25 de noviembre: mucho más que un día
Sentires, contradicciones, diversidad y multiplicidad de las convocatorias a manifestarse en contra de la violencia hacia las mujeres a propósito del 25 de noviembre, en remembranza de las luchadoras hermanas dominicanas Mirabal. Un puñado de historias que acontecieron en Montevideo, Uruguay.
Por Redacción La tinta
En medio de la vorágine organizativa previa al 25 de noviembre pasado, nos atravesó la triste noticia de la aparición del cuerpo sin vida de Brissa González, de 12 años que era buscada intensamente por familiares y la sociedad uruguaya toda. Pocos días habían pasado desde que conocimos el caso de Valentina Walter Ferreira, de 9 años, que luego de haber estado desaparecida fue encontrada asesinada en la localidad de Rivera. El autor del crimen confesó: era un vecino de la niña. En el caso de Brissa, hay un joven detenido y según el minucioso conteo de feminicidios que realizó la Coordinadora de Feminismos de Uruguay durante este año, es el único caso del 2017 en el que el culpable es desconocido para la víctima. En los demás, los femicidas eran pareja, ex pareja, familiar o conocido.
Desde el 2014 la Coordinadora realiza un registro de los feminicidos de todo el país, los nombres, las edades, las causas y los victimarios. Este riguroso y lamentable conteo, tiene su repercusión en la calle: las alertas feministas.
Las alertas son manifestaciones callejeras, convocadas por la Coordinadora de Feminismos dentro de las 48 hs de conocimiento de los casos de mujeres asesinadas. Son maneras de visibilizar las muertas y también de colectivizar la rabia y transformarla en encuentro, en fuerza y en rebeldía: “¡Ni una muerta más, ni una mujer menos!”. El 23 de noviembre hubo una alerta por Brissa, y se contabilizaban 29 muertas por violencia machista en Uruguay, durante el 2017.
El 25 de noviembre estuvo rodeado de actividades diversas, múltiples, inmensas, diminutas. Sin duda, el caso de Brissa atravesó la sensibilidad social y ocupó las agendas mediáticas, pero es preciso decir que existen organizaciones, convocatorias y luchas que cotidianamente las mujeres sostenemos y que no son cubiertas por los medios hegemónicos.
Del 23 al 25 de noviembre, Montevideo fue sede del 14º Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC). Desarrollado en la Rural del Prado, el cierre fue una marcha que salió desde la explanada de la Universidad Pública hacia la Intendencia, en el centro de la ciudad. Esta marcha, iba a encontrarse con la organizada por Mujeres de Negro, que convocó a manifestarse desde la Plaza Independencia, el espacio verde turístico que da inicio a la Ciudad Vieja montevideana. Bajo el lema “Dos marchas, un acto” las dos movilizaciones se encontraron frente a la explanada de la Intendencia, para escuchar a la oradora principal: Minou Tavarez Mirabal, hija de Minerva Mirabal, una de las `mariposas´ dominicanas por las cuales cada 25 de noviembre se manifiesta en contra de la violencia hacia las mujeres.
Estos días fueron todo esto, y mucho más. También hubo un Primer Encuentro de Mujeres (EMU) el 3, 4 y 5 de noviembre, y aún se sienten repercusiones de lo gestado en el Encuentro de Feministas Diversas, de setiembre pasado. El viernes 24 de noviembre, además, se realizó el Juicio a la Justicia Patriarcal convocado por la Asamblea Feminista del Abya Yala y luego tuvo lugar una Vigilia en la víspera al Día Internacional de Lucha en contra de la Violencia hacia las Mujeres, en la que la Coordinadora de Feminismos propuso escribir el nombre de cada una de las muertas por violencia machista en mariposas de papel, que empapelaron la Plaza Libertad, sobre la principal Avenida 18 de Julio. Entre música, picada, bebidas, risas y abrazos se esperó el 25 mientras se sanaba en colectivo lo llorado y gritado el 23.
El sábado 25, en la Avenida principal de Montevideo, centenares de mujeres caminaban de norte a sur, de sur a norte, sin saber bien a qué marcha ir, o si ir al acto directamente. Muchas mujeres extranjeras, que viajaron al EFLAC, buscaban presurosas llegar a la explanada de la Universidad o a la Plaza Independencia a las 17 horas, para comenzar a marchar. Mientras tanto, también sobre 18 de Julio en la Plaza Libertad, el Colectivo Minervas de Uruguay, Feministas del Abya Yala y las argentinas Ni Una Menos y Socorristas en Red daban forma a la Asamblea Latinoamericana “Estamos para nosotras”, que estuvo de 14 a 16 hs. Allí se intercambiaron estados de situación, estrategias de organización, e ideas de cara al próximo 8 de marzo. Una ronda de mujeres que fue creciendo mientras pasaban los minutos, ante la sorpresa y la escucha atenta de transeúntes que se quedaban y se enteraban de qué luchas están dando las mujeres hoy por Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay.
Corría la tarde y una mancha violeta se movió desde la Universidad hacia la Intendencia. Mujeres afrodescendientes, de rasgos indígenas, morenas y rubias, locales y extranjeras cantaban y bailaban ocupando toda la calle. Niñas, niños, jóvenes, viejas, con carteles de sus organizaciones, con globos violetas, miles. Sucedía el encuentro con las Mujeres de Negro, al son de los tambores de candombe de las Melaza, y se esperaban las palabras de Minou. A unas cuadras de allí, recordando las luchas de las brujas, sucedía una performance con fuego y escobas en contra de la violencia machista. Se leyó una proclama entre todas y terminó en un gran abrazo caracol al clamor de “¡Somos las nietas de todas las brujas que nunca pudieron quemar!”.
Anochecía, quedaban las caras cansadas y alegres. Satisfechas de la fuerza acumulada, del despliegue y la potencia de lo que las mujeres juntas podemos hacer. Sin olvidar, sin embargo, que queda mucho por hacer y transformar. Que solo un día después del 25 nos enteramos de dos nuevos feminicidios, en el que contamos a otra niña más. Que se viene una nueva alerta, que no podemos dejar las calles, y que sólo juntas podemos construir una sociedad en la que seamos libres.
*Por Redacción La tinta.