tablado mayor.

Siete jurados titulares, cuatro alternos, un presidente y un suplente, son los encargados de analizar la actuación de cada grupo, a través de un tamiz de cinco rubros, divididos en cuatro subrubros, con puntuaciones específicas, globales y corregidas de una etapa a la otra. Verdadero galimatías que, año a año, de las preliminares a la liguilla y de esta a los ganadores dividen a uruguayas y uruguayos con más pasión que un penal no cobrado a Nacional o Peñarol.

Falta y afuera

La polémica ya empezó. La madrugada del 23 trajo la lista de las murgas que pasaron a la ronda final: Cayó la Cabra, Curtidores de Hongos, Doña Bastarda, La Clave, La Gran Muñeca, La Mojigata, La Trasnochada, Los Saltimbanquis, Momolandia y Patos Cabreros. Afuera Falta y Resto, sus seis murguistas mujeres, su espectáculo con enfoque de género, que no estaba nada mal, si no fuera que su diseño transitaba sobre el borde de los límites del género murguero.

Raúl “Tinta Brava” Castro, director de la murga siempre tomó decisiones provocadoras. En 1997 incorporó a la Falta a Raúl “Larry de Clay” Biaggioni, constituyéndolo en un porteño “polizón de murga” que trataba por todos los medios se treparse al barco carnavalero uruguayo: el grupo quedó anteúltimo. En 2011 la “novedad” fue la incorporación de Malena D´Alessio cantante del grupo también argentino Actitud María Marta, la puso a rapear en lugar del cupletero: apenas llegó al séptimo lugar. A la “murga de las cuatro estaciones” no le perdonan las ocurrencias de su líder.

Más allá de la discusión montevideana, con regresos y confirmaciones de calidad, el Carnaval 2018 contó con muy buenas agrupaciones y el final se presentó apretado. En medio de otra de las polémicas en las que se enfrascan los fanáticos, en este caso alrededor del estilo “tradicional” de murguear o del más melódico de la “murga joven”, Los Saltimbanquis -que pisaron el tablado después de dos décadas de ausencia y ganaron la prueba de admisión- fueron una máquina de cantar, con los agudos extremos de Ricardo “Canario” Villalba haciendo vibrar a los fanáticos y con el incomparable “Negro Claudio” Rojo, a cargo de un “cupletero de antes”, que vindica la esencia del Carnaval.

Curtidores de Hongos, tercera en el orden de mérito con 13 victorias en su haber, es otra de las agrupaciones que logró desembarcar en la ronda decisiva. Bien vestida y con Freddy “el Zurdo” Bessio en su doble función de bombo de batería y con un agudo nasal difícil de empardar cuando lo convocan al coro. Lo del “bien vestir”, no fue dicho al pasar, ya que aquel galimatías de la puntuación incluye diferentes porcentajes para rubros como voces, arreglos y musicalidad, textos e interpretación, puesta en escena y movimiento escénico, coreografía y bailes, y… vestuario y maquillaje.

Calzan en su cuadro “La Terapia”, extraordinariamente logrado con los sillones psicoanalíticos adosados al cuerpo de los cantantes, un desopilante “caso de demencia imposible de tratar”, referido a los “sanduceros con petróleo”, en alusión a los habitantes del departamento de Paysandú, que de ser “la heroica” debiera llamarse ahora la “heroicarburos”, por la búsqueda de petróleo iniciada un año atrás por una empresa estadounidense que terminó con “un stand-by para analizar la adopción de alguna otra técnica de perforación» y otorgó licencia al personal.

La Clave es criticar con humor

Otra discusión carnavalera uruguaya es entre las murgas de los barrios montevideanos y las de “el interior”. Desde el municipio de San Carlos, departamento de Maldonado, una agrupación se abrió espacio en el escenario montevideano para ubicarse entre las cinco mejores en los últimos años; se trata de La Clave.

Este año disfrazó a sus integrantes con pieles y caretones de lobos, leones, tigres y osos, cubriendo a bárbaros de tiempos primitivos resumidos bajo el título “Brutal”, que describen los aspectos más inhumanos de esos sociedades, desde el individualismo hasta la mentira y la violencia. Con buen ritmo y mejor poética estampan esas características en el presente, cuando ya “la bestia no tiene bozal”.

Los dirigentes uruguayos bancan las críticas y se visten de fiesta para participar del carnaval, mal que les pese. Este año, como aseguraron los carolinos al iniciar su función, estuvo “brutal”.

Del otro lado del río, cuando las hinchadas de fútbol, del rock y del pop, y hasta los pasajeros del subte estallan con el “hit del verano” -que recuerda, seguramente de modo injusto, a la madre presidencial- algún fiscal seguidor y la Asociación del Fútbol Argentino, preparan armas para detener los partidos y hasta amenazan con quitar puntos a los locales. ¡Qué siga el baile… de Carnaval!

Mirá las presentaciones 2018 de las murgas citadas en la nota:
Araca la Cana
Cayó la Cabra
Curtidores de Hongos
Doña Bastarda
La Clave
Falta y Resto
La Bolilla que Faltaba
La Gran Muñeca
La Mojigata
La Trasnochada
Los Saltimbanquis
Momolandia
Patos Cabreros

*Por Carlos A. Villalba para La tinta. 

Palabras claves: carnaval, Murgas, Santiago Maldonado, Uruguay

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