Sole Cuello: «Se instaló lo de mi hermana por la lucha en la calle»

Sole Cuello: «Se instaló lo de mi hermana por la lucha en la calle»
25 octubre, 2017 por Redacción La tinta

Por Diana Segado para La tinta

Soledad Cuello tiene el pelo largo y oscuro, las uñas rojas y muchos anillos, casi uno en cada dedo de las dos manos. Enciende un cigarrillo y habla en voz baja, tranquila pero entera. Su hermana, Yamila Cuello, desapareció hace 8 años, como si se la “hubiera tragado la tierra”, explica.

A su izquierda está sentado Juan Pablo Cuello, integrante de la Coordinadora por la aparición con vida de Yamila Elizabeth Cuello, que le ceba mate dulce y la escucha atento. Sólo habla cuando ella lo mira buscando alguna respuesta que prefiere que explique él.

La tinta charló con ambos largo rato, para repasar 8 años de ausencia y de complicidad judicial y policial.

Cuando Yamila desapareció, el 25 de octubre del 2009, tenía 21 años, Soledad tenía 23. “Mi hermana salía todos los fines de semana, pero ese sábado 24 no. Cuando no salía buscaba a mi hijo más grande, el ahijado de ella, y dormía con él. Nunca me dijo que se tenía que ir a algún lado, ni nada. Al otro día prendo el teléfono y tenía un mensaje de ella que decía: ‘Lo dejo a Benja con la abuela, me voy a comer a la casa de unos amigos y vuelvo’”. Nunca más se supo nada de ella, lo que vino después fueron conclusiones que sacó la propia familia a partir de atar cabos, porque poco y nada hizo la Justicia.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Aquel domingo 25 de octubre fue a la casa de la abuela, donde vivía Yamila también, a buscar a su hijo.

– Che abuela, ¿sabés si la Yamila llevó el teléfono?
-Sí, supongo que sí
-¿Cómo iba vestida?
-Así no más, como acá en la casa, de entrecasa.
-¿Y te dijo a dónde iba?
-No
-Qué raro, porque le mando mensajes y no me contesta y ella lleva su teléfono y está constantemente comunicada.
-Yo sé que habló por teléfono, es más, anoche sonaba mucho el teléfono.
-¿Y quién era?
-No sé.

A Soledad ciertos detalles le hicieron ruido, porque ella dice que “nadie la va a conocer como yo a mi hermana, incluso ni mi mamá que la parió”. En aquel momento, hacía tres meses que Sole se había quedado sola con sus tres hijos. El padre se había suicidado y a ella la que la «estaba sacando adelante era mi hermana. Y a mis hijos también, porque eran chiquitos, su ahijado de 4 años, mi hija de 3 y el bebé de 5 meses. Y cuando ellos preguntaban: ‘¿el papi, el papi?’ o ‘¿a qué hora va a venir?’, ella los entretenía, los llevaba a la plaza, al parque”. Y esa es una de las principales razones por las que Soledad sabía que Yamila no se iba a ir: “Yo siempre digo, no me iba a dejar tirada”.

Pasaron las horas y Soledad tenía una “mala espina”. Ya le había preguntado a los compañeros. En ese momento Yamila estaba terminando el secundario en el CENMA del barrio, y nadie la había visto.

-Che abuela, ¿qué te dijo la Yamila?
-Qué se iba a comer a lo de unos amigos, que ya iba a volver y que le tenga el agua caliente.
-Entonces se iba acá cerca.

En la casa de la abuela se junta leña, se hace el fuego para calentar el agua y se la echa al calefón. Yamila sabía que para que el agua esté caliente hacía falta una hora, hora y media, pero no más.

-¿Vos sabes si ella habló con alguien?
-Sí, ella antes de que saliera de acá se insultaba con una persona.
-¿Y qué le decía?
-Que no la trate mal porque si no, no iba a ir.
-Era Néstor.
-No, si él no tiene su número.
-Lo consigue abuela. Es casi certeza lo que tengo, tiene que haber sido él. Vamos a la comisaría.


“Yo lo acusé a Néstor Simone, el ex de Yamila, porque ellos habían tenido un noviazgo extorsivo y él le pegaba. Hacía pocos meses se habían peleado y no hacía otra que mandarle mensajes diciéndole que ya se las iba a cobrar, que porqué lo dejó, que quién le llenó la cabeza”, cuenta Soledad. Y como todo violento, después era amoroso con ella, mentía que la amaba y que si no volvía se iba a matar, pero cuando ella se negaba a verlo él volvía a tratarla mal y “le decía que seguro tenía otro y que era una puta”. La amenazaba a ella y a su familia.


Soledad en aquel momento tuvo la certeza de que ella había hablado por teléfono con Simone. Sabía qué clase de machito era, “nosotros nos enteramos de que algunas veces cuando él apostaba, pagaba con mi hermana para no perder el auto, la casa o algo que él hubiera apostado”. La familia supo eso y hablaron con ella, hicieron que se alejara de él, le explicaron que no servía, que le hacía daño.

Alrededor de las 21 de aquel domingo fueron a la comisaría y como era de esperarse, les dijeron que no podían tomar la denuncia hasta que no pasaran 72 horas de la desaparición, porque Yamila era mayor de edad y podía decidir irse de su casa. Y como es su costumbre, lanzaron la posibilidad de que se hubiera peleado con algún familiar o que se llevara mal con ellos y por eso decidiera irse. “Volvete el martes o miércoles y traete una foto, me dijeron. Yo les dije que ya iba a ser tarde”.

Soledad sabía que el tiempo pasaba y eso les jugaba en contra. Encaró la búsqueda, ante la inacción de la Policía. “Ella tenía un cuaderno en la casa con el número de todos los amigos. Hice que mi mamá y mi hermana le mandaran un mensaje a todo el cuaderno para preguntar si la habían visto o les había escrito. Nos recorrimos todo Córdoba, la buscamos por todos lados y nunca dimos con nada. Se la tragó la tierra”.

Fueron años de dar vueltas entre la comisaría, Tribunales I y Tribunales II. En una oportunidad el padre recibió una llamada desde Tucumán, diciendo que Yamila estaba bien y que había pedido que llamaran para avisar. “Nosotros informamos eso, y cuando preguntamos si habían ido, ellos dijeron que sí y que era un dato falso. Después yo me enteré que no había auto disponible y que nunca fueron”. Soledad explica que nadie te escucha y que si “hoy por hoy se instaló lo de mi hermana es por la lucha en la calle”.

Recién en 2012 la causa pudo pasar a Tribunales Federales, porque un amigo de Simone contó sobre un rumor de los lugares que frecuentaban: Simone la podría haber vendido a La Rioja. Actualmente la causa se encuentra en la Justicia Federal con la carátula de “Posible trata de personas” a cargo del Juzgado Federal N° 1 del Fiscal Enrique Senestrari. Es el único caso con esa carátula en Córdoba.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Revictimizar una y otra vez

Un año y medio después de la desaparición de Yamila, hicieron un allanamiento en la casa donde vivía con su abuela: policías, bomberos, perros, el ETER. Después de todo el tiempo que había pasado, lo que intentaban era descartar si la familia la había desaparecido o no. “Imaginate cómo estaba mi abuela, vos le tocas esto que era de mi hermana y es capáz de matarte. Todo ahora es un tesoro para ella, porque es lo único que les quedó. No quería que tocaran las cosas de Yamila”. Entonces amenazaron con llevarse detenida a la abuela, porque quizás encubría algo, mientras ella lloraba. Y advirtieron que iban a preguntar a los vecinos qué tal eran como personas. Les dijeron que a lo mejor se había ido porque estaba enojada, y que no salieran a la calle a denunciar ni a hacer más marchas, porque “se la podían llevar más lejos”.

En ese allanamiento se llevaron dos teléfonos celulares que eran de ella y que sospechosamente tenían todo borrado, unas cadenitas y unas agenditas de ella, por la caligrafía. Uno de los celulares había estado todo ese año y medio enchufado cargándose y nadie lo había visto. “Yo pienso que si no hicieron nada durante todo este tiempo y de pronto vienen y hacen todo este teatro, es como para que la gente diga que investigaron durante ese año y medio y encontraron que la familia podía ser sospechosa”.

En la calle todo

-No me voy a quedar acá mami, porque acá en la casa estamos perdiendo el tiempo. Aparte, ponete en el lugar de otra mamá, vos no querés que otra mamá pase lo que te pasó a vos, entonces hay que salir.
-No, yo tengo miedo, a mi me van a llevar a otra hija.
-Bueno, no salgas mamá. Voy a salir yo, uno de la familia tiene que salir. ¿Qué preferís, que quede en la nada?
-No, yo no voy a salir.
-Yo te voy a representar.

“Hasta el día de hoy mi mamá sigue con su idea de que no salga a la calle. Y yo le digo que la calle me llama”, cuenta Soledad. Explica también que cuando ella está en la calle, su hermana también está ahí, y la fortalece toda la gente que la acompaña aunque no le haya pasado, eso lo valora porque “la nombran sin conocerla”.

Soledad es muy franca para hablar, con calma y sin titubear cuenta. No le importa decir cosas políticamente incorrectas porque ella conoce sobre el dolor y le pone el cuerpo y mucho amor a la lucha. “Yo no soy la misma de hace 8 años. Creo que el 2009 fue el peor año para mí. Siempre digo, fueron dos golpes juntos que no dejaron espacio. Lo que pasó con mi hermana no dejó que procesáramos lo que pasó con el papá de mis chicos. Teníamos que levantar a tres chicos y no sabés qué decirles, no podés explicarle a un niño”.

En el 2010, a raíz de la muerte de unas primitas en un incendio, sus hijos pudieron entender lo que era la muerte, “pero a mi hermana la siguen esperando, tanto como nosotros”.

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Foto: Colectivo Manifiesto

No es una, somos todas

Año a año, se acumulan razones por las que queda claro que las mujeres nos tenemos que organizar y luchar. En este sistema patriarcal, las mujeres y pobres tenemos que pelearla el doble. Corremos peligro constante y el mismo peligro que corrió Yamila sigue estando al acecho. En febrero de este año se quisieron llevar a Karen, la hermana más chica de la familia que tiene 20 años.

“Ella iba a comer a la casa de unos amigos y en el trayecto se bajó una mujer de un auto, que le hablaba y le preguntaba por una dirección. De pronto la mujer se le abalanzó y la agarró del cuello. La arrastraba al auto y se le vino todo a la cabeza. ‘Yo pensaba, no la voy a ver más a la Jazmín, esto le tiene que haber pasado a mi hermana, tengo que hacer algo’, pensó. Como que ella le pedía a su cuerpo que reaccione, quería gritar y no le salía la voz, estaba muda”. Karen logró escapar y corrió hasta la casa de sus amigos, cuentan que llegó gritando y llorando, luego se desmayó.

Soledad explica que es común ver en el barrio autos así, se alertan entre los vecinos, pero no es la primera vez que quisieron o se llevaron mujeres o niños de esa zona. Lugares que para el Estado no significan nada, olvidados. Si no, ¿quién les garantiza que puedan llevarse a Yamila y a otras? ¿Cómo es que se mueven tan impunes?

El sospechado por la familia

Soledad recuerda que Yamila era muy simpática. La conocía y le caía bien a todo el mundo. Le gustaba salir, era muy divertida. “Yo elegí esa foto (la de los carteles de la marcha de este año) porque era de un baile. En mi casa andaba hecha una crota, pero para salir se tuneaba toda. Un detalle en las uñas, que la pulserita y los aros que le combinara con algo, que el pelo”.

Y decía que el celular era parte de su cuerpo, por eso Soledad cree que como ella salió sin el celular era porque sabía que ya volvía. Fumaba y le gustaban los tatuajes, tenía 5 o 6, y Soledad señala las partes del cuerpo y hace memoria de los tatuajes. “Tenía una Y china, que se la hizo sobre una cicatriz que le quedó porque el ex la había quemado con agua caliente”.

Estuvo 3 años en pareja con Néstor Simone. Soledad repasa el último conflicto que tuvieron y por el que se separaron. La golpeó, la encerró en su casa y se fue. Yamila por la ventana llamó a los gritos a una amiga que vivía a tres casas, le dictó el número y le pidió que llamara a Soledad y le dijera que la viniera a buscar. En este punto del relato, después de un rato charlando, Sole se quiebra, parecía que nunca iba a llorar, porque estaba tranquila y con la mirada firme. Pero corta el relato y se le caen las lágrimas, después se recompone y sigue.

La pareja de Soledad con unos amigos la fueron a buscar, ella se quedó “con el corazón en la boca”. Cuenta que “tardaron como dos horas, para mi fue eterno. Mi hermana no quiso traer nada, quería irse rápido antes de que llegue. Tenía golpeada la cara y la boca”.

-No tenés que volver más con ese guaso, no te quiere. Mira cómo estás. No sirve ni como hombre ni como novio. Además te dobla en edad, ¿qué querés inventar?
-Bueno, pero él parecía bueno y siempre fue piola conmigo.

Después de eso se separaron y él comenzó a hostigarla. Soledad cuenta que en estos ocho años se lo ha cruzado varias veces a Simone. “Siempre le grito que él debe saber dónde estaba mi hermana y él se ríe y me dice: ‘Probalo’”. Simone fue investigado durante 7 meses y luego sobreseído.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Causa

Cuando le consultamos por el estado actual de la causa Soledad mira a Juan Pablo y le da el pase. “Este año se corría el rumor de que la Justicia Federal quería pasar la causa a la Provincia de vuelta. Senestrari le planteó al juez que la investigación no había dado ningún resultado y que posiblemente había sido un homicidio. Entonces como la justicia federal no puede investigar homicidios, había que pasarla a la provincia”, explica Juan Pablo.

A partir de esto y junto al abogado Carlos “Vasco” Orzaocoa fundamentaron el planteo que viene haciendo la familia. No pueden afirmar que es un homicidio si no hay cuerpo, tiene que seguir investigando la justicia federal. En septiembre tres jueces tomaron en cuenta esto y decidieron que se tiene que seguir investigando en ese ámbito. Juan Pablo cuenta que para ellos “es importante que los casos de desaparecidos siempre los investiga la justicia federal, porque tiene mucho más recursos nacionales, incluso contactos internacionales, para buscar una posible víctima de trata”.

Necesario Encuentro de Mujeres

Este año Soledad estuvo en Chaco para el Encuentro Nacional de Mujeres junto a su hija de 11 años. Es el cuarto o quinto Encuentro al que asiste. “Si bien yo salgo acá para denunciar, para que no pase otra vez, acompañando a otros militantes que se comprometen en la lucha; es importante ir para difundir, para encontrarse con otras familias que están viviendo lo mismo y entender que el enemigo es el mismo”.

Soledad encuentra fundamental el reunirse con mujeres de otros lados porque “aunque se comparte el dolor, aprendés, conocés gente, armás lazos y volvés fortalecida. Tomás la fuerza de los familiares y de las militantes comprometidas en la calle”. Sucede que en los Encuentros muchas veces ha sido cuestionada porque ella milita junto a las compañeras trabajadoras de AMMAR Córdoba y en cada ENM sostiene que desde que salió la Ley de Trata lo único que hacen es hostigar a las trabajadoras y la búsqueda de su hermana sigue quedando en segundo plano. “Creen que estoy confundida, que me lavaron la cabeza, que me captaron, que el trabajo sexual es igual a la trata. Yo que tengo a mi hermana víctima de trata y les puedo decir que no es lo mismo”.

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Foto: Colectivo Manifiesto

Desaparecidxs y búsquedas

Hace dos años la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX) junto con la ONG, Acciones Coordinadas Contra la Trata (ACCT), publicaron un informe sobre desaparecidxs en democracia de Argentina. Según este informe hay 3231 mujeres y 2081 varones que están desaparecidos en el país. También afirma que en Córdoba no hay desaparecidos. “Con ese informe fuimos a la Secretaría de Trata de la Provincia y a tribunales para decir que era escandaloso que la Provincia no reconozca oficialmente ningún desaparecido”, explica Juan Pablo.


En estos años de lucha Juan Pablo enumera qué cosas aprendieron: “No hay una búsqueda real de los desaparecidos en democracia. No hay un protocolo oficial para cuando desaparece una persona. No hay un registro serio de personas desaparecidas. Y desde el Estado se le da la espalda a la familia que sola tiene que encabezar una lucha con ayuda de las organizaciones”.


Pasaron varios cigarrillos de la etiqueta que puso Juan Pablo en la mesa para que todxs fumáramos, se lavó el mate, se terminó el agua del termo, empezó a oscurecer. Mientras charlábamos sin saber mucho qué pasaba, Sergio Maldonado, hermano de Santiago, confirmaba públicamente que el cuerpo encontrado en el río Chubut era el de Santiago. El Estado cómplice aquí y allá, el brazo armado haciendo el trabajo sucio y otra familia con una ausencia y encarando con dignidad la lucha que le toca.

“De alguna manera nos tuvo que tocar para que yo saliera a la calle, de estar acá adentro -señala el termo- y de pronto salir a otro mundo, o a la realidad”. Le consultamos qué pasaría si mañana aparece Yamila, si se resuelve qué fue lo que le sucedió, cómo seguiría su vida. “Yo seguiría saliendo para que se resuelva el de tantas otras y para que no pase más”, responde con firmeza y se quiebra. Hace una pausa, llora.

“Cuesta banda, porque la familia está sola. Desde el primer momento nosotros nos sentimos solos porque no nos recibieron la denuncia. Capaz si la hubiesen recibido no hubiese llegado hasta acá”, cuenta.

Y al final aclara: “El compromiso como militante ya está, aparezca o no, sigo en la calle. Voy a seguir molestando igual, voy a seguir puteando igual, voy a seguir denunciando igual por las tantas otras que no están”.

*Por Diana Segado para La tinta / Imágenes: Colectivo Manifiesto

Palabras claves: desaparecidos en democracia, Soledad Cuello, Trata de personas, Yamila Cuello

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