Querida yo (dos puntos)

Querida yo (dos puntos)
1 diciembre, 2017 por Redacción La tinta

«La primera vez que te enamores será después de un partido de fútbol. En ese momento no sabías lo que hacías, ni en la cancha ni en el amor». En una carta que jamás llevará un sello postal, Maia Sipczuk le habla a un yo pretérito que leerá con atención. Como una hermana mayor, se advierte, se aconseja, se agradece. Como arquera, sabe que la vida, como la pelota, viaja de portería a portería. De puerto a puerto. Va y vuelve. A veces son goles en contra y a veces a favor. Viaja, como la vida.

Por Maia Sipczuk

Querida yo:

Con esta carta no busco entregarte certezas. Sé que te gustaría espiar por la ventana del tiempo y respirar tranquilidades, pero la incertidumbre es un músculo que debés ejercitar. Voy a intentar jugar limpio.

La primera vez que te enamores será después de un partido de fútbol. Vas a ser la única chica jugando y recién mucho tiempo después te vas a dar cuenta de lo mal que besaba tu primer novio. En ese momento no sabías lo que hacías, ni en la cancha ni en el amor. Los doce van a quedar atrás y van a pasar varios años antes de que empieces a descifrar cualquiera de las dos cosas. De nada sirve mentirte, ni vos ni yo creemos que “lo que sucede conviene”. Paciencia. No dejes que la ansiedad te gane, esperá como la defensora espera a la rival de piernas habilidosas y como decía Abuelo: “Esto también pasará”.

Vas a tener largas discusiones con Madre, ella no va a querer que desarrolles cuerpo de futbolista. Te va a mandar a jugar al voley. Vas a querer a todas tus entrenadoras menos a una, de la que aprenderás todo lo que no querés ser como deportista ni como docente. Ganarás partidos y algún campeonato, pero nunca serás capitana, ni pasarás noches en vela por los nervios de un partido. Tus saques suspendidos no lastimarán al rival, no llorarás las derrotas.

El fútbol seguirá creciendo adentro tuyo. Enredadera molesta que trepará sin que la rieguen y, a veces, jazmín chino que perfuma las veredas.

Irás a la cancha cada tanto. Desearás haber ido varias más. La primera excursión será de la mano de Madre, que te llevará con Martín. Verán ganar a River contra Huracán mientras la hinchada visitante intenta mear sus asientos desde la platea de arriba. Madre tendrá las mejores intenciones pero ni en el fútbol ni en el amor podrá darte grandes consejos. Serán de los únicos espacios de la vida donde te tocará opinar y que ella escuche.

Tendrás otras expediciones fallidas, empates intrascendentes, partidos de Argentina donde Messi jugará apenas, derrotas con carnet falso contra los controles de seguridad. No desesperes, todo llega. Los grandes jugadores de tu infancia volverán, los verás ganar la Libertadores, podrás despedirlos desde la hinchada. La cancha y River se volverán ritual y excusa para el encuentro en familia, para una salida con Martín, una merienda con Abuelo.

Un día serás vos jugando al fútbol y será como un abrazo. Jugar será tu casa. Jugarás en Colombia, después de seis meses de viaje, cuando lo extrañes todo. Verás por primera vez repeticiones de partidos y jugadas viejas cuando te sientas perdida. Enviarás mensajes llorando a amigos que están lejos cuando la Selección llegue a la final del mundo. Te emocionará leer cuentos sobre arqueros y relatores. Buscarás la cancha en cada pueblo nuevo que conozcas.

Pasará el tiempo. Te sorprenderá saber que entre todo lo que te dio Abuelo, también están los colores del equipo (y que el cuadro de Padre fue el mismo casi por casualidad). Lo extrañarás más cuando recuerdes que fue él, y no Padre, el que conoció cada uno de tus equipos y te festejó las jugadas y los avances después de cada partido.

Seguirás siendo mujer, maestra, hija, hermana. El fútbol no lo cambiará todo. El fútbol quizás, no cambie casi nada. Pero cuando sea el sol extranjero iluminando los arquitos de una cancha sin pasto, cuando sea poner la cabeza lejos del corazón roto, cuando sea orgullo inmenso de gol sin pasar la mitad de cancha, cuando sea un espacio para empoderar y empoderarte, el fútbol también será un refugio.

Por Maia Sipczuk / Taller de escritura y lectura sobre fútbol «La música de los domingos»

Palabras claves: feminismo, Fútbol Femenino, literatura

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