Sala de ensayo: Tamboreras Ensamble

Sala de ensayo: Tamboreras Ensamble
22 noviembre, 2017 por Soledad Sgarella

Dirigido por Vivi Pozzebón, son un grupo de diez músicas percusionistas que hacen del escenario un espacio ritual de ritmos afro-latinos, con la fuerza de la percusión y la incorporación de la voz como estandartes.

Por Soledad Sgarella para La tinta

Cae la tarde cordobesa y un grupo de mujeres se reúne a ensamblar sus instrumentos y sus voces, a hacer magia golpeando cueros, parches y cuerdas vocales. Cual brujas en ronda, se miran y se entienden, transforman el espíritu del atardecer, hacen música tan ancestral como contemporánea, tan emotiva como caravanera.

Tamboreras Ensamble ha cumplido un año, pero tiene el empuje de la historia. Porque cada una de las diez integrantes de este grupo dirigido por la imparable Vivi Pozzebón viene con diversos e interesantes recorridos en la percusión cordobesa, un campo musical tradicionalmente atribuido a los hombres.

Junto a la Vivi, Paula Nieto, Josefina Di Bert, Alejandra Núñez, Carolina Carbone, Eliana Bessone, Celeste Marcón, Laura Juárez, Sofía Pera Lallana, Anabela Torres y Alejandra Zambroni presentan cada tema como un ritual de celebración.

La tinta se acercó a vivenciar su ensayo, a registrarlo con fotos, y a preguntarles cómo viven y disfrutan hacer música en grupo, ser mujeres en el mundo de la percusión, y la influencia del contexto actual en nuestra ciudad.

—¿Cómo surgen las Tamboreras Ensamble?

—Vivi Pozzebón: Bueno, hace ya un año que yo las convoqué a las chicas para el cierre de un Taller de Tamboreras… yo digo que Tamboreras Ensamble es un sub-proyecto dentro del proyecto mayor que es Tamboreras Mujeres al Tambor que hace ya siete año tenemos con Lili Zavala, una percusionista que vive en Suecia, que es de acá de Córdoba, y que empezamos juntas a tocar la percusión en un grupo en el que también estaba Paulita Nieto, que se llamaba Combo Nueve Pimienta… grupo en el que en realidad nos juntó el Esteban Gutiérrez, también un gran formador de acá de Córdoba con la idea de armar un grupo de percusión de mujeres, que yo creo que fue por ahí el primero tan numeroso en ese momento…eso fue el año 95, 96… hace 22 años! (risas)

—Paula Nieto: Hace 22 años atrás… ¡en Córdoba!… imaginate.

—VP: Bueno, y yo hacía rato que tenía esta idea de formar un grupo de percusión de mujeres… te digo, hace tres, cuatro años… ¿y cómo hago? ¿y cómo hacerlo? Y bueno, viste esas cosas que se dan porque una las va maquinando pero después tiene que darse el momento por ahí, para que esté la gente justa y eso. Entonces el año pasado, como te digo, las convoqué a ellas con la idea de que cada una viniera de distintas extracciones de la percusión. Hubo varios cambios en el año, de formación, pero más o menos estamos las casi originales que empezamos el año pasado. Y justamente el domingo pasado tocamos para el cierre de este año de los talleres de Tamboreras en el Teatro La Luna, de nuevo, haciendo un cierre como si fuese primer aniversario.

—Hace poco tocaron también con Yissy García que fue un eventazo…¿verdad?

—VP: Sí, eso fue el cierre del Festival de Teatro del Mercosur. Yo a Yissy García la conocí el año pasado en Cuba y ella ahora vino con su banda que se llama Bandancha y es una tremenda baterista… con las Tamboreras hicimos una clínica -que sobre todo la armó la Sofi Pera Lallana– y tuvimos la suerte de compartir escenario con ella, e hicimos un video que hace muy poquito largamos que se llama Soy Tamborera junto a su banda y nosotras.

—Quiero saber un poco más sobre la aclaración que hizo hace un rato Paula, cuando dijo “hace 22 años acá en Córdoba”. Cuentenme cómo era eso, qué diferencias ven…

—PN: Y… ¡era muy extraño! Nosotras… ¿viste cuando te adelantás a los tiempos de los proyectos? La salsa y la percusión acá no se conocían para nada. A mí me parece que  ahora hay un auge de la percusión, y de la mujer tocando el tambor y los distintos instrumentos, que en esa época no había… nosotras éramos extraterrestres.  Por ejemplo, una anécdota que yo cuento siempre es que nos convocan para ir a tocar un boliche a Catamarca y ponen pasacalles por todos lados en la ciudad: “Combo Nueve Pimienta: diez mujeres en escena” ¡Porque eso era lo que vendía! Y en esa época esperaban a Las primas… ¡y nosotras éramos diez hippies! De un taller experimental en María María al que nos convocó el Esteban, y que nació como un taller de percusión y mujeres, terminó saliendo una banda de música afrolatina con bajo, teclado, flauta traversa…

—¿Todas laburan grupalmente?

—Josefina Di Bert: De ambas formas… yo trabajo así en grupo y después también con proyectos solistas.

—Sofía Pera Lallana: Bueno, Las Ninfas, como Tamboreras, también es un grupo, un colectivo de mujeres. Y hoy en día, también nos siguen nombrando porque somos diez mujeres… siempre se recalca eso cuando te presentan en cualquier lado.

—JDB: Yo creo que el avance verdadero va a ser cuando ya no se tenga que recalcar el tema del género.

—VP: Cuando no sea raro que seamos mujeres en escena. Porque mirá por ejemplo La Bomba de Tiempo: son 12 guasos, 15 guasos… “¡Ah! son todos hombres”: nadie dice eso.

—Eli Bessone: Para mí no todo el mundo lo rescata por una cuestión de género… yo creo que la energía de diez mujeres en el escenario no es la misma que la de diez tipos. Entonces cuando dicen “son todas mujeres” no todo el mundo lo hace por discriminar… realmente la energía es muy diferente. Yo, si lo pienso, me alucina y no tiene que ver con una cuestión de discriminación.

—De todas maneras, el lugar de las mujeres en la percusión es un lugar que han tenido que ir construyendo a costa de un laburazo…

—Todas: No sólo en la percusión… ¡en la música en general!

—JDB: En la música si sos mina sos cantante, o tocás el chelo, o la flauta. Pero hay otros instrumentos que estaban como re mil negados a las mujeres.

—VP: De hecho este proyecto que empezamos con Lili fue creciendo poco a poco y también fue como teniendo un sentido dentro de la sociedad. Porque hace siete años fue: es decir, no ha pasado tanto tiempo pero también pasó mucho. Estos últimos dos o tres años con NI una menos, y toda la movida que hay del nuevo feminismo latinoamericano y mundial, han pasado muchísimas cosas desde que nosotras empezamos. Entonces el proyecto también ha cobrado su importancia ¿viste? Casi que coyunturalmente. Antes éramos como islas, o no sabíamos muy bien en qué contexto meternos y ahora han florecido redes en todos lados.

Por ejemplo, ahora me comuniqué con unas chicas de Colombia que tienen una red de mujeres percusionistas, otras de Brasil… es un momento en que todas estamos visibilizadas o visibilizándonos, y tejiendo estas redes.

—JDB: creo que en ese punto estamos atravesando un momento en el que inevitablemente llama más la atención, pero creo que el punto a seguir es que ya no haya distinción… que nadie aclare.

Voy a contar una anécdota, que con la Sofi la hemos vivido, de tocar en bandas de cuarteto, donde hace muy poquito que se incluye a la mujer. Es un ambiente muy machista y muy masculino. Pelusa creo que fue de la primer banda que incluyó mujeres, y después Chevere, que son con la misma producción y nos han incorporado, y siempre super cuidado y todo. Pero digo, inclusive después cuando tenías que buscar un reemplazo, porque una fecha no podías ir o porque pasaba algo, te pedían mujeres o si no nadie.

—VP: Como una especie de moda ponele…

—PN: La mujer vende. Nos consideran objetos… es una imagen que garpa.

—JDB: Por eso digo, como accesorio.

—VP: Y para ellos también es un aprendizaje… para los que te convocaron.

—PN: Yo pienso: por ahí, cuando fue la época de una tribu… si realmente alrededor del fuego las mujeres no podían tocar el tambor y tenían que bailar solamente. En la música africana las mujeres bailan. Y hay un montón de ritmos que el Bambam Miranda nos quería enseñar y nos decía que se iban a enojar las deidades y que si estamos menstruando no podíamos tocar, y se te quebraba el tambor…

—VP: Estaba prohibido…

—SPL: ¡Éramos las brujas!

—VP: Hay distintas culturas igual… a ver: es verdad, nosotras cuando pensamos en la tribu pensamos en África, pero hay todo un estudio también sobre la parte del Mediterráneo que relaciona a las mujeres con un tipo de tambor, que es como si fuese la caja nuestra. Y que relaciona todo ese tipo de cosas que también tienen que ver con lo redondo, con el vientre, con la mujer… pero por eso, nosotras decimos percusión y vemos sólo África y también es más.

—EB: Acá también, la caja la tocan las mujeres.

—JDB: Yo creo que estamos regidos por el patriarcado, pero ha habido culturas originarias donde han tenido a la mujer como centro, donde las mujeres son poseedoras de voz y de canto. Hay un documental re lindo que es La voz de los sin voz que muestra el trabajo de las copleras, la recopilación de Leda Valladares.

—Sí… a veces esas cosas las saben ustedes que son las especialistas, que se han interesado y que está bueno visibilizarlo, contarlo y reproducirlo. Sin embargo, aun hoy en Córdoba se escucha un montón esto de «bueno vos tocás bien porque no tocás como minita».

—VP: Ahhh a todas nos han hecho ese comentario. O que primero tenés que dar cuenta de lo que hacés, primero tenés que demostrar…entonces después sí.

—EB: Yo vengo del palo del folclore y de la danza, y lo que pasaba mucho desde que soy chica y tengo uso de razón de toda esta movida, es que la escuela de mis padres era la única donde las mujeres también aprendían a zapatear y tocar el bombo. Entonces por suerte yo lo viví mucho más parejo. Mi papá falleció, Aldo Bessone, y estamos hablando de la época de Tapia,  el Chucaro… y en la única escuela en la que la mujer hacía exactamente lo mismo que el varón era la de mi padre y eso esta bueno, te estoy hablando de 60 años atrás. Muchas chicas que estudiaron en otras academias dicen: ¡cómo nos nos tocó ir a esa escuela! ¡che, nosotras también queremos aprender!… O las boleadores por ejemplo… nosotras hacíamos boleadoras, zapateo y bombo juntos. Lo que pasa es que en la escuela de mi papá era una escuela de maestros, no eran bailarines para bailar sino que eran maestros formadores, entonces todos teníamos que aprender.

—En relación a los métodos del ensamble… ¿en las Tamboreras usan lenguaje de señas solamente?

—VP: No… tenemos algunas cositas, lo que pasa es que en el año yo quería que nos conocieramos y ver que salía del grupo y apareció -que es un lineamiento mío- hacer música latina, y fuimos haciendo y desarrollando eso a la lo largo del año y también con los aportes de cada una. Por ejemplo, la Ale fue la primera que nos pasó un ritmo, el ritmo de samba que ella hace en la Escola. Bueno, entonces tratamos de hacerlo con los instrumentos que tenemos. Después un corte, Las Ninfas suman más la parte latina y cumbia, la Jose cubana y peruana, y así…  Nutrirnos de cada una. Una diferencia respecto de otros grupos de percusión que nosotras tenemos es que muchas somos cantantes, y usamos la voz como recurso, cantamos canciones arriba de los ritmos.  Hoy por hoy hacemos un montón de ritmos que son afrolatinos, pero también cantamos y algunas cosas si nos permitimos con lenguaje de señas, pero sobre bases que ya tenemos y ya sabemos.

—¿Cómo se proyectan el año que viene?

—VP: Vamos viendo. Yo creo que lo que estuvo bueno, aunque fue un año muy difícil para todos, es habernos mantenido. Tuvimos casi un ensayo semanal, y a veces veníamos tristes o bajoneadas qué se yo… y también eso lo podíamos compartir. De hecho, eso de haberlo continuado nos reconfortó y nos hizo más fuertes… parece que hace un montón que nos conocemos y hace re poquito en realidad que estamos.

—JDB: También creo que recién acabamos de lograr lo que sería la base del repertorio del show, y…¿viste que hay grupos que funcionan solos? Yo creo que una tiene que poder vislumbrar eso. La verdad que desde que nos juntamos todo el tiempo recibimos propuestas, por eso también creo que nos permitimos que vaya fluyendo, porque verdaderamente fue así desde que empezamos hasta ahora. Casi todas las fechas han sido propuestas, no producidas por nosotras, y en lugares copados… y bueno participamos de un montón de espacios y esto va caminando.

—VP: Y el trabajo enorme de Carol, desde Oficina de artistas. En agosto presenté un show en donde estuvieron mis tres proyectos: Tam con Tamboorbeat (con el Fede Flores), el trío acústico y Tamboreras Ensamble. El ensamble es también manejado desde la productora, pero que crece también porque cada una tiene su fuerza y aporta, o la conocen de distintos palos, porque cada una lleva adelante o un grupo o un proyecto solista, o un lugar. Cada una tiene su historia y sus redes, y eso lo fortifica también.

—Recién la Vivi aclaró que el año había sido bastante duro… ¿cómo lo vivió el resto?

—JDB:  Conocemos el rebusque. Lo hemos aprendido, es un lugar conocido… y bueno, es verdad que veníamos con ciertas políticas culturales que estaban buenas y que hoy no están, y hay que volver a remarla desde otro lugar.  Pasaron muchas cosas políticas que nos han bajoneado, no solamente en lo cultural o artístico sino en lo social, en un montón de aspectos. Creo que un poco la Vivi se refería a eso. Pero bueno, ahí remando y siguiendo. Una tiene que generarse los espacios de laburo y seguir estando en la escena. Lo positivo dentro del contexto negativo es la solidaridad que siempre se genera entre las artistas, de decir: bueno armamos esto entre todos, nos juntamos entre varios, armamos producciones, hacemos cosas…

—VP: Yo creo que la música -y el arte- es una herramienta muy poderosa, y si la sabemos tomar y llevar adelante nos va a salvar, y nos salva, a nosotras y a la gente que les llega.

—Carolina Carbone: De hecho hemos charlado de esto… y así ha habido ensayos que no fueron sólo ensayos, porque los pasábamos hablando… en esos días que habían pasado cosas muy heavys, no solamente a nosotras como mujeres que nos atravesaba de una manera particular y que de alguna manera necesitamos descargar hablando. Sabemos que estos espacios son los espacios que tienen que seguir permaneciendo y son los espacios que nos mantienen andando, a pesar de lo adverso que está el contexto y que pareciera que va a seguir. Entonces estos son los que nos fortalecen como personas y que nos dan la energía para seguir estando, sin bajonearse tanto por lo menos.

—PN: Y apenas una empieza a tocar el tambor ya cambia la energía… si venís con un mal día y ya empezás a tocar, y te tomás unos mates con otras, ya estamos de fiesta.

—VP: Te digo… es una herramienta muy poderosa, y más la percusión.

—¿Por qué más la percusión?

—VP: Porque tiene esa cosa que es del golpe, del toque. Te pasa por el cuerpo, lo sentís en la panza y el tocar es un placer y me imagino que para la gente lo mismo si te hace bailar.

—SPL: Tiene eso ancestral del movimiento… desde siempre, la percusión presente en todo… tocar el tambor, sentir las vibraciones que se generan, moverse…

—EB: ¡Tan de todo el mundo!

—CC: Nosotras también cuando empezamos, la idea fue juntarnos a tocar percusión y después empezamos a cantar, que es también es una forma de percusión.

—EB: Además, yo que vengo del palo más de la danza, del baile, hay algo que rescato de este grupo y es que -y lo rescato mucho de la Vivi como directora- hay mucha humildad en el sentido de que hay mucha igualdad, y eso genera un relax para que una pueda tocar, y que hace que el ensayo tenga eso: sea ameno, sea realmente para descargar, te cambia la energía. No es que venís a una presión.

—¿Cómo construyen su vínculo con los públicos? Yo que las he visto un par de veces, me parece que saben transmitir esto que dicen sentir a quienes las van a ver, que se copan y disfrutan a la par de ustedes. Debo admitir que me gusta, que me llama la atención, porque sé que todas ustedes son músicas, y a veces los músicos hacen música para músicos, y ustedes logran romper esas barreras.

—VP: Es que somos muy fiesteras (risas). Nos gusta la caravana, y es que la percusión es caravana, la percusión es movimiento, la percusión es baile. Es my corporal, tenés que meterle mucho el cuerpo.

—SPL: ¡Es disfrute!

—VP:  Y es encontrarnos con eso: estás disfrutando vos y está disfrutando la gente. Nuestros ancestros seguramente no hacían música con tambor para ellos, era música para todos. 

—CC: Además la percu no es para nada solemne digamos…

—PN: Yo empiezo toda bien así tranquilita y termino con los pelos así (gesto y risas).

—VP: ¡Terminás con el pelo punk!

—PN: Trato de no irme pero la percusión te lleva!

—JDB: Con respecto a eso que decís del público, de la relación con el público voy a rescatar algo que le admiro un monton a la Vivi y que me encanta, que es como tiene esa capacidad de hacer parte al público. (Cantan en coro: hay una energía… positiva…risas). Es una capacidad de hacer que el público participe de ese vivo, que se sientan parte… y como está la improvisación en el medio se re presta y hay que saber captar la energía de los espectadores y hacer que el otro también sea parte del show.

—VP: ¡Son años!

—JDB: Romper esa distancia, y que terminen todos jugando, porque es un juego también…

—VP: Pero yo lo he ido desarrollando, y aparte me encanta… desde muy chica el escenario para mí es una liberación, un relax y yo me siento como pez en el agua. Ahora estoy siendo más coherente cuando me bajo del escenario, pero mucho tiempo yo fuera del escenario no hablaba y en el escenario explotaba. Y ahora, con los años, por ahí estoy equilibrando la vida… era super introvertida y la música me daba la posibilidad de eso, de liberarme. Lo mismo que me para mí, yo lo quiero contagiar a todo el mundo por eso, porque es liberador.

—Es una fortuna poder trabajar de lo que aman… ¿de qué manera vivencian eso?

—PN: Sí, igual tocamos gratis toda la vida digamos… yo laburo de dar clases en la primaria. Soy profe de música y tengo mis tamboreritos en la escuela, y planto la semilla de la percusión y de la música, en todos los ámbitos y en todas las edades. Yo creo que por ahí lo que la Vivi quiere contagiar y sacar de la gente en ese ida y vuelta con el público es también lo que una quiere contagiar a los niños cuando está educando.  La música, el arte, es un derecho humano no puede ser que vos nazcas en ciertos lugares de Argentina y no hayas podido bailar o cantar, o te hayan dicho que no eras bueno para eso… todos lo somos. Es algo innato de las personas moverse, tocar y cantar, y hacer un ritmito. No puede ser que haya una censura… en un punto en la educación de la vida de las personas en las que nosotros no nos expresemos. Somos una integridad y todos deberíamos poder. 

—JDB: Igualmente considero que como parte de ese deseo de todos de vivir de la música, es algo que tambien esta buenisimo garantizar ese derecho pero tambien es buenisimo que sea valorado también como un trabajo: ser música.

—VP: De hecho si bien todas tenemos laburos, son dentro de la música.

—EB: Una puede seleccionar a qué lugar, a qué espacio va cuando va gratis, porque realmente quiere regalar eso.

—PN: Sí… pero de ahí a poder pagar un alquiler, comer y vestirte de la música ni siquiera un músico clásico…cobran con monotributo a veces y a fin de año le pagan todo, ni siquiera teniendo un nivel sinfónico en Córdoba podés garantizarte a veces, decir: bueno yo me dedico a esto, soy, soy profesional.

Todo es un camino de construcción colectiva, y yo creo que por eso también todas nos asociamos y todas compartimos experiencias de lo que estamos haciendo. Pero que es un camino durísimo pretender vivir del arte, y sigue siendo así, no importa que gobierno esté. Es mi punto de vista. Puede haber mejorado o no… algunos años hubo más oportunidades y obviamente con el kirchnerismo hubo más que con este gobierno…

—VP: Igual es eso… es una elección y yo creo que todas elegimos hacer esto y no laburar de otra cosa y yo no me imagino siendo otra cosa.

—EB: Es una vocación, que a veces no está lo que te pagan respecto de lo que disfrutás. Tiene que ser una vocación… si no lo disfrutás no podés transmitir, y no lo podrías sostener.

—¿Tienen alguna próxima fecha?

—VP: Segura, el 16 de diciembre en Babylon con un grupo de mujeres que se llama Indumba, y quizás el 1 de diciembre en Sierras Chicas, pero aún sin confirmar.

—Gracias a todas…

—Ale Nuñez: Me quedé pensando en que cuando comencé a tocar percusión… era la única mujer que tocaba percu brasilera en shows. Empezamos con un tallercito y ya a fin de año empezamos a salir en las fiestas a tocar y empecé a tocar un instrumento que se llama repique, que se toca con palo y mano, que por lo general en las escolas de samba de Brasil lo tocan los varones. En las escolas hay muchas mujeres tocando tambor, zurdos y caijas, y la mayoría toca agogo. Creo que el lugar de la mujer en la percusión tiene que ver con esta cultura argentina de que la mujer tiene que estar en la casa, y un montón de cosas,, ¿no? Y que gracias a lo que se abre en estos tiempos podemos salir a tocar tambor, y a ser mujeres plenamente. Llevarnos este título maravilloso de ser mujeres, de crear y no solamente de crear una torta,un guiso en la casa, una camisa planchada o hijos.

Sino de crear esto, arte, de poder transmitirlo, de poder ser, con todo lo que significa ser.

*Por Soledad Sgarella para La tinta. Fotos: Colectivo Manifiesto.

 

Palabras claves: Ensamble, Percusión, Tamboreras

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