El (desen)canto de los estadios

El (desen)canto de los estadios
20 febrero, 2018 por Redacción La tinta

En dos semanas, dos hinchadas entonaron insultos hacia Macri. El fenómeno carece de precedentes. Entre los hinchas de San Lorenzo y River, muchos habrán votado a Cambiemos el pasado mes de octubre. ¿Los estadios son un termómetro social? “Un estadio no es la sociedad en menor escala”, nos advierte el sociólogo Nicolás Cabrera. Una reflexión sobre el enojo del hincha que queda en los estadios.

Por Gonzalo Reyes para La tinta

«Mauricio Macri la puta que te parió». Las seis palabras se oyeron como un estruendo en dos estadios diferentes en sólo 15 días. Primero fue en la cancha de San Lorenzo y luego en la de River, la casa de dos de los llamados «grandes» que no sólo pueden ostentar ese título por su historia deportiva y la cantidad de hinchas sino también por el poder político que siempre tienen (y tendrán) en la organización del universo «Fútbol Argentino». Desde aquí también se puede deducir su repercusión.

Ambos cánticos se viralizaron. En tiempos de redes sociales, su rebote en estos ámbito pueden presionar suficiente como para que la agenda mediática hegemonica deba mostrarlos. El lunes 19, las puteadas del Monumental estuvieron en los diarios, la radio y la tv. Hasta se le consultó al ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien fue a ver al millonario con una camiseta alternativa, cómo se sintió, qué pensaba de lo ocurrido.

– La verdad que fue un arbitraje bastante malo, para decirlo elegantemente.

– ¿Qué culpa tiene Macri?, preguntó el periodista de radio La Red

– No, ninguna. Pero fueron unos segundos, nada más.

El ribete político no es menor. Un ministro respondiendo sobre los insultos al presidente en la cancha de River y bajando la espuma. Al mediodía y sin que nadie pudiera anticiparlo, Macri recibió en Casa de Gobierno a Guillermo Barros Schelotto. El actual DT de Boca y el mandatario conservan un afecto mutuo desde que compartieron el mundo xeneize. Más leña al fuego.

Apelo a Google y a mi memoria para traer al presente un hecho similar al del 4 de febrero en el Nuevo Gasómetro y al del pasado domingo en Núñez. No hay resultados. Consulto con académicos que han estudiado el fenómeno cultural del fútbol y el comportamiento de las hinchadas y tampoco. En un comienzo de año en el que las encuestas propias y ajenas del gobierno nacional marcaron caídas respecto a la imagen de Macri, la pregunta, una vez más, es tentadora: ¿Los estadios son un termómetro social?

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De la casa al estadio, del estadio a la casa

El mundo del fútbol es tan complejo como la realidad misma. Simplificar este fenómeno que atraviesa las esferas políticas, culturales, económicas y sociales de nuestro país, sería incurrir en un diagnóstico errado. Y por ende, un diagnóstico inútil.

“Un estadio no es la sociedad en menor escala”, me advierte Nicolas Cabrera, sociólogo y antropólogo que ha estudiado los comportamientos de las hinchadas como expresiones de nuestra cultura. Y agrega: “Que se grite en contra del presidente no me lleva a pensar que su popularidad ha bajado. Muy por el contrario, creo que un hincha en un estadio no se comporta como ciudadano. Un hincha dentro de un estadio lo primero que piensa es hinchar por su equipo y no pensar en la política o la economía de su país. Por eso es muy probable que la gente cante contra Macri en la cancha y afuera lo siga votando. Porque son esferas diferentes de la vida”.

En las últimas elecciones legislativas, el gobierno de Cambiemos logró un fuerte respaldo en las urnas a lo largo y ancho del país, a pesar de haber tomar medidas tan antipopulares en su primer año como fueron los tarifazos, por citar un solo ejemplo. Envalentonado, el Gobierno avanzó con su programa de ajuste tras octubre del año pasado hasta decantar en la reforma jubilatoria que derivó en cacerolazos masivos y represión. Los sondeos encargados por el propio Poder Ejecutivo exhibieron números negativos en enero sobre la imagen del Presidente.

Exhibido de esta manera, los insultos de los hinchas de River y San Lorenzo podrían ser colocados a la ligera como un eslabón más de una serie de causas/consecuencias. Y los estadios de fútbol, como un mercurio que marca la fiebre social: “Si bien en este momento no recuerdo otro caso en el que se cante masivamente en contra de un mandatario, creo que a Macri se lo está puteando no como presidente, no por su gestión, sino por ser una persona en el poder que estaría influyendo en el rendimiento deportivo de su equipo”.

Como señalé al comienzo, los cánticos se dieron en la cancha de San Lorenzo y de River tras actuaciones arbitrales que generan suspicacias sobre los beneficios que estaría ostentando el Boca puntero de Barros Schelotto. Tras el escándalo del 38-38 en las primeras elecciones post-Grondona, las dirigencias del club de Núñez y de Boedo se mantienen distantes o en tensión sobre las decisiones que toma la AFA de Chiqui Tapia, un confeso y por demás demostrativo hincha de Boca. Al cóctel se le suma la figura de Daniel Angelici, presidente xeneize, a quien se lo recuerda mucho en los estadios por las escuchas en las que apretaba a Luis Segura y a autoridades del Tribunal de Disciplina de AFA por los arbitrajes contra Boca: «No me arrepiento de defender los intereses del club y lo volvería a hacer si me siento perjudicado», declaró horas más tarde. La propia Elisa Carrio, diputada de Cambiemos, ha acusado reiteradas veces al “Tano” como operador judicial en Comodoro Py. Mientras, fue y es el elegido de Macri para gestionar a Boca.

El hincha asocia a Macri como el verdadero dueño de la pelota. Un hombre que usó su carrera al frente de Boca, consiguiendo toda clase de títulos, ahora es presidente de la Nación y, como todos, nunca dejará de ser hincha. Hasta el propio DT de River, Marcelo Gallardo, se animó a decir que es mejor “tener la guardia en alto” ante los posibles perjuicios arbitrales o dirigenciales. Lo ocurrido ante Godoy Cruz, cerraron la cuenta.

Es que, no es un dato menor: es la primera vez que un exdirigente de uno de los clubes más populares del país, hoy dirige al país. De Casa Amarilla a Casa Rosada. Y si bien una esfera lo llevó a la otra, se viven como dimensiones diferentes. “Para el hincha, en la cancha, Macri es el expresidente de Boca. Afuera, es el presidente de la Nación”.

Haciendo a un lado esa falacia de que “los estadios son un reflejo de la sociedad”, algo que se viene aplicando para justificar las medidas de seguridad contra “la violencia en el fútbol” – lo que ha dado sobradas muestras de fracaso- podemos decir sin embargo que el fenómeno es particular. Miles de personas, entre ellas votantes de Cambiemos, seguramente cantaron contra el presidente que votaron. Quizá hasta ahora no lo habían hecho, ni por los tarifazos, ni por los jubilados, ni por las denuncias de corrupción. Pero sí por sentirse perjudicados como hinchas de su club.

Si es así, me pregunto: ¿el hincha no se habrá sentido perjudicado con el final del acceso gratuito a las transmisiones de los partidos? ¿No se sentirá perjudicado con la llegada de las Sociedades Anónimas al fútbol? Quizá aún no. Quizá el perjuicio deportivo individual (hacia “mi” equipo) es más fuerte que el perjuicio colectivo (sobre “nuestro” fútbol). Después de todo “mis colores”, “mi gente”, son la materia prima de “mi identidad” como hincha. Por eso no es menor el trabajo que realizan agrupaciones como la Coordinadora de Hinchas, cuyo espíritu es poder poner en cuestión que los problemas del fútbol son de todos los hinchas y que el fútbol, hoy más que nunca, también es política. Tanto así, que un ex presidente de Boca es el presidente del país.

Sin embargo hoy, de la cancha al estadio, la historia es otra. Si es así, los amantes del fútbol deberíamos preguntarnos más sobre el fútbol y no tanto sobre la realidad deportiva, que tanto nos apasiona, pero que es apenas una consecuencia que resulta de escasos 90 minutos. Es más indignante un gol mal anulado que el final del Fútbol Para Todos, una expulsión injusta que la llegada de empresarios foráneos a la administración de nuestros clubes o la implementación de medidas “de seguridad” restrictivas que un plan integral que aborde la violencia en las canchas. El año pasado, Belgrano presentó las bases de un programa que buscará desarrollar tareas contra la violencia en todas sus aristas: la violencia racista, xenófoba, de género. La empresa es grande: resignificar la llamada “cultura del aguante”, ese sistema moral que ordena qué es lo bueno y qué es lo malo para ser “hincha de”.

¿Algún ejemplo? Casualmente el 19 de febrero me recuerda el nacimiento Sócrates. Más conocido como “El Doctor” y recordado por ser el referente máximo de “La Democracia Corinthiana”. Aquel experimento de un grupo de jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas que transformaron su club a principio de los 80, desde la administración de la institución hasta el método de juego sobre el césped, en una plataforma de protesta contra la dictadura imperante de Brasil. Todos querían ganar en la cancha y volver a votar libremente. En esa experiencia, el sentimiento de pertenencia e identidad se forjo sobre los colores, el fútbol y los deseos de otra forma para gobernar el país. El fenómeno fue tal que muchos brasileros se interesaron por la discusión al ritmo de los goles.

Quizá, aún el “ser hincha” no nos deje mirar más allá de nuestro estadio pero quizá también, como decía Sócrates, “donde hay crisis e inestabilidad, hay espacio para la revolución”.

*Por Gonzalo Reyes para La tinta

Palabras claves: AFA, Daniel Angelici, Mauricio Macri, Nicolás Cabrera, River Plate

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