Vera Jarach: más de 70 años de lucha

Vera Jarach: más de 70 años de lucha
1 noviembre, 2017 por Redacción La tinta

Vera Jarach nació en Italia el 5 de marzo de 1928. Llegó a Argentina en 1939 en pleno auge del nazismo. Acá perdió a su hija, Franca, en la dictadura cívico militar de 1976. Luchadora incansable, Jarach es parte de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y trabaja en distintos organismos de derechos humanos.

Por Delfina Tremouilleres para El Furgón

A los 10 años a Vera Jarach le prohibieron ir a clases. La maestra de grado visitó personalmente a sus padres para decirles que ella no podía ir más al colegio: las leyes raciales de Mussolini excluían a los niños judíos del sistema escolar. Esa fue la primera de las muchas injusticias que vendrían. Vera vivió cinco dictaduras y perdió a dos familiares. Su abuelo pasó sus últimos días en el campo de concentración Auschwitz y su hija Franca, a los 18 años, integró la lista de los 30 mil detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico-militar argentina. En 1996, después de 20 años de buscarla, se enteró que había pasado su cautiverio en la ESMA y que la habían tirado con vida al mar desde un avión.

Vera está acomodada en la punta de la mesa y toma café. El comedor está lleno de cuadros de Jorge, su pareja desde los 15. Son imágenes de la vieja Buenos Aires, aunque el lugar preferido de los dos siempre fue la montaña. Todavía tiene una tonada italiana muy característica. Habla de corrido y recuerda cada anécdota con gran precisión. Evoca paisajes de la ciudad de Milán, a su abuelo y a sus padres, a la escuela italiana donde terminó la primaria y al Liceo N° 1, donde hizo la secundaria. Antes de contar su historia en detalle señala el cuadro que está sobre una silla. “Esa es la foto de Franca, mi hija, la razón de mi vida”, dice mientras la observa.

Dice que cuando Franca empezó a militar sintió mucho miedo. Intentó frenarla, mandarla un tiempo a Italia, pero no pudo convencerla. Cuando tuvo que buscarla, sintió mucha impotencia. En el Ministerio del Interior recibía respuestas perversas: “Como mi hija era una chica linda los oficiales me decían que tal vez la habían llevado a otro país para prostituirla. Hasta me recomendaron que no me preocupara tanto, que hiciera de cuenta que Franca estaba de vacaciones”.


Vera tiene 89 años. Ve muy poco, pero eso no le impide trabajar todos los días, leer o escribir. Desde hace tiempo eligió el periodismo como profesión. Es autora de los libros Tantas voces una historia, judíos italianos en la Argentina 1938-1945, Il silenzio infranto y Los chicos del exilio. Actualmente integra Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y trabaja con el CELS. También viaja periódicamente a Italia donde realiza actividades sobre los derechos humanos.


Tiene una gran fuerza de voluntad: una de las últimas veces que fue participó de 25 eventos en distintas ciudades. Vera fue parte de la Fundación Memoria Histórica Social Argentina y dice que lo que hoy es el Parque de la Memoria “fue idea de ella”. Nació como un proyecto junto a un fotógrafo, un escritor y dos compañeros más. Ella fue la que sugirió que fuera al lado del río. Necesita que todos sepan la verdad sobre lo que pasó con los desaparecidos, por más terrible que sea.

“Tengo un optimismo que tiene que ver con la esperanza, porque hay una posibilidad de actuar que tiene que difundirse”, señala. Sin embargo, tiene muchas preocupaciones sobre el futuro. Cree que hay errores que se repiten en la historia. Cada tanto, durante la charla, analiza la situación del país y se alerta. Lo que más la inquieta es el poder y la libertad que, en este último tiempo, se les dio a las Fuerzas Armadas. Por eso, la Plaza de Mayo es para ella el lugar que reemplaza a los medios de comunicación y al parlamento si estos no funcionan. Piensa que tiene que ser un lugar de protesta pero también, como ella lo demostró toda su vida, de defensa de los derechos humanos.

Hay una cuarta consigna que Vera quiere instalar al pedido de “Memoria, Verdad y Justicia” y es “nunca más el silencio”. Eso la motiva a seguir con su labor. Tal vez volver al lugar donde sufrió un ser querido sea lo más desgarrador de enfrentar. Pero Vera lo hizo para lograr que se recuerde a las víctimas y para que haya justicia. “A veces al pisar la ex ESMA no logro retener las lágrimas pensando en que mi hija estuvo ahí. A Auschwitz fui dos veces. Fue doloroso pero tuve que hacerlo”, explica.

El cuarto de Franca está intacto desde junio de 1976. En la pared hay colgada una pintura que hizo ella a los 7 años, en 1965. Otro cuadro ocupa la pared de enfrente: es el abecedario italiano que le hicieron Vera y Jorge Jarach a su hija antes de que naciera. Todos los poemas que escribió Franca están guardados. Vera a veces los lee, pero ya están en su memoria. “No me gusta para nada parecer como una especie de heroína a poner en un pedestal. Eso no lo soporto. Fuimos y somos personas normales que vencieron miedos que nacen de lo visceral, y el resto nació y creció de nuestra unión”, concluye.

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*Por Delfina Tremouilleres para El Furgón.

Palabras claves: Madres de Plaza de Mayo, Vera Jarach

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