Por Juliana Quintana para Almagro Revista
Voz gruesa, ojos color miel, pelo corto alborotado y tatuajes en los brazos y en las piernas -el más reciente: “Fire walk with me”, una frase de la serie Twin Peaks-. Los amigos y conocidos le dicen Cope, ella se llama Lía Copello y escribe como habla. Con una microfibra negra, a las cinco de la mañana en el barrio de Núñez, da vida a La Cope, un personaje tierno y ocurrente que nació hace tres años y hoy supera los 500.000 likes en Facebook. “Muy rico todo pero para gustar de alguien que no me va a dar bola, me miro una de Ashton Kutcher”, dice La Cope. Por el pelo y el sarcasmo que se desprenden de los globos de diálogo, uno pensaría que se trata de Lía dibujándose a sí misma. Pero no es así. Al menos no completamente.
La Cope somos, un poco, todas. En algunas viñetas más que en otras. Es un imaginario de mujer argentina que nació en los ’90, laburadora y hedonista, idealista, independiente, hiperconectada. Una mujer que trabaja diez horas al día, que mira series de Netflix, que lucha contra los prototipos de belleza. Una mujer que invita a salir a chicos y que toma birra. Una mujer real.
Lía nació en Neuquén y creció en el conurbano bonaerense. La carrera de publicidad en la Universidad de Palermo no la llenaba y tampoco las largas jornadas en agencias publicitarias, así que lo abandonó todo para encontrar su lugar en el humor. El año pasado lanzó su primer libro de La Cope con tiras cómicas inéditas. Pero el dibujo no es lo único en su vida. También es conocida por su show de stand up “Postre” y por el programa “Wachas”, que se escucha por Radio Colmena los viernes de 20 a 22. Entre mates y medialunas charló con Almagro sobre la dificultad del mundo publicitario, los ataques en redes sociales y la vida del artista.
—¿Tu relación con el dibujo o la ilustración arrancó de grande o siempre fuiste de dibujar?
—Desde que soy chica mi parte favorita de los diarios y revistas es la de las historietas. Mi viejo es artista plástico, entonces de ahí algo tiene que haber salido. Esto de ser hija única era como aburrido y dibujar era una salida. También siempre me gustó mucho escribir, y de hecho pensé que iba a ir por ese lado porque la realidad es que nunca estudié dibujo, pero siempre me encantó dibujar.
—Cuando arrancaste con toda esta movida de La Cope, la gente que te rodeaba, ¿cómo reaccionó?
—Fue una locura, la verdad, porque yo estaba re mal. Estaba en un laburo, cansada, pasándola muy mal con jefes de mierda y ya venía arrastrando eso como hace un montón de tiempo, porque venía laburando en algo que no me gustaba desde que había empezado, y siempre buscándole la vuelta a hacer cosas como para sacar la cabeza de ahí. Me acuerdo que empecé a dibujar cosas que pasaban ahí adentro, y ese fue un poco el incentivo. Me acuerdo que un día me sentaron un par de amigas a convencerme de subirlo, de hacer una página. Entonces imaginate que cuando empezó todo fue una locura porque en los primeros días ya podías darte cuenta que eso estaba creciendo más de lo normal, el segundo día la página alcanzaba los 1.000 likes. De golpe lo retwitteaba Cande Tinelli y no entendíamos nada. Después todas nos acostumbramos, pero no la vimos venir.
—¿Vos recibís algún tipo de beneficio económico a partir de La Cope?
—Mirá, yo para ganar plata de eso tengo que trabajar mucho. Cada tanto laburo con una marca, casi siempre con Kotex, que es como la marca fija y sí es un ingreso, pero no podría jamás vivir solo de eso. Cada tanto aparecen acciones con marcas y demás, pero no es tan fácil porque también yo trato de cuidar a mi comunidad. Encima en el último año bajó un montón el laburo con marcas porque bajó todo en realidad, entonces se complica un poco vivir de la página en sí.
—Una vez escribiste un posteo en Facebook en el que decías que te gustaba hacer La Cope como un escape de la realidad y de pronto aparecían estas exigencias que te ponían mal. ¿Tus lectores te habían hecho algún reclamo sobre los anunciantes?
—Me acuerdo que eso lo escribí un primero de mayo, en el día del trabajador, y yo venía como muy angustiada. Yo laburé por un montón de tiempo en publicidad, hace muy poco que renuncié a mi trabajo estable. Entonces venía como mal porque sentía que podía vivir de algo mío y hacer guita con algo mío y, de golpe, cada vez que subía una publicación con una marca la gente en vez de apoyarlo me empezaban a bardear. El famoso “te vendiste” en las redes, con mucha agresión, como siempre, entonces yo pensaba bueno, loco, o sea, yo subo todos los días algo acá, expongo lo que yo hago, no le pido nada a nadie nunca. Y la realidad es que yo no podía seguir sosteniendo ese ritmo mucho más porque yo laburaba 10, 11 horas por día, llegaba a mi casa a sentarme a pensar un dibujo, hacerlo y demás. Entonces un día escribí eso y me despaché como, si a ustedes les molesta que yo haga esto en algún punto no lo voy a poder hacer más porque no lo puedo hacer gratis toda la vida. A partir de ahí hubo un quiebre re grande, como que siento que un montón de gente lo entendió desde ese lugar.
—Claro, lo que comenzó siendo una catarsis del trabajo y de los jefes se terminaba convirtiendo en un nuevo trabajo.
—Eso también pasa mucho, ¿no? como que a veces al artista, al emprendedor o lo que sea se lo cuestiona más que a una persona que está trabajando, más que a un oficinista. No sé, yo le hacía una joda a una amiga que trabajaba en una petrolera y le decía: “A vos nadie entra a cuestionarte lo que estás haciendo. Y estás trabajando en una petrolera y ganás cuatro veces más que yo”. Al artista y a la gente que labura con redes sociales o con los medios le dicen “sos una chorra” o “sos una hippie con Osde”. ¿Vos te pensás que me estoy haciendo rica con esto? No, no está sucediendo. Toda la gente que labura en esto tiene que trabajar un montón para hacer lo que le gusta. Creo que es un riesgo que vale la pena. Te terminás quejando de cosas, igual, y termina siendo una rutina igual pero, a la larga, lo haces para vos y para construir algo tuyo.
A fines del año pasado, Lía fue víctima de un ataque masivo de violencia machista en Facebook y Twitter, muchas de ellas vinculadas a la pasión de La Cope por la birra en la vereda y por sus chistes sobre las relaciones amorosas. La viñeta expuesta tuvo una viralización de más de un millón y medio de personas.
—¿Cómo viviste esa situación de violencia machista el año pasado en las redes sociales?
—Una cagada, la verdad. Desde que arranqué con esto fui creciendo, y con eso, exponencialmente también va creciendo lo malo. Siempre hubo puteadas. Desde feminazi hasta machista me han dicho, porque siempre por algún lado alguien te tiene que atacar. Yo nunca le di demasiada pelota, la verdad. Pero esto fue distinto porque fue mucho más organizado. Yo lo veía venir porque me empezaban a llegar por privado cada vez más y más cosas, insultos que ya excedían el “tus dibujos son una mierda”. Veía los memes y las cosas que empezaban a circular, y por ahí lo hablaba con la gente que me rodeaba y todos, en su afán de quererme, me decían que no de pelota, que no pasaba nada, pero yo re sentía que pasaba algo distinto a las otras veces. Hasta que explotó un día. Me acuerdo que era un viernes cuando me levanté y el primer mensaje que leí decía: “Ojalá que te violen”. Me senté ahí a llorar, mi novio me preguntó qué me pasaba. Porque aunque sea una persona que no conozco, ¿entendés? y eran miles de cosas como “ojalá que se muera alguien que amás”. ¿Por qué ese ensañamiento conmigo? “Judía de mierda”. Me chupa un huevo igual ser judía o no judía, pero era cualquiera.
—Y vos los expusiste en Facebook con capturas de pantalla de los distintos insultos que te habían hecho. ¿Por qué tomaste esa decisión?
—Yo no sabía qué hacer realmente porque, por un lado, está esa lógica que todo el mundo te dice “no les des bola”. Pero por otro lado es como… ¿y cómo hago para no darle bola? Porque inevitablemente uno se pone a pensar, si bien es un boludo de Internet, es una persona que está en la calle y que vive y piensa y opera de esa manera. Con esto del “no le des bola” vivimos tapando la violencia de la cosa sacada de la gente que no está bien. La gente se tiene que dar cuenta que putear por Internet es lo mismo que putear por la calle. Son un montón de personas que te hacen sentir en algún punto como que todo el laburo y esfuerzo se bastardea por nada. De pronto también había muchísima gente diciendo cosas buenas que me hicieron sentir mejor. Pero al margen de si me estuvieran diciendo cosas lindas a mí. Yo no necesitaba tampoco que me dijeran que estaba haciendo todo bien, pero sí necesitaba entender que ellos son los que están mal realmente y que uno no está loco.
—¿Tuviste oportunidad de chequear si se trataban de usuarios falsos?
—Al principio el ejercicio era, cada vez que alguien me ponía algo muy feo que me hacía sentir mal, entrar a su perfil. Y me daba cuenta de que por ahí era gente que tenía en su portada a Videla, no te estoy jodiendo. Descubrí cosas que uno no sabe que existen, como páginas neonazis de gente real que está esperando que renazca Hitler. Entonces usaban chistes míos como para hacer chistes nazis con memes de La Cope.
En Twitter sí eran un montón de cuentas falsas, pero viste que en Twitter la gente se esconde atrás de un hecho. Twitter tiene eso de que es lo peor que hay porque está toda esa gente que se cree graciosa y está twitteando desde un nombre falso, no se me ocurre nada más patético, ni siquiera te hacés cargo de lo que estás diciendo. Desde un principio, yo con La Cope tenía una política de dejar que todos escribieran lo que quisieran, pero con todo esto lo volví a analizar y decidí que si alguno se excede en violencia, lo bloqueo. Es mi nuevo hobby, yo bloqueo pelotudos.
—¿Vos crees que La Cope es como tu alter ego, como alguien distinta a vos o es como la gente te ve en general?
—Yo al principio pensaba que me estaba dibujando a mí diciendo cosas, y medio que cuando empieza eso a crecer, algo me sobrepasó en algún punto. En primer lugar, a mí no me pasan tantas cosas, tenía que darle una personalidad aparte. Y sí, es medio un alter ego pero ya lo siento como una cosa aparte. Muchas veces pienso que es distinta a mí, no soy yo reflejada al cien por cien pero porque tampoco sería divertido. Siento que es un personaje, que es una antiheroína, y que siempre tiene la posta. Yo no tengo la posta siempre ni ando diciéndole a todo el mundo lo que tiene que hacer. Pero concentra eso, concentra cosas mías y cómo me gustaría ser yo también, o de cómo creo yo que debería ser el mundo.
—Pero también habla de una mujer desde un punto de vista más sociológico. Pareciera que es una chica de clase media que vive sola, que labura un montón y que es un poco escéptica de las cosas que suceden en la vida cotidiana.
—A mí me sorprendía que haya tanta gente que se impacte simplemente con algo de la vida misma. O sea, ¡qué poco o qué mal nos están representando! Tampoco subía nada extraordinario. Me acuerdo que una vez subí un chiste, era una pelotudez, el dibujo era una conversación de whatsapp con un pibe, y era como que ella lo invitaba a la casa y él le contestaba un emoticón. A mí me daba vergüenza porque me había pasado y decía bueno, no me quiero exponer de esta manera y pensaba, a quién carajo le pasó esto en realidad. Lo subí y explotó. No podía creer que hubiera esta necesidad tan enorme de representar esta cosa medio loser. La Cope es una persona normal que sale con pibes y que va a laburar y no le gusta, no hay demasiada magia detrás de eso. Pero sí me parece que tiene que ver con que no existe en ningún lado ese modelo de mujer normal, ¿no? En la tele no existe, en la radio prácticamente no existe, en la ficción es muy difícil de encontrarlo. No digo que yo lo inventé, pero hay pedacitos de todo eso, entonces siento que como mujer a mí también me pasa, cuando encuentro algo que me hace sentir identificada me agarro de eso.
—¿Con qué crees que tiene que ver que haya poca representatividad de esta “mujer normal” que mencionás?
—Haber, hay, pero creo que tiene que ver con que eso le conviene a esta cultura. No vas a poner una piba gorda a ser la protagonista de algo si no es que está haciendo de gorda, porque hay toda una cultura atrás de belleza, de cultura y de moda y de patriarcado que no se alimentan de eso.
Parece que la única piba que existe es la flaca, y no lo digo hablando mal tampoco de una mina que quiera ser flaca, ni mucho menos. Las mujeres somos personas y tenemos los mismos deseos que un varón y las mismas capacidades que un varón también. Es una cagada porque desde los medios eso construye un montón de cosas, y vos ves en un programa de televisión que todas las mujeres son iguales, es muy fácil sentirte mal después de que a vos no te entra un pantalón o de que tenés un rollo o que no deseás esas cosas. A veces yo lo pienso como de más y me enrosco y me hace bastante mal. ¿Por qué yo no deseo ser así?
—Recuerdo en una tira en la que La Cope le aconseja a una amiga sobre cómo vestirse y le dice algo así como “poné los brazos donde los tenés siempre, sacá la cara de zoolander y olvidate de las presiones que te pone la sociedad. ¡Listo! estás hermosa”. A veces incluís este tipo de críticas.
—Sí, trato de incluir esas cosas, sobre todo en cuestiones que nos ayuden a corrernos del modelo hegemónico. Pero, primero porque yo lo sufro un montón, o sea, soy una adolescente acomplejada con desórdenes alimenticios y ganas de ser flaca todo el tiempo. Lo soy, lo tengo en la cabeza, y por ahí en los últimos años me encontré dándome cuenta de que por ahí naturalizaba ese sufrimiento permanente de que soy gorda, de que quiero ser flaca, de que quiero hacer dieta, que no me entra la ropa, que hasta el día de hoy lo tengo y no me lo puedo sacar desde que soy muy chica. Entonces me parece que es como que me voy despertando de cosas.
También por eso está bueno rodearte de mujeres que entiendan de todo porque te empiezan a dar cuenta de cosas a vos. Trato de hacer énfasis en eso porque es algo que a mí me pasa y siento. Siempre que subo cosas así la bardeada es “vos fomentás la gordura y la vida no sana”. Lo re respeto y ahí está el límite en el que decimos que cada uno puede hacer lo que quiera con su cuerpo pero también me parece que no hay nada más esclavizante que una dieta. Lo digo por experiencia. Cuando en tu mente lo único que querés es ser flaca, todo lo demás que es mucho más importante lo corrés a un lado, siempre. Y eso no es casualidad, y proviene de una pirámide de cosas. O sea, liberarte de todo eso y sentirte bien con tu propio cuerpo es un acto de rebeldía enorme y es muy difícil para una mujer la verdad. Todo el tiempo nos vivimos sintiendo mal porque no somos como sacadas de una revista. ¿Por qué toda la vida creer que tenemos que ser eso en vez de intentar querernos? ¿Tener estrías y celulitis y ser felices?
—¿Sentís que se estuvo relacionando a La Cope en el último tiempo más con el feminismo?
—Sí, yo no tengo una formación feminista. Hay muchas cosas que uno las tiene de instinto, no entendés muy bien por qué, o no se te dio por leer un libro o no conociste a las personas adecuadas. Lo fui entendiendo más como en el proceso. Sentí como una responsabilidad. Eso te lleva a conocer a gente que sabe un montón, a hablar con gente, a entender conceptos que van más allá de tu instinto personal. Cada vez trato de profundizarlo más y de llevarlo más hacia ese lugar porque también me dieron ese lugar y me parece un lugar re lindo y que me parece justo cuidarlo.
—El formato que elegiste para La Cope, ¿lo pensaste desde un principio como cómic o se fue dando?
–—No, yo necesitaba un soporte para decir las cosas. Yo quería tratar de subir algo todos los días y no tengo una gran capacidad artística, no soy una gran dibujante ni ilustradora. Para sentarme a dibujar algo piola y pintarlo estoy tres horas. El formato se ajustó a algo simple, fácil de leer, rápido, porque parece increíble pero la gente no lee. Si vos ponés cinco palabras de más lo saltean para abajo. Igual, si hay un chiste que quiero hacerlo larguísimo lo hago larguísimo, pero traté de ajustarlo para que sea de fácil lectura, fácil de hacer, que la idea esté clara, que el chiste o la reflexión funcione para esto.
—La carrera, de alguna manera, te aportó mucho para pensar las microhistorias que cuenta La Cope, ¿no?
—Si, obvio, inevitablemente tengo la cabeza seteada. La creatividad publicitaria también tiene toda una cosa de pensar cosas así como más rápidas o más concretas. Debo tener algo de eso ahí que me ayudó, pero el laburo en sí me resultaba bastante bodrio.
—Vos contabas que muchas historias arrancaron como una suerte de catarsis de laburos que no te gustaban.
—Sí, yo trabajé mucho tiempo en publicidad. Me encontré con jefes y compañeros de laburo distintos, y aún en los lugares que mejor la pasé me empecé a dar cuenta que todas las personas que están en la oficina la están pasando como el orto. Y empecé a obsesionarme con la idea de por qué estamos todos sentados haciendo esto. Sí, obvio, para pagarnos el alquiler y el Fibertel 6 megas y el sum con pileta que no usamos nunca. Pero empecé a buscarlo más en lo profundo. Por ejemplo, cada vez que subo un dibujo que tiene que ver con feriados o con jefes de mierda, las redes estallan.
—¿Cómo se te ocurren los temas para las tiras cómicas?
—El post del “slip” tiene mil y pico de comentarios y surgió a partir de una charla con compañeras del trabajo sobre el uso del slip en los hombres, éramos cinco y a ninguna le gustaba. Me empecé a dar cuenta de que había algo ahí. Y así como las mujeres tienen una opinión al respecto, los chabones defienden el slip.
Te dicen: “Boluda, te ajusta los huevos, no me critiques”. Es observar mucho, gran parte de las cosas están en charlas que la mayoría de las veces pasan desapercibidas.
—¿Cuáles son los temas que más pegan?
—Lo más festejado por Facebook es lo que tiene que ver con las relaciones modernas y las cuestiones de género. Es muy gracioso porque los pibes creen que soy mala y las pibas creen que digo la verdad, y nada de eso es cierto.
—¿A qué historietistas mujeres admirás?
—Lola Vendetta, Sara Fratini, Agustina Guerrero, Maitena, sigo muchas páginas de humor gráfico. No entiendo por qué esta tendencia de pegarle a Maitena. Pará, Maitena hizo algo que nadie lo hacía. Te está mostrando cómo se sentía ella como mujer de esa edad en ese momento. Para mí ella es enorme y fue muy grande lo que hizo.
—¿El tema político te interesa?
—Macri gato, poné. (Risas) No, mentira. No quiero ser la persona que no sabe tanto y está opinando, trato de estar informada. Es difícil también encontrar qué leer y en dónde leer, entonces hay que leer bastante. A mí me pasa que soy una persona muy enojada con el mundo. Yo hay días que me siento a sufrir, no entiendo lo que pasa con el mundo, con Macri.
Veo noticias y me quedo mal todo el día porque a un pibe lo metieron preso por estar fumándose un porro. Inevitablemente yo cada día más me vuelvo una persona más cínica y es algo que odio. Odio pensar que todo está mal, porque siento que desde ese lugar no se construye nada.
—¿Qué tipo de música escuchás?
—Estoy en una época de escuchar nuestro indie, digamos. Bestia Bebé es mi banda favorita de acá, sin dudas, y me gusta porque siempre es como que siento que estamos en una etapa de cultura independiente que está muy buena y podés ir a ver a una banda increíble cualquier día de la semana. Realmente, viviendo acá cualquier día que tengas ganas de hacer algo piola te podés encontrar con algo, y está buenísimo. Me encanta ver música en vivo. Con 200 pesos vas a ver una re banda y tomaste dos birras y es como mi plan favorito, porque no soy mucho de ir a bailar, soy más de bar por ahí. Por eso cada vez me engancho más y hay mucho por descubrir.
—Es inevitable que te pregunte cuál es tu birra favorita.
—¡Jajaja! Me gustan mucho últimamente las birras artesanales, estoy como incursionando en eso, más negras o rojas, pero tomo cualquiera.
—Usás mucho el humor como herramienta en todo. Para tu programa de radio, para La Cope, el stand up…
—Mi psicóloga dice lo mismo. Es lo que me sale y es lo que me gusta de los demás. Es lo primero que me cae bien de una persona. Para mí, desde el humor se destruye un montón también, ¿eh? Yo siento que el humor está usado también mal en muchos casos para decir cosas que destruyen, pero para mí se puede construir un montón desde el humor.
—¿Qué cosas te generan risa?
—El humor absurdo me causa mucha gracia. El humor negro también, me hace reír y no lo puedo hacer. Siempre que pienso algún chiste medio border es una pelotudez y no queda gracioso. Me gusta mucho el chiste fácil que te deja medio pensando, más que la cosa medio rebuscada. El sarcasmo me hace reír mucho, la gente que sabe cómo manejar la ironía me parece graciosa.
—¿Creés que existe un límite de lo gracioso?
—Sí, yo creo que sí. Creer que podés decir cualquier cosa porque es gracioso, no, para mí no, ni en pedo. De hecho, el stand up tiene mucho de eso. Yo soy muy nueva en stand up, arranqué el año pasado. Fue toda una etapa de aprendizaje. Me falta mucha Cindor. Y cuando arranqué empecé a ver shows de stand up y vi cada cosa que decís… No puedo creer que sigamos haciendo chistes con que la mujer tiene que ir a lavar los platos. No es gracioso. Es muy machista. O sea, que lo digas con humor a mí me causa menos gracia todavía. Eso construye algo que está mal, los famosos micromachismos. Seguir diciendo boludeces de ese tipo a través del chiste me parece que lo que hace es apaciguar algo que es grave. Atrás de eso hay un montón de cosas que terminan llevándote a que vas caminando por la calle con miedo a que te violen en cada esquina. Pero bueno, también alguien puede ir a verme a mí y yo estoy diciendo cualquier cosa y te podés ofender también. Me parece que el objetivo en la vida es ofender a quien te cae mal. Siempre alguno se va a ofender.
*Por Juliana Quintana para Almagro Revista. Fotos: Adriana González.